Partida Rol por web

Las tres linternas adicionales se encendieron sin mayor dificultad, llenando de luz la habitación sin mayor problema. Sin embargo, cualquiera que hubiese traído su teléfono móvil* e intentara utilizarlo por su cuenta, se encontrará con que no funciona. No importa las veces que presione el botón de encendido, el dispositivo simplemente estará muerto, sin importar si recordáis haberlo cargado antes de venir a la actividad.

Con el frío incrementándose a cada instante, un pequeño y casi imperceptible vaho blanquecino va apareciendo en vuestras bocas y narices al ritmo de vuestras respiraciones; y su intensidad aumenta momentáneamente con cada palabra, bailando al son de vuestras voces que interrumpen silencio reinante, para luego desvanecerse en la nada.

Dupont se adelanta y toma la manija para abrir la trampilla, hace un esfuerzo y nota que esta iba a levantarse sin oponer resistencia, pero Cruz le detuvo en seco por la muñeca, le pide espacio y comienza a inspeccionar alrededor. Tras estar satisfecha, ató finalmente una cuerda que tenía en su equipaje a la manija y desde el lado opuesto a la apertura y tiró. Podéis ver como la cuerda se tensa hasta que finalmente levanta la madera y con rapidez la portezuela se abre, cayendo del otro lado con un golpe seco que levanta una nube de polvo a su alrededor. 

El sonido al abrir la puerta fue simplemente sobrecogedor, pues el agujero pareció emanar un eco profundo al abrir aquella trampilla, como una exhalación larga y siniestra de aire que viene desde el interior y que resuena con los sonidos de la estructura en general a vuestro alrededor. Era como si la casa misma hubiese estado conteniendo la respiración hasta ese preciso instante, y decidiera justo ahora liberar su siniestro aliento sobre vosotros. Aquel sótano oscuro y lleno de sombras grandes y densas que se ve desde el agujero de la portezuela abierta y al que se llega bajando una estrecha escalera de mano, tiene un aroma a madera podrida, a humedad y a podredumbre.

Los extraños ecos contenían palabras, podías estar seguro de ello. Venían de abajo (¿O de arriba?), pero era una voz infantil casi imperceptible que se escondía en los lamentos de la estructura, cargando algunas palabras:

Sonido (abrir en otra pestaña)

Ese susurro, esa voz que sólo se te antoja puede provenir de una niña, parecía decir:

El monstruo reptante está cerca.

Los extraños ecos contenían palabras, podías estar seguro de ello. Venían de abajo (¿O de arriba?), pero era una voz infantil casi imperceptible que se escondía en los lamentos de la estructura, cargando algunas palabras:

Sonido (abrir en otra pestaña)

Ese susurro, esa voz que sólo se te antoja puede provenir de una niña, parecía decir:

El monstruo reptante está cerca.

Tú no es que seas realmente muy bueno leyendo mapas, seguro que alguien podría haberlo hecho mejor, pero mientras la bedel amarra la cuerda y abre la trampilla, usas la lógica y lo que recuerdas para descifrar la posible ubicación de la casa. En uno de los extremos izquierdos del mapa puedes encontrar el claro en el que está construida, pero no hay ninguna indicación particular de una estructura o de la misma. Quizás el nivel de detalle de estos mapas no incluía viejas estructuras o no le importase que hubiese una vieja casa en medio del bosque. 

La verdad que las continuas "confesiones" y frases sin acabar de la fregasuelos empiezan a molestarme. Y es algo nuevo, porque si he de ser sincero, en la oficina, cuando habla de más, le preparo una gorda para que deje de estar ociosa y se ponga a currar. Pero todo esto tiene una explicación. No se cómo no han visto al gran hombre que hay tras esta percha de triunfador y ganador. No les voy a culpar, a veces, cuando una presencia brilla, eclipsa todo lo demás y sólo genera envidia, y guerra de egos, algo en lo que yo nunca me he metido ni me voy a meter. Yo, como mucho, sólo aclararé algunos puntos para mejorar la convivencia nuestra, que cada vez, me parece que está más cargada. Miro el cigarro que le ofrezco a la que llaman Urraca, pero que yo sigo tratando de señorita, pese a lo verdulera que es y lo vuelvo a guardar en la cajetilla. Uno menos que tiro.

-Haz lo que creas conveniente. -Me encojo de hombros, pero sin perder la sonrisa en mi rostro. -Ahora, si alguno de nosotros, nervioso y contagiado de este ambiente tétrico, te vuela las gafas de una hostia bien dada, y merecida por otra parte, por no poder saber que eres tú... no te quejes. -Paso el cigarrillo al resto si es que lo quieren coger. -Y la verdad, si aquí hay alguien que va a hacernos daño, dudo mucho que un piti en la boca nos perjudique más. -Me enciendo el cigarro y a los que lo hayan cogido, si es que alguien lo coge. -Más que tus historietas y fantasías que tanto te gusta contar. Que no ayudan a estar juntos. -Levanto el dedo índice. -Punto número uno. -Sonrío, por no empezar a mostrar signos de flaqueza. -¿De verdad pensáis que os estoy jodiendo en el curro? -Chasqueo la lengua y señalo al novato. -Tú, novato. ¿Cansado de llevar cafés a un lado y al otro? -Levanto la cabeza, como pidiendo que de su opinión, pero antes de que la de, continúo. -Pues da la casualidad, de que gracias a eso estoy consiguiendo que te conozcan, no como a los otros becarios que van de sabelotodo, que nadie aguanta, con sus caras y actitud de milenial de mierda. -Levanto los brazos, mostrando la evidencia. -Si alguno tiene posibilidades de progresar, ese eres tú, por que te he proporcionado teamworking. -Señalo a Simmons. -Y tú... -Le pongo el brazo en el hombro. -¿Te quejas de todos los marrones que te caen? -Con la mano libre gesticulo, acabando por apuntarle con el dedo índice de esa mano. -¡Pues no deberías! Te he convertido en la puta pieza angular de la empresa. -Asiento con la cabeza. -En cuanto ascienda voy a proponerte para que ocupes mi puesto de ahora. ¡Y no me jodas, Simmons! -Separo las manos de él y la pongo en cruz, extendiendo los brazos. -¡Se que lo deseas! -Bajo los brazos y termino dándole un golpe en el hombro. A modo de camaradería. -Pues será tuyo, eso te lo aseguro. -Miro a la fregasuelos, con cara de pocos amigos en un principio, pero relajo mi ceño y muestro una gran sonrisa. -Yo no sé por qué te sigo ayudando. Si tu puesto hubiera sido ocupado por una empresa profesional que viniera x días a limpiar, no sólo ahorraría la empresa pasta, si no que nos ahorraríamos tus cuchicheos y tu... estar todo el día detrás con la antena puesta. Pero no... -Niego con la cabeza y llevo la mano abierta a mi pecho, completamente ofendido, apartándo la mirada de ella unos segundos. -Te quejas de todo lo que he hecho, pero da la casualidad de que todas las "bromas" -Y hago el mismo gesto con los brazos que hizo el novato, de comillas, que no vimos pero intuímos. -Que he hecho han sido para demostrar que eres necesaria en la empresa. Por que cada vez que han puesto tu puesto de trabajo en el candelero... ahí he estado yo para que repararas algo. El baño, la cafetera, las luces de la sección de informática. -Me río. -Y alguna más. Y al arreglarlo, he hecho que se dieran cuenta de que una persona que no sólo limpia, que arregla cosas... es necesaria. -Niego con la cabeza. -Y tu ahí... criticando siempre. Pero me da igual, soy un animal grupal, yo siempre voy a proteger a mi equipo. Siempre. Por muy en contra que estén de mi. 

Dejo de indignarme ya, y de contar mis más oscuros secretos, de romper el muro de hombre de éxito, por el de héroe preocupado por sus convecinos que siempre he querido ocultar. No mostrar mis flaquezas como persona, ni mis puntos débilides, dejar entrever que haciendo daño a mis compañeros me hacen daño a mi... ya dejo todo ahí.. para que lo pisoteen. ¡Pero qué lo intenten! No me dejaré vencer. Y todo esto me lo digo para que se me grabe a fuego. Por que es mi verdad, y no hay otra que me interese. Y como ejemplo que soy, he de tomar la iniciativa, no voy a dejar que esto influya en nadie. Voy a la trampilla para abrirla, pero en ese momento, la señorita Cruz, evita que haga un sobreesfuerzo y se ocupa ella de abrirla de forma segura. 

-¡Eso es! -Asiento orgulloso. -¡Trabajo en equipo, amigos! -Alumbro hacia abajo con la linterna. -Teamwork... -Pero algo me detiene en seco. Un susurro, como si el propio eco del sótano arrastrara palabras que llegan a mi como la exalación de aire que nos golpea, al verse liberada de su cautiverio. Me quedo pálido, yo, al menos yo... he escuchado algo.. .Lo he escuchado. Puedo asegurar que lo he escuchado. -En serio... -Digo medio tartamudeando. -¿Habéis... escuchado eso? -Me señalo la oreja, mirando a los presentes. -No, de verdad. Si lo habéis escuchado decídmelo... No es una broma ehh. Voy muy en serio. -He vuelto a escuchar a la niña hablar del monstruo reptante... -Vuelvo a pasear la mirada por ellos. 

Yo bajaría... si esto es una broma, es una broma cojonuda. Acojona de verdad, pero vamos, yo no dejaría a nadie aquí sólo, ni dejaría que nadie bajara sólo...

-A ver... Simmons... deja lo del mapa para luego... bajemos todos juntos... -Carraspeo. -Que es una idea cojonuda, por cierto, señorita Cruz. Pero, creo que es mejor que vayamos todos juntos. -El novato no tiene linterna, y no le voy a dejar la mía ni de coña. -Yo voy en primer lugar... pero seguidme de cerca... ¿Vale?

Digo, si aceptan bajaré. Eso sí, comprobaré la integridad de cada peldaño, por si acaso. No quiero caer a plomo, ni mucho menos. 

Julia entornó los ojos. De pronto su expresión se había vuelto peligrosa para aquel mequetrefe. Si no se andaba con cuidado, pronto toda la oficina se enteraría de cada pedo que se hubiese tirado en una reunión. Vaya que sí. La prepotencia de ese hombre solo era igualada por la antipatía que levantaba haya donde fuese.

–Tenga cuidado, Dupont. No tiene muchos amigos en la oficina...y eso que ha dicho suena a amenaza– Julia ensanchó su sonrisa–, ante testigos además. Si casualmente recibo un golpe no creo que la empresa vea con buenos ojos que pegue a un bedel. Y menos aún si es una mujer. De Simmons no digo nada, que ya tiene rodaje, pero al chaval no le metas en tus mierdas. Si es la pieza angular no es por tus marrones y tampoco me engañas. No eres de los que trabajan en equipo, sino de los que intentan pisotear ¿Verdad, Simmons?. Y en cuanto a mí... hijo, llevo trabajando en esa empresa desde te cambiaban los pañales, es decir, unos pocos años más que tú. Saben perfectamente a lo que me dedico. 

La bedel se cruzó de brazos, esperando réplica pero entonces, el hombrecillo palideció y empezó a parecer tan asustado como el día del terremoto. Esperaba que no llorase. 

–Mira, sea lo que sea terminemos con esto–. En otras circunstancias hubiese sugerido que mejor que bajase el becario, que pesaba menos, pero estaba muy mosqueada con el trepa aquel. De modo que simplemente movió la cabeza en un gesto que indicaba que siguiese adelante. –Por Dios Santo... Ese sótano huele como el aliento de Rodriguez. No sé como Nicole pudo enrollarse con él en el despacho de contabilidad. SUpongo que esos margaritas de la fiesta estaban muy cargados.

Aunque no pudiese verle del todo, el becario asintió a Julia, sabiendo que era imposible que alguien hubiese pasado por allí en mucho tiempo. "Bien podría ser polvo falso... de decoración. Pero ella se habría dado cuenta, ¿verdad?" supuso, ya que alguien acostumbrado a limpiar debería poder distinguir perfectamente entre polvo y harina. Por otro lado, el relato de Simmons hizo que Andrew frunciera los labios, cada vez más preocupado. "¿Un animalillo? Mientras no sea un oso o un jabalí... O una niña perdida y desaparecida hace 80 años..." 

Antes de que pudiese pensar nada más, Alexander empezó a soltar mierda por la boca, desafortunadamente, no de manera literal. El becario sintió ganas de mover aún más los brazos para soltarle un buen guantazo "sin querer". Iba a responder lo del móvil, pero afortunadamente la Urraca ya lo hizo por él. "Si fuese con móvil, podría sacar mejores fotos... Aunque ahora que lo pienso, el flash me puede servir para iluminar en algún momento." Con eso en mente, se quedó a mano una de las cámaras desechables, atento a cualquier movimiento sospechoso para poder usarla. "Si resulta que hay fantasmas de verdad y conseguimos salir de aquí con pruebas, trinfaría en algún blog de creepypasta." 

En ese momento, Alexander le acercó un cigarro y le dio el típico cachete de "buen padre", haciendo que se sintiese terriblemente incómodo. Respondiéndose el hombre mismo a la pregunta de "por qué", Andrew tuvo que hacer enormes esfuerzos para mantener su cara de póker ante aquella "gran" idea. "Vamos a ir por una casa ruinosa y medio quemada a oscuras, con un cigarro en la boca, ¿para poder identificarnos? ¿Aquí, nosotros cuatro solos en el bosque? ¿Aquí, dentro de la casa y sin ver nada? ¡¿Y lo dice el mismo que quería hacer un 'foso' alrededor de la fogata, precisamente para evitar un incendio?!" Tras su arrebato interno, Andrew consiguió calmar un poco su nerviosismo, recordando que todavía no había hecho dicho círculo de tierra y que sería la excusa perfecta para salir de allí... si no fuera por el "animalillo" que habían visto fuera. "Ya no sé qué es más seguro..."

Por lo visto, lo único que tenía seguro el chaval es que, por la forma de hablar y tener más contacto físico de lo estrictamente habitual, Alexander estaba tan o más cagado que él. Las bromas hirientes no eran tan molestas como el simple hecho de que le tratase con esa camaradería, sin tener en cuenta que quería mandarle a él solo a revisar todo el piso de arriba. Andrew siguió aguantando, como aguantaba en el trabajo, recordándose ese sueldo mínimo a final de mes con el que podría conseguir, algún día, acabar su colección de POPs de Star Wars. Lo único relevante que podía sacar de toda esa parrafada era el hecho de que habían encontrado "pruebas" de que había una niña por allí o de que la hubo y lo peor es que ese descubrimiento provocó aún más incomodidad al joven becario.

Pero lo que sí que no se esperaba fue la respuesta de la Urraca. "¿De verdad... me está defendiendo?" Era la primera vez que alguien en la oficina mostraba un gesto, ya no de amabilidad, sino de respeto con él, tratándole como si fuese una persona y no una impresora o un ficus. "Y encima contra Alexander." Andrew se quedó en absoluto silencio, observando a la Urraca como si se hubiese transformado en un hermoso cisne. Pero por supuesto que no podía acabar allí, ya se temía algo terrible después de la amenaza de Alexander con romperle las gafas. Tras rechazar de nuevo el cigarrillo, se quedó escuchando las palabras del "semijefe", seducido por la idea de tener que dejar de llevar cafés de una vez por todas. No obstante, a medida que escuchaba, más se daba cuenta de que aquello había sido un tremendo, un grandísimo error. 

"¿Perdón?" Una voz en su mente, sonora, clara e indignada, saltó interrumpiendo cualquier embolia que le hubiese podido dar momentos antes, tras ser sus oídos violados por semejante cacofonía. Se sentía como si le hubiesen abofeteado, no en la cara, en el alma. Sintió que alguien acababa de cambiar su concepción completa del mundo, sentía como si, de alguna forma inexplicable, le hubiesen demostrado que la tierra no era plana, ni de forma pseudo-esférica, sino que era una perfecta pirámide. Parpadeó confuso, intentando resolver una falta tan grave de ortografía que le hacía dudar de todo el diccionario, una suma tan desigual que amenazaba con destrozar toda ley física, algo tan novedoso y a la vez tan primitivo que podría demostrar que el tiempo era efectivamente cíclico. 

"Me estás diciendo... que todas las cagadas que haces tú... y todas las putadas que haces al resto de los compañeros... incluyendo el material que rompes, los váteres que atascas, y las culpas que echas a los becarios... Todo ese tiempo perdido, esos malos rollos generados de los que se enteran hasta los del polígono de al lado, ese dinero desperdiciado de una empresa que difícilmente nos paga a final de mes... son todos ¿por nuestro bien? ¿Para ayudarnos?" El cerebro de Andrew acababa de chocar con una barrera al entendimiento humano, algo de lo que había oído hablar y que suponía que podría ocurrir, en algún momento, pero que esperaba no experimentar nunca de primera mano. Y todo ese desconcierto, esa excepción a los valores morales que le habían inculcado con tanto mimo sus padres, podía resumirse en una única pregunta. "¿Cómo se puede ser tan gilipollas?"

Después de tomarse unos instantes para arreglar su mente gracias a la respuesta de la bedel, llegando a la cómoda conclusión de que Alexander no era una persona, Andrew pudo centrar de nuevo su atención en la trampilla y en la casa en la que se encontraban. A pesar del miedo que le había hecho sentir antes y el escalofrío que la trampilla le había producido, sus nervios habían conseguido calmarse un poco tras aquel atentado contra la humanidad que había hecho el imbécil. "Es un sótano, es normal que huela así... creo." Lo peor que podría encontrarse en un sótano normal era el cadáver de alguna rata, y espera de verdad que no fuese así. 

- No he oído ninguna voz... - respondió rápidamente, observando a Alexander con media sonrisa interna. "Desde luego, está más cagado que yo. Con un poco de suerte, se tropezará por las escaleras... Aunque sería demasiado bonito dejarle allí encerrado, ¿verdad?" A pesar de lo que había dicho del mapa, Andrew se acercó a la Urraca y le dio un pequeño codazo en el brazo, llamando su atención, mientras sacaba el mapa de su mariconera - Si me ilumina aquí, señorita U... Cruz, podríamos intentar ubicarnos aunque sea...

Tras intentar averiguar su posición en el mapa y esperar convenientemente un poco a que bajara Alexander, el becario decidió que lo más sabio y conveniente sería tener de aliada a aquella mujer. Había demostrado tener más cojones que los otros dos y, aunque le doliese, tal vez más que él, y además parecía la única capaz de soltar una hostia a una niña zombie y encima soltarle un sermón. No tenía muy claro cómo de grande era el sótano, así que simplemente se acercó a la entrada, sacó un par de fotos con flash para ver cómo era en general y en función de eso, se decantaría por seguir a los demás o quedarse arriba con la Urraca.

Siguiendo la sugerencia de Julia, Simmons rebuscó el mapa entre sus pertenencias, una vez localizado lo iluminó con la linterna. No era un experto en geolocalización, ni en navegación pero la casa no aparecía en el mapa.

-No localizo la casa en el mapa, igual no quisieron dar pistas importantes o el mapa en si no la recogía cuando lo realizaron y aprovecharon posteriormente que había una casa. - Trataba de mostrarse tranquilo para no darle mayor importancia a lo sucedido hasta el momento.

A continuación nuestro trepa favorito empezó a repartir nicotina para todos como si la solución fuera esa. Por evitar conflictos aceptó el pitillo, seguramente en un rato podría apagárselo en la mano a Dupont haciendo parecer que la mala suerte estaba por el medio. Quizás era de mala persona querer apagar pitillos en un "compañero" pero cuando amenazó a Julia, se le pasaron los remordimientos y las dudas. Este tío nos está tomando el pelo, igual piensa que a estas alturas no lo conocemos, solamente le falta una chapa identificativa. Animal grupal dice, tengo que revisar en la Wikipedia si los buitres son animales grupales. – piensa.

-Alexander antes me corto las venas que heredar tu puesto, para limpiar culos ya lo hago con el mío. -soltó exasperado por la cantidad de tonterías que estaba soltando por segundo.

Por suerte el sonido al abrir la puerta hizo que cualquier discusión que estaba a punto de iniciarse, finalizase. Simmons sintió como se le ponían los pelos como escarpias y por si ello no era suficiente un susurro infantil continuó. Aquello era demasiado, al llegar a casa tendría que revisar la ropa interior para estar seguro que con la lavadora iba a ser suficiente.

-Joder, yo también lo he escuchado. Es un susurro infantil, no para de repetir que el monstruo reptante está cerca. Si esto es parte de la prueba el lunes quemo la empresa, dimito y le doy dos ostias al que diseñó esta mierda. -Tras una pequeña pausa, miró a sus compañeros. Alexander tenía la cara medio desencajada, mientras que Cruz seguía siendo la bedel acostumbrada a resolver cualquier problema. Con un gesto ágil conseguido por la costumbre diaria, cogió su petaca, le dio un pequeño sorbo, la guardó, y con el ánimo reforzado por el trago contestó a Alexander.

-Bajo detrás de ti. Veamos que hay ahí.

El sótano parece amplio, por lo que descendéis. Los flashes de la cámara desechable del becario iluminan el lugar como relámpagos mudos, revelando toda suerte de cajas y barriles arrumados contra las paredes de roca, pero nada que os llame poderosamente la atención. Mientras Alexander desciende, se da cuenta de que los escalones son lo suficientemente firmes como para resistir su peso, aunque cumplan su función con quejidos y chirridos en la madera que llenan el incómodo silencio de la habitación, a manera de lamentos.

Detrás de él bajan a su vez Simmons, Rogers y finalmente Cruz. El sótano es una cámara amplia que parece inclinada hacia atrás. El olor se hace más tolerable estando allí abajo, pero el aire sigue estando viciado. Las linternas iluminan los ángulos de los contenedores. Cualquiera que revise esto encontrará agujeros y rotos en todas partes y si alguna vez hubiesen contenido algo, hoy no queda más que el eco de un aroma y la certeza de su ausencia.

El desnivel del lugar no se ve desde arriba, pero lo sentís desde abajo. Y justamente aquella estancia ladeada desemboca en algo que os llama poderosamente la atención: una puerta de hierro doble cuya separación es apenas perceptible en el costado trasero, a espaldas de la escalera por la que habéis descendido. La luz no se refleja bien en la opaca superficie que además parece tener varios relieves y que tiene varias manchas marrones que revelan el paso de los años y los estragos del tiempo. El marco, en madera, parece tallado con extraños símbolos alrededor, mientras que la puerta tiene motivos más profundos, que crean extrañas y misteriosas sombras que crecen y se encogen de acuerdo al ángulo con que apuntéis. Del interior, parecen subir varios apéndices, hasta la altura de una cerradura con un agujero grande como para una llave antigua. Más arriba de esto, el cielo de aquella extraña puerta parece desembocar en lo que pensáis inicialmente es un sol, pero tras una observación detallada, parece revelar una corona sobre lo que parece ser un deforme cráneo.

Y mientras estáis allí, un eco, o más bien, un crujido largo irrumpe vuestra exploración, para terminar en un golpe fuerte y seco que asfixia toda la luz del sótano de golpe, salvo por la de vuestras lámparas: la trampilla, de alguna manera, se ha cerrado violentamente sobre vuestras cabeza…

Leer mapas no se te da tan mal, así que analizas rápidamente con la luz y la cuadrícula la zona general del mapa en la que esperas que se encuentra. En uno de los extremos izquierdos del mapa puedes encontrar el claro en el que está construida, pero no hay ninguna indicación particular de una estructura o de la misma. Al parecer nadie pensó que fuese tan importante como para incluirla allí en medio del espacio de bosque. En el mapa no existía y no había un aviso, una advertencia, nada que señalara su existencia allí.

Entre los flashes repentinos de la cámara del becario que destellan y dejan ver la habitación, por un fugaz momento crees ver una figura en la pared izquierda, una figura pequeña… como de una niña con el pelo largo, una niña con rostro blanco de facciones que no alcanzas a discernir. Sin embargo, en el siguiente pestañeo ya no está allí y apuntar tu lámpara hacia el sitio, sólo revela la pared aparentemente desnuda del sótano.

No entendía en qué punto se podía tomar mi aviso como si fuera una amenaza. Yo sólo había avisado de que, en nuestro actual estado de nerviosismo dentro de este ambiente tétrico que no ayuda a que nos calmemos, y en el caso de que nos quedemos sin luz, notar una presencia a nuestro lado puede resultar amenazante, y la gente, en un estado de estrés puede reaccionar violentamente para preservar su propia seguridad. Eso sin contar que aunque fuera un accidente, la hostia que se llevaría estaría muy merecida por su gusto a la hora de airear las miserias de la gente a sus espaldas. Y ahora le interesa tener amiguitos, pero todo al final se acaba sabiendo. Y este mal rollo que está generando aquí, lo genera también en todos los sitios... y eso no es bueno para nadie. Ni para ella tampoco. Pero ya se dará cuenta. 

-¿Pero qué amenaza, ni qué niño muerto? -Me quedo callado un segundo, recordando las palabras de la niña... como salidas de ultratumba. -No, espera... empiezo de nuevo. -¿Pero qué amenaza, ni que amenazo? -Sí, así mejor. Hay que alejar el mal karma de esta situación... agito las manos como alejando las malas vibraciones de mi. Luego tomo aire y continúo hablando. -Yo sólo digo que como nos quedemos sin luz y te acerques a alguien que esté nervioso... como te dé un tortazo por no poder identificarte, no vayas luego quejándote. Así que victimismos los justos, que eso no hace equipo. Y nosotros somos un equipo. ¡Y yo digo que somos el mejor de los equipos! Me encojo de hombros. 

El chico tira unas fotos, alumbrando el interior del sótano, y con lo que se puede llegar a ver, no parece que haya ningún tipo de amenaza, le miro sonriendo y asiento con la cabeza, para acabar guiñando un ojo. El buen trabajo hay que señalarlo, siempre. Y como ejemplo de este equipo, voy en primer lugar, no por las mentiras que se inventa la bedel, ni por mostrarme como el gallo de corral que soy. Lo hago por el equipo, y por darles mi apoyo moral por medio de mi acción. Compruebo que los peldaños sean seguros e informo de ello al llegar abajo. Luego extiendo los brazos para que Simmons, que es el siguiente en bajar, se sienta seguro y entienda que no voy a esperar al segundo rebote contra el suelo para cogerle. Estoy aquí para evitar su tropiezo. Como lo he estado siempre, para todos. No tengo nada que demostrar.

-Venga Simmons, tu turno. -Digo a modo de ánimo desde abajo. -Estoy aqui, no te preocupes, que no vas a caer a plomo contra el suelo. -Igual que en los ejercicios de esta mañana. Teamworking for the win. No puedo evitar sorprenderme al ver que el novato baje. Esperaba que la cuestista, chismosa, metomentodo y cizañera de la Bedel le comiera la oreja al iluso, embaucado y engatusado novato. Pero no iba a dejar que se cayera tampoco. -Vamos Andrew, aqui estoy. Baja tranquilo que te tengo. -Y por último la Bedel -Señorita Cruz... pensaba que os qudaríais arriba. -Añado. -Pero no se preocupe, que ya la tengo. No se va a caer. -No caerá esa breva.

Aquí abajo no hay nada, quizá lo saqueron todo cuando esto se quemó, o lo quemaron para tapar el saqueo. Lo que sea. En ninguna de las cajas encontramos nada. Tampoco está la bandera... que yo esperaba que así fuera y nos pudiéramos salir de aquí cagando hostias, pero no... nos encontramos una puñetera puerta de metal que bien podría estar guardando el paso al inframundo o vete tú a saber qué... porque entre las inscripciones y los grabados en las propias jambas de las puerta metálicas... dan un mal rollo del copón.

-Pues sí que ha hecho daño, al que ha hecho este sitio, la peli de los Goonies. -Termino diciendo para romper el hielo. Pero justo en ese momento... con un estruendoso golpetazo, la trampilla se cierra, dejándonos en el interior sin la escasa luz que dejaba entrar. Corro hacia la eslarea y, usando toda mi fuerza, que sin pretender ser narcisita, es infinitamente superior a la que pueden tener mis compañeros, soy incapaz de abrirla. -Nada... no hay nada que se pueda hacer... es como si tuviera... algo pesado ahí arriba... -Me aparto por si alguno de mis compañeos quiere intentarlo. 

Pero mi mente comienza a elucubrar... ¿Quién fue la primera con interés en que vengamos a la casa esta? La Urraca, ¿Quién nos quiso juntar a todos llamándonos a gritos diciendo que había encontrado una pista, que no resultó ser tal? La Urraca... ¿Quién ha atado una cuerda a a trampilla cuando se podía abrir perfectamente sin necesidad de usar cuerdas? La Urraca... suma y sigue... La alumbro con la linterna, y luego al resto. 

-¿Alguien ha escuchado algún paso hacia la trampilla en el piso de arriba? -Ya se la respuesta. -¿O arrastrar algún peso para taponar la trampilla? -Vuelvo a alumbrar a la Bedel. -De verdad, lo de dejar la cuerda en la trampilla... muy conveniente ha sido... ¿No crees? -Suelto un bufido para tapar una risotada. -¿Qué quieres...? Una de miedo titulada: "La Bedel: Yo limpio la mierda, vosotros os la coméis" o aglo así? -Señalo a la puerta con la cabeza. -Venga, mira a ver si puedes abrirla, pero deja al chico que trate de descubrir que son esos símbolos. -Miro ahora al novato. -¿A ti te van esas cosas, no? Tipo juegos de rol y videojuegos, y esas frikadas. 

No pienso darle la espalda a la Bedel, me da un mal rollo del copón. Pero sí que voy a tratar de mirar los dibujos de los marcos de la puerta. A ver si se descubre algo.

Como bien había dicho Simmons, no aparecía la casa en el mapa. Andrew frunció los labios, pensativo. Estaba claro que en el mapa no iban a poner una casa ruinosa o un cobertizo perdido en medio del bosque, pero si era parte de la prueba, habría sido una ayuda importante. Lo que no era una ayuda era la actitud de Alexander, como si quisiera ser el "bueno" del equipo. Al verle ahí, esperando por si se caían, mantuvo su cara de siempre y bajó con cuidado, pasando a su lado sufriendo un ataque interno de vergüenza ajena. 

Tras bajar al sótano, el becario se dedicó a echar una mirada por encima a los contenedores con la poca luz que le daban las linternas de sus compañeros, algo asustado por encontrar una cabeza cercenada o una rata muerta... "O a la niña susurrando..." Pero no había absolutamente nada. La puerta de metal era otro tema a tratar. "Mejor entrada al inframundo imposible. Y si no es así... ¿Qué hay tras ella? ¿Otro sótano, una caldera?" Se arrepintió de no haber echado un vistazo por fuera a la casa, pudiendo haber descubierto algo si se fijaba bien.

En ese momento, el sonoro golpe de la puerta de la trampilla, hace que Andrew de un pequeño salto en el sitio. Su mirada busca rápidamente algo que hayan tirado, que hayan roto sin querer, casi queriendo evadir lo que había temido inconscientemente desde el momento en el que su corazón saltó aterrorizado por el ruido. Finalmente vio la trampilla cerrada y el trepa hizo lo que ya tenía pensado hacer, intentar abrirla. 

- No, no, no, no, no, no... No... - susurró en un suspiro derrotista, algo asustado, y con un leve toque de cansancio. "Es demasiado cliché... Y debería haberlo visto venir." - Tal vez podríamos intentar abrirla entre todos... pero no sé si funcionará... - "En las películas nunca funciona... Y así a lo tonto podríamos quedarnos sin oxígeno."

Después viene lo desconcertante. El becario frunció el ceño al escuchar cómo se quejaba de la bedel, acusándola. "Sería estúpido cerrarla y quedarse aquí encerrada con nosotros..." La situación era tan absurda que no se podía imaginar en qué contexto alguien querría eso... A menos que fuese una broma y sólo quisiera verles asustados. Pero ¿no les había visto ya suficiente? Sin saber muy bien qué pensar, el becario, a merced de las linternas encendidas, dejó que la Urraca intentase abrir la puerta, mientras Alexander reclamaba su atención.

- Supongo que podría intentarlo... - dijo no muy convencido. Sabía inglés, algo de alemán, y en su momento se había aprendido el alfabeto cirílico como curiosidad, sin mencionar las pocas palabras en élfico y en klingon que podía decir sin trabarse. "Pero de poco me van a servir aquí..." suspiró, acercándose a la puerta para buscar algo importante, una pista o inscripción entre tantas figuras...