Partida Rol por web

-Bendito sea Dios. No os imaginais la falta que me hacíais. Ya hablaremos luego, ahora tenemos que librarnos de este que me persigue. Respondo a mis compañeros jadeando por el esfuerzo de la carrera.

-Y tu y yo, arreglaremos cuentas Alarife de Silva. Añado mientras me pongo detrás de él para interponerlo entre mi perseguidor y yo.

En cuanto aquel malherido pone pie en la plataforma Isidro se le echa encima con el Terciado por delante, el joven conduce la hoja de su arma hasta encontrar la carne del enemigo con el consecuente grito de dolor del mismo.

El furioso perseguidor de Ignacio llega a vuestra posición y empieza a soltar improperios de todas las clases. Mientras, a lo lejos, en los andamios, Isidro y Lázaro se defienden de los hombres de Tomás que ya han llegado a la plataforma central, y han empezado los tajos.

-¡Puto inútil! ¿Cómo ha ocurridósete liberar al monje? ¿Es que acaso te parió una cabra? ¡Maldita sea, hasta una mujer pudiere haber mantenido cautivo a un jodido monje!

Tomás escupe su rabia a su esbirro.

-El prisionero era mío, ¿y si quiero jugar un poco con él? Non habría tardado en alcanzarlo y facerme una corona con sus tripas. La culpa es tuya por huir como siempre facéis, cobarde, et dejaros atrapar. ¡Que te jodan, Tomás! ¡No me pagas lo suficiente para aguantar esto! Mi cuchillo tiene sed y esta noche pienso darle mucho que beber... -una sonrisa macabra adorna el rostro del hombre, quien parece realmente trastornado.

La mortífera flecha de Lázaro da a parar en el pie derecho del segundo hombre que se os acerca por el andamio, con tanto atino que atraviesa completamente el pie derecho del hombre. La flecha atraviesa el talón a tal velocidad y con tal fuerza que desgarra completamente carne, músculo y tendón, dejando el pie del hombre casi inservible, pues ni apoyarlo con firmeza puede. Sin duda habrá de perderlo, si es que llega con vida a ser atendido por algún médico. Aun así, el grito de dolor que el hombre profiere no es comparable a la furia que alberga, y en un esfuerzo tremendo consigue mantener el equilibrio y seguir avanzando con una dolorosa cojera.

Cuando H1 llega a la altura de la plataforma, apenas tiene tiempo de reaccionar para dirigir su espada hacia Isidro, quien allí le espera, pues el joven hunde rápidamente su terciado en la carne del castrado hombre. La pérdida de sangre a la par que el tremendo dolor hacen que el hombre sienta un pequeño mareo, que sus fuerzas flaqueen y pierda el equilibrio con mortales resultados. En un instante, el hombre cae desde el puente a las furiosas aguas del Tajo, perdiéndose allí para siempre.

H2 llega al final del andamio, donde murió H1, con el pie a rastras, pero dispuesto a combatir. Declara una parada y espera saltar a la plataforma, esperando dar tiempo a sus compañeros para llegar. H3 ( que llegará en el siguiente asalto) y H4 (que llegará dentro de dos asaltos), siguen avanzando hacia la plataforma central, sin modo alguno de defenderse de los flechazos de Lázaro.
 

- ¡Ayuda a Ignacio, yo me encargo de Tomas!- dijo el goliardo a Arnau al ver la situación, donde los aceros eran más preciados que la palabra.

De todas formas, tras decir esto, le pegó una patada en las partes nobles de Tomas, para que éste fuera más docil. No quería que Tomas le hiciera frente estando él solo. No era un hombre de acción,pero sí oportunista y esa era su mejor oportunidad de dejarlo "tranquilo" e inactivo.

Dejo a Adso reteniendo a Tomás y avanzo unos pasos dispuesto a pelear, aunque poco me gusta esta situación. Aquel hombre parece fuera de sus cabales y capaz es de cualquier cosa. Tras aquel nefasto acontecimiento de mi pasado, no soy bueno en la lucha ni moral ni físicamente, así que si lo puedo solucionar por otra vía, sea, aunque non parece posible.

-Malas pasadas juegan el vino y los dineros. Marchad tu y tus hombres -digo con tono tranquilo-. Es lo mejor que podeis facer esta noche, pues mi amigo y yo -digo señalando al goliardo- rato ha que os seguimos. Este asunto se ha puesto ya en conocimiento de alguien más importante que el cobarde de este señor -digo señalando con cara de desprecio a Tomás-. Sólo él debe responder por los crímenes que ha ordenado cometer.

El hombre se detiene ante las palabras de Arnau.

-¿Mis hombres? ¡Ja! Esa panda de rufianes nada tienen que ver conmigo además de compartir el empleador. Aquesta rata es la única que comanda sobre ellos.
 

Aprieta el cuchillo en su mano, dubitativo.

-¿A quién habéis avisado, malnacidos? Sabed que Tomás tiene a media Toledo en su bolsillo -el hombre sonríe sibilinamente-. No me iré de aquí sin que mi cuchillo pruebe la sangre... O sin una compensación económica que sacie igualmente su sed. Si habéis fablado con el arzobispo, a buen seguro os habrá llenado los bolsillos con oro.

Al ver como se estaba poniendo la situación, Adso quiso hacer algo para calmar la situación. No es que no creyera que Arnau pudiera con él, pero si se daba el caso, no tardaría en acabar con Ignacio y con él mismo.

Adso le pega otro puntapié a Tomás, esta vez en la espalda y luego le registra para ver si lleva algo de valor con lo que poder contentar al rudo matarife.

- Si, claro que si. Es más, tenemos el dinero que nos ha prometido el obispo y el Alarife, por lo que la suma será cuantiosa. O acaso creías que iba a detener la destrucción del puente de verdad? Solo estaba ganando tiempo para mis compañeros. Añado mientras esbozo una picara sonrisa de satisfacción por haberle dado esquinazo.  Se podría compartir de alguna manera, por supuesto. Pero para ello debemos llevar a cabo nuestra misión sin más interrupciones. Comprendes?