Partida Rol por web

III Campeonato de RPW

[PARTIDA 4] Escena de juego

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17/02/2019, 21:38
[4] Julia Cruz

Ahí me acercaba yo, jadeante y con la tabla quemada en la mano, dispuesta a atizarle a lo que hubiera detrás de Simmons, cuando la mujer se me abrazó de forma inesperada. La verdad es que no supe muy bien qué hacer. Vale que no teníamos confianza, y también que no era precisamente mi persona favorita del mundo... Pero yo era humana, después de todo, y en cuanto se puso a llorar me partió un poco el corazón.

Tras alumbrar detrás de ella y asegurarme de que de verdad no la seguía nadie dejé caer la tabla al suelo y le devolví aquel abrazo, palmeando su espalda con suavidad. Aún me latía el corazón a toda velocidad y tenía el susto metido en el cuerpo, pero consolándola a ella podía olvidarlo durante unos segundos.

Al ver llegar a los otros les hice un gesto alzando las cejas, pero sin soltar a Simmons.

—Ea, ea, ea... —enuncié bajito, sin saber muy bien qué decir. Una cosa era saber mierda de una persona, y otra saber qué decir para ayudarla.

Cuando empezó a explicarse volví a alumbrar el vestíbulo, asegurándome de que no había nada. Luego miré a Simmons con cierta lástima. Al verla así me había envalentonado un poco. Además, seguro que exageraba, aunque fuese sin querer. Después de todo la había visto beber de una petaca un rato antes.

—Venga, Joanne —dije, permitiéndome ponerle una mano en el hombro y llamarla por su nombre de pila—. Seguro que lo tenían preparado con cuerdas, o algo así —intenté explicar, y luego fui un poco más allá—. Si intentan que hagamos esta actividad, sea lo que sea, a lo mejor dejaron eso listo por si alguien se quedaba aquí en la puerta sin participar. —Hice un gesto a los otros dejando apartadas por un momento las rencillas y pidiéndoles algo de apoyo, —. Quizá deberíamos seguir todos juntos, aunque sea por seguirles el juego. Eso sí, arriba no hay nada. Lo he revisado todo y he encontrado una llave, pero nada más.

Bueno, ya lo había hecho: mi aportación a aquel gran trabajo en equipo. Un minuto atrás había estado valorando no decir nada al respecto... Pero qué demonios, no estaban las cosas como para andar escondiéndonos algo así.

Miré a Joanne e hice un gesto con la cabeza.

—Anda, vamos hacia abajo. No puede ser peor que esto —aseguré, esperando no equivocarme.

Pero sólo por si acaso, antes de seguir, volví a coger la madera del suelo. Y es que lo de ir todos junto para que Joanne se sintiera más segura estaba muy bien... Pero había algo más importante: sentirme más segura yo. Porque el mal rollo de los últimos minutos me iba a costar mucho quitármelo de encima, y más aún si seguíamos desperdigándonos de ese modo y tenían ese tipo de sustos preparados. Al menos era Simmons quien lo había sufrido.

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17/02/2019, 23:28
[4] Alexandra Dupont

Cuando saqué la cabeza de aquel sótano y me llegó el ligero olor de la lluvia del exterior, mi mente se despejó y el miedo que hacía unos segundos me atenazaba se empezó a disipar. Había perdido los nervios ahí abajo pero aquel momento de debilidad había quedado atrás. Sin embargo, miró a todas partes buscando lo que fuera que había echo gritar a Joanne. Extrañamente, no vi nada fuera de lo normal.

Entonces escuché su explicación de lo ocurrido y sentí como se me encendían las orejas. ¿En serio? ¿Habíamos corrido porque había visto como se caía una silla? ¿¡Una puta silla!? La vieja intentó calmarla, pero yo ya no tenía ganas de contenerme por más tiempo.

- Joder ¿En serio nos has preocupado a todos porque has visto como se caía una silla? ¡Maldita sea, bastante mala es la situación para que ahora nos vengas con gilipolleces! – La señalo donde guarda aquella petaca que todos sabíamos que tenía – ¡Tal vez si dejaras de beber cada cinco putos minutos no verías fantasmas y polladas! –

Estaba apretando los puños muy fuerte y la vena del cuello me palpitaba violentamente.

“Cálmate. No estáis solas. No lo jodas al final”

Tuve que contar hasta diez para conseguir calmarme. La cabeza me daba vueltas, primero aquella mezcla de sensaciones por lo visto abajo, el subidón de adrenalina y ahora al explotar con Joanne. Era demasiado para que mi cordura no se resintiese. Me centré en mi respiración, exhalando y soltando el aire de manera rítmica.

- Bueno, deberíamos… -

Me llevé la mano instintivamente al bolsillo del tabaco. Necesitaba un cigarrillo y eso ya era inaplazable. Abrí la cajetilla y tras contar cuantos pequeños placeres me quedaban, le di ligeros golpecillos para sacar uno de ellos. Con el pulso temblándome, ya sin saber el motivo, me lo aproximé a los labios y lo rocé con la punta de la lengua. Ya solo eso era un placer, pero necesitaba más. Me busqué el mechero, primero en un bolsillo, luego en otro. No estaba.

“¿Pero dónde…?”

Y entonces recordé que lo había soltado al oír el grito de Joanne. Se me había caido allí abajo. Miré la trampilla con cierto temor ¿Debía bajar otra vez? Pero necesitaba aquella nicotina. Aunque no quería volver a oler aquel fétido ambiente ni ver aquella puerta. Pero necesitaba nicotina.

Entonces fue Julia la que la hizo reaccionar al ver como la chacha decía de ir hacia abajo. Iba tan tranquila ¿Pero que me pasaba? ¿Por qué estaba perdiendo el control? Liberé mi mente de todos esos miedos y avancé decidida hacia la trampilla. Adelantando a la limpiadora, decidí recuperar la compostura y el control de la situación.

- Abajo no hay nada, solo una puerta rara y… - Me giro hacia Andrew -¿Había algo en la otra puerta? –

En lo que me contesta, me giro hacia la chacha.

- Por cierto, no veo a esa “niña” que tanta ayuda necesitaba ¿Al final no había nada? – intento que no se note demasiado la sorna en mis palabras.

Mientras me respondían empecé a descender por la escalera.

- Se me ha caido el mechero, a ver si puedo encontrarlo porque lo que si que había era mucha mierda. –

Y anulando cualquier pensamiento o temor, empecé a descender las escaleras.

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18/02/2019, 18:58
[4] Andrew Rogers

Andrew levanta las cejas al ver a las dos mujeres fundidas en un abrazo, Joanne está realmente afectada y Julia está consolándola de una forma sorprendentemente tierna.

El joven escucha atentamente el interrumpido relato e la veterana, al contrario de las demás el no cree que sea causa de la bebida, dado el estado de Joanne está claro que ha visto algo extraordinario aunque el chico piensa que probablemente haya sido un animal. De todas formas no dice nada, podría incluso asustar más a las mujeres si habla de roedores o peor aún, lobos. Se sorprende de la reacción fuera de lugar de Alexandra e intenta calmar los ánimos.

-Tranquilas, pudo ser cualquier cosa, en este sitio con la que esta cayendo fuera y la oscuridad que hay no es difícil asustarse.- Miró a Alejandra. -No seas tan dura con ella.- Le dijo.

“Ahí estás, Andrew, el valiente paladín, dispuesto a salvar la situación.” Pensó, nunca se había visto en una situación tal y se sorpredía a si mismo al ver que lo estaba llevando con bastante calma.

Me giro hacia Andrew -¿Había algo en la otra puerta? –

Andrew asintió con la cabeza varias veces. -Vaya si había, de hecho es un sitio que bien merece un selfie.- Dijo pensando que podrían hacerse juntos una autofoto, entonces sacó una de las cámaras del bolsillo. -Tienen flash… Ah, también he encontrado esta bosita.- Recordó que había subido con la pequeña bolsa en la mano. -Tiene un polvo o cenizas dentro, no se lo que es. Y hay una puerta que… -Entonces se interrumpió, puesto que estaban decididas a bajar. -Pero vamos, bajamos juntos y lo vemos.-

Mientra bajaban siguió hablándoles con cierto tono divertido pensando que así les ayudaría a tranquilizarse.

-Es una especie de laboratorio medieval o algo así, la verdad es que el sitio es una pasada. Por cierto, no creo que sea decorado pero se lo han currado encontrando esto. También hay un acceso a otro sótano pero no llegué a entrar.- Bajó tras ellas y, como gesto de cortesía, usó su linterna para iluminarles el camino.

 

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18/02/2019, 21:51
Director 4

La bolsita que Andrew mostró era de cuero y tenía un símbolo grabado, con aspecto místico u ocultista. De mirar en su interior podrían ver que el contenido de la bolsa era una especie de polvo muy fino, de color parduzco y una textura similar a la de la ceniza. 

El grupo finalmente descendió por la trampilla. En cuanto se asomaron a la abertura un fuerte olor a polvo y moho invadió sus fosas nasales, dejando un ligero escozor en la nariz y un regusto a agua estancada en el velo del paladar.

Estaba oscuro abajo y las sombras parecían oscilar, escondiéndose en los rincones cuando la luz de las linternas las perseguían. Para bajar tuvieron que usar una escalera de mano de madera, estrecha y con aspecto inestable, pero que parecía suficiente para bajar los dos metros y medio que había de distancia hasta el suelo. 

Cuando descendieron y lo pisaron una nube de polvo se levantó a sus pies, quedando suspendida en el aire por un instante antes de dispersarse. Se notaban las huellas que habían dejado los que bajaron primero, marcadas en el polvo del suelo. Allí abajo no se escuchaba el sonido de la lluvia y el silencio se extendía como un manto pesado y funesto. Causaba respeto alzar la voz en ese lugar, como si estuviesen estorbando el sueño de aquella casa al invadir sus entrañas. 

Con la ayuda de las linternas pudieron comprobar que se encontraban en una zona de paredes irregulares de piedra, excavadas directamente en la roca. Tal vez por eso no había sufrido daños por el incendio, que parecía haber respetado por completo aquella estancia. Era una especie de depósito, con varias cajas apiladas que en su día debieron contener distintos tipos de alimentos. Todas parecían estar vacías, tal vez comidas por las ratas que habían dejado sus excrementos en los rincones. 

En una de las paredes había una puerta ornamentada de metal grueso que no tenía cerradura, manecilla ni forma alguna de abrirse a simple vista. Su superficie era lisa en el centro y estaba labrada en los bordes, con motivos retorcidos de zarcillos que se enredaban en sí mismos de forma tortuosa y que recordaban de algún modo a los tentáculos de un pulpo. 

En la pared contigua a esa se podía ver medio escondida detrás de las cajas una pequeña chapa metálica incrustada en la pared, estaba girada, desvelando una cerradura y una manivela. La manivela no tenía juego, parecía estar bloqueada. Hacía falta una llave para desbloquearla y poder hacerla girar. Cerca de esa pared, en el suelo, estaba el mechero de Alexandra.

Finalmente, en otra de las paredes había una puerta de madera normal y corriente, aunque de aspecto viejo y algo destartalado. Esta puerta estaba abierta y quien se asomase al interior podría ver la estancia de la que había hablado el becario. 

···

Aquel lugar parecía una especie de laboratorio antiguo, muy antiguo. Todo allí estaba cubierto por una gruesa capa de polvo, pero pudieron ver una mesa de madera, de manufactura tosca y mal tallada. Una pequeña chimenea en una de las paredes y encima de ella varios anaqueles sobre los que descansaban distintos frascos y botellas sin etiquetar y en su gran mayoría vacíos. Si había pasado tanto tiempo como parecía desde la última vez que alguien entró allí, seguramente sus contenidos se habrían evaporado hacía mucho. 

Y más allá, en la pared de la izquierda había una abertura en la piedra, protegida por una puerta enrejada de metal que parecía estar abierta. Al otro lado se podían distinguir los primeros escalones que descendían, pero no lo que había más allá. 

Notas de juego

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19/02/2019, 00:01
[4] Joanne Simmons

Había soltado pestes hacía aquella señora que les quitaba la mierda y soportaba sus palabras afiladas, y ahora, que bien podría apartarla con desgrado, la estaba arrullando e intentando consolar. Después de todo no era una mala mujer, no podía decir lo mismo de ella misma.  

En el fondo, muy al fondo, la parcela racional del cerebro entendía que la tomaran por loca. Que no les podía culpar de algo de lo que también hubiera pecado. Desafortunadamente, Joanne era ese tipo de persona que gusta de llevarse siempre la palma. Eso explicaba muchas cosas, como su frustración crónica y lo poco que le duraban los hombres... ¡Aunque jamás lo admitiría!

Cuando Julia iluminó el vestíbulo, extendió el brazo aun temblón y le señaló la ubicación de la silla. Estaba visiblemente cambiada de lugar, no se lo había imaginado. La imagen del momento le atravesó de nuevo la retina como una puñalada y volvió a azorarse. 

Fue entonces cuando Dupont enseñó sus verdaderas fauces y comenzó a soltar toda una vomitona de palabras envenenadas por la boca. Un milímetro de autocontrol impidió que se lanzara contra ella para arrancarle ese pelo oxigenado, mechón a mechón. Solo un ápice la había separado de incrustarle las uñas en ese cutis de dermatólogo con reputación. Se contuvo, porque se estaba delatando ella sola delante de todos, pero le dirigió una mirada matadora cargada de significado.

- No se ha caído, se ha elevado sola y ha salido volando hasta estamparse con la puta pared.  – le repitió, a caballo entre con congoja y la rabieta. . En su fuero interno, hubiera deseado espetarle un “Debes tener el semen de los jefes aún en los oídos y no me has escuchado bien...”, pero eso hubiera dado paso a una confrontación fuera de lugar en un momento como este - Ya te gustaría que estuviera borracha, niñata. Espero que no tengas que arrepentirte de lo que acabas de decir... – se concedió finalmente, alzando un dedo tembloroso.  - ¡Tenéis que creerme, joder! ¡Mirad la silla! - insistía en señalarla, por muy infructuoso que resultara. Parecía que ellos ya habían sacado sus propias conclusiones. 

Temblaba de rabia y de un miedo remanente que nunca la abandonaría del todo mientras se encontrara en esas cuatro paredes. Por momentos, añoró más que nunca sentir el tacto de su petaca, amiga y compañera en momentos de flaqueza, pero descartó la idea después de lo increpado. No iba a dar veracidad a nada. Vale que bebía un poco... ¿pero quién no bebe un poco? Una copa de vino blanco después del trabajo, quizá dos. Tres los viernes. Un sorbito de whisky cuando sentía ganas de matar en la oficina. Vamos, lo normal. 

 - Déjala, está siendo el tipo de persona que es realmente... - una furcia arrogante - No me sorprende... Aunque a ver a quién engaña a partir de ahora.  - le dijo al becario, que tiernamente la defendía.  Quizá le invitara a tomar algo... Otro día. Y le demostraría toda la razón que llevaba acerca de todo. 

Ella quería salir, romper una puta ventana, lo que sea, pero salir. ¿A nadie le parecía lo normal en este caso?  

- Lo que deberíamos hacer es intentar escapar de aquí...- dijo, casi tímidamente, cuando las vio a las dos dispuesta a descender. Por momentos casi podía escuchar de nuevo la voz. Aquella amenaza. - Chicos...- en vano. El grupo tenía otros planes y esta vez no estaba dispuesta a quedarse sola y a oscuras. Así que caminó como una bala hasta poner a la altura de Rogers.  

Habían hablado de llave, de puertas... pero ella estaba procesando todo eso ahora. Mucha información.  Les siguió en pos de la luz, mirando con paranoia a cada sombra que parecían retorcerse como sierpes ocultas en las esquinas. A la hora de bajar por la escalera de mano, lo hizo con cuidado y sintiendo una claustrofobia que le creaba una bola de espesa angustia en la garganta.  

Al tocar el suelo, el polvo que se había agitado por la profanación de sus pisadas se le adhirió en la pituitaria y le hizo estornudar, arrepintiéndose al instante de ese espasmo involuntario. El consecuente ruido se extendió por la estancia y casi que esperó un castigo por tal perturbación. Para su alivio, nunca llegó.

Miró todo con los dientes apretados y una tensión en los músculos que no se arreglaría ni con diez sesiones en el maldito fisio. Observó con detenimiento todo aquello, descubriéndolo por primera vez y pensando que le parecía alucinante que aún quisieran creer que todo esto formaba parte de la actividad. Joanne no sabía qué pensar, o que esperar, pero desde luego había descartado tal opción. 

Con tal de no separarse del grupo, caminó sus mismos pasos aún pegada al becario cual guardaespaldas. Aunque ella no era Whitney Houston (quitando alcohólicas costumbres) ni el Kevin Costner.  

- ¿Qué...? ¿qué es lo que habéis visto exactamente... ? - susurró y tragó saliva – Espero que no estéis pensando en bajar.... - miraba con pavor la reja abierta que daba a paso una abertura que descendía. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Edito porque anoche quizá debí añadir una tirada y no lo hice. Si no estoy a tiempo o no sirve, simplemente ignórala. 

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19/02/2019, 22:05
[4] Julia Cruz

La verdad es que me molestó un poco la reacción de la rubia a la situación en la que estábamos, pero decidí no explicarle lo que era la empatía. La miré y le dediqué una sonrisa, consciente de que ambas nos entendíamos. Aunque tenía que reconocer que me había gustado que sacase a relucir el asunto del alcohol, ganándose probablemente la enemistad de Joanne. Y es que dijeran lo que dijeran una ni siquiera tenía que portarse mal para sembrar discordia, sino que a veces bastaba con hacer exactamente lo contrario.

Con una cierta satisfacción empecé a dirigirme a la trampilla, girándome hacia la rubia en el último momento.

—Claro que sí —le dije con calma antes de volver a sonreírle—. La he dejado tomándose una tarta de fresa mientras nos espera.

Y con un regusto de puro placer en el estómago me dispuse a bajar las escaleras. Antes, sin embargo, atendí a lo que decía el becario y eché un ojo al polvo que había encontrado. Quizá era una pieza del puzzle. O quizá ni siquiera había un rompecabezas que completar. En cualquier caso empecé a bajar las escaleras con cierta curiosidad por el laboratorio del que hablaba. Mi temor se había ido reduciendo hasta convertirse sólo en una pequeña pelota en el estómago, pero el nudo de la garganta había desaparecido por completo.

Al llegar al piso inferior y ver todo aquel polvo sentí cierto alivio de no tener que ser yo quien se encargase de limpiar aquel sitio. Deformación profesional. Sin embargo, incluso si tuviera que hacerlo habría merecido la pena sólo por ver antes la cara de la rubia. Comencé a mirar alrededor, observándolo todo, y me di una vuelta entera por las dos estancias antes de volver al principio. Me sorprendió un poco que Joanne se fuese con el chaval que apenas levantaba un par de palmos del suelo. Como tuviera que defenderla sí que iba a reírme un buen rato.

—Ay, la leche... —murmuré cuando acabé la primera vuelta. Y estaba empezando la segunda, cuando me detuve al lado de la manivela. Miré la puerta extraña, que daba casi más yuyu que las rejas de las que había hablado Joanne, y tomé aire antes de llevarme la mano al bolsillo. Me tomé unos segundos con la llave en la mano, pensativa, antes de intentar encajarla en la abertura.

—Como esto funcione —enunciénasti de plasti de ir por el otro lado.

La verdad es que en mi cabeza todo tenía sentido. Girar llave, usar manivela, abrir puerta. Y si de verdad funcionaba, me metería a curiosear por allí de inmediato.

- Tiradas (1)
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19/02/2019, 22:40
[4] Andrew Rogers

Andrew había intentado relajar el ambiente pero no había logrado nada, habían aflora las tensiones entre compañeras y la situación no ayudaba a tranquilizarlas. El comentario que había hecho sobre el selfie le recordó que no había tomado apenas fotografías por esto, en cuanto llegó a abajo hizo algunas de las mujeres en la estancia. El flash iluminaba la estancia y deslumbraba a quien pillara con los ojos abiertos por lo que no les pidió que posaran y tampoco hicieron tal selfie, imaginó que lo podrían hacer más adelante, cuando los ánimos se hubieran calmado. Joanne le acompañaba de cerca la mujer parecía sentirse segura a su lado eso lo hizo sentirse importante incluso envalentonado.

En el sótano se acercó a la puerta que antes había examinado Alexandra, tenía una interesante decoración. También reparó en la cerradura y su mecanismo donde Julia se había dispuesto a probar la llave que había encontrado.

-A lo mejor es una habitación cerrada, pero el laboratorio comunica con otro sótano aún más profundo.- Ciertamente le parecía claustrofóbico seguir metiéndose bajo tierra pero sentía curiosidad. -Aquí estaba la bolsita.- Dijo a Joanne señalando el lugar en el laboratorio donde la había encontrado. Mientras abrían la puerta metálica, él se acercó a la reja y bajó un par de escalones iluminando los siguientes con la linterna, en ese momento recordó que no era más que un oficinista y no el maldito Indiana Jones -Joder, ni de coña bajo- Y dio vuelta con el rabo entre las piernas para volver reunirse de nuevo con las mujeres y comprobar si habían logrado abrir la puerta decorada.

- Tiradas (1)
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19/02/2019, 22:48
[4] Alexandra Dupont

Oí como me criticaba aquella gentuza. Apreté los puños contra la escalera mientras bajaba rápidamente.

“Necesito un puto pitillo, o romper alguna boca”

Cuando llego abajo, busco con ahínco el mechero, rebozando mis manos por aquel suelo lleno de moho, polvo, tierra y humedad. Finalmente lo localizo y ya sin importarme quien pueda verme, saco un cigarrillo y acciono el mechero. Este no funciona.

- ¡Oh vamos, no me jodas! –

Le empiezo a dar con insistencia, oyendo el sonoro clic y viendo como una pequeña chispa salta de la punta.

“Vamos, vamos”

Finalmente, el mechero se enciende, la punta del cigarro se prende, y con el pulso tembloroso lo sujeto mientras doy una buena calada. Mientras noto como aquel humo quema mi garganta siento un tremendo alivio me invade. Me dejo embriagar por esa sensación, retengo el humo unos instantes y lo expulso.

Con los nervios algo más calmados, me dirigí a la habitación que había descrito Andrew. Lo cierto es que me sorprendía que un sitio así pudiera existir en mitad de la nada. Y sin embargo, lo que llamó poderosamente mi atención era el camino que seguía descendiendo a la oscuridad.

“Encontraría ahí la llave para…”

De nuevo mis pensamientos se iban al portón metálico. Escuché como Joanne decía cuan locura sería bajar allí. Cobarde. Me aproximo a la abertura y me dispongo a descender hacia la oscuridad, con el mechero nuevamente en la mano.

- No te preocupes cariño, ya bajo yo y os digo lo que hay. Llegados a este punto, mejor saber con qué contamos. –

Iba a dirigirme a las escaleras cuando ví a la chacha toqueteando la manivela.

- Oye, ¿Qué estás haciendo? –

Me aproximé corriendo a ella y vi que en la mano tenía una llave.

- Dame eso, ya lo hago yo. –

No sabía por qué, pero quería ser yo quien abriese esa puerta. Era una necesidad casi malsana. No pesaba dejar que esa decrépita me lo arrebatase. Con mi tono de voz la quise dejar claro que no iba a andarme con tonterías y que debía darme la llave. Una vez me la diera, abriría la puerta y vería por fin que había al otro lado.

- Tiradas (1)
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20/02/2019, 00:31
Director 4

En cuanto la llave giró en la cerradura el mecanismo dejó de estar atascado y la manivela pudo girar con facilidad. Un «Clic» y luego un «Crac» seguidos de un chirrido y la puerta de metal se movió algunos milímetros, suficiente para poder empujarla y abrirla del todo.

Estaba fría y húmeda al tacto, como si una fina pátina de vaho cubriese su superficie. Los haces de las linternas alumbraron más allá del dintel y las sombras parecieron moverse, hasta que un vistazo más detallado desveló que se trataba de multitud de arañas y otros bichos con múltiples patas, escondiéndose en los rincones para escapar de la luz. 

Se encontraron en lo que parecía haber sido un antiguo lugar de culto, una especie de templo con un pasillo central y dos columnas de bancos de madera. Había perdido su antigua gloria y estaba cubierto de polvo y destartalado, pero la zona que debía haber ocupado el altar mayor parecía estar en un perfecto estado de conservación. Una estatua se alzaba allí delante, presidiendo aquel templo, libre de polvo, casi reluciente. Representaba a un hombre encapuchado con una túnica que cubría su cabeza y su cuerpo pero, a pesar del gran detalle con que estaba esculpido, no tenía rostro. Por debajo de la túnica salían múltiples tentáculos de distintos tamaños, sosteniéndolo y enredándose alrededor del pedestal para alzarse también por detrás de la figura, como abrazándolo o... formando parte de él. Esos tentáculos, como los de la puerta, se entrelazándose unos con otros, enredándose sobre sí mismos. Había algo inquietante en ellos. Perturbador. Perturbador y fascinante al mismo tiempo, como contemplar algo primitivo, feral, primordial.

 

Pero había algo más allí que atraía la atención de los visitantes. Un atril de piedra, junto a la estatua, con un símbolo dorado labrado en su frente. Sobre el atril había un libro de aspecto muy, muy, antiguo. Tenía la presencia ominosa y atractiva de los libros prohibidos, como tontear con una ouija después de clase, o meter unas tijeras dentro de una biblia. La cubierta era de piel y tenía extraños grabados, aunque apenas alcanzaron a verla un instante. Con un susurro que se deslizaba por la espina dorsal dejando a su paso un escalofrío el volumen se abrió por sí solo y las hojas empezaron a sisear al pasar solas hasta detenerse en un lugar en concreto. Una de las páginas parecía estar algo suelta y el texto que se mostraba en ella estaba escrito de forma retorcida y caótica, entremezclándose con dibujos de criaturas imposibles y símbolos de aspecto místico. 

 

Notas de juego

Todos: una tirada de Espíritu, dificultad 5.

Si alguno tiene Conocimientos (Ocultismo) puede tirar también por ello.

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20/02/2019, 00:33
Director 4

Fue mientras todos estaban pendientes de la estatua y el libro cuando Joanne sintió un cosquilleo en la nuca y la sensación de saber con certeza que alguien la estaba mirando se coló bajo su piel. Una risita infantil que ya había escuchado antes sonó muy bajito a su espalda, pero cuando su cabeza se giró hacia la puerta no vio a nadie allí. Lo que sí vio fue un papel que caía al suelo, como si alguien acabase de soltarlo. 

En la hoja había un dibujo que a todas luces parecía hecho por un crío de no más de siete años. Se veía una especie de masa azul pintada con rayones que bien podría representar un lago o un río. Y junto a ella había cuatro personas con los brazos en alto como capturados en medio de una acción. Cuatro personas que parecían tener una semejanza demencial con ellos mismos pues había un hombre rubio y tres mujeres, una rubia, otra castaña y otra con el pelo muy corto. Todos estaban pintados con ropa del mismo color que la que ellos mismos llevaban en realidad. Y tras ellos había otro borratajo, uno que parecía representar una especie de criatura amorfa.

—El monstruo reptante os está buscando... ♫ —escuchó entonces, sin que fuese capaz de definir de dónde salía esa voz cantarina.

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20/02/2019, 00:36
Director 4

Mientras estaba contemplando la estatua y el libro una voz infantil llegó a los oídos de Andrew.

—Si no me liberas se comerá tu corazón ♫... —dijo, sin que el chico fuese capaz de definir de dónde salía esa voz cantarina.

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20/02/2019, 00:38
Director 4

Mientras estaba contemplando la estatua y el libro una voz infantil llegó a los oídos de Julia.

—Por favor. Por favor, sálvame. El monstruo reptante no me dejará marchar, tenéis que liberarme... —dijo, sin que la mujer fuese capaz de definir de dónde salía esa voz plañidera.

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20/02/2019, 00:39
Director 4

Mientras estaba contemplando la estatua y el libro una voz infantil llegó a los oídos de Alexandra.

Ya vieeeene ♫... Tiene hambre y viene a por vosotros... —dijo, sin que la mujer fuese capaz de definir de dónde salía esa voz cantarina que parecía reírse de ella.

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20/02/2019, 14:45
[4] Joanne Simmons

A priori, y para su alivio, descender por aquella abertura en la pared no se encontraba en los planes de la mayoría. La oxigenada Dupont solo era una molesta y desafortunada minoría. Contaba con que ella querría, por supuesto. A juzgar por sus decisiones desde que el juego había dejado de ser un juego, aunque no lo admitieran.

Observó a Julia, que pretendía abrir aquella puerta con la llave que había encontrado, pero el becario le habló en ese momento y desvió su atención.

- ¿Me la enseñas? – le pidió finalmente, no muy segura de que quisiera siquiera tocar aquella bolsa, pero motivada por la curiosidad a estas alturas.

No sabía qué pensar. Siempre había sido bastante escéptica, pero de pronto se encontraba con estas cosas y dudaba entre sentirse una idiota, o volver sucumbir a otro ataque de histeria si se paraba a procesar lo acontecido. De momento, simplemente guardó la compostura como una señora… al menos unos cuatro segundos hasta que se percató que el becario se alejaba con la luz y se colaba un par de escalones en la escalinata descendiente.

- ¿Pero qué haces, coño? ¿estás loco? - le regañó. Siempre había pensado que los comportamientos kamikazes en situaciones extrañas solo se daban en películas, pero no. No sabían hacía donde llevaba aquello, ni en qué condiciones estaba. Podrían caer, partirse algo, ser golpeados por objetos que volaban y…. ¡Calma, Joanne!.

Estuvo a punto de despotricar algo más, pero el chico pareció entrar en razón y volvió, más pronto que tarde. No se podía decir lo mismo de Dupont “garganta profunda”, que de no ser porque es una arpía envidiosa y controladora, hubiera descendido en modo idea de bombero. "Baja, a ver si te partes la crisma, cacho puta", pensó.

Pero la cerradura cedió y entonces lo que vino fue otra cosa. Se abrió paso ante ellos una estancia que parecía algún tipo de iglesia profana. Cuando pudieron distinguir algo, entre la maraña creada por la oscuridad y la huella dejada por los insectos, lo primero que le llamó la atención fue aquel altar. A lo alto, recibiéndoles, se erigía una estatua que no logró vez con nitidez hasta pasados unos segundos, tras forzar un poco la vista.

- ¿Qué coño es eso...? – preguntó en tono quedo, casi para sí misma, navegando entre las fascinación y el temor.  

Observó seguidamente el atril, en cuya superficie descansaba el tomo de un libro con pintas de haber presenciado la historia de la humanidad con sus propios ojos y entonces sucedió. De súbito, el libro se abrió por sí sólo y ella ahogó un pequeño grito, tapándose la boca con una mano. Sus hojas cobraron vida propia, hasta que parecieron detenerse y lo que contemplaron entonces sus ojos fue un amasijo de letras, símbolos y criaturas que hacían que el estómago se le revolviera.

 

Fue en aquel momento cuando Joanne volvió a actuar de forma extraña. Sus compañeros pueden verla girarse, tras pegar un brusco respingo, volviendo la vista en dirección a la puerta por donde habían entrado,

- Joder, joder, joder…- dijo en bajito, visiblemente acojonada. Se encontraba de nuevo sumida en un estado de perturbación, mientras se agachaba y tomaba con una mano un papel que yacía en el suelo. Para después soltarlo como si, de pronto, le quemara en las manos, emitiendo un pequeño grito de angustia.- Somos nosotros, nosotros….- señalaba el papel en el sueño, con una mano que volvía a temblar- Os dije que había algo en la casa…. - ahora miraba con paranoia a todas partes.

- Tiradas (1)
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20/02/2019, 15:44
[4] Joanne Simmons

Notas de juego

Si debo ponerles la imagen del dibujo encontrado, dímelo y edito para adjuntarla

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20/02/2019, 15:49
Director 4

Notas de juego

Yo me encargo, no te preocupes :).

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20/02/2019, 15:50
Director 4

En la hoja había un dibujo que a todas luces parecía hecho por un crío de no más de siete años. Se veía una especie de masa azul pintada con rayones que bien podría representar un lago o un río. Y junto a ella había cuatro personas con los brazos en alto como capturados en medio de una acción. Cuatro personas que parecían tener una semejanza demencial con ellos mismos pues había un hombre rubio y tres mujeres, una rubia, otra castaña y otra con el pelo muy corto. Todos estaban pintados con ropa del mismo color que la que ellos mismos llevaban en realidad. Y tras ellos había otro borratajo, uno que parecía representar una especie de criatura amorfa.

Notas de juego

No es un turno, sólo la descripción de la hoja que encontró Joanne.

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20/02/2019, 22:03
[4] Julia Cruz
- Tiradas (2)
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20/02/2019, 22:03
[4] Andrew Rogers

-Guau… que pasada, ¿no?- Dijo Andrew mientras entraban en el pequeño templo. -Que raro que esté bajo tierra, las iglesias las suelen poner en la superficie y bien visibles.- Comentó.

Sin pensarlo, con la cámara que aún conservaba en su mano tomó un par de fotografías, el flash, de nuevo, dejó la imagen tomada impresa en su retina durante unos instantes, la luz proyectó sobre el fondo las siluetas tentaculares de la estatua. Andrew se movió por el lugar como si estuviera visitando un museo observando la extraña figura, no reconoció a quien representaba. Se fijó en el hecho de que la esfigie estaba limpia de polvo.

-Vaya, está limpia, es como si la hubieran traído hace poco.- Pensaba en voz alta.

Después detuvo su observación en el libro y un escalofrío recorrió su cuerpo cuando oyó aquella voz. 

-Eh, quien ha dicho eso.- Dijo aterrorizado, su gesto había cambiado, estaba serio y con los ojos abiertos como platos mirando a su alrededor.-¿No lo habeis oído? Era la niña... o eso creo.- Cuando Joanne se sobresaltó dejó de buscar y fue hacia ella. -¿De que hablas?- Su voz había perdido toda serenidad, Andrew estaba asustado. Tomó el papel y vio el dibujo, nada tenía sentido ¿qué pintaba allí una niña?, ¿realmente seguían en el juego?, ¿había cámaras ocultas?. Recordó unos programas de televisión que una véz había visto buceando por por Youtube y donde gastaban una bromas haciendo pasar a las víctimas por situaciones terroríficas. Comenzó a gritar y a mirar hacia arriba mostrando su rostro a las supuestas cámaras. -Venga, ya está, es tarde y estamos cansados. Os lo habéis currado pero creo que ya va llegando la broma.- Dijo, con una mezcla de nerviosismo, ira y miedo.

- Tiradas (1)

Notas de juego

TIro notar, para buscar las cámaras.

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20/02/2019, 22:40
[4] Julia Cruz

Al ver de repente que la rubia había dejado de ir por donde decía para acercarse a mí le dediqué sólo una mirada. Seguramente le había entrado canguelo. Lo que no me esperaba era que me hablase de aquella forma. No era lo que había dicho, sino cómo lo había hecho. Volví a mirarla un instante, dubitativa, y emití un suspiro de hastío mientras soltaba la manivela y dejaba la llave puesta.

—Ten cuidado —le dije claramente molesta—, no te rompas una uña.

La verdad es que si tanto quería la llave esa podría haberla pedido antes, cuando dije que la tenía. O haberla buscado ella. En fin, no tenía sentido darle más vueltas, ni merecía la pena pelear. De todas formas iba a hacer lo mismo que yo y así me costaría menos esfuerzo, pero aún así... Vale que creyesen que podian pisotearme en el día a día, pero esperaba que esto fuera distinto. Bueno, aún podía encargarme de que así fuera.

Lo que sí hice fue empujar la placa de hierro. La sensación de tocarla y encontrarla húmeda me pareció un poco asquerosa, pero no dije nada. A cosas peores me había enfrentado trabajando para aquella panda.

En cuanto puse un pie en la estancia del otro lado frené mis pasos, indecisa. Aquello estaba pasando de dar mal rollo a provocarme ganas de subir y esperar a que vinieran a buscarnos tal y como Joanne había dicho al principio. Una cosa era una casa quemada, o incluso una casa quemada con voces de niña, y otra un templo que era por lo menos satánico. Respiré, diciéndome a mí misma que aquello aún tenía que ser parte de la actividad, aunque cada vez menos convencida. También me decía que no iba a empezar a ser yo ahora la cobarde, y que la baja de un día por enfermedad que me había prometido para la siguiente semana probablemente se alargase al menos hasta el viernes.

Di mis primeros pasos pendiente de la estatua, sin quitarle los ojos de encima, y sólo tras acercarme un poco miré el libro del atril. Aquello no eran más que galimatías, pero aún así toda la situación me ponía la piel de gallina. Y por si fuera poco algo debió suceder, porque di un respingo.

—¡Joder! —exclamé antes de mirar alrededor, ya sin preocuparme de que la rubia o cualquiera me vieran un poco asustada.

Mis ojos se desviaron hacia Joanne al escucharla, y de ahí al papel, y la verdad es que aquello fue la gota que colmó el vaso. Empecé a sentir un sudor frío en mi frente y mis axilas, y mi sonrisa era más nerviosa que otra cosa. Al oír luego al becario di unos pasos hacia adelante, continuando con una búsqueda que estaba convencida de que no serviría para nada.

—Yo... Yo sí que lo he oído —comenté en voz más baja.

Di algunos pasos más por el cuarto, acercándome becario para ver el papel de cerca, y tuve que tomar la decisión consciente de reponerme. Miré a Joanne, centrándome en calmarla a ella para calmarme yo misma.

—A ver, yo no sé qué está pasando —empecé—, pero no nos volvamos locos. Está claro que todo está preparado para asustarnos, pero que justamente es eso: está preparado. Si no no hay forma de explicar eso —enuncié señalando el dibujo.

Después caminé hacia el atril y la estatua, esperando encontrar cómo desmontar aquella pantomiam. La miré fijamente, tomé aire, y golpeé con los nudillos, deseando que fuese de cartón piedra. Luego pegué el oído a su superficie. Parecía increíble, pero quizá la voz viniese de dentro. Después de aquello me dispuse a pasar el dedo por el símbolo dorado ese. Ojalá se cayese, o se le fuese la pintura, o algo que demostrase que todo era una chapuza.

Notas de juego

Al haber tirado antes se guardó el post antes que el de Andrew. Lo muevo aquí. Disculpas.