Partida Rol por web

-Solo nuestro señor es quien para juzgar Maese Gabriel. Nosotros debemos de interpretar sus mandatos. Quién sabe si este mandato era para darle castigo a Tomás? El proveera hermano, él proveera.

Respondo sin quitar la mirada de los acontecimientos que ocurren en el puente.

Tomás en su arrogancia se niega a aceptar las exigencias de sus captores.

-¡Matadme y seréis omnes muertos, más aún de lo que ya lo sois! ¡Non vos atreváis a hacerme el más mínimo rasguño!

-Maese Tomás, vuestra arrogancia os ha hecho perder una vez. No perdais por segunda vez. Haced lo que mis compañeros os piden. Le respondo en tono conciliador.

-Et cómo se puede estar más muerto que un muerto? -respondo a Tomás.

Escucho las oportunas palabras de Ignacio. Espero unos segundos por si el mentecato entra en razón, pues aunque no soy amigo de peleas, se me está empezando a agotar la paciencia.

-Decidíos pronto, pues el tiempo apremia y non estoy dispuesto a perder más.

Adso agarró a Tomás fuertemente a la espera de lo que contestara. 

De todas formas el goliardo ya tenía en su mente una idea clara de lo que había que hacer con el maestro alarife cuando las cosas se hubieran resuelto en un sentido o en otro.

Mientras el resto del grupo parecía estar plantándole cara al propio Tomás, Isidro y su buen compañero Lázaro seguían haciendo frente a los secuaces del Alarife.

La flecha de Lázaro impacta de nuevo en su objetivo, esta vez H3. La flecha hiere en el costado al hombre, provocándole un doloroso (y sangriento) desgarro abdominal que le hace caer al suelo, retorciéndose de dolor, y aguantando a duras penas sobre el estrecho andamiaje.

El ataque de Isidro no es acertado, y H2, a duras penas por su destrozado pie, baja la pequeña altura del andamio y se sitúa en la plataforma central, desde donde puede luchar al fin en igualdad de condiciones contra Lázaro e Isidro.

H4 pasa por encima de H3, con cuidado, avanzando hacia Lázaro e Isidro impasible, gritando improperios y jurando venganza.

H3, en uno de sus terribles espasmos, mientras trata de tapar con sus manos la terrible herida, pierde el equilibrio y se precipita al vacío con un escalofriante alarido final.

-Mierda... -susurra Tomás cuando el segundo de sus hombres cae al Tajo. Y así, en un arrebato de furia, viendo que las amenazas van en serio, se revuelve con todas sus fuerzas en un último intento de escapar de su captor.

Al intentar zafarse el alarife de su cautiverio, el goliardo se dió cuenta al instante y le propinó otro rodillazo en sus partes.

- Pero...- ¡Pum!, rodillazo-. ¡¡¿Qué coño crees que estás faciendo?!! ¡¡¿Crees que estábamos bromeando?!! ¡¡Espero que ver caer a tus hombres desde el andamio al Tajo con sus tripas abiertas te abra los ojos, porque si no te abriré yo otra cosa...pero ¡¡con mi cuchillo!! ¡¡¿Entendido!!?- Chilló el goliardo al alarife a escasos centímetros.

Luego, para que se diera cuenta de que no bromeaba, le dio un par de patadas con fuerza.

Adso consigue sujetar firmemente a Tomás, aunque con el traqueteo, el cuchillo del soldado que tan cerca estaba consigue hacer una herida muy superficial, apenas un corte que podría haberse hecho rasurándose el rostro. La sola visión de la sangre es suficiente para que Tomás pierda el conocimiento.

- ¡Y ahora se desmaya!- dice el goliardo dejando caer el cuerpo de Tomás al fangoso suelo.

- Bueno, quizás sea mejor así- comenta encogiéndose de hombros-. Y ahora ¿qué facemos?- pregunta a sus compañeros.

-Pues qué vamos a hacer Adso. Ayudar a nuestros compañeros, que aunque tienen la situación más que controlada, una mano no les irá mal, no crees?

Respondo mientras espero que los hombres que saben pelear partan hacia allí, mientras yo me quedo cuidando de los dos Alarifes.

H2 ataca con su clava a Isidro, amedrentado por lo crítico de su situación, de forma brutal. H4 continúa avanzando hacia el pilar central, sin quitar ojo a sus espaldas, no sea que los compañeros de los saboteadores vengan en su búsqueda.