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Sólo quedaba uno en pie, sin embargo, la distancia que lo separaba del grupo principal era bastante grande como para llegar en unos segundos. Aún así, Luusi salió corriendo hacia delante, intentando acercarse lo más posible al enemigo para poder utlizar su arma, esperando, tener más suerte que las dos últimas veces que la había utilizado.

El espíritu del oso lo mantendrá distraido... espero... Pensó mientras se lanzaba a la carrera.

Luusi se acerca al monstruo superviviente y lanza Nube de dagas.

Éste trastabillea por el impacto, pero se mantiene de pie. Deja caer la cerbatana y saca una daga de madera con la que ataca al oso espiritual, pero su ataque pasa a través del mismo sin causar daño alguno.

Adran observó al último de los correpolvos que permanecía en pie y sin pensarselo dos veces se dirigió hacia el

Kavaki hace un movimiento doble para acercarse al último enemigo.

Después de mirar a su ultimo oponente vencido, se da la vuelta y al ver que queda uno en pie, se pone a correr hacia aquella dirección.

Sólo queda uno, y todos los guerreros, más o menos enteros, más o menos heridos, están sumando sus esfuerzos para eliminarlo. Chaedi, repuesta por su hechizo anterior, se incorpora, y lanza a su compañero espiritual contra él, que se encuentra a su lado. Sus órdenes mentales son claras: no debe tener piedad.

Mientras, ella corre hacia donde se van agrupando los demás, puesto que no quiere quedarse descolgada, sola, y a merced de nuevos enemigos.

El ataque del oso espiritual deja al correpolvo al borde de la muerte, pero aún le queda una chispa de vida.

Luusi cogió su arma con fuerza, con ambas manos, y salió corriendo en una carga terrible hacia el último enemigo que quedaba en pie. Era impresionante ver a la maga correr hacia el correpolvo que quedaba, esquivando en el mismo movimiento a su compañero que se encontraba en la trayectoria de su ataque.

Este movimiento lateral, no hizo más que desviarla un poco de su camino, sin embargo, atacó con todas sus fuerzas contra el flanco del bicho.

Luusi carga contra el correpolvo, y su ataque basta para poner fin a la vida del monstruo, que cae fulminado.

Luusi se sacudió el polvo que tenía en la ropa, un poco del suelo, un poco del aire, un poco del correpolvo, y sonrió.

Al fin había acabado.

- ¿Estáis todos bien? - Dijo a sus compañeros de aventura. - ¿Alguien necesita cuidados médicos? -

La chamanesa miró como Luusi se sacudía el polvo de encima, y sonrió con resignación.

-Eso que desprecias es lo que te mantiene viva, amiga mía. -masculló, mientras se arrodillaba, ponía las palmas en el suelo, hundía sus dedos en ese mismo polvo, y cerraba los ojos. Al hacerlo, su compañero, el enorme Oso que había luchado por ella, rugió, se acercó a Chaedi al galope, refregó su testa en la espalda de la mujer, y desapareció.

Un penetrante olor a fruta madura invadió el lugar. Imposible saber si lo había dejado tras de sí la espiritual criatura, o si provenía de la chamanesa, siempre tan peculiar.