Partida Rol por web

Cierra los ojos John, piensa en algo bonito John, algo que impresione a nuestro psiquiatra. Que le deje con la boca abierta. Invéntatelo. Y sonríe John. Muéstrale tu mejor sonrisa.

-Sí, ya me siento mucho mejor, ¿sabe? Era todo una cuestión de actitud... Jajaja. ¿Ve cómo sonrío? Dientes, dientes, que es lo que les jode. Y todo gracias a usted, he recordado que el otro día fuí al bosque, ya sabe, a ver a la abuelita. Jajaja. ¡Pobre vieja! La pobre está más ciega que un murciélago y no se le entiende nada porque siempre se deja los dientes en un vaso de agua por las noches. Así que llego y le digo: Abuelita, abuelita, que ojos más grandes tienes. Jajaja. Uno de mis amigos de los que le he hablado le encantan los ojos de la abuelita. Le encantaban, en realidad. Jajaja. -Aprovecha ahora que está fascinado por tu relato, quítale las gafas, y rompe una de las patillas, agarra a ese viejo loquero capitalista por la corbata, que no se escape demasiado lejos- Pero espere, aún hay más, ¿sabe? Después de que mi amigo se fuese la anciana aún se arrastraba por el suelo,  Abuelita, abuelita, le digo, ¿sabe? Que dientes tan blancos y brillantes tiene usted... ¡Ya no los necesita!

Ahora John, ahora le has dejado con la boca abierta, y está a tu merced, aprieta la corbata hasta cortarle la respiración, y usa tu habilidad para extraerle todas y cada una de esas pequeñas y brillantes piezas de marfil de su boca. Si la patilla de las gafas no es suficiente, rebusca en su escritorio, seguro que hay algo que pueda serte útil. Y quizás tu amigo se ponga muy contento si le arrancas los ojos también. Jajaja. Eso John, hazlo. Limpiate bien antes de irte, y no dejes huellas. Ahora sal y sonríe.

Oh, no, John, esas viejas gafas son una porquería. Creo que deberias de apostar por un plan de retirada estratégico, déjale que se ahogue con su propia corbata.
 

El médico es agarrado por la corbata y John intenta sacarle los dientes con la patilla de sus gafas, pero sin éxito. No es un buen material para eso. Mientras, intenta asfixiar al médico finalmente. Pero mientras el médico se está asfixiando con su propia corbata y forcejea una nueva voz entra en la cabeza de John...

Justo a tiempo.

"Suelta a ese pobre tipo, cariño."

Eso es. Menos mal. Menos mal que no le hemos hecho daño, aunque todo ese montón de chorradas que has dicho... Ay, Jhon, ay. Terminaremos muertos o encerrados. No sé cuál de esas opciones será peor. En fin. Vuelve a sentarte, muy bien, tranquilo. Alísate la ropa. Sí, ajá. Y ahora, las disculpas, a lo mejor conseguimos que no nos lleven directos al maldito manicomio.

- Discúlpeme por favor... ¿Le he hecho daño?  No sé qué me pasa, mi cabeza es una olla de grillos - Y tanto que lo es- No quiero causar mal pero... A veces pierdo el control sobre mis actos.

No hace falta decir más ¿No? El tipo está tosiendo, tratando de recuperar el aliento, se ha alejado de John todo lo que ha podido, y eso seguro va a tener consecuencias, y no buenas.

- Estoy tomando la medicación, pero cuando veo cosas... Algunas cosas que llaman mi atención ¿Sabe? Es como si, como si...

El hombre se aparta bruscamente y respira profundamente, recuperándose.- Usted no está bien, John. Conozco un lugar donde lo tratarán muy bien... tan solo déjeme llevarle.- Dice sonriendo forzadamente. Acto seguido comienza a preparar una jeringuilla.- Le voy a administrar algo para que se calme.- Dice.

... Um. De eso nada, monada. 

Cariño, hora de correr. Sal de aquí. Ahora. Ya. Corre. Vuela. ¡¡Lárgate ya!! 

John apenas si echa una mirada rápida a la jeringa en la mano del psicólogo antes de dar un paso atrás, girarse y darse impulso con las piernas hacia la puerta contra la que casi se empotra, gira el pomo con una mano y sale apresuradamente de la consulta, del piso, del edificio, a la calle, corre, corre, corre pensando qué pasara cuándo el tipo llame a los servicios sanitarios e informe de que hay un tarado suelto. 

Si le hubiera golpeado la cabeza con algún objeto contundente, quizá hubiera ganado tiempo, pero Shiny no era una mentalidad eminentemente violenta como lo podían ser otras, y su primer impulso fue sacar a John del entuerto sin herir (ni matar) a nadie. Suerte para el tipo, o probablemente ya estaría muerto.

John sigue corriendo por la calle, impelido por aquella voz en su cabeza. Sabe que tiene que esconderse porque le van a buscar, no puede volver a casa.

Ok, lanzo.

Antes de que pudiera salir corriendo el psiquiatra le administra a John un tranquilizante con la jeringuilla. Cuando despierta está en una celda acolchada. Dos hombres le están desnudando, seguramente para ponerle el atuendo del psiquiátrico. ¿Lo estaban internando?

"Mierda. Justo dónde no queríamos estar. Aunque es lo más lógico dado la forma en la que nos hemos comportado. Espero que de esta aprendas la lección, cariño: No puedes ir por ahí tratando de arrancarle los dientes de cuajo a tu psicólogo con la patilla de sus gafas. Eso por no hablar del perro y... En fin. 

Ponte cómodo, me da que pasarás aquí muuuucho tiempo. Disfruta tus vacaciones en villa-chalado. En cuanto a nosotras... Cuando estés lo suficientemente medicado y sedado no creo que seas capaz ni de recordar no mearte en los pantalones, así que pásalo bien babeando y mirando al infinito. Ha sido un placer, Jhon. La cosa podría haber terminado peor. O no. 

¿Quién sabe?"

Aquellos señores comienzan a ponerle una camiseta muy chula, la única pega es que es una camiseta con brazos cruzados, es un poco incómoda...