Partida Rol por web

–A ti te acunaron muy cerca de la pared, ¿verdad?– preguntó a Alexander mientras sacaba la cuerda para mostrarle que no estaba cerrando nada– La cuerda era para no estar delante de la puerta por si salían un montón de ratas, para que no te mordiesen esas piernas de cretino que tienes. Pe...

De pronto, la bedel palideció súbitamente, y se quedó unos segundos embobada mirando a la pared. Nerviosa, alumbró bien con la linterna, buscando algún saliente o alguna mancha que pudiese dar una impresión fantasmagórica, pero no vio nada. ¿Estaría perdiendo la cabeza? Algo así debía ser, porque de pronto empezaba a pensar en que a lo mejor había algo fuera de lo normal allí. Al fin y al cabo había millones de historias de fantasmas, con que una fuese verdadera daba pie a pensar que allí pasaba algo raro.

–Me ha parecido ver...– Por un momento, la grajosa voz tembló. Julia sacudió la cabeza y comenzó de nuevo intentando parecer segura– ¡Es una locura! Me ha parecido ver una cría en esa pared. Pálida, con el pelo largo... Pero no hay nada. Esto está empezando a ponerme los pelos como escarpias. Mira, que le den al dichoso jueguecito. No sé que ha pasado arriba, no creo que hayan puesto nada, porque se habría oído un ruido de mil demonios. Mientras intentáis leer esa cosa de la puerta, voy a intentar ver si lo arreglo y nos vamos.

Porque si no salgo de aquí me voy a cagar viva, ay señor. Que mal fario me da todo esto. Verás como resulte no ser una broma, pero como lo sea, a Dios pongo por testigo de que daré a Simmons la cerilla para quemar la empresa. Madre del amor hermoso.

Julia se acercó a la trampilla y rebuscó en la bolsa de su cinturón. Antes de subir las escaleras, miró de reojo al niño leyendo esos "palabros extraños" y deseó con todas sus fuerzas que fuese un poema sin sentido o alguna firma rara. Porque como fuese un aviso de fantasma, las salchichas que habían merendado iban a salir por uno de los dos agujeros.

–Y si no, lo único que podemos hacer es seguir por esa puerta. Lo mismo eso de ahí indica donde está la llave, o lo mismo está dentro de esa calavera rara, que da más el cante que los chalecos de Scott. Y si no, también puedo tratar de abrirla, aunque lo veo jodido– la voz graznosa había recuperado la firmeza y mala uva, aunque Julia seguía tan asustada como sus compañeros– El marco ese tapa las bisagras. En fin, que uno venga a iluminarme. Lo que me recuerda que mejor no tengamos todas las linternas encendidas. A saber cuanto nos durarán las pilas del chino que nos han colado aquí.

Cada segundo que pasaban ahí abajo hacía que Simmons se convenciera de que algo más allá de un juego estaba sucediendo. El trepa y él habían escuchado voces, visto pasar sombras. El becario no hacía más que incrementar el nerviosismo pero claro era más joven e impresionable, pero cada vez parecía más lógica su actitud. El golpe de la trampilla cerrándose no ayudó a calmar sus nervios. Subió por la escalera de nuevo y trató de mover la trampilla sin ningún resultado.

-Es obvio pero estamos atrapados. Esto empieza a ser demasiado incluso para una empresa de mierda como en la que estamos. Al salir de aquí le voy a partir la cara al organizador. Se están pasando nuestros derechos laborables por el forro e intentan traumatizarnos. Quiero salir de aquí y lo quiero hacer ya. -comenzó con un tono tranquilo pero acabo la frase cercano a la histeria.

Con su clásico movimiento, volvió a coger la petaca y dio un pequeño sorbo, y luego otro más. A este ritmo la petaca iba a quedar vacía antes de que Alexander se fumara la cajetilla entera.

-Tenemos que abrir la puerta como sea, cualquiera de ellas. -Las palabras de Julia viendo sombras de siluetas de niñas, acabaron por desquiciarlo. Se acercó a Andrew para tratar de ver si algo en la puerta blindada parecía un pulsador que permitiera la apertura. 

-Por cierto Dupont a la próxima acusación o amenaza hacia Julia, te juro que acabamos teniendo un problema serio. 

Tras analizar un momento los símbolos, crees que los has visto en alguna parte antes. Para algo tenía que servir tu extraño interés por el ocultismo*. Aquello parece estar escrito en uno de esos lenguajes arcanos, asociados con prácticas ocultistas y sobrenaturales. Y si mal no estabas, la inscripción en el marco se trataba de una invocación o una plegaria hacia una entidad que según algunos podía entenderse como un demonio, otros como un espíritu o incluso como una criatura de otra dimensión. 

Sea lo que sea, no se te ocurría una traducción exacta, pero era más como una letanía en honor de aquella figura. Y por alguna razón, ese último pedazo, esos símbolos que representaban el nombre, te generaban un extraño sobrecogimiento. La sola perspectiva de tener que intentar pronunciar ese pedazo parecía llenarte de un extraño temor reverencial.

Al revisar la trampilla, te das cuenta de que no hay nada malo con ella mecánicamente. En realidad si empujas, logras que se mueva unos milímetros, sin que llegue a ceder. Era como si hubiese algún pesado mueble sobre ella que impidiese que fuese levantada. Mueble que, hasta donde recuerdas, no existía en la estancia de arriba. Lo cierto era que parecía que estábais atrapados allí a menos que lograráis abrir la portezuela o encontrar una salida alterna...

En cuanto te acercas a examinar los alrededores de la puerta, puedes escuchar un sonido proveniente de su interior. Te toma unos instantes discernir que se trata de la voz de una pequeña niña.. cantando lentamente:

No entiendes bien lo que dicen sus palabras, pero los ecos y siniestros sobretonos de aquella tonada infantil parecen venir del otro lado de la puerta metálica, con una aterradoramente lenta cadencia y un escalofrío que te recorre el cuerpo por completo. Lo que estuviese diciendo, no te daba buena espina en lo absoluto...

Mientras Cruz examina la trampilla, Simmons se una a Rogers y Dupont en el estudio de la extraña puerta. Cuando la bedel solicita algo de luz, Alexander se acomoda para no darle la espalda y en ese instante... de alguna manera la linterna se resbala de su mano sin que pueda sostenerla, cayendo brusca y ruidosamente sobre el suelo de roca y atrayendo las miradas de los cuatro al unísono.

Entonces, ocurre lo inesperado. En lugar de rodar en dirección a la puerta metálica, como habría sido normal dada la inclinación del sótano, esta empieza a rodar hacia la esquina más alejada en la dirección opuesta... en contravía de lo que la geometría indicaba. El dispositivo rodó con un ruido que iba arañando el silencio de forma incómoda, mientras la luz que emitía se reflejaba contra la pared más cercana, luego las cajas. Y así se desplazó hasta llegar casi hacia el muro.

Y cuando parecía que se fuese a estrellar, esta giró un par de veces, con suficiente momento y finalmente se detuvo con la luz apuntando a un lugar muy específico del muro que tenía a tan sólo unas pulgadas de separación. Y allí se mantuvo, silenciosa, desafiando toda la lógica y la gravedad, ante vuestra mirada atónita.

"Soy bruja." era como se había presentado la primera y única exnovia de Andrew. En su momento, el joven no la había tomado en serio, era una de las múltiples excusas para "destacar" en el instituto. No obstante, poco a poco esa faceta extraña y única, muchas veces llevada al extremo, había arrastrado a Andrew a sumergirse en lecturas "poco recomendadas" sobre conjuros, seres sobrenaturales y otros conocimientos que estaban "prohibidos" en el mundo de los mortales. Había sido una época oscura para el chico, algo que había querido dejar atrás tras perder a su novia, después de que mucha gente se alejaran de él por "bicho raro". 

Sin embargo, en el momento en el que comenzó a revisar la puerta, todo ese conocimiento acudió a él de golpe, como si hubiese decidido abrir un baúl de los recuerdos cuya existencia desconocía por completo. Los recuerdos de su ex también le asaltaron, haciendo que el chico se sintiese aún más incómodo que por simplemente leer esos símbolos, bastante tétricos de por sí. "No debería... no, nadie debería abrir esto. Aunque sea difícil de creerlo... Aunque me traten de loco... Pero realmente ¿debería decírselo? Esto es demasiado real como para ser una simple prueba del trabajo, alguien tendría que estar muy metido en estos temas para hacer algo tan específico, y si así fuera, dudo que se atreviese a tentar a la suerte creando una puerta así... Espera, ¿y si la empresa es una secta? ¿Sería posible...?" Perdido en dudas y pensamientos, el joven se giró hacia los dos hombres que seguían alumbrando la puerta. Uno le parecía un inútil y el otro era, además de eso, gilipollas, pero por algún motivo le parecieron de las pocas personas de las que se podía fiar si existía realmente una conspiración a gran escala.

- S-sé lo que pone. - tartamudeó, sin estar muy seguro de qué decirles exactamente - B-bueno, más o menos. Es una... plegaria o invocación hacia... - el chico tragó saliva, su cuerpo rechazaba por completo pronunciar ese nombre - ...hacia un ser sobrenatural, como un demonio o un espíritu. L-lo leí en un libro. - se apresuró a justificarse, sabiendo que aquel conocimiento resultaría extraño incluso para un friki como él - N-n-no sé por qué alguien pondría esto aquí, pero es demasiado... raro como para que haya sido cosa de la empresa. No es algo precisamente común... Y después de que vosotros dos hayáis oído a la niña pero nosotros no... - a sus palabras les costaba salir de su cuello, sabiendo por un lado que estaba diciendo algo absurdo, y por otro que la conclusión a la que llevaba todo eso era demasiado obvia - Lo q-que quiero decir es que esto no es cosa de la prueba. Y deberíamos evitar abrir la puerta a to...

Las palabras del becario se interrumpieron en un respingo cuando la linterna de Alexander se cayó al suelo. Sentía el corazón latiéndole tan fuerte que podría estallarle la cabeza en cualquier momento, mientras seguía el haz de luz, aterrado con lo que pudiera señalar. Cuando por fin se detuvo, Andrew se atrevió a volver a respirar y tragó saliva, inquieto, acercándose hacia la luz de la linterna caída. Comprobó que efectivamente debería haber rodado hacia el otro lado por la inclinación, pero ahí estaba. "Eso sólo significa que..."

- Hay algo en la pared. - dijo de pronto, con total seguridad en su voz. Al darse cuenta de que lo había dicho en voz alta, volvió a su tono habitual - Quiero decir, algo tras ella. Bueno, posiblemente. Podemos... simplemente comprobarlo, por el sonido. - titubeó el becario, acercándose algo tembloroso a la Urraca que seguía sobre la escalera - ¿N-no tendrás un martillo o algo contundente, verdad? Aunque yo tampoco tengo mucha fuerza para ello...

"Si no tenemos nada, tal vez a patadas o con alguno de los contenedores..." Andrew siguió con la mirada fija en el punto de la pared, sabiendo que tenía que inspeccionarlo al menos, que encontrar otra salida que no fuese utilizando aquella maldita puerta...

No era de los que tiraban la toalla, ni siquiera perdían los nervios. En absoluto, yo le daba la vuelta a la situación y buscaba la forma de encontrarle mi beneficio. Pero esto empezaba a pasar de castaño a oscuro. Esto se me estaba yendo de las manos a marchas forzadas y, por si fuera poco, el novato-traecafés, la fregasuelos-chismosa y el quejica-pasaoportunidades, estaban esforzándose para ponerse en mi contra. En un principio, una tontería, nada que no pueda superar. Me pongo en automático y a tirar para adelante, me jodía más tener que recoger la mierda de mi perro al llegar a casa que la mierda que salía de la boca de estos tres aspirantes a a capítulo de callejeros. Pero la cara del novato al leer las inscripciones, la amenaza velada del inútil de Simmons y... bueno, no había hecho nada en particular ahora... pero la presencia de la incitadora esta, con voz que... da asco, es que simplemente da asco, joder. Asco, asco. Eso es lo que da, asco, coño, asco. Joder, pero qué asco da. Me hicieron perder la cabeza.

-¡Cállate Simmons! -Grito mientras me giro para ir a alumbrar a la bedel. El calor nace en lo más profundo de mi interior y asciende rápidamente a mi cabeza. -¡Que es lo que vas a hacer! ¿Tirarme a petaca? -Muevo la mano hacia él. -¡Si ni siquiera va a estar llena! -Suelto un bufido mirándole de arriba abajo, no digo nada más durante unos segundos porque todo lo que se me pasa por la cabeza no es para dejar que salga así como así. -¡Tendré que buscar una puta explicación racional! ¿no? ¿O qué va a ser? ¿Obra de fantas... -De alguna forma, se me escurre la linterna de la mano, y aunque trato de cogerla antes de que caiga al suelo... soy incapaz de cogerla al vuelo. Esta cae al suelo haciendo un ruido estridente y, por si fuera poco, esta rueda de forma sobrenatural, en contra de toda lógica, hasta alumbrar una parte de la pared. Que el novato diga quehay algo al otro lado de la pared pero que no abramos la puerta. Hace que me cruce de brazos. Me pase la mano por la cara tratando de arrancar con ese gesto, el miedo y el nerviosismo... y me quede mordiéndome el dedo índice. -Mirad... lo siento. Por todo. -Pongo lo brazos en jarras. El gesto de mi cara refleja sinceridad, y desesperación, ciertamente. -No creo que perder los nervios y empezar a culparnos nos vaya a ayudar así que... -Miro a la Señorita Cruz. -Lo siento, de verdad. -Paso la mirada por los otros dos, para hacer extensible mi disculpa. -Se que es insuficiente decirlo así... tal cual. Pero si vale sólo para que dejemos de tirarnos mierda como los monos en el zoo, será una victoria. -Vuelvo a pasear la mirada entre ellos y asiento con la cabeza. Es todo lo que necesitamos. Ya habrá tiempo de hacer acto de contricción. 

Esto está muy logrado, pero quizá con unos imanes se pueda hacer algo medianamente parecido a esto. Mientras me acerco a por la linterna, llevo la mano a mi pantalón para ver si noto que del Zippo "tira algo", pero no digo nada. Tampoco está el horno para bollos y ponerme a elucubrar sólo va a poner de mala leche a la gente, y hay que lograr todo lo contrario. Al llegar a la linterna y agacharme a por ella, noto que esta ya rueda hacia donde debería. Con un poco de agilidad, la cojo antes de que caiga de nuevo, hacia el otro lado. La idea de Andrew... no es mala, no se si será cierto, pero no es mala. Tampoco es que sea necesario un martillo, con la misma mano golpeo la pared que tengo a mi derecha y después, comparo el sonido con la que tengo enfrente, que es justo a la que alumbraba mi linterna. También me fijo en el lugar preciso donde alumbraba.

-¿Era esta la pared en la que ha visto a la niña, señorita Cruz? -Digo mientras trato de encontrar un sonido hueco, en vez de uno seco, como respuesta a los golpes en la pared. Si recibo un sonido hueco, miraré a Andrew y asentiré con la cabeza. -Es un poco sospechoso que esto se nos muestre con la linterna, la verdad... pero... Si no debemos abrir ese portón tétrico... muchas otras opciones no tenemos... -Le pongo una mano en el hombro a Andrew. -¿Te importaría sacar unas fotos a este lugar? -Le digo mirándole a los ojos. -A la puerta, los grabados... y todo lo que creas que puede ser de utilidad. ¿Vale? -Mi tono es relajado, y es una petición, no una orden como ha venido siendo hasta ahora.

Trago saliva y trato de hacer acopio de todo lo aprendido en las clases de Yoga y Pilates para no perder otra vez el control, me enciendo otro cigarro y doy una calada profunda, dejando el humo en mi s pulmones durante unos segundos... Si Julia no tiene martillo y alguna de las cajas es de madera, la cogería y la tiraría al suelo para romperla y poder contar con maderas sueltas. Con una de ellas, lo que haría sería ir rascando las juntas de los ladrillos o las piedras de que forman la pared, para liberar ese bloque y soltarlo, y así comprobar que de verdad hay algo al otro lado. Luego usaría la propia madera, para hacer palanca y ahuecar los ladrillos de alrededor y poder hacer un hueco lo suficientemente grande por el que entremos todos. 

–Gracias– respondió muy digna a Simmons, que parecía estar tan mosqueada como ella con el trepa asqueroso. Y si pretendía meterse en una pelea, debía saber que cargar con cubos llenos de agua fortalecía los músculos más que gatear para lamer culos. Julia iba a mandar callar de muy malas formas a Alexander, pero un escalofrío recorrió su columna. La bedel comenzaba a sentirse muy asustada, y eso en una mujer que se pisaba fuerte y se ponía como una verdulera cuando le pisaban lo fregao o abrían las ventanas de la oficina haciendo que saltasen los sistemas de aire acondicionado, era mucho decir.  Intentando calmarse, dio un trago de la cantimplora.

–¡Vamos a calmarnos todos! El chiquillo tiene razón. Esto no es cosa de la prueba, y lo mejor es que dejemos de fingir que lo creemos así.– dijo visiblemente nerviosa. La mujer señaló con un dedo a la pared de la izquierda–. En primer lugar, la niña estaba en esa pared, la que quieres que tire*. Quieta, sin moverse. La trampilla no está rota. Hay algo que hace presión. He conseguido levantar un poco. Lo peor de todo no es que no hayamos oído ningún ruído de movimiento de muebles. Es que no había un maldito mueble en toda la planta baja. Y eso no tiene explicación racional. Y no me importa, si o no sentido lo pensaré cuando salgamos de aquí, ¿vale?

Con la mano temblorosa entonces Julia hizo algo que no quería hacer, pero que consideraba lo más lógico: apagó la linterna y la encajó en su cinturón.

–No sabemos lo que van a durar, así que es mejor que estemos todos juntos, en el mismo lado y con una sola luz.  Por si acaso. Andrew, ¿por qué no quieres que vayamos por la puerta esa? Que no te de miedo decirlo, hijo, que ahora mismo me creería si me dijeses que detrás hay una panda de momias vampiro.– dijo acercándose a la luz de la linterna y mirando la brújula para comprobar dónde iba aquella extraña puerta– Puedo intentar tirar la pared, o mirar si hay alguna roca suelta, pero si ahí hay una niña... "o su cadáver" no sé yo si será buena idea. De modo que dime, chico. ¿Por qué crees que es mejor eso?

John se colocó delante de la puerta, confiado en que podrían encontrar algo que ayudase a resolver lo que sucedía, pero en apenas unos instantes, con cara de pánico se separó de ella. Voces, cacofonías de una voz infantil empezaron a resonar, al principio creyó que todos las escuchaban pero lentamente miró a sus compañeros para descubrir que estaban pendientes de clarificar que es lo que estaba sucediendo. Estoyestaba más hayá de cualquier convivencia entre compañeros de empresa, si era una broma hacía tiempo que habían sobrepasado los límites de la misma.

-¿Alguien escuchó las voces?. Por favor decidme que no he sido el único. -rogó a sus compañeros con voz suplicante.

De repente se precipitaron los acontecimientos, la linterna salió contra la pared, el becario anunció que un mal se ocultaba tras la puerta, y a estas alturas del "juego", Simmons estaba seguro de que tenía toda la razón, Julia había visto a la niña.

-Yo...yo...creo que lo mejor es salir de aquí cuanto antes. -Joder odiaba admitirlo delante de Dupont pero sentía un verdadero acojone recorriendo el cuerpo. -Si debemos de derribar ladrillos lo haremos, si me decís que atravesemos la puerta no tengo ningún problema, pero esto hace tiempo que dejó de ser un juego. -hizo una pequeña pausa antes de continuar. -Hay algo paranormal, nunca había visto sombras, oído voces. Tengo razón y lo sabéis.

Con las manos temblorosas, se acercó a la pared de la linterna para observar los ladrillos que habían sugerido derribar o romper de alguna forma. Ojalá solamente sea un espíritu atrapado que necesita ayuda para avanzar al otro lado. -pensó.
 

Los nervios empezaban a quedar en evidencia, mientras parecían que la única manera de salir de allí era internarse en los extraños secretos de aquella casa "abandonada". Dupont, perdiendo un poco la paciencia al no recibir martillo alguno, decidió arrancar una de las tablas de las cajas y emplearla para examinar el lugar que iluminaba la linterna. El sonido de los rasguños de la madera sobre la roca desnuda fue lo único que escucharon durante el tiempo que trabajó en ello. Eso y sus corazones latiendo con más fuerza al tiempo que la situación se hacía más y más tensa.

Un movimiento de Dupont fue suficiente para presionar la piedra, lo que provocó un eco ronco a través de las paredes del sótano. El centro de la pared de la izquierda entonces empezó a desplazarse, corriéndose lenta y perezosamente, generando un ruido ensordecedor que os recordó a un rugido sostenido. Cuando el movimiento finalizó, reveló ante vosotros una segunda habitación oculta. Sólo la linterna de Alexander iluminó lo que parecía ser una extraña estancia de trabajo: una mesa alargada contra la pared que albergaba toda suerte de elementos empolvados y que no parecían haber sido usados en décadas: botellas de cristal, hojas metálicas oxidadas, frascos cerrados llenos de telarañas entre ellos, y pedazos de papel amarillento e incompleto que parecía haberse desecho con el paso de los años, algunos sobre la superficie y otros pegados directamente en la pared. Hay sólo una silla contra la pared cercana a la puerta secreta, un mueble que parece tampoco haber sido usado hace muchos muchos años. Al fondo de la estancia, la regularidad de la pared terminaba en un agujero en la roca.

Dicho túnel tenía una escalera para descender. Una corriente de aire helado se sintió en la sótano proveniente de dicha abertura. El rasguñar del aire frío contra la piedra fría y deforme produjo un sonido suave y perceptible, como el de una garganta respirando, en medio del tétrico silencio que había vuelto a caer sobre vosotros.

Y mientras estáis echándole un vistazo a aquella habitación oculta, la linterna de Dupont comienza a parpadear violentamente, debilitando su haz de luz y dejando a oscuras el espacio contiguo durante unos dos o tres segundos. Para luego volver a funcionar con aparente normalidad...

Los instantes de oscuridad en los que la linterna parpadeó parecieron eternos, pero al menos no había cambiado nada... salvo. ¿Estaba eso allí antes? Estabas seguro de que no. Pegado en la pared del frente, aún en el espacio de la mesa, había un dibujo en una hoja blanca, completamente diferente a las otras. Un dibujo infantil en medio de las notas ilegibles y montones de polvo y telaraña:

Quizás no lo habías notado la primera vez... pero, ciertamente, te debía haber llamado la atención. ¿Había aparecido de la nada?

Los instantes de oscuridad en los que la linterna de Dupont parpadeó parecieron eternos, pero al menos no había cambiado nada... salvo. ¿Estaba eso allí antes? Estabas seguro de que no. Pegado en la pared del frente, aún en el espacio de la mesa, había un dibujo en una hoja blanca, completamente diferente a las otras. Un dibujo infantil en medio de las notas ilegibles y montones de polvo y telaraña:

Quizás no lo habías notado la primera vez... pero, ciertamente, te debía haber llamado la atención. ¿Había aparecido de la nada?