Partida Rol por web

- Bueno, el caso es que... - Dijo de forma dubitativa. 

Lo cierto era que la historia que estaba a punto de contar iba a sonar increíble. Pero no increíble en el sentido habitual, sino increíblemente estúpida. Si habías vivido lo que Jesse había vivido, evidentemente que estarías acojonado, pero si escuchabas de un tercero lo que el ecologista estaba a punto de contar, posiblemente uno se reiría en su cara y pensaría que posiblemente fuera fumado. No obstante, tenía que intentarlo.

- ...el caso es que estábamos fuera y empezó a nevar. Pero era nieve oscura. - Hizo una pausa para pensar en cómo explicar aquello. - Cayó un copo totalmente negro. Pensaba que era ceniza o algo así, pero cuando nos acercamos a mirar, le salieron como tentáculos y bueno...  ¡Fue a por el padre de los chicos! - Exclamó. - ¡Se le metió dentro! ¡Luego cogió a su mujer del cuello y la levantó! ¡Esperó a que otro de esos copos negros le cayera encima y también se metió en su cuerpo! - Resopló visiblemente afectado. - Cogimos a los niños y salimos corriendo y ahora estamos aquí...

​​​​​

Mi paso es firme y sensiblemente furibundo. El susurro de Candy consigue, no obstante, que baje un poco el ritmo, pero no consigue quitar de mi cabeza que hay cierto comeflores que necesita una buena lección.

Para cuando aún no he llegado siquiera a la puerta siento cómo la empollona corre hacia delante y cómo enseguida recriminan su actitud. Una mirada rápida para atrás basta, no sólo para confirmar que mi amiga me sigue, sino que el Rey se está encargando de la niña atormentada por ese par de locos.

Y mencionando al diablo aparece. Comeflores. Sin dudarlo no escucho su balbuceo acerca de nieve negra y padres chungos y le cojo de la pechera, con los ojos rojos de rabia. Quizá si le metía la cabeza por el culo dejaría de pensar puras mierdas.

¿Tú acaso eres imbécil? ¿Cómo se te oc...?

Empiezo a recriminar cuando las palabras de la arpía llegan a mis oídos.

¡Pero...!

Comienzo a replicar. Miro al activista. Miro a la arpía. Miro al activista. Miro nuevamente a la arpía. Escupo al suelo para medio arrojarlo con desprecio hacia un lado.

Parece que hoy te sonríe la suerte, capullo.

Aunque teniendo en cuenta sus gustos, quizá es hasta un cumplido.

Por desgracia para el día de hoy confío en la Zorra madre, aunque no entienda qué miedo puede tener a unos adultos discutiendo con nieve en pleno verano, había demostrado en otras veces su buen juicio y no haría daño pues ahora los mocosos estaban en manos de la élite del instituto. Vuelvo a mirar hacia atrás de reojo, esta vez fijándome en Candy.

En cuanto cerremos la puerta regresamos con los demás.

Sólo son unos pocos metros que nos separan, pero puedo notar su tensión con facilidad. Ella era otro de los motivos por los que ese maldito se había salvado. Eso sí una parte de mí está deseando que alguien me de una excusa para partir una cara. Sólo una excusa. Bastaría para desquitarme los nervios que se acumulan cual bola de nieve. Tomo la puerta para empezar a cerrar la puerta con un vistazo rápido a aquella arpía que resultaba Deveraux, asintiendo despacio.

Puta loca...

Dándole completamente la razón.

- ¡Kelly, hazles caso! -dijo Candy al ver a la empollona ir con tantas ganas la primera hacia la puerta, le parecía tan poquita cosa que realmente no confiaba que pudiera salir ilesa si había peligro, y le caía bien, no quería que le pasara nada, justo el curso empezaba y no iba a poder aprobar exámenes sin ella.

Luego se fijó en la niña que trajo Wyatt, no sabía como tratar responsablemente con pequeñas así, ni era la más idonea para criticar la actitud de la niña, en parte se las podría ver como un reflejo; caprichosas y siempre cerca de la persona más atractiva de la sala. Si dependiese de ella probablemente le daría una calada de hierba y chupitos de vodka caramelo hasta que callera dormida. Su instinto maternal, si es que tenía de eso, no llegaba más lejos...

Y ya que no le hacía falta dinero nunca había tenido que descubrir que tal sería como babysitter, pero seguramente una genial; sabría hacer que los niños se divirtieran con su carácter irresponsable, les dejaría engordar con todo el helado que quisieran y sus escotes y pantalones cortos harían desaparecer cualquier queja de los pre-pubertos en floración de hormonas.

Eso si, ella nunca leería cuentos, se los inventaría, basados tal vez en historias de una zorra parlante a la que le gustaba inhibirse con polvo de hada mientras se iba de fiesta con el lobo feroz, gingernieves y la gata sin bragas, o como ella los conocía en la vida real; Al, Holly y Vanessa.

Suspiró al oir los gritos su compañero de club, ella tampoco era la mejor hablada pero a veces se preguntaba como podía pronunciar tantos insultos por frase alguien capaz de interpretar a los personajes del bardo inmortal.

Sacó su teléfono movil para encender la linterna y así iluminar mejor sus pasos mientras seguía a Al. Se cruzaron en el camino con su amiga- ¡Eh! ¡Holly! -lo cual la alegró mucho. Por si la luz de la linterna la deslumbraba y su voz no bastaba para que la reconociera, giró el teléfono hacia arriba para iluminar su rostro desde abajo, aunque al tratarse de su cara tampoco es que fuera nada terrorífico- ¿Me pillaste algo dulce? -es lo primero que se le pasó por la mente preguntar.

Había seguido aún caminando tras Al aunque no hizo nada por detenerlo cuando agarró a Jesse, porque además se le pasó enseguida, sin embargo cuando su amigo le dijo lo de la puerta Candy pensó que ni borracha se acercaba allí, que igual algo les venía siguiendo y no quería estar cerca cuando cruzara la puerta- Te esperaré ahí, con Holly -le dijo señalándole a su amiga y luego retrocediendo con pasitos ligeros hasta donde estaba la otra pelirroja- Quédate aquí conmigo, porfa, que ahora viene Al -le pidió a Holly en tono bajito. Que los chicos se luzcan encargándose de lo demás, que mientras Candy, fiel a su instinto, se ponía a grabarlo todo en video, pendiente de lo que tenía delante y la pantalla a partes iguales, por si volvía a aparecer algo extraño.

Fue entonces cuando se dió cuenta que su teléfono no tenía cobertura, y se asustó más, porque no podrían llamar para pedir ayuda- ¿A vosotros os va la cobertura? -preguntó en general a todos, luego miró a Kelly- ¿Se habría ido una antena o algo así, por la tormenta? -que nevase a finales de verano ya era de por si dificil de creer, pero tras lo que había visto antes, cualquier excusa era mejor que pensar en lo que describía Jesse- ¡Ten cuidado, Al!

Aquel criajo había mordido a Jesse con fuerza suficiente como para hacerle una herida pequeña. Una minúscula gota de sangre del ecologista entró en contacto con la lengua del renacuajo. Fue suficiente. En cualquier otro momento aquello habría sido poco recomendable desde el punto de vista epidemiológico, y nada más. Pero en aquellos momentos estaba teniendo lugar la calibración. El viejo ciclo había terminado de repente y el nuevo no tenía fuerza para imponerse. Era un momento en el que las entidades espirituales y sobrenaturales podrían hacer lo que les viniese en gana, libres de las normas que les controlaban. Uno de los espíritus de la ira que acompañaban a aquel niño entro en contacto real con él. Comer carne humana y beber sangre humana es un tabú por muy buenos motivos, aquel pequeño acto de canibalismo sanguíneo fue lo que abrió las puertas del alma del niño.

Los jóvenes no eran los únicos en el edificio. Su tensa escena de supervivencia y terror corría en paralelo con más de un centenar de situaciones:

Un bebe lloraba en algún sitio mientras su madre lo mecía diciendo "ea ea ea" para calmarlo.

En donde estaba la cola del cine se escucho un fuerte -¡No me toques el culo!- seguido de un sonido de bofetada. -Ey yo quería tocar el de tu hermano, no el tuyo- y hubo risas de hiena seguidos de algún comentario divertido para ellos, homofóbico y deprimente para alguien que, al final de la fila, trataba de mantener la calma.

Dentro del supermercado Descuento, Kelly comunico a grito pelado que por favor se dirigieran de manera ordenada a la salida y que dejaran sus compras para otro día. En su cabeza estaba haciendo inventario de con qué iba a llenar la nevera de su casa. "Este pueblo no es lo que era" le diría al jefe cuando hiciesen el inventario de lo robado aquella noche.

Un par de chicos se sentaron en el borde de la fuente a Neptuno. habían pensado en meterse enteros pero había mucho móvil con linterna gravando. La fuente a Neptuno era una estructura que decoraba el centro del edificio, donde confluían los pasillos y galerías. Montraba a un Neptuno sin barbas y juvenil y con una musculatura muy marcada que había indignado a la asociación "madres cristianas evangélicas de Daring". En algún momento despues de la inauguración alguien había tirado una moneda a la fuente y ahora corrían pequeñas leyendas urbanas sobre que si daba suerte en el amor, o en los exámenes,... por lo que el fondo de la misma, bajo el agua, estaba llena de discos metálicos. Ambos jóvenes hicieron repesca de monedas con discreción y en actitud de "yo solo estaba sentado en el borde"

El muchacho de 18 años, 54 kilos de puro hueso y granos, con mas kilos en tinta de tatuajes que de musculo, al que habían nombrado personal de seguridad del centro comercial se vio en la obligación moral de salir de la oficina donde, antes del apagón, comía pipas mientras seguía con las camaras los escotes de las clientas y pidió orden, mientras caminaba por el la planta baja controlando que todo estuviese más o menos bien. Su marcha triunfal se interrumpió cuando una sandía arrojada desde la galería del segundo piso impacto contra su cabeza. El tipo se desplomó en el suelo. Aquello provocó muchos gritos y la formación de un grupo de gente alrededor. Algunos entusiastas empezaron a discutir si lo ponían en posición lateral de seguridad, otros pretendían hacerle el boca a boca pese a que algunos terceros afirmaban que tenía pulso y eso no debía hacerse. Alguien fue a por el desfibrilador. Otros simplemente gravaron la escena pensando que ese sandiazo seria lo que les haría influencers de Youtube y que era una desgracia no haber grabado el momento del impacto. En la penumbra, la pulpa de sandía y la sangre se confundían, lo que aumentaba los niveles de estrés

***

Arthur, Juniper y Danielle permanecieron en la galería. A su alrededor algunos compradores se acercaron a husmear desde las barandillas que estaba pasando allá abajo en el Hall.

Candy y Holly se mantenían juntas en el Hall. A su lado Estaba Roland que protegía a Martha Springfalls de los dragones y otros monstruos que había allá afuera.

Jesse y Wyatt también estaban alejados aunque un poco apartados del grupo. Habían salvado a los dos niños de ser poseidos por un copo de nieve del espacio exterior y a cambio habían recibido amenazas, insultos y gritos. -Sí estoy bi...- Habia murmurado Wyatt a Kelly, pero interrumpió su frase a mitad al ver que ella se dirigía a la niña. Por suerte había respondido tan bajito que nadie se dio cuenta de su metedura de pata. Aunque segundos sepues Holly se hacercó a él y le hizo la misma pregunta. -Sí, estoy bien.- Le dijo agradecido a la capitana del equipo. ¡Por fin alguien educada con él en el día de hoy! Le dedicó una sincera sonrisa a la pelirroja mientras se apartaba unos metros hata donde Jesse miraba la herida que el crio le había hecho con los dientes, ¡hasta había sangrado un par de gotas!

Kelly se dirigió como una autentica heroína hacia la puerta, pero en su camino varias personas le dijeron que se quedara quieta, con diferentes entonaciones y adjetivos, asi que se detuvo. Aunque justo ante la puerta. Pudo contemplar el exterior muy de cerca.

El niño de los dientes corrió hacia la puerta. Pero llego hasta donde Kelly estaba parada y se quedó quieto también, mirando afuera con pavor.

Al y Dorian empujaron las puertas correderas de cristal para cerrarlas pese a que, sin electricidad, estaban atascadas. Sintieron que algo no iba bien fuera y miraron también Los cuatro estaban muy cerca de la puerta. y lo vieron en primer plano.

Todos los que estaban en el Hall y miraron a través de las puertas (Ya casi cerradas) vieron que afuera el cielo estaba completamente negro, aunque la forma de las nubes podía intuirse gracias a algún destello de luz roja que aparecía de vez en cuando entre las mismas. La explanada del parking estaba invadida por una masa de oscuridad, como pequeños insectos negros que se movían unos sobre otros. Pero no eran insectos, era oscuridad. Un color más oscuro que el mismísimo "negro #000000" Oscuridad solida en forma de una pequeña esfera con patitas o tentáculos.

Los más cercanos (Al, Kelly, Deveraux y el pequeño Robert) vieron las formas individuales con másdetalle. El centro de aquellos seres era como mirar un agujero en la realidad, una excepción a las normas de la física, un fallo en el universo.  y sus tentáculos oscuridad que emergía de esa brecha. Aunque no era exactamente oscuridad. La oscuridad formaba parte del universo mientras que, en aquellos seres, no había nada del cosmos.

Aquella masa se detenía a un par de metros del muro del centro comercial, formando una linea negra perfecta, como si algo les impidiese acercarse más.

De pie mirando a través de la puerta estaban los padres de Martha y Robert. Contemplaban el interior del edificio mirando a un ángulo con intensidad, luego a otro como si cada detalle fuese llamativo (Curiosidad quizá) . Su lenguaje corporal era demasiado quieto e inhumano. Algunos de los "insectos de oscuridad" trepaban por ellos.
La madre abrió la boca, a los dos segundos la volvio a cerrarla.
La volvió a abrir: -aaaaaaaaaaaaaaa-
la cerro. esperó un par de segundos totalmente inmóvil sin pestañear
-aaaa eee iiii ooo uuu jaerjutecakekiumjajt-
Permaneció otros segundos quieta y volvió a hablar
Esta vez ya sabia como funcionaba su boca. Así que pudo expresar su mensaje con claridad... -(Palabras ininteligibles en arameo).
Luego paso a otro par de idiomas muertos. Hasta culminar en latín: hablo poco más de un minuto en latín sin mostrar la más mínima modulación o emoción.

Espacio y tiempo duelen nos. Vuestro mundo una farsa, una herida. Dadnos la llave. Somos amigos. podemos liberaros nosotros de esta carcel. Destruir la obra de vuestro creador podemos. No más dolor de la carne, no más dolor del alma, solo vacío. No tiempo. No lugar.

Un chico de aproximadamente la misma edad que ellos, se acercó a donde estaban los cuatro, junto a la puerta. salia de la tienda de textiles. "Oferta: 50% en sabanas bajeras" decía el cartel, aunque él se había tomado un descuento del 100%. Bajo el brazo llevaba cuatro o cinco juegos de sabanas , aun en su funda de plástico original, y en la mano un par de rollos de cinta americana.

-Corre con tu hermana.- le gruño al mocoso. Odiaba a los niños con todo su ser.

-¿Pero que mierda estás diciendo? No hablamos tu puto idioma, tú jenifer Anistong de Daring- Le espetó a la mujer aunque sin poder evitar un escalofrío al ver a los seres pequeños.

-¿De que va está mierda? ¿Ha aparcado un ovni en el parking?- Les preguntó al trío de la puerta mientras repartía sabanas y rollos de cinta.

La palabra zorra resonó en su cabeza con eco. 

¿Es a mí? -se preguntó a sí misma sorprendida. ¿Por qué alguien iba a llamarla zorra? No había hecho nada malo. Es más, con Devereaux ni siquiera había hablado en toda su vida... ¿por qué la insultaba? 

Aun pensando en aquel insulto tan gratuito, Jesse la toma de la mano e intenta apartarla de allí... y sí, logró que Kelly no saliera (también porque todo el mundo gritaba que no lo hiciera), pero Kelly no oía ni veía a nadie ni nada más de lo que había en el exterior. Cerraron con rapidez las puertas, momento en el que dio un respingo, pero siguió mirando a fuera. 

¿Qué era eso...? ¿Por qué parecía haber el monstruo de Stranger Things allí a fuera? En Daring High. La lógica colapsaba el cerebro de Kelly. Aquello era propio de una de las partidas de rol a las que le apasionaba jugar, pero no de la realidad. Si quisiera ver de verdad aquellas cosas no jugaría a rol. 

Su mirada entonces se fijó en la señora Springfalls y sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal cuando la vio hacer aquellas prácticas bucales. Para finalmente escucharla hablar en un idioma que no comprendió, no supo cuál era. Pero era importante lo que estaba diciendo. 

Un traductor automático. -dijo en un susurro, por lo que solo lo podrían escuchar los que quedaban más cerca de ella (Deveraux, Glass y Faure)

Le valdría una grabadora de voz digital. 

Dio la vuelta y se fue corriendo hacia la zona de electrónica del centro comercial. 

Apenas todo volvió a la oscuridad está vez me preocupé un poco, y dicha preocupación aumentó cuando mis ojos se adaptaron a la oscuridad, y al ver hacia arriba estaban aquellas nubes completamente negras sobre nosotros. Luego fue Wyatt, cargando a una niña, seguido de Jesse más atrás cargando a un niño. Con total preocupación también me acerqué hacia ellos, notando como el grupo se hizo más grande con muchas más caras conocidas, las que de verdad no tenía mucho gusto de ver.

Y el primero fue Plissken, insultando a Wyatt por "pegarle" a la niña, luego poco a poco el resto se les tiró encima para amenazarlo, y la guinda del pastel fue Glass. Yo estaba desde atrás rodando los ojos, con una mirada de "Aww shit, here we go again" apenas fue con una de sus vacías amenazas sobre Wyatt y Jesse. Luego fue Kelly, la cual parecía embobada por Roland apunto de ir hacia afuera hasta que todos la detuvieron, aunque decían que tal vez Jesse estuviese exagerando era más que obvio que sentían algo de miedo.

El caos comenzaba a formarse poco a poco apenas las personas en el lugar también se alborotaban, y claro mis nervios también aumentaban. Tragué saliva y me quedé atrás, hasta que entonces Glass y Deveraux fueron hacia las puertas para cerrarlas, mientras Kelly salía corriendo hacia adentro por alguna extraña razón. -¿Y a ella que le pasó?- Pregunté extrañado mientras caminaba unos pasos más en dirección de Candy y Holly, pero sin esperar una respuesta decidí ir hacia la puerta, solo para asomarme por curiosidad.

-ninguno lo sabemos...-vi como Arthur se acercó a la puerta y decidí seguirle agarré de la mano a Candy y la miré sonriéndole con calma-no voy a dejarte sola pero quiero ver que hay ahí fuera y va Arthur así que seremos tres- comencé a andar rápidamente siguiendo de cerca a Arthur sin soltar a Candy -Arthur de todas maneras no nos acerquemos mucho limitémonos a ver unos pasos alejados de la puerta....no crees?-dije algo preocupada-me pica la curiosidad tanto como a ti pero si lo que han dicho es cierto es súmamente peligroso acercárse a esa puerta....-

Al momento en que aquel pandemonio se había desatado, Juniper se había mantenido ajeno, como abstraído en su mundo propio. El muchacho tenía la tendencia de hacer aquello, encerrarse en las elucubraciones de su mente, de las sensaciones que le abordaban de tal manera que no sabía manejar. La oscuridad parecía cernirse sobre ellos, sobre aquel centro comercial. Escuchó llantos de niños, griterío histérico y gente que parecía ignorar la gravedad de la situación para saciar sus más mundanos deseos. 

El rubio pareció despertar de su ensimismamiento y sintió la necesidad de estar cerca de los suyos, de advertirles que no cometan ninguna locura. Encontró a Kelly cerca de la puerta, pero la sonrisa que se dibujó en su rostro al encontrar a su amiga pronto se desvaneció al comprobar lo de allí afuera.

Un hombre y una mujer, un matrimonio que parecía fuera de sí mismo, con la mirada perdida y gesticulando como si fuese la primera vez que hablaba. Afuera, la oscuridad era impresionante. — ¿Qué está sucediendo..? — Preguntó casi en un susurro, con le terror impreso en su voz.

Pero pronto entendió lo que aquella mujer decía, como una suerte de mensaje del más allá. Hablaba en un latín oscuro, roto y olvidado como todas las lenguas muertas. — ¿Qué..? — Juniper se acercó más, para poder oírla mejor, estúpidamente cerca a la puerta que aún no terminaba de cerrarse. 

— ¿Pero qué dices? — Le preguntó a la mujer directamente, sin esperanzas de que ésta le responda. La sangre trepó rápido las mejillas del adolescente, desmintiendo su condición de porcelana, y el labio le temblaba. Parecía que estaba a punto de echarse a llorar allí mismo. — Está diciendo cosas muy raras. — Era una ironía que Juniper Hart dijera aquello. — "Podemos destruir la obra de su creador, no más dolor de carne, no más dolor de alma". — Repitió las palabras de la mujer intentando que la voz no se le quebrase.

— "Sólo vacío."

Sus ojos vidriosos ahora buscaron la mirada de los más próximos a él, como si esperara a que alguien reaccionara por él.

No es que fuera un consuelo para Jesse que el exterior se hubiera convertido en un criadero de insectos demoníacos de oscura luz que poseían a las personas, que el cielo se mostrara más negro que el puro negro y que una luminescencia rojiza iluminara de tanto en cuanto las nubes, pero al menos no iban a seguir tachándole de loco, pues si él estaba loco, todos lo estaban. Aquella pavorosa visión fue la causa también, de que cesaran los insultos y las amenazas contra él y contra Wyatt, algo que también era de agradecer, pero no quitaba que el verdadero problema siguiera allí.

¿Qué cojones estaba pasando? ¿Qué eran aquellas cosas? ¿Qué querían de ellos? Y lo más importante... ¿Qué podían hacer para escapar de ellas hasta que todo hubiera pasado? Porque aquello iba a pasar... Había visto muchas películas de terror, extraterrestres y fenómenos paranormales en las que seres de otras dimensiones, monstruos o alines atacaban la tierra. Todo parecía perdido cuando el ejército, el científico de turno o el héroe anónimo aparecía en escena con la solución y resolvía el problema.

Aquellos pensamientos le hicieron derivar en otros y es que en aquellas películas moría gente. Mucha gente y él no quería ser uno de aquellos personajes secundarios que no veían el final de la película. Otra de las pegas a su teoría de salvación, era que no estaban en una película y sabiendo eso y que los héroes anónimos no existen en la vida real, un ataque de pánico hizo presa del cerebro de aquel ecologista de pacotilla.

Jesse sólo quería en esos momentos encontrar un lugar donde esconderse hasta que todo pasara. Estaba en un centro comercial, allí sin duda alguna tenía que haber un buen sitio, tan solo era necesario encontrarlo. Iba a necesitar provisiones, pues no sabía cuanto tiempo iba a estar apartado del mundo exterior. Pero de nuevo la solución estaba en el centro comercial. Allí había un supermercado. También necesitaba una fuente de luz y dado que no funcionaba la electricidad, lo mejor era una linterna, pues su móvil estaba al sesenta y ocho por ciento de batería.

Jesse se sorprendió a si mismo corriendo tras los pasos de Kelly y Wyatt empezó a correr tras los suyos. Los tres parecían dirigirse hacia el mismo lugar, la tienda de electrodomésticos. Allí sin duda alguna tenía que haber linternas y baterías suficientes como para tener luz durante muchos días. 

- ¡Eh Kelly! - Llamó la atención de la joven en medio de la carrera. - ¿A dónde vas tan rápido? - Le preguntó. - ¡Necesitamos una linterna y provisiones! - Exclamó. - ¡Tengo comida caducada en la mochila, pero necesitamos más!

Danny se mantuvo unos pasos alejada, empezaba a juntarse demasiada gente. Pero al ver entrar a la niña y luego al hippie con otro niño se mantuvo a la espera. Cuando su amigo y compañero se puso a insultar a Kelly, Danny puso los ojos en blanco y se llevó una mano a la frente. Volvió a recobrar la compostura. Tampoco había sido para tanto. La chica sobreviviría.

No ayudó a cerrar las puertas pero si se acercó para mirar con sus propios ojos lo que el hippie les había contado. Era cierto. Su cara mostró confusión y más cuando Juniper lo tradujo. Le miró con algo de terror y simplemente le dijo: ¿Estás seguro? Dijo tragando saliva a duras penas para volver a mirar el panorama que había fuera.

Solo con cerrar estas puertas no bastará... Hay que cerrar todo el centro comercial...Propone aún sin poder apartar la mirada de la espeluznante imagen que se veía fuera. Estaba como paralizada. Eso sin contar si alguno de esos copos ya había encontrado la manera de entrar. Un escalofrío le recorrió el cuerpo.

Roland agradeció para sus adentros que la niña que estaba con él fuera una pequeña princesita y no su hermano, que incluso parecía ser capaz de morder a quien le tomaba en brazos. Intentó no pensar mucho en lo que había fuera. Supuso que sólo se trataría de una plaga de insectos raros, aunque el testimonio de Jesse y el modo en que se estaba comportando aquella señora rubia... No, definitivamente aquello no era racional. Como tampoco lo había sido lo que había sucedido cuando había entrado con Candy en el fotomatón.

-Maldita sea... -masculló, para sus adentros.

Se sentía bloqueado. Plissken sabía cómo afrontar una paliza, una ruptura, un suspenso, pero ¿qué diablos haces si unos supuestos bichos del espacio exterior rodean el centro comercial en el que estás?

-No necesitamos provisiones, Jesse. Hay de sobra -le dijo al activista, señalándole al edificio en el que se hallaban-. Lo único que tenemos que hacer es aguantar aquí dentro. Hasta que alguien solucione esto: el Ejército, los Men in Black, los fumigadores de plagas... Quien sea. -La situación era tan irreal y ajena para él que únicamente podía pensar en apartarse a un lado y dejar que fueran los autoridades las que actuasen. No podían hacer mucho más-. Como mucho, me aseguraría de que no se pueda colar nada por debajo de las puertas.

Asiento ante la petición de Candy de ir para allá al terminar. Y es lo que pretendo hacer hasta que, al cerrar la puerta, todo sucede de un modo digno de alguna novela de Stephen King o el tío ese que vio demasiado hentai e imaginaba pulpos de más de diez kilómetros de altura con nombres impronunciables.

Parpadeo muy despacio, asegurándome que el filtro que tengo es el correcto. Asegurándome que no sólo hay un montón de pequeñas liendres asesinas de oscuridad, sino que hay un par de locos hablando en chorrocientos idiomas muertos e inútiles.

Por desgracia para mí, lo que veo es lo que hay. Mascullo algo ininteligible como si fuese algún tipo de gruñido.

El chiste que se escucha a mi espalda y tener a un bicho raro a mi lado en una especie de estado de shock me obligan a mí a regresar a la realidad y empujar al chico rubito que decía tonterías del vacío.

Trae mesas, extintores, lo que sea para bloquear la maldita puerta.

Digo en un tono imperativo. Saco el móvil para encender el modo linterna y enfocar directamente a la cara de aquella mujer y a las liendres intergalácticas del infierno, con la vana esperanza que la luz directa sirviera de algo.

Parece que algo les impide acercarse, pero sí, es una buena idea, Plissken. ¡Mantas! ¡Que alguien traiga mantas! ¿Y hay algún modo de asegurar que están todas las ventanas cerradas?

No teníamos que dejar que aquello entrase. Por mi parte me mantengo firme frente a mis amigos -y algunos pringados que tenían la fortuna de estar con ellos- para asegurarme que eso no llega a ellos. Tenía ganas de partirles la cara. No les dejaré acercarse, su actitud y las palabras que no paraba de repetir el otro eran suficientes para catalogarlos como amenaza a ser aplastada lo antes posible.

Al parecer me iba a quedar sin cena esta noche.

La pelirroja seguía grabando con su movil las reacciones de todos los presentes a las palabras de la señora Springfalls y se preguntaba porque si eran aliens nadie se preguntaba como es que Juniper les entendía, aunque seguramente eso mismo explicaría mucho de sus rarezas a ojos de todos. El caso es que Candy no creía que fuesen extraterrestres, despues de lo que había visto hacía unos minutos probablemente se tratase de algo más sobrenatural, aunque aún ni ella acababa de asimilarlo.

Su amiga le propuso acercarse más y Candy negó convencida al instante- Que no, que no. Quédate aquí -respondió asustada, mientras veía a todos organizarse para levantar una barricada o algo así, como si en un centro comercial no hubiese más puertas de entrada, ventanas, conductos de ventilación, desagües- Danny tiene razón, no da tiempo -si querían entrar iban a hacerlo.

La pelirroja resopló poniendo morros, miró a su alrededor y finalmente decidió ir corriendo hacia el grupo que se había formado entorno al guardia de seguridad- ¡Paso! ¡Abrid paso a la enfermera! -al menos así la dejaban llegar hasta él sin problema, aunque no fingió cuando le tomó el pulso y comprobó si respiraba, eso sabía hacerlo- Teneis que cortar la hemorragia y no moverlo mucho. -así sacaba de dudas a esa gente, no fuera que mataran al chico dándole con el desfibrilador. Sin embargo el verdadero objetivo de la pelirroja era hacerse con las llaves del centro comercial y, de paso, no diría que no a llevarse cualquier arma contundente, taser o de fuego que tuviese el de seguridad al cinto.

- Voy a ver si aquellos niños están heridos... -soltó como excusa para largarse de allí, porque nadie debería oponerse a que alguien salve a unos niños, así que como quien no quiere la cosa la pelirroja dejaría al de seguridad a cargo de esa gente, ahora con más datos para no freirlo a descargas sin necesidad, y volverá con sus amigos.

Deveraux se quedó absorto mirando lo que ocurra allá fuera, durante unos instantes no supo como reaccionar y sus músculos se quedaron inmóviles, mientras su mirada se volvía borrosa "¿Que mierda esta pasando? Bueno, eso daba igual, no era momento de mostrarse débil, o perdería su posición." pensó para si mismo mientras trataba de recomponerse.

En ese instante hizo un extraño movimiento con todo el cuerpo, cómo a quien le recorre un escalofrío y su mirada se dirigió hacia todos los presentes tratando de pensar que hacer, seguidamente su mirada se posó en uno de los más cercanos.

Dorian miró al matón de arriba a abajo con la ceja izquierda ligeramente alzada denotando un evidente desencanto - ¿Que pretendes? ¿Clausurar todo un centro comercial? Es ridículo... - dijo el joven mientras se alejaba de la puerta.

- ¿Porque mierda le entiendes zorra rarita? - preguntó mirando a Juniper con un gesto de repulsión pero con verdadera curiosidad e intriga.

- Vamos, nos movemos, hay que buscar un lugar que si se pueda cerrar - añadió con un liderazgo innato el joven Deveraux - No sé que hostias está pasando, pero no voy a quedarme mirando. Zorra, la sección deportiva, coge un par de Bates o palos o que se yo, eres la más rápida - dijo con la mirada fijada en Holly mientras señalaba la tienda de deportes más cercana.

- Candy cielo, encárgate de los niños y ¡¡DEJA EL PUTO TELÉFONO!!- Añadió señalando hacia la fuente de Neptuno en un tono que denotaba verdadero enfado - Nos juntamos en la fuente del tío cachas - esta vez su mirada se plasmó en Arthur, el joven rebelde - ¿A donde coño se ha ido tu amiga la zorra empollona? Ve a por ella, nos juntamos en la fuente ¡CORRE! - ¿Acaso tenía sentido meter la palabra zorra en estas frases? ciertamente no, pero el joven no parecía tener ninguna intención de parar de hacerlo en ningún momento.

- El resto seguid a Roland, todos a la fuente - en ese momento su mirada volvió a centrarse en Al - Tu, que ha nadie le pase nada, ¿puedes cargar con el guardia? - le dijo en un leve susurro con una mirada penetrante que a cualquier otro le podría resultar intimidante.

El tiempo pasó lentamente mientras los jóvenes se afanaban en hacer lo que cada uno consideró que les ayudaría a sobrevivir.