Partida Rol por web

Artie seguía ensimismado. Le seguía dando vueltas a la idoneidad de aceptar a aquella mujer. Una mujer a la que sobraba el dinero sin duda, pues los billetes para cinco hasta Shanghai no podían ser baratos. También le preocupaba la idea de que las mujeres eran ya mayoría en aquel grupo y eso siempre podía convertirse en un contratiempo. 

Cierto era que Ofelia era aguerrida, pero Anna era todo lo contrario, aunque evidentemente tenía otras habilidades muy útiles en las circunstancias adecuadas. De ahí que siguiera formando parte de "Tras el Telón". Estaba por ver de qué les iba a servir aquella tal Susan Brady. 

Y luego estaba el tema de Carter. Aquel joven les había acompañado en sus investigaciones durante mucho tiempo. Su muerte había sido dolorosa e inesperada. Les recordaba que se estaban metiendo en asuntos muy serios y que éstos se los podían llevar por delante en cualquier momento. Sin duda la vida era algo efímero que llegaba de forma tan inesperada como en ocasiones de acababa.

Anna aún no tenía del todo claro si habían hecho lo correcto aceptando a aquella mujer en el grupo. Desde luego, con todo lo que había ocurrido seguía teniendo sus sospechas de que era demasiado casual su aparición. En cualquier ya estaba decidido por lo que poco podía hacer a estas alturas.

Con eso en mente, apenas se fijó en lo que ocurría a su alrededor. 

Aquellos hombres y mujeres me echaban miradas furtivas, como si no terminasen de fiarse de mí. En parte podía entenderlo; si lo que me habían contado era más o menos cierto, empezando por la muerte de uno de los suyos, era normal que no acabasen de confiar en alguien que acababan de conocer, aunque por otro lado, a la vista de cómo parecía que actuaban sus enemigos, que también eran los míos, ¿no era más sencillo atacarles directamente que actuar como una especie de Mata-Hari?

En cualquier caso, estaba decidida a ir hasta el final, sola o acompañada, si bien mejor dentro de aquel grupo en el que cada uno parecía tener sus propias habilidades.

Cuando llegamos a la estación, buscamos rápidamente el tren en el que debíamos subir. Estaba todo lleno de gente pero no tuvimos problemas en alcanzarlo y encontrar un compartimento tranquilo.

-Bueno, ya estamos en ruta. Me vendría bien que me pusieran al día, aunque supongo que preferirán esperar a contarme más sobre sus descubrimientos a que me conozcan mejor. Así que empezaré yo.  Perdí el contacto con mi hermano el día en que se fue de expedición con ese Carlyle. Le rogué que no fuera, pero ya había tomado su decisión. Cuando supe de la masacre y la desaparición... -negué con la cabeza, conteniendo las lágrimas -. Yo era muy joven cuando desapareció, pero nunca terminé de creer que hubiese muerto. Cuando recibí un cable de Jackson Elías diciéndome que pensaba que estaba vivo y que intentaría encontrarle... se me despertó la esperanza. Pero desde entonces no he hecho más que esperar y esperar. Tenia que intentar encontrarle yo misma, sobre todo después de la muerte de Jackson. 

- Jackson... - Artie chasqueó la lengua. - El día que murió habíamos quedado con él para que nos contara algo. Interrumpimos la matanza por parte de los cultistas. -Apretó el puño lleno de rabia. - ¡Malditos negros! - Exclamó con ira. Entonces miró a un lado y a otro. Se había dejado llevar. - Acabamos con ellos, pero era ya demasiado tarde para nuestro amigo común. ¿Le contó algo? - Preguntó. - Jackson digo... ¿Alguna carta? ¿Alguna información que no tengamos? 

El traqueteo del tren se convirtió rápidamente en algo regular y constante, de manera que muy pronto dejó de ser perceptible para todos vosotros. Era un viaje corto, pero mientras hablabais, todo parecía avanzar con mayor rapidez.

Además, vuestras conversaciones traían información del caso que tantas preocupaciones os estaban dando, buscando puntos en común y nuevas ideas que os permitieran seguir adelante con confianza.

La noticia de que la señorita Brady había sido contactada por Elías, añadía un nuevo punto a todo lo que conocíais. Artie recordó con amargura y rabia su muerte a manos de aquellos sectarios.

Ahora que ya estábamos más tranquilos, y que de alguna manera habían aceptado que les acompañase, era mucho más sencillo conversar acerca de lo que sabíamos. Yo desde luego conocía muy poco de todo aquello y si había llegado a Londres era solo porque Jackson me había enviado allí. Pero me había unido con mucho retraso a aquel grupo y había más cosas que desconocía de las que sabía.

-Pues... Jackson me envió una carta. No demasiado extensa, pero que al menos me decía algunas cosas.

Estimada señorita Brady:

Supongo que habrá oído hablar de mí o puede que no, pero conozco a tu hermano Jack y conozco bien los problemas en los que se encuentra. Su vida corre peligro y por eso se vio obligado a ocultarse, aunque afortunadamente, sabía acerca de mi trabajo sobre las sectas y me pidió ayuda. No deseo alarmarla, pero estamos luchando contra gente muy peligrosa, dispuesta a todo. 

La expedición Carlyle acabó en desastre pero afortunadamente, su hermano pudo escapar a tiempo para salvarse, antes de que el resto del grupo desapareciera. 

Puedo asegurarle que en estos momentos estoy reuniendo a un equipo de especialistas para ayudarle y acabar con esta gente, responsable de quién sabe cuántas muertes, además de todas las que restan por venir, y cuando eso suceda, su hermano podrá regresar con usted, sin miedo alguno.

Le ruego confíe en mí y me proporcione el tiempo que necesito para solucionarlo todo. No puedo decirle en donde se encuentra en estos momentos por si esta carta cayese en malas manos, pero le aseguro que su vida no corre peligro inmediato.

 

Atentamente, Jackson Elías.

 

P.D.: He hablado con mi editor, Jonathan Kensington para que le mantenga al tanto de nuestras investigaciones. Contacte con él para resolver cualquier duda al respecto.

Tras enseñarle la carta, miré a los demás.

-Cuando me enteré de la muerte de Jackson, llamé al señor Kensington, pero tardé bastante tiempo en hallarle y para entonces, ustedes ya se habían ido a Londres. Por ese motivo fui a su encuentro, aunque... me costó bastante hacerlo. Tuve que hacer gala de toda mi persuasión con un policía de Scotland Yard para que me ayudase. Solo más tarde me fijé en el sobre y no en la carta en sí. Tenía matasellos de Shanghai. Por ese motivo quería viajar allí, solo que... prefería hacerlo con ayuda de ese equipo especial, que supuse eran ustedes.

Escuchó atenta mientras leía esa carta e incluso le pidió permiso para examinarla en cuanto hubo acabado, tratando de descartar que no hubiera ningún código extraño, anagrama o alguna manera de ocultar un segundo mensaje. Si, había devorado cientos de libros de detectives y ahora que mas o menos se había convertido en una, fantaseaba con ese tipo de misterios.

— Eso es, ese grupo debemos de ser nosotros. Aunque la parte de "acabar con ellos" no la tengo muy clara, por el momento no se nos ha dado muy bien la parte de los disparos.. — respondió con algo de amargura recordando los últimos sucesos donde Artie casi muere.

Se le pasó por la cabeza que quizá tuvieran que armarse algo mejor, pero tampoco eran soldados.

— Bueno aún nos queda muchos días de viaje hasta Shanghai, pero deberíamos ir pensando en nuestros próximos pasos. Obviamente ir en busca de ese Bar del Tigre Tambaleante y buscar información acerca de la foto. Quizá sería interesante hacernos con los servicios de algún traductor, pues dudo que ninguno de nosotros hable chino ¿no?

Se la notaba nerviosa, pero los nervios de alguien que está apunto de descubrir algo importante, de viajar a un lugar exótico y al fin y al cabo de cumplir sus sueños mas profundos de convertirse en una gran detective.

Se ajustó el sombrero y dejó escapar una sonrisa a Susan. La verdad que empatizaba con ella y le parecía todo una heroína de un libro, una hermana desesperada buscando a su hermano por todo el mundo.

Asintio ante las palabras de Ofelia-

Salvo que nuestra nueva amiga  sepa mandarín, creo que los de aquí presentes no conocemos el idioma así que, como bien dice Ofelia nuestro primer paso aparte de buscar alojamiento en este lugar, es encontrar un buen traductor. 

- Si... - Asintió Artie. - El idioma es una traba. - Se encogió de hombros. - Supongo que no habrá problema en encontrar un buen intérprete, aunque tendremos que pagarle claro está. Nos puede servir también de guía y... - Miró a Ofelia. - Deberíamos enviarle un mensaje también a la señorita Carlyle. Tenemos que informarle de nuestros pasos y de la marcha a Shangai. - Se mesó la barba centrándose en su nueva compañeros. Era atractiva, eso no podía ponerlo en duda, pero no estaba en esos momentos pensando en su atractivo físico, no únicamente al menos. - ¿Llegó a reunirse con Kengsinton? ¿De que hablaron? - Preguntó interesado.

- Sí… claro… un intérprete… lo necesitaremos… - contestó Warren abstraído. Podía manejarse en unos cuantos idiomas, pero los idiomas asiáticos nunca habían atraído su atención. Tierras lejanas y no tan llamativas como podía ser el antiguo Egipto, cuna de la civilización…

- Sí… habrá que informarla, sí… - seguía bastante absorto mirando por la ventana – Y ese policía amigo suyo de Scotland Yard… ¿es inspector?... – preguntó sin ni siquiera mirar a la señorita Brady, aún con la mirada perdida en el horizonte, que bien podría ser el infinito.

Cuando aquella mujer me pidió la carta para mirarla por sí misma, se la entregué sin problemas, mientras respondía a todas las preguntas que iban haciendo. Parecía que en esos momentos lo importante era conseguir información y estaban ávidos de encontrarla.

Deduje sin demasiado esfuerzo que lo habían pasado mal, aunque ya me habían llegado noticias al respecto.

-Sí, ya me... enteré de la muerte de su compañero. Lo lamento muchísimo -le dije a Ofelia. Después la mujer sugirió hacernos con un traductor cuando llegásemos a Shanghai, y nuestros planes más inmediatos -. Me temo que no sé mandarín, pero Shanghai es un puerto con importantes movimientos de transporte de mercancías por todo el mundo. Seguro que no nos cuesta encontrar a un traductor.

Sin embargo, más allá de aquello, iban dando más detalles acerca de lo que querían hacer. Era evidente que ellos sabían más que yo y eso despertó mi curiosidad.

-¿El Tigre Tambaleante? ¿Qué lugar es ese? ¿Qué foto? -pregunté.

Sin tiempo a que respondieran, el hombre con aspecto de vagabundo me preguntó por Kensington. 

-No, nos vimos. Solo hablamos por teléfono y me dio los detalles que necesitaba para encontrarles. Me temo que no saqué mucho más en claro pero con mi hermano desaparecido, era lo único a lo que podía agarrarme para encontrarlo. Las noticias siempre lo dieron por muerto.

Después, el hombre mayor me preguntó por el policía y yo me eché a reír.

-No, no. Me temo que solo es un detective joven que... estaba un poco impresionado por mí. Pareció comprender mi angustia y accedió a ayudarme a cambio de poder llamarme por teléfono. Casi lo siento un poco por él, pero tenía que reunirme con ustedes y no disponía de tiempo para él. Quizás cuando regrese...

Asintió a Artie.

— Me encargaré de informar a nuestra mecenas, la señorita Carlyle de nuestros pasos. Seguro que estará interesada en saber lo que está sucediendo.

Se anotó algunas cosas en su agenda mientras atendía a las explicaciones de Susan. Decidió hacer oídos sordos ante sus preguntas, ya habría tiempo cuando llegasen, no era necesario compartir todo lo que sabían antes de ello.

El tren continuaba su marcha incesante, con ese traqueteo tan habitual y cada vez más familiar que os hacía moveros en vuestros sitios mientras hablabais distendidamente, cada vez con más confianza entre vosotros y la nueva "adquisición" del grupo.

Sin embargo, en un momento determinado, la máquina pasó por una sucesión de túneles y al entrar en el segundo de ellos... la puerta de vuestro compartimento y dos figuras oscuras saltaron sobre vosotros, mientras un brillo metálico se reflejaba en los cuchillos que ambos esgrimían en sus manos, al mismo tiempo que intentaban clavároslo.

El primero de ellos cayó sobre Artie mientras el segundo lo hacía sobre Warren.

Amparados en la oscuridad de los túneles, que se intercalarían durante cerca de un minuto, y del desconcierto y la sorpresa de un ataque inesperado, era el momento de ver hasta qué punto erais capaces de sobreponeros a a esta nueva amenaza contra vuestra vida.

Ofelia soltó un grito cuando empezó el ataque. Siempre se decía de estar preparada en cualquier momento y en cualquier lugar, pero esos ataques ocurrían siempre de manera inesperada. Rápidamente echó mano de su revolver que tenía en el bolso desparramando todo su contenido por el suelo.

Se quedó apuntando confundida entre la oscuridad del túnel y los movimientos de atacantes y defensores. Finalmente pensó que tenía un tiro certero pero no fue así y el disparó se fue a la pared del compartimento.

— Oh no, son ellos otra vez! La Secta!

- ¡Alto o disparo! - Advirtió Artie sacando su pistola de la funda. 

Acto seguido se escuchó un disparo y un lamento. Sabía cómo se las gastaban aquellos sectarios y no iba a esperar a que a acabaran con él, para responder a las hostilidades.

Sólo esperaba que no fuera el servicio del tren que traía consigo la cubertería para preparar el almuerzo. Aunque estaba convencido de que no, todo podía ser al no poder distinguir bien a aquellos dos hombres debido a la oscuridad del túnel.

Anna no esperaba aquel ataque... y menos en el tren y a plena luz del día. Estaban claro que quien estuviera detrás de todo aquello quería acabar con el grupo a toda costa.

Escuchó dos disparos de armas, y sin saber muy bien si habían logrado herir a alguien o no, Anna intentó dar un inútil golpe con el sectario que creía que estaba luchando contra el doctor Warren. 

Oí las puertas que se abrían y al ver a aquellas dos figuras que no acerté a distinguir, con un cuchillo en sus manos, lancé un grito que resonó por el compartimento, mientras me ponía en pie como podía.

El tren no dejaba de moverse, pero eso no impidió que uno de ellos saltase sobre Artie y otro sobre Warren, oyéndose varios disparos que no acerté a ver hacia dónde o quién se dirigían.

Había muy poco espacio y menos tiempo, por lo qué cogí mi bolso y empecé a buscar mi pistola de pequeño calibre que siempre llevaba conmigo, sobre todo en previsión de que algo así... bueno, no exactamente aquello, pudiera ocurrir.

Sin apenas tiempo para nada, mis dedos se cerraron rápidamente en él, me volví y disparé al bulto que tenía delante de mí, otro de aquellos hombres que nos estaban atacando. Sabía que mi revolver no causaría demasiado daño pero al menos contaba con ayudar a los demás a quitárselos de encima y que no acabasen con nosotros. 

Mientras lo hacía, no pensaba en nada más que coger la pistola y disparar, pero después de hacerlo, mi mente se dio cuenta de que aquello era mucho más peligroso de lo que yo había pensado. Ahora entendía que la muerte de Jackson Elías y la desaparición de mi hermano no era solo algo anecdótico, sino que estábamos tratando con un grupo peligroso.

Warren estaba ensimismado con el paso del paisaje, los túneles, entrar salir… ¡¿Qué?! Se revolvió al sentir como se abalanzaba sobre él el sectario.

- ¡Señorita Brady! – fue en lo primero que pensó. El joven Carter había muerto y ahora venían a por la señorita Brady como se temía en la estación. Sintió el golpe de adrenalina que le impulsó a recordar sus años mozos conectando su puño con el mentón del hombre que había saltado sobre él.