Partida Rol por web

-Oh joder- exclamó Démeter mirando a la aficionada a la astrología. -¡Tienes un alma preciosa! ¡Cuanta fuerza! Me encantas, ojala tuviese tiempo para hablar contigo y hacernos amigas. Pero tengo prisa ¿sabes? No te lo tomes a mal pero no tengo tiempo para ti ahora mismo.- Demeter se encaminó hacia el árbol, dando por zanjado todo el asunto.

Irina estaba simplemente en shock. -¿Pe... pe... pero qué está pasando? ¿Estais drogados los tres?

La chica caminó hasta el árbol, dedicando una sonrisa cada vez que se cruzaba con alguno de los presentes. Cuando alcanzó la planta la miró con una sonrisa un poco triste. "Pronto, solo unos minutos más" le dijo al árbol.  -Llegamos muy pronto- Les dijo a Jesse y Arthur. -Tenemos que aguantar la posición hasta el eclipse.

-Os faltan solo veinte minutos,...  diecinueve- Dijo Paul mirando su reloj de supervivencia. El chico estaba junto al árbol vigilando el fuego y no se cortó en intervenir en la conversación ajena. pacecía hipnotizado por la chica

-Gente, venid, sentaros en torno a la hoguera. Llegados a este punto me da igual un poco todo así que os contare algún secreto que debería callarme.
 

-Es algo sexual?- Preguntó uno de los chicos con tono de broma

-En este mundo todo es un poco sexual, pero no, no van por ahí las cosas. Quiero contaros porque por culpa de unos pocos, la gente habéis perdido el contacto con la magia.- La chica se puso en cuclillas junto a la hoguera y dio un par de golpes a los leños con uno de los palos. Una nube de chispas luminiscentes se elevó hacia el cielo. En el crepúsculo del anochecer, aquello dio a su rostro y figura una iluminación inquietante. La luz del fuego y las sombras jugaron una pequeña ilusión visual. Su rostro y cuerpo parecieron tener una configuración y formas distintas. Mas delgado y huesudo, alargado. Todos se sintieron interesados por ella pero a la vez inquietos. Para Arthur y Jesse estaba claro que la chica, de algún modo había dejado entrever una parte de su verdadera naturaleza, un rápido vistazo tras su disfraz de persona. Para los escépticos debía haber sido una ilusión visual. Pero estaba claro que la historia podría ser muy interesante si empezaba con tanto talento.

Solo Arthur y Jesse parecieron percatarse de que, al ver aquello, Paul se abalanzó sobre su mochila. Con gestos temblorosos  la abrió y sacó su jarrita de metal de supervivencia, un tetrabrick de leche y un paquete de miel. Le ofreció las tres cosas a la chica con reverencia, entre asustado y asombrado.

Al verlas, Démeter sonrió como una niña feliz y agarró al chico, haciéndole que se sentara a su lado, pasó un brazo sobre el hombro ajeno. La tensión en Paul era palpable, parecía debatirse entre "esto es un honor" y "ay dios mio, dios mio ¿es esto real o un sueño?"

Todos los presentes se acercaron. Irina parecía dispuesta a protestar pero Paul le tendió una lata de cerveza con y la animó con una sonrisa y un gesto de "una vez al año no hace daño", o eso intentó, porque era evidente que estaba un poco alterado.

Demerter colocó la jarrita cerca del fuego y la lleno de leche, luego volcó miel dentro y cerro el paquete. Pareció cambiar de opinión lo volvió a abrir y volcó un poco más. Tras cerrarlo de nuevo se chupó los dedos y aclaró su garganta. Estaba lista para contarles algún secreto sobre el mundo y su funcionamiento.

A Jesse le dio un vuelco el corazón cuando las volutas de humo le revelaron la verdadera naturaleza del ser que tenían frente a ellos. Démeter se le reveló como una persona delgada y huesuda. ¿Una vieja? Podía tener sentido. Para él, aquella chica había dejado de ser eso, una chica, para comenzar a convertirse en una especie de espíritu de la naturaleza. Sólo así tendría sentido todo lo que habían presenciado. El control sobre los animales, su sangre que servía como semillas instantáneas para el nacimiento de flores... Y la forma en la que hablaba. Parecía estar tratando de detener algo o a alguien por tal de salvar el mundo así como lo conocían.

- Cuéntanos. - Le dijo a la chica. - Por favor. - Insistió. - Quiero saberlo al fin... 

Jesse quería saber que estaba sucediendo. A que se estaban enfrentado. Quería saber si después de lo que tuviera que pasar, el mundo iba a seguir como hasta ese momento o bien iba a cambiar para siempre. En las últimas horas había presenciado cosas que nunca creyó poder experimentar. Los zarcillos espaciales, el monstruo de basura, el espíritu de la naturaleza... Todo era nuevo para él y estaba convencido de que no había acabado. Lo más gordo estaba por llegar, por lo que quería estar preparado para cuando sucediera lo inevitable.

Le preocupaba que el hombre que había tratado de matarles, el que quedaba con vida al menos, llegar a la cima de la colina y acabara el trabajo. No estaba del todo cómodo allí arriba, sentado frente a Démeter y escuchando una historia que el resto creería un simple cuento aún siendo la verdad más absoluta. Sin embargo, confiaba en Démeter, pues si ella estaba tranquila, no tenía porqué tener miedo. Al menos eso quería creer. No obstante, mantendría siempre un ojo pendiente del camino, por si llegaba el momento, poder salir corriendo como siempre hacía. 

Y sin más, dejó la mente en blanco, esperando que Démeter la llenara de sabiduría.

La simple expresión de Irina fue como un alivio, la cual me hizo soltar una corta y rápida carcajada la cual callé al llevarme mi mano a la boca, mientras Démeter iba camino hacia el árbol, pero luego solo observé como reunía a todos, y cuando dijo aquello sobre la magia alcé una ceja con una gran curiosidad de interés.

Pero una vez aquella luz y las chispas de la fogata tuvieron ese momento para revelar la forma verdadera (o eso suponía yo) de la chica me asombré, observando también como Paul se encontraba algo así como asustado o nervioso de Démeter. Mientras todos se reunían en la fogata, di media vuelta y fui hacia el coche, un poco de música ayudaría a ambientar un poco la historia, ¿No? Y tal vez incluso lucirme.

Cuando logré alcanzar la misma en la parte trasera del coche la saqué de su estuche el cual vi que estaba algo golpeado, pero por suerte la guitarra estaba bien. Suspiré de alivio y allí al lado de la puerta trasera del coche comencé a afinarla rápido, tocando las cuerdas una que otra vez mientras las ajustaba, pero al ya estar listas cerré la puerta y fui en dirección a la fogata. Por suerte no había empezado, así que con delicadeza pasé mis dedos por cada nota, para luego tocar una melodía dulce pero misteriosa, observando a Démeter esperando a que cuente la historia.

Todos se reunieron en torno a la hoguera atentos en mayor o menor medida a lo que Démeter tuviese que decir. A priori solo solo se trataba de que una chica a la que nadie conocía proponía un intercambio de relatos. Aquello algo totalmente pasado de moda, pero todos sintieron algo especial, somo si aquel momento fuese increíblemente especial. Incluso los teléfonos móviles fueron ignorados.

La chica sonrió cuando Arthur volvió con la guitarra y empezó su relato cuando este empezó a tocar.

Al principio no había nada, solo estaba el abismo. Cualquier intento por entenderlo es imposible ya que cualquier concepto como oscuridad o vacío es algo que no se le puede aplicar. El abismo es más oscuro que la oscuridad, es más vacío que la nada, es un anticoncepto.

Entonces llegó el Todo. Una gran explosión de fuerza: Luz, tiempo, espacio, existencia,... Una gran expansión desde un vértice de energía infinita creadora. Océanos que respiran, un sol que  nos calienta con su abrazo, estrellas que bailan y ríen en el cielo,...- Lanzó una mirada a Irina, parecía que quería decirle algo, pero la susodicha no se dio por aludida o no entendió el mensaje.- ...un viento que puede jugar caprichoso entre nuestro pelo o enfadarse y destruir edificios. Ese es nuestro cosmos, un equilibrio entre el Todo y el Abismo, entre creación y destrucción, solo entre ambos tiene sentido la existencia.

Allí donde el todo había colisionado con el abismo, en donde el mundo había comenzado se hallaba un Nexo. Una puerta, o una escalera, o una forma de acceso de algún tipo a través de la cual se podía acceder al Todo. A través de ese Nexo llegaron los primordiales a nuestro mundo. Contemplaron como la vida, en todos los sentidos, se abría paso y evolucionaba: Como emergían montañas, como las nubes se volvían océanos, como las plantas se expandían sobre un terreno inerte llenándolo de vida.

Por desgracia estos primeros seres no se limitaron a observar y disfrutar. Creyéndose superiores por ser los primeros, inculcaron su forma de ver la vida a los demás y al final se proclamaron señores del cosmos. Gracias a su entendimiento de la energía primordial eran mucho más poderosos que todos los que habitaban el mundo: dioses, espíritus, animales, monstruos y los más perdidos de todos, unos monitos que habían decidido caminar a dos patas.

En el punto algido de su reinado controlaban el cosmos desde su ciudad sagrada en la isla de la Atlantida, construida en torno al Nexo. La capital del mundo desde donde trataban de imponer su voluntad a los demás.- Hizo una pausa para mirar a Arthur directamente a los ojos. -No es que fuesen mala gente. Es solo que estaban demasiado ligados al Todo y a la energía primordial. Los pobres solo suelen ver las cosas blancas o negras, no entienden fácilmente que este mundo es una mezcla de grises.

En un triste pero inevitable momento algunos de los primordiales exploradores llegaron a la frontera con el abismo. Conocieron esa fuerza que era todo lo contrario a ellos, pero la cual -a diferencia de los demás- podían entender perfectamente. Abrumados por el descubrimiento e incapaces de aceptar la dualidad del universo ni de vivir en el punto medio del gris, unos pocos de ellos se alinearon con el abismo mientras el resto permanecía fiel al nexo y el supuesto dios creador que había al otro lado.

Mientras los otros seres competían o vivían en armonía motivados por el deseo de tener más territorio, comida, reproducirse, divertirse o cualquier otra pulsión, ellos iniciaron una guerra contra los de su propia especie por saber cual de las dos fuerzas era la más adecuada

Hizo una pausa mirando el fuego. Su expresión transmitía el dolor por los terribles acontecimientos sucedidos. Acontecimientos que no había vivido pero cuyas consecuencias y dolor reverberaban hasta ahora. -Imaginaos que, en una sala de gente donde se está disfrutando un pastel, dos de los comensales empiezan a discutir. No por quien tiene derecho a un trozo más grande, o por si el pastel está bueno o sabe mal, ni siquiera por de que color deberían pintarse las paredes, sino por algo abstracto y ajeno a la tarde de pasteles como si el último decimal del numero Pi es un siete o un ocho. Vosotros pensareis: estás tonta, el numero Pi no termina. Pues eso es lo que deberían haber pensado los demás sobre aquella contienda incomprensible. Pero, por desgracia, los primordiales eran demasiado influyentes y estaban considerados los más sabios entre todos. Así que, aunque nadie salvo ellos entendía de que iba aquel asunto, todos se alinearon con uno de los dos bandos o huyeron lejos de los campos de batalla.

No podéis imaginaros como es una guerra de ese estilo. Seres que comprenden y pueden manipular la esencia de la existencia como el espacio, el tiempo y cualquier otra energía, fuerza, poder o material. Seres que podían blandir armas creadas con el poder de un nexo a través del que rezumaba energía del poder que había creado el universo o con la energía del abismo, anterior al tiempo e infinito en su inexistencia.

La batalla culminó con la destrucción de la Atlantida y del Nexo. El mundo colapsó, a punto de derrumbarse. Aquello fue un cataclismo que lo cambio todo. Las normas que los estudiosos de magia actuales conocen y creen eternas son como son desde ese día. Antes eran de otra manera. De la misma manera, aquel cataclismo fue el origen de la Niebla, una fuerza que dividió la existencia en diferentes realidades superpuestas. La niebla es lo que impide que podáis ver las cosas como son, ya nadie puede ver la realidad en su verdadera existencia. Está todo roto, en muchos pedazos a muchos niveles.

Por eso si alguien hiciese magia delante de vuestras narices estarías obligados a olvidarla.- Démeter se aceleró, como si de repente tuviera prisa. -Por eso no podéis ver otras pequeñas batallas que se suceden día a día. Batallas en las que está en juego cosas como el futuro del Mar y si este sostendrá la vida por más tiempo o la extinguirá. De la misma manera que, quienes vivimos al otro lado, no podemos percibir cosas de vuestro mundo cotidiano sin venir de propio a verlo. Pero, aunque no nos veáis, aunque solo unos pocos sigáis agradeciendo nuestra ayuda...- tomó un trago de la jarra de Paul y le dedicó al chico una sonrisa.-...seguimos estando aquí.

Se levantó de un salto. -¡Y ahora está a punto de empezar un nuevo ciclo!- Señalo a la luna con el dedo.

-El eclipse está a punto de empezar- Gritó Irina sorprendida, rompiendo la magia que flotaba en el ambiente y provocando que todos mirasen en dirección a la luna llena. Un par de ellos con telescopio, otros con unos prismáticos y el esto a simple vista.  Un par de los asistentes miraron a Démeter con cara de querer preguntarle algo o estar conmovidos por su historia, pero por algún motivo decidieron dejarlo correr y aferrarse a lo que conocían: ver un eclipse con los amigos. Alguno hasta se sentía ofendo por la broma del final en la que había insinuado que no era humana.

Solo Paul, Arthur y Jesse se quedaron junto a Démeter, los demás se centraron en el eclipse. Aunque no estaban ni a dos metros, aunque cualquiera de los cuatro podría alcanzarlos con un escupitajo fuerte, parecían estar lejos, como ignorándoles.

La chica soplo la taza para enfriarla un poco y poder tomarse de un trago el resto de su ofrenda de leche con miel sin quemarse la lengua.

-Aquí llega el momento de la verdad. Solo necesito tres minutos de tiempo para traer un poco de orden de vuelta. Si no queréis luchar contra esa cosa lo entenderé.- Les señalaba al golen de contaminación marina, cuya silueta se acercaba desde la zona de los coches. -Ahora mi atención tiene que estar en el ritual.

¡Ya empieza! comentaron emocionados algunos de los asistentes al ver que el disco negro se empezaba a superponer a la superficie brillante de la luna.

Démeter posó la mano derecha sobre el arbol, cerró los ojos y comenzó a temblar. En ese momento el vaivén errático de la entidad se detuvo y miro en dirección al árbol seco. Sus ojos se encendieron con una luz de un color rojizo.

El pobre chico miraba a Demeter, a Arthur y Jesse y a la criatura alternativamente. Podría romperse el cuello de mirar de un lado a otro tan rápido y evidentemente estaba tan perdido como los otros dos. Algo hizo conexión en su cerebro y agarró un palo largo del montón de leña para la hoguera.

- ¡Te ayudaré Démeter! - Dijo Jesse con determinación. - ¡Sólo dime cómo puedo hacerle frente a ese ser!

Aquella historia, aunque no había entendido mucho de ella, le había conmovido. Todo cobraba sentido en su cabeza. Les había descrito como empezó todo y la lucha dualista entre el bien y el mal. Cómo unos habían tomado partida por un bando y otros por el contrario, mucho tiempo atrás.

Tenía la suerte, o la desgracia, de haber conocido la verdad. En cualquier otro momento hubiera interpretado aquella historia como una mera metáfora. Hubiera estado bien y la hubiera escuchado atento, con un poco de weed mejor todavía, pero ahora que conocía la verdad, o más bien comenzaba a intuirla, sabía que tenía que tomar partido y ya había elegido su bando.

Al igual que Paul, agarró una rama al rojo vivo y se plantó de espaldas a Démeter. Debía protegerla a toda costa y si no le respondía a su pregunta de cómo hacerlo, lo haría al estilo de Paul.

- ¡Arthur, coge un palo o algo! - Le ordenó a su amigo.

Escuché atento a la historia de Démeter, confundido por esa mirada que hizo hacia mi a lo cual la miré frunciendo el ceño, pero luego cuando la historia prosiguió y terminó, fue que el eclipse empezó. Irina fue la primera en decirlo, llamando la atención de la mayoría haciendo que miraran dicho eclipse, Démeter comenzaba a hacer cualquier cosa que estuviera haciendo, pero los problemas apenas iban empezando.

De la distancia vimos acercarse aquel monstruo, pero el primero en reaccionar fue Paul, luego Jesse, y entre maldiciones las cuales murmuraba tomé otro palo largo de la fogata. -¡Esto tiene que ser una maldita broma! ¡Paul, Jesse vengan, tenemos que hacer que se tarde en llegar a Démeter, no podemos dejar que se acerque a nosotros!- Luego de dar aquellas ordenes hice dejé con cuidado la guitarra recostada al lado de Démeter, para luego con el palo en la otra mano libre dar media vuelta e ir a dirección del monstruo, haciendole una seña a los otros dos para que me siguieran.

Mientras el monstruo apenas iba acercándose por el camino de tierra yo me mantuve sobre el cesped, a unos metros alejado de los autos y el camino mientras mi corazón latía con rapidez. -Chicos, tengo una idea pero creo que podría salirse de control. El monstruo parece estar hecho de algas, peces muertos y además petroleo, si uno llega a lanzarle uno de los palos se prenderá en fuego, la cosa es que si eso acaso será suficiente para detenerlo.-

- ¡Buena idea Arthur! - Le dijo con sinceridad y le dio una palmada en la espalda. - ¡Podemos intentarlo!

Lo cierto era que s Jesse no de le habría ocurrido aquello ni en cien años, pero tenía mucha lógica. Lo único que le aterraba era el como hacerlo. Tendrían que acercarse a aquel monstruo y ya habían visto lo que había hecho con uno de los matones. No quería correr la misma suerte.

- Lo haremos, pero tenemos que ir con mucho cuidado y ni coger riesgos innecesarios. ¿De acuerdo? - Jesse se puso serio. Posiblemente de ellos dependiera el futuro de la humanidad, pero no por ello quería salir herido o que Arthur o Paul murieran.

De repente les inundó el vértigo. La luz de la luna eran los últimos instantes del viejo ciclo, un ciclo que agonizaba desde hacia horas permitiendo que ocurrieran desastres como el del centro comercial. Simplemente lo sintieron, aquella sensación de final inminente.

► Fangoria - Peligros