Partida Rol por web

- Home... otra solución es que alguien versado en las artes de la escritura, le redacte una carta, cuyo contenido le hizo salir de manera urgente a algún lugar fuera de la capital. Pero debe tener en cuenta de pagar tanto al escriba, como a ese tal contenido, para que cerciore tal hecho- dijo sin importancia.

- Y si o estáis pensando, sí. Todo esto que os he dicho lo he redactado muchas veces y visto con mis propios ojos. Incluso he sido esa ramera a la que antes he mencionado- Adso mira a los allí presentes y se encoje de hombros-. La vida es muy dura y el hambre agudiza el ingenio y rebaja tu honor a tocas insospechadas- dijo sin más.

- Credo que andáis cociendo el huevo antes de tener la gallina. Salgamos primero de aqueste entuerto con premura, que ya fabrá tiempo para pensar en las escapadas de Gabriel. - Dije con mala gana mientras seguía apuntando con el arco... y que no pogas libras soportaban los músculos de mis dedos y espalda, pues capaz de derribar un oso pardo era aquel instrumento...

- Et demonos prisa, non tengo intención de pasar aquí toda la noche. Adelantarse los más sigilosos et rápidos, et atrás quedarémosnos los pesados et diestros en la lucha. - Añadí.

Rascándose la herida el joven siervo exclama sonriente;

-Jejeje me llamaban a mi de pillo cuando era un crío, pero mira como ha salido el goliardo. Y yo aquí mirando las musarañas mientras su cabeza no para de pensar. - Por otra parte el buen lázaro hacía llamada a la premura de decidir cómo actuar o seguir esperando - Yo esperaría un poco más, que no sabemos como están los alrededores, vayamos a liar ahora la de Dios es Cristo.

Y allí estáis debatiendo qué pasará cuando consigáis salir de allí cuando un estruendo rompe en la noche. No es un trueno, no un trueno cualquiera. Suena como si el cielo se estuviese cayendo, y notáis como la tierra bajo vuestros pies se agita: el puente ha debido de venirse abajo.

Los dos hombres salen prestos de sus posiciones resguardados de la lluvia de camino al origen del estruendo mientras sueltan por sus bocas terribles blasfemias. Sin embargo, de repente uno de ellos, H1, detiene su carrera. Llama la atención de su compañero, quien se coloca a su lado, y señala hacia vosotros. H2 entrecierra los ojos y asiente: ambos parecen distinguir unas siluetas extrañas en las sombras...

Et lo mío non era pensar, como tampoco lo era tener paciencia. Soltaron pues mis inconscientes dedos la cuerda...

La flecha de Lázaro se clava en la testa del desgraciado hombre del arzobispo, atravesando el bacinete* que porta y que de poco le ha podido proteger, quedándose atravesada de lado a lado. Podéis ver cómo la ensangrentada punta asoma por la nuca mientras que la madera entra por la frente. Fulminado, cae arrodillado al suelo, apoyado en su lanza*, para poco después desplomarse muerto con un golpe seco contra el húmedo suelo. Mientras, H2, sorprendido, adopta una postura de combate. La reluciente punta de su lanza brilla bajo la luz de la luna, que las nubes han dejado aparecer en el cielo, mientras encara al cazador granadino.

Tras aquella flechada mis dientes relucieron también, cual punta de lanza, saludando a la luna en ámplia sonrisa...

- Acabemos con esto de una vez. - Dije a mis socios.
 

-Por favor Señór, acoje en tu seno el alma de ese siervo tuyo, y mantenlo en tu gloria Susurro en voz baja mientras hago la señal de la cruz al ver al soldado caerensartado por la flecha del moro.

Gabriel reza en voz baja pidiendo misericordia al Señor, que bien sabe que no es hombre de armas, mas los nervios le traicionan. En su nerviosismo eleva la voz más de lo necesario haciendo que el hombre del arzobispo se percate de su presencia y quede expuesto.

Sinitiendo cómo la mirada de H1 se clava en él, consciente de su desgracia, saca de debajo de su túnica un elegante cuchillo, que más bien pareciere de decoración que de combate, pero que igualmente le serviría para su cometido.

Isidro marca su herida y reposa en la oscuridad, aún así se percata del peligro de que hayan podido divisar a Gabriel, quién no se había lucido especialmente agazapándose.

De repente, Isidro visualiza a Gabriel como si fuera una enorme bolsa de monedas, si el soldado se enfrenta a este el grupo se quedaría sin recompensa.

- Por dios que Arnau salga en su defensa si esto se tuerce...

Cinco contra uno y aún así quedábanse agazapados én la oscuridad cuales ratas de callejón... Comenzába a plantearme si trás acabar con el guardia hacer lo propio con aquestos cobardes et quedarme con todo el botín del maestro cantero...

...Suerte para ellos que pronto deseché ese pensamiento...

El hombre, que ha visto ya a Gabriel y a Lázaro, consigue distinguir tamibén la figura de quien parece un monje, Ignacio, entre las sombras.