Partida Rol por web

Ofelia había fantaseado desde que había entrado como administrativa en la empresa de Artie con ser una detective privada. Desde pequeña le habían encantado las novelas de misterios, detectives y asesinatos, ahora se sentía que formaba parte de una.

En sus tiempos muertos empezó a escribir una novela corta acerca de una joven y hermosa detective que se veía envuelta en una trama de dimensiones extremas. Obviamente era una historia muy parecida a la que estaban viviendo aunque desde un punto de vista.. algo distorsionado de lo que era la realidad.

[..] la joven Octavia no se amedrentó ante sus ayudantes, hombres mayores que habían dedicado toda su vida a aquello. Ella era nueva, si, pero traía ideas frescas a esos vejestorios y al final estos caían rendidos ante sus grandes planes. [..]

También aprovechó el viaje por darle otra leída a aquel libro de Sectas oscuras de África que habían encontrado en aquel sótano repleto de zombies en Nueva York, en la casa del Juju.

También jugueteaba con el misticismo que desprendían aquellos objetos que recuperaron: la mascara tallada de madera, el bol grabado con runas, el cetro africano, la cinta de metal, el chal de plumas y las garras de león. Un día aburrida incluso se vistió con todo eso, sintiéndose una sacerdotisa vudú. Lo que fuera para generar contenido para su nuevo libro.

El aire del mar le sentó bien a Warren que aprovechó la mayor parte del tiempo para descansar, desconectar su mente de lo ocurrido a la par que le daba tiempo de interiorizar las experiencias vividas, normalizarlas y aprender de ellas.

En algunas de sus idas y venidas acompañó a Artie, tanto por aquello de que no estuvieran a solar por si sufrían un nuevo ataque de la secta, como para aprender del don de palabra que tenía su amigo, algo que le fascinaba y producía mucha envidia, pues él se ponía rojo como un tomate ante la menor mentirijilla y un pequeño tic le asomaba en su ceja izquierda.

En general fue un viaje agradable, sí. Se sentía esperanzado de que las cosas les sonreirían cuando llegaran a Shangai.  

El viaje había sido tranquilo algo que era de agradecer teniendo en cuenta la suerte que tenían a la hora de encontrar problemas -aun tenía reciente el ataque en el tren-. 

En el barco pudieron estar algo relajados, y ese tiempo aprovecharon algunos bien para hablar con la tripulación, bien para escribir (como bien hacía Ofelia) o bien para desconectar un poco y descansar. Anna al menos aprovechó ese tiempo para descansar y entablar conversaciones con alguno de los viajeros del lugar. 

En definitiva, hacer vida normal en un viaje normal y tranquilo. 

Tras el ataque en el tren, el resto del viaje fue casi de puro placer.

Ninguno de nosotros parecía querer hablar de lo que nos esperaba cuando llegásemos, y la brisa marina no invitaba precisamente a rememorar desgracias pasadas, pero era inevitable para mí pensar en mi hermano y en la posibilidad de hallarle, aunque fuese... bueno, prefería omitir aquella parte, más que nada para guardar algo de esperanza.

La mayor parte del viaje la pasé sola, caminando por la cubierta del ferry primero y el barco después. Apenas nos detuvimos en Alejandría, lo justo nada más para entrar en la última parte de nuestro viaje, pero era lo que necesitaba para prepararme. Sí que intenté acercarme un poco más a Ofelia y Anna, pero ignoro si al final de todo, conseguí que viesen algo más de mí que no fuese mi determinación a llegar hasta el final.

Y es que después de todo lo que habían debido pasar, lo que nos esperaba en Shanghai podía ser igual o más peligroso que lo que habíamos dejado atrás. Era difícil confiar en que no hubiese algo que saliese mal.

A la atención de la Señorita Carlyle. Seguimos con la investigación y nuestros pasos nos llevan a Shanghai de las tierras chinas. Ahí tenemos pistas de encontrar a un miembro de la expedición de su hermano. Nos estamos acercando porque estamos siendo vigilados y atacados. En Londres solo encontramos enemigos y nos marchamos. Seguiremos investigando.

Warren miró un poco por encima del hombro de Ofelia mientras preparaba el borrador del telegrama.

- ¿Quizás deberíamos añadir algunos detalles sobre lo que averiguamos en Londres y la muerte del pobre Carter?

- Si, quizás sería interesante mencionar lo de la mansión y la casa de especias. - Corroboró Artie con tono funesto al recordar al joven Carter. - Lo cierto es que nos quedó mucho por descubrir en Londres, pero entre el cerco de Scotland Yard y los malditos sectarios... - Apretó los puños y guardó silencio contando hasta diez para tratar de serenarse. - Puede que tengamos que volver en algún momento... - Afirmó. - Mejor preparados esta vez...

Ofelia añadió lo que comentaban sus compañeros en el telegrama, resumiendolo muy brevemente.

Tras las heridas sufridas en aquel terrible tiroteo, Artie se dio cuenta de lo importante que era tener ciertos conocimientos en primeros auxilios. Si algo les sucedía a sus compañeros y no sabía cómo actuar, no se lo perdonaría. 

Por eso aprovechó parte del tiempo del que dispuso en aquel barco, para aprender algunas cosas básicas sobre vendajes, limpiar heridas y como actuar ante quemaduras. El pobre Ron Scott fue su víctima.

Aquel enfermero que servía abordo de la nave para atender a los pasajeros que en algún momento se pudieran sentir indispuestos, acabó la travesía escondiéndose de Artie. Pues aunque trazaron cierta amistad, Ron tenía mejores cosas que hacer que enseñar primeros auxilios a aquel hombre negado en aquel campo. 

Por suerte acabó fijando algunos nuevos conocimientos y el bueno del enfermero Scott, ganó también algunos puntos en cuanto a esconderse se refería. 

Warren no había perdido detalle de las conversaciones de Artie. Su capacidad para manejar las palabras le fascinaba. Warren sabía entenderlas, pero no usarlas para contar la realidad como a él más le interesaba. Sin duda había mucho que todavía podía aprender de su compañero.