Partida Rol por web

Alvar Faure pensó que para hacer las cosas bien era mejor hacerlas uno mismo y llamó de regreso al niño que Jesse había salvado. -Ey pensándolo mejor ya eres suficiente mayor para ayudarnos.

Durante los siguientes minutos el exiliado tuvo al muchacho sobre sus hombros y juntos crearon una cortina a base de sabanas y cinta aislante con la que cubrieron las puertas de cristal. -No te preocupes, seguro que tus padres te quieren igual que antes cuando esto acabe. A veces los padres pasan un día tonto, por la ginebra o la cocaína. Pero al día siguiente es todo normal. Tan normal como suele ser.

Escuchó la arenga de Dorian. -Ahora os alcanzamos.- En los últimos años había aprendido que lo mejor es decir que uno va a cumplir ordenes en un ratito a negarse a cumplirlas. Y seria genial que alguien asumiese aquí algo de liderazgo, porque la cosa estaba muy negra. Pero contra menos gente viese a la poseida y los insectos de la oscuridad mejor.

Cuando una fina capa de tela "rojo burdeos" se interpuso delante de ella, Dora Springfalls se calló preguntándose como era posible que todo hubiese desaparecido de repente sin sentir perturbación mágica alguna. Pero una parte del enjambre seguía viendo lo que había dentro así que se encamino hacia allí.

Caminó dos metros hasta el siguiente trozo de puerta y giró el cuello hacia la derecha para poder mirar hacia dentro. Aunque algo fallaba, aquel estúpido cuello no giraba del todo, ¿Qué pasaba? ¿Qué sentido tenia un universo limitado a 360 grados donde la percepción se limitaba a una fracción de ellos. La realidad era... simplemente absurda.  

La solución al problema fue usar las extremidades de abajo para girar a Dora entera 90 grados a la derecha y encararla al cristal, y así lo hizo pero manteniendo la cabeza ladeada hacia la derecha todo lo que el cuello daba de si. Ahora seguía sin ver adentro, veía por donde había venido. Giró la cabeza para mirar al frente.

Empezó a repasar en sus recuerdos los idiomas que conocia. Era algo muy desagradable, porque sus recuerdos provenían de otras veces que habían estado aquí, y estar aquí era lo que más odiaban. Especialmente doloroso era tratar de ordenar en la cosa esa llamada tiempo sus visitas en busca de como aquellos trozos de materia y energía se comunicaban recientemente. (materia, que asco. Energía, totalmente desagradable. Comunicación... ¿Qué sentido tenia eso?)

Geben Sie uns den Schlüssel! donne-nous la clé! agħtina ċ-ċavetta!ہمیں چابی دے دو ¡Dadnos la llave! Duok mums raktą! موږ ته کليمه راکړئ!

La mujer volvio a callar cuando el individuo alto con el individuo pequeño encima desaparecieron tras algún tipo de magia de ocultación blanca con ositos y corazoncitos.

Al terminar, Alvar se despidió de Robert, mandandolo hacia la fuente para proteger a los demás y ser un hombre. Pensando que debería haber caído en traer un taburete o escalera se recolocó el pelo allí donde el crió se le había agarrado. Se dirigió hacia donde estaba el hijo de la tarotista, al que Dorian estaba terminando de insultar en aquel momento. Respiró un par de veces antes de hablar, no quería dar una imagen de zarandearlo por los hombros y exprimirlo como un limón en busca de información. -¿Hablas el idioma ese? ¿Tiene algún sentido algo de todo eso?- A lo mejor el muchacho al haber crecido en una familia volcada en lo esotérico entendía mejor que narices era lo de la llave y porque los ladrones de cuerpos del espacio exterior tenían tanto interés en ella. -Piensa con tranquilidad y no te preocupes por ese- hizo un gesto con la cabeza hacia Dorian. -Hoy estás bajo mi protección.

Wyatt adelanto a Jesse y alcanzó a Kelly. Mientras corría a su lado le habló con un tono efusivamente animado, como si se hubiese tomado una sobredosis de cereales y caramelos.  -¿Podemos ayudarte? ¿Qué necesitas? ¿Damos tres vueltas al centro comercial? ¿echamos una carrera?

Kelly alcanzó el local de una conocida cadena de electrodomésticos. No le costo encontrar una gravadora en un estante. En el pasillo de al lado, dos tipos golpeaban con una tostadora el cristal del armario de los Iphone. De repente se hizo la luz de nuevo, aunque solo era Wyatt alumbrando a Kelly y Jesse con una linterna.

-He encontrado las linternas y las pilas.-  Anunció triunfante.

El trío pudo regresar hacia las puertas, Ella con su gravadora, ellos dos con linternas, pilas y baterías. Al llegar vieron que la situación estaba dividida entre gente que, liderados por Deberoux, se encaminaban hacia la fuente Neptuno y los que pasaban de él o simplemente no le habian escuchado.

-¡Haced caso a la enfermera!- grito alguien -No se puede reanimar a alguien que aun esta vivo, ¿es que sois idiotas?- Encauzados por Candy en el buen camino, abortaron la misión descarga del desfibrilador y la sustituyeron por tapar el boquete de la cabeza hasta que deje de sangrar pero sin moverle mucho la misma hasta que no venga la ambulancia. Cuando Candy regreso junto a Holly tenia la llave maestra y la pistola taser del guardia en el bolsillo. En ese momento Dorian le ordenó que se ocupara de los niños

En el supermercado descuento, kelly Sanders, ayudada por un par de auxiliares, cerraron las puertas a cal y canto. La gente se estaba poniendo muy loca en la oscuridad y se sintió mejor cuando ella y sus "protegidos" quedaron a salvo tras la reja metálica.

Las puertas habían quedado selladas con sabanas y cinta aislante, incluso por el suelo habían puesto una buena cantidad de cintaamericana para no dejar ni una rendija y sujetar las sabanas. Un par de espontáneos acudieron a la zona portando una mesa de escritorio. Habían oído la petición de Al y acudían a montar una barricada sobre la puerta.

Una señora con un bebe en brazos aceleró para adelantarles. Por un instante pensó en salir por alguna de las otras puertas, pero su coche estaba justo al lado de esta -Esperad ¿Que está pasando afuera? Aquí dentro no es seguro, quiero salir antes de que cerréis todo.- Una vieja que apretaba su bolso contra su pecho y estaba dispuesta a liarse a bastonazos con quien se le acercase acudió también a las puertas. -Yo quiero irme también, abrid paso jovencitos.

Empezaba el siguiente problema: se habían formado tres equipos, a saber: los saqueadores/desctuctores/gamberros.; Los que intentaban esconderse en "zonas seguras" como cuartos de empleados, aseos, etc; Y los que querían huir de aquí antes de que la barbarie reinante les pasase factura. Aquellas dos personas, tres contando el bebe, eran parte de una ola que se dirigía hacia las puertas. Los primeros de esa ola habían escuchado a Dorian y se replegaban hacia el corazón del centro comercial, pero los siguientes no habían llegado a escucharle. Allí había mucha gente y era un sitio muy grande, estaba claro que iba a necesitar un megáfono si quería poner orden a todo este caos ¿Iban a detenerlos? ¿Iban a dejarles ver lo que habia afuera? ¿Iban a contarles una mentira? Podría Dorian seguir dando ordenes a cada pequeño grupo que se encontrara y ordenando la situación.?

-¿Que está pasando?- preguntaron los de la mesa. -Es algún terrorista árabe, ¿no?- Dijo uno. -Muy listo lo de las sabanas para que no sepan a donde disparar, pero tenemos que poner la mesa y más muebles.- añadió el otro dando la suposición del primero por cierta.

-¡Esa mesa es nuestra!- Gritó uno de los cajeros de "Muebles Estrella". Pues había un cuarto grupo de gente (muy minoritario): Los dispuestos a jugarse el pescuezo por la empresa para la que trabajaban y tratar de evitar el saqueo en sus tiendas.

Como guinda a todo este asunto se escucho una pequeña marabunta de gente saliendo de los Multicines Lumière que, ajenos a lo que estaba sucediendo, solo gruñían que era una mierda que se fuese la luz en mitad de la película. El viernes había sido el estreno de "Cataclismo Absurdo" y estaba teniendo un limitado éxito pues "era tan mala que había que verla" (lógica de algunos cinefilos). -Seguro que el Robert el granjero no llega ni a la mitad de la película vivo.- comentó alguien. -Pues a mi me cae bien, me recuerda a Louis Wright .

Todo estaba resultando cada vez más caótico, pero había algo que era importantísimo y de vital importancia que quedase muy claro.

-No soy una niña pequeña. Soy la hermana mayor y mi mamá dice que soy muy madura y responsable para mi edad.- Informó Martha a Roland, con la seriedad propia de un notario leyendo un testamento. "Se tenía que decir y se dijo"

Jesse había ido al estreno de aquella película. Cataclismo Absurdo era un título que le venía que ni pintado. Era una película de serie B, o al menos eso le había pareció a él. Sin embargo le resultó bastante entretenida durante las primeras escenas sobre todo, porque contra todo pronóstico tenía mucho que ver con el tema del ecologismo y el animalismo. No obstante el final se desmadró de tal manera que desconectó totalmente y de no haber estado acompañado, hubiera salido del cine asqueado.

En aquella película se narraban unos hechos entorno a una fábrica rara en la que pasaban cosas desastrosas y había protestas hippies y lucha contra la abusiva contaminación de la fábrica. Además el puto protagonista era un viejo granjero loco que llevaba a sus cerdos al matadero y que tenía una extraña relación con una cerda en concreto... Jesse perdió el interés a partir de que los extraterrestres le implantaron un chip en el recto al granjero y que para evitar la invasión y la extinción de la raza humana, tuvieron que meterle una antena por el culo a Robert.

- Una bazofia de película... - Jesse agarró a Kelly por el brazo en el momento en que dijo aquello y le mostró el cartel. - No vayas a verla... - Le advirtió. - Oye... - Aprovechó en ese momento que estaban a solas, pues Wyatt les había sobrepasado corriendo, para proponerle algo. - ¿Por qué no me acompañas al supermercado? Hágamonos con algunas provisiones y busquemos un sitio donde refugiarnos hasta que todo pase...

Kelly era consciente que todo estaba pasando muy rápido a su alrededor, pero Kelly tenía un objetivo. Incluso si había escuchado a Juniper traducir aquello... SE NEGABA que por arte de magia su mejor amigo ahora supiera lenguas que ni ella sabía identificar. No era competitividad ni era rivalidad... era puro orgullo. 

Recogió la grabadora y sonrió, pero con eso no bastaba... y, bueno, estaba en el centro comercial, ¿no? Miró alrededor y decidió dirigirse hacia la zona de los libros, quizás podría recoger varios diccionarios, alguna enciclopedia... mirar si quedaba algún ejemplar de Lovecraft, aquella criatura era lo más parecido posible a los monstruos del célebre autor. 

Fue mientras tomaba prestado un carrito que escuchó a Jesse. Lo miró fijamente, y miró hacia la fuente, aunque era obvio que desde allí no la veía... se imaginó a Juniper y pensó en Plissken. Y también en Glass. Deveraux era una potente razón para NO volver... pero obviamente ganaban los motivos por los que sí. 

No podemos, debemos estar todos juntos. No sabemos qué está pasando -respondió un poco sorprendida por lo que Jesse le decía. Miró a Carter, casi sospechando que él opinaba lo mismo que su amigo ecologista-. En las películas siempre mueren primero los que se separan del grupo -añadió acompañándolo de una leve sonrisa-. Pero sí deberíamos recoger algo de comida, los bajos niveles de azúcar hace que nos pongamos de mal humor...  y no queremos eso. 

Así que después de los libros, se dirigió hacia la zona de comida. 

Un empujón, brusco pero necesario, le sacó de su ensimismamiento. Observando a su alrededor, Juniper advirtió que se había quedado solo con un grupito de populares. Kelly y Arthur se habían alejado. Mientras la reina del instituto se dirigía a él con el temor impreso en su voz, el matón y la arpía no parecían tenerle mucha paciencia. — Es latín... — Intenta explicar inútilmente, pues su voz sale más baja de lo esperado, casi en un susurro. Estaba tan nervioso que la voz se le iba y nadie podría escuchar la razón por la cuál entendía aquel idioma muerto. Aquel verano había tenido demasiado tiempo libre mientras que su mejor amiga veraneaba del otro lado del océano, así que fue la biblioteca de Daring su refugio predilecto.

Ahora, la tranquilidad de sus soleados y apacibles días entre los gruesos y polvorientos libros se había esfumado. Se encontraba en una verdadera odisea de la que esperaba despertar pronto, que todo resultase ser una jugarreta de Morfeo. 

Sin embargo, mientras esperaba que aquello terminase, Juniper optó por tomar un papel activo en las conjugaciones de su inconsciente y acató a las órdenes del matón del instituto. Ayudó a cubrir las puertas y ventanas con mantas y cinta adhesiva, sin estar seguro de que sea suficiente como para mantener afuera a lo que sea que sucedía allí dentro, pero no expresó de su preocupación en voz alta. 

Volvió a escuchar la voz de la mujer, esta vez en diferentes idiomas hasta que en un inglés prefecto reclamaba una especie de llave. Juniper no tenía ni idea de qué se refería, y menos aún cuando aquel chico que parecía algo mayor se dirigió hacia él para sonsacarle algo más de información. — Está hablando en diferentes idiomas. — Explicó Juniper, haciendo un esfuerzo sobrehumano para que no se le vaya la voz. — Algo se ha apoderado de su cuerpo, algo que no es humano, ha dicho que nuestro mundo es una farsa y pretende destruirlo todo. — Miró al chico a los ojos, preocupado. — No sé qué es la llave ni para qué la quiere, pero no podemos permitir que la tenga. — La mirada de Juniper reparó en el montón de personas que empezaban a aglutinarse frente a las puertas, intentando marcharse. Buscó entre la multitud a sus amigos, pero no tuvo suerte. Se sentía irremediablemente solo e indefenso ante aquella situación que le sobrepasaba, por lo que prefirió quedarse cerca de aquel chico.

La situación se va volviendo caótica y la gente comienza a dividirse, cada uno con sus prioridades, mientras la mujer que habla lenguas muertas lo intenta con lenguas un poco más vivas.

¡Que te follen!

Grito desde mi posición a aquella señora. Me giro entonces hacia la marabunta, con algún palo recio de los que hemos usado para bloquear en las manos, mirándoles con rabia y comenzando a doblar el palo.

Nadie saldrá. No por esta puerta. Ahora: Marcháos.

Gruño mientras termino de intentar romper el palo en una demostración de fuerza bruta e intimidante. Fuera había algo peligroso y desconocido y no iba a dejar que lo dejasen entrar. Seguro que más de uno conocería mi reputación, mientras sonrío desafiante, preguntándome quién iba a intentar quitar la barricada conmigo por medio.

Protegeré a mis amigos aunque tenga que romper un par de caras. Especialmente si tengo que romperlas.

Le hago una señal con la cabeza a Dev para que se marche, yo custodiaría la puerta y no dejaría que esas cosas pequeñas entrasen a por ninguna llave del universo o lo que sea que necesiten.

Jesse chasqueó la lengua defraudado porque Kelly no le hiciera caso. Cierto era que en las películas, quién se separaba del grupo, solía ser el primero en morir, aunque aquello no era una película. ¿Verdad?

- Kelly, buscaré un buen sitio donde escondernos. - ​​​​​Le dijo mientras caminaban hacia el supermercado. - Llevaré allí la comida y cuando... 

Sequedó completamente callado cuando estuvieron justo delante de la entrada del supermercado. La puerta estaba cerrada y la barrera bajada. Alguien se había atrincherado en su interior y tan solo unos cuantos hombres seguían a sus puertas tratando de levantar aquella barrera y entrar a la fuerza. 

- ¡Joder, ésto se está poniendo feo! - Dijo con fastidio. - ¿Qué coño hacemos, Wyatt? ¿Seguro que quieres ir con el resto Kelly? Nosotros iremos al sótano del edificio. Puede que nadie nos busque allí. Si necesitas esconderte, allí estaremos. ¿Vale?

Al poder escuchar las palabras de aquella mujer rubia me quedé helado, más al finalmente entender lo que dijo gracias a Juniper, aunque pude reconocer el idioma igual su significado no tanto. Luego parecían que todos perdían el control hasta que Deveraux empezó a liderar el grupo, que aunque me daban una tarea, yo tenía otra cosa en mente que hacer.

-Juniper, quédate con el grandulón, grandulón, gracias por tu ayuda, pero sería genial si cuidas de Holly, Candy y Jun. Ya vuelvo.- Y así comencé a correr, pasando por entre las personas que estaban alrededor de aquel guardia que estaba desplomado en el suelo, al igual que pasaba por entre los que salían del cine en busca de una de esas farmacias. Al encontrar una entré en ella, y parecía que el encargado estaba algo ocupado con un par de personas las cuales trataban de robarse algunas cosas. Por la confusión en la que estaban pasé de largo de aquel enfrentamiento, para así tomar un par de pesticidas en aerosol y volver a correr fuera de allí.

¿El siguiente objetivo? Una librería. Como era el último día de verano de seguro tendrían un montón de productos escolares, y lo único que necesitaba para ese entonces era una mochila la cual tomé, antes de volver a salir corriendo de allí. Aunque me hubiera gustado tomar algún bate de una tienda deportiva, sentía que sería un peligro tratar de robarle a alguien que de seguro su dueño o encargado era el doble de alto o pesado que yo.

Subí hasta el primer piso del centro comercial, para así dirigirme en dirección de la puerta donde estábamos antes, entonces me paré frente al barandal para que así todos pudieran verme antes de silbar con fuerza, tratando de llamar la atención de todos. -¡Señoras y señores, ancianos y chicos de mi edad escuchen! Nadie debería de salir al menos por esa puerta. No sabemos al igual que ustedes que hay afuera, pero les aseguro que es peligroso, díganme, ¿Después de esos dos apagones y el clima no sienten miedo? El peligro del exterior y de lo que sea que esté allí afuera. Les digo que no son terroristas ni nada parecido, pero si quieren conservar sus vidas y las de sus hijos, amigos, amantes o lo que sea, lo mejor sería quedarse aquí.-

Hice una pausa y luego volví a hablar. -Lo mejor es que cooperemos todos, somos personas civilizadas, y aunque el miedo nos esté ganando ahora lo mejor sería mantenernos calmados y estar unidos. Por favor, dirigirse en dirección de la fuente. Hombres o mujeres que puedan o quieran ayudar, por favor busquen mesas o sillas para cerrar esa puerta, un grupo tiene que ir a la sala de seguridad y buscar una forma de cerrar las entradas, luego toca cubrirlas con mantas para que no puedan ver adentro aquello que esté afuera. Unidos prevaleceremos, no dejen que el miedo los controle o será nuestra perdición.-

-Lo sé -le dijo Roland a Martha cuando esta le dijo que ya era una chica grande y que era bastante responsable para su edad, según su madre. Claro que ahora su madre hablaba en arameo, árabe, latín y, si la dejaban, probablemente también acabase hablando en quenya, sindarin y klingon-. No eres una niña pequeña, es algo que se nota fácilmente.

El rey del instituto no soltó la mano de la niña. Lo cierto es que, a pesar de que la chiquilla podía resultar un poco repelente, a él le parecía una auténtica monada. Nunca había tenido una hermanita pequeña ni tampoco una fangirl tan pequeña y entrañable.

-Tal vez debamos ir a la zona del supermercado -le propuso a la pequeña, aprovechando la oportunidad de reunirse con Jesse y Kelly, quienes a la vista de las circunstancias eran los que estaban obrando con más cabeza y ya estaban pensando en aprovisionarse con comida por si fuera necesario-. ¿Hay algo que siempre te hubiera gustado comer pero no hubieras podido? Algún dulce o alguna chuche... -Le guiñó un ojo a Martha. Sabía que había madres especialmente preocupadas de que sus hijos no comieran mucho azúcar-. No se lo diré a tu papá ni a tu mamá cuando los salvemos, así que si quieres algo, solo dímelo y te lo conseguiré.

Al llegar a la altura de Jesse y Kelly, agarrando de la mano a Martha para no dejar a la niña atrás, volvió una mirada en dirección a la puerta del centro comercial. No le agradaba dejar a algunos de sus compañeros allí, en especial a Candy, quien tal vez aún siguiera afectada por lo del fotomatón, pero tampoco creía que quedarse frente al cristal observando a la madre de Martha fuera lo más apropiado. Mucho menos estando la niña cerca.

-Chicos, deberíamos agarrar unas mochilas y cargar con todos los alimentos posibles -les dijo a la empollona y al activista, quienes ya habían tenido la idea de recoger comida-. Puede que el centro comercial no resista eternamente. Buscaremos un sitio seguro en el que escondernos y nos dirigiremos allí. ¿Os parece? Si puedo, trataré de convencer a Candy, Holly, Al y a Danny. -Se dirigió entonces a Martha, señalando a sus dos compañeros-. ¿Ves a esta chica tan guapa? Es Kelly Langford, una... amiga. -Sabía que tal vez no fuera la palabra más apropiada o sincera. Ambos eran compañeros del club de Astronomía, y la muchacha le caía muy bien, aunque no había llegado a considerarla su amiga. Pero prefería que Martha viera a Kelly como una de sus amigas para que confiara en ella-. Si en algún momento no estoy por cualquier razón, quiero que no te despegues de Kelly. Ella te protegerá, ¿de acuerdo?

- ¿Y quien se encarga de mi? -tal cual devolvió la pregunta a Dory. La pelirroja no tenía idea de que hacer con unos niños y menos en situaciones de crisis, así que cuando vió a otros haciéndose cargo de ellos sintió un marrón que le quitaban de encima. Esas cosas dan gritos y muerden, habría sido un estrés de la leche.

Seguía sin dejar el teléfono, porque con lo oscuro que estaba no pensaba apagar la linterna, ni parar de grabar- ¡Al, deja eso ya y ven aquí! -gritó a su amigo para que parase de hacerse el heroe, ya lo conocío así y sabía que tratándose de él fijo se metía en líos, porque además, la pelirroja quería largarse, lo último que le apetecía cuando hicieran el homenaje anual tras la tragedia era estar en el grupo de los "En honor de aquellos que dieron su vida por..."

Sin electricidad seguramente no había forma de cerrar el centro comercial y salvo que creyeran que unas sábanas con cinta aislante iban a protegerles de una invasión de seres sobrenaturales, es que alguien si había fumado hierba aquella noche, y por desgracia seguía sin ser ella.

Esperaría un instante a que Al decidiera usar la cabezota y tanto si iba con ella como si no, agarraría a Holly del brazo para irse lejos de esa maldita puerta- Ven conmigo, porfa -le pidió a su amiga, porque no se atrevía a ir sola. Candy se iría en busca de la zona de servicio, quizá subterranea, donde fuera que recordara o supusiera que está la sala de seguridad y puede que con suerte cerca también esté algún generador secundario o de emergencia, podría llegar a ponerlo en marcha o repararlo. Mientras fuera capaz de ir atravesando puertas con la llave maestra que luego pudiera cerrar tras de si, más alejada del peligro se sentiría.

La calibración seguía su proceso. Tras el parón y las compulsiones iniciales, el viejo ciclo ya muerto había comenzado a marchitarse. De sus cenizas nacería el siguiente. Las leyes para el nuevo ciclo empezaron a tomar forma.

Dora Sringfalls habría lanzado un grito de dolor, si lo que hubiese dentro de ella asociase el dolor con gritar. Su tiempo se estaba acabando. Era imperativo localizar la llave cuanto antes si querían evitar un nuevo y doloroso ciclo. Tampoco sonrió al notar que un individuo [no individuo no lo define, mejor decir una fracción] de su enjambre había logrado cruzar adentro. ¿Cómo era posible? Daba igual. Lo importante era localizar la llave cuanto antes.