Partida Rol por web

 El disparo se desvió demasiado.

 Apenas podía digerir lo que acababa de pasar. No sólo era el ruido, los gritos, la gente huyendo, era no comprender porque aún no había empezado a correr. Sus piernas no se movían lo suficientemente rápido como para salir de allí, estaba quieto, aparentemente paralizado pero con tal temblor en las manos que no fue capaz de acertar su disparo. Otra vez había presenciado la brutal agresión por parte de una de esas bestias a un humano.

 Era superior a mí.

 Después de disparar me agazapé con la espalda contra el coche. Cerré los ojos con fuerza. Tenía que preparar un nuevo disparo.

 Negué.

 Tienes que hacerlo, y si te cuesta la vida. ¿No es lo correcto?

 Pensar fríamente en el sacrificio ayudaba a evitar que la imagen de T-dog siendo desparramado por todos los sitios se fuese de sus retinas. Le latía el corazón más rápido de lo que debe ser saludable, había fallado un nuevo disparo, sabía que aquellas criaturas venían, y estaban muy cerca. Dependía del resto, no de todos, pues al abrir de nuevo los ojos veía la carrera por la supervivencia de uno de sus camaradas.

 ¡No!

 Sacudí la mano hacia la mujer que corría, sin poder gritarle. Tentado por seguir sus pasos entendía que hacerlo podía ser una muerte mucho peor y una supervivencia vacía y sin honor.

 - Tenemos que lograrlo...tenemos que lograrlo.

 Me susurré luchando contra el terror. Aún estaba allí, tras el coche. Confiando en la suerte.

La cosa se jodió por momentos, por segundos, de reojo el cámara pudo ver como los bichejos cabrones y malnacidos llegaron a la primera línea. Sin contar el hecho de que sus disparos con aquella arma, potente pero inútil en manos de alguien sin entrenamiento no fue de ayuda precisamente. Para colmo, una nave acabó estrellándose delante de sus propios morros. Y aquello fue demasiado para el tenso cámara.

Acabó en el suelo debido al fuerte impacto de la explosión, se incorporó como pudo, pero le supuso un esfuerzo, el arma acabó un tanto lejos, lo que le hizo perder un valioso tiempo en abandonar la nula comodidad del terreno de batalla y estar de nuevo armado. No obstante, aún con los sentidos entumecidos, no coordinó lo suficiente bien.

El miedo le invadió, hasta la última célula, sumado la adrenalina del combate, un combate a muerte, sus reflejos actuaron por él, su mente se bloqueó, y el cuerpo decidió por sí mismo, al igual que su instinto de supervivencia. De sus dedos el arma le resbaló hasta caer al suelo, y retrocedió incapaz de poder controlar su pánico. Sus pies fueron rápidos, demasiado, y en cuestión de segundos abandonó la línea que se había mantenido férreamente durante varios y largos segundo.

El caos nos pasa factura, y soy capaz de ver cómo uno de os nuestros cae fulminante tras la carga de uno de los sectoides. También las naves atacan en un momento inesperado que hace que tenga que cubrirme la cara durante unos segundos para poder ver de nuevo, momento en que me percato del éxito del brazalete.

Aún así, no tengo tiempo para celebrar esa pequeña victoria personal mientras los compañeros caen, huyen y vemos como más sectoides vienen hacia nosotros después de haber sido conscientes de lo que pueden hacer con un cuerpo humano.

Cojo aire y no dudo. Quizás con más valentía y seguridad al ver que pueden caer víctima de sus propias armas, vuelvo a levantar el brazalete y apunto para conseguir dar a los dos sectoides que vienen a la carrera. Es difícil por estarse moviendo, pero antes lo conseguí, así que puedo hacerlo de nuevo.

Algunos gritan, otros emiten ruidos casi animales, pero yo no, yo me limito a cerrar la boca, concentrarme y disparar un nuevo haz a partir del brazalete.

Oh Dios mío- Pienso incorporándome sobre los brazos para ver la bola de fuego azul que casi nos aniquila.

Voy a recuperar mi arma pero al recordar que está atascada la dejo donde está, hay muchos enemigos cerca y no puedo permitirme perder ni un minuto peleando con el arma. En vez de eso recupero el fusil que había abandonado unos momentos antes. 

Puedo ver de reojo como Lau sale corriendo, y hace bien, esto solo puede acabar mal. De no haberme resignado a la muerte hace tiempo posiblemente le imitaría, pero no es el caso.

Soplo para apartar un mechón de pelo rebelde mientras apunto con el fusil a traves de las llamas a una sombra que se mueve y disparo sin pensar demasiado. El disparo da en el blanco, aunque dudo que sea suficiente para acabar con una de esas criaturas.

El suelo retumba con el fogonazo azul y mis piernas se tambalean por un instante  con los ojos abiertos en expresión de miedo. Tras abatir aquél sectoide atravesando el coche me giro de nuevo hacia adelante, mientras noto de reojo a Jakie moverse, a Jon apuntando...  y delante nuestro siguen avanzando cada vez más cerca, con los cadáveres sectoides a sus patas. Mis brazos levantan el arma hacia ellos, como un autómata. *que estoy... haciendo aquí?...

El pánico se apodera de muchos, pero a mi las explosiones  me hacen saltar de la realidad. Tras la última explosión casi rozando nuestras filas, sólo logro oír mi respiración con un pitido de fondo. Como si todo se moviese a cámara lenta, solo hay destrucción, fuego y muerte. Mi mente no logra formular pensamientos, es todo fugaz y mortal, con un sectoide en el punto de mira, sólo puedo seguir disparando. Con la boca abierta y la expresión congelada, el instinto me hace apretar el gatillo. 
 

Tan concentrada estaba en llenar de balas el cargador, que ni siquiera fue consciente del bombardeo hasta que el suelo retumbo y los fogonazos azules iluminaron la batalla en mitad del caos. Boquiabierta observo toda aquella destrucción, hasta que tras la explosión distinguió la silueta de un alien que no había detenido su carrera, por lo que de forma casi instintiva y sin pararse a pensar lo que le sucedería segundos mas tarde, levanto el arma una vez mas y disparo una vez tras otra contra el implacable ser.

Cada vez resultaba mas difícil de detectar si había tenido o no éxito en sus ataques, pero estaba casi segura de que uno de los proyectiles había golpeado el torso del alien, aunque no parecía haber sido suficiente. Su mente le repetía que siguiese disparando y recargando, que no se detuviese ni un solo segundo porque si lo hacia, si pensaba durante mas de un instante lo que estaba haciendo, colapsaría y sería incapaz de hacer otra cosa que gritar y llorar.

Joder- Protesto cuando veo la nave descendiendo contra nosotros, poco más puedo hacer salvo tragar saliva. La explosión me lanza contra el vehículo.

¿Estoy vivo! -Pienso tocándome las piernas y el torso para comprobar que estoy entero. Me toca buscar las gafas antes de recoger la escopeta e incorporarme. La cosa está jodida, parecía que lo teníamos controlado y de repente...  ¿Como se han torcido tanto las cosas? 

El instinto de autoconservación me pide salir por patas, pero la parte racional de mi cerebro me indica que no hay escapatoria posible, esta es una batalla a todo o nada, no hay escapatoria posible. Esa verdad me hace permanecer en el sitio, levantar la escopeta y disparar contra otro alienígena, dándole de lleno. -Mientras haya vida, hay esperanza.

La bola de fuego me hace entrecerrar los ojos y cubrirme la cara mientras noto como sube la temperatura. -Au au au au au. Eso ha estado cerca.

Pues vaya - Comento al ver al cámara corriendo. Parece que Lau es rápido para todo, incluso para salir por piernas- ¡Hombres! Despues dirán del sexo débil.  Por suerte su ejemplo no cunde; Manolito gafotas y la momia pelirroja se mantienen firmes en su sitio, incluso la salchicha peleona sigue en su sitio!!! - Flipante.

Les admiro mucho por seguir en primera línea, serán recordados cómo héroes. Pero yo aprecio demasiado mi pellejo, prefiero seguir tras ellos, es más saludable. Con una espada tampoco es que haya mucho que pueda hacer mientras no se acerquen, de modo que lanzo mi último coctel por encima de Tim. Más que darle a algún alien lo que espero es que el fuego disuada a los alienígenas de acercarse a mis escudos humanos. 

                                                                                    Resumen del cuarto turno

Lau, atemorizado por la explosion retrocede hacia el interior del centro comercial.

Chapman dispara una ráfaga contra uno de los sectoides más cercanos, la criatura que ya estaba muy malherida acaba desplomándose muerta. 

Uno de los sectoides carga contra Tim, el técnico recibe un zarpazo rápido de la criatura que desgarra su ropa y le abre dos surcos sangrientos en el pecho y en la cara, aunque no demasido profundos.

La anciana de pelo blanco dispara contra uno de los sectoides hiriéndolo de gravedad aunque no lo suficiente para que el alien detenga su avance.

Uno de los sectoides avanza para plantarse ante Cass y Austin, la bestia lanza un zarpazo contra Cass que podría haberla matado pero la chica tatuada consigue esquivar lo peor del golpe, llevándose tan solo un rasguño.

Tuco, un varón a quien pocos en el grupo conocen, pero que viste con las identificativas prendas de algún centro penitenciario cercano, dispara sobre el alien que ataca a Tim, causándole una fea herida y atrayendo la ateción de la criatura.

Tim se defiende disparándole al alien agresor casi a bocajarro, pero los nervios le hacen fallar.

Austin dispara su brazalete contra la criatura que tiene encima, la mísma que acaba de atacar a Cass. El disparo acierta de lleno en ella, la criatura gruñe de dolor y sacude la cabeza aturdida, pero por lo visto este sectoide tiene la cabeza más dura que el anterior y lejos de perder el sentido se encara hacia su agresor olvidándose de la chica tatuada.

Cass aprovecha que la criatura se gira hacia Austin para pegarle un tiro por la espalda. El sectoide ya ha recibido lo que no está escrito y sin embargo sigue en pie, resistiéndose a morir.   

La mujer asiática de mediana edad, junto a su marido, hiere a uno de los pocos aliens que amenaza su posición. 

Lin lanza un coctel molotov cuyo estallido está apunto de afectar a Tim, sin embargo el único afectado por el fuego es la criatura que queda envuelta en llamas y al borde de la muerte.

El coronel realiza dos disparos de pistola sobre un sectoide ya herido, acabando con su vida.

Etain realiza dos disparos sobre el alien que acosa a Tim. La criatura está muy castigada por varios disparos y envuelta en llamas por el coctel molotov posiblemente habría muerto igualmente pero son los disparos de la pelirroja los que acaban con su agonía. 

David, una vez más, hace un señor disparo con la escopeta que causa una carnicería en el pecho del sectoide más cercano dejándolo al borde de la muerte. 

Emma, otra de las que dan miedo con un arma en las manos, localiza el alien más cercano y con una ráfaga acaba con la vida del alien que acosaba a Austin y Cass. No satisfecha, dispara una nueva ráfaga dejando a otro alien medio muerto. 

Sam dispara una ráfaga contra uno de los aliens, hiriendo a la criatura.  

Vincent efectúa un disparo que no consigue acertar al objetivo.

 5º Turno.

Lau y Becca son los únicos en abandonar la línea de defensores, si algunos más les hubieran imitado el pánico se habría extendido por toda la línea pero no es el caso. La mayoría permanecéis firmes en vuestros puestos combatiendo a los aliens con determinación, masacrando implacablemente a la mayoría de ellos. 

El combate está prácticamente está ganado, de los cinco sectoides que quedan con vida, uno está fuera de combate y los otro cuatro presentan heridas de distinta consideración pero no es buena idea subestimar a los sectoides. Los que quedan están ya prácticamente sobre vosotros, vivir o morir puede depender de lo rápido que se actúe.  

El pánico irracional te hace correr hacia el interior del centro comercial abandonando el combate, la hija de Hank va detrás de ti. En ese momento parece que todos van a salir corriendo, es lo más lógico, pero no puedes saber que solo tu y la hija de Hank estáis abandonado la lucha. En ese momento no piensas ni en Jon, ni en Tim ni en Emma ni en todos los que se quedan atrás.

Corriendo por allí dentro acabas calmándote un poco y es entonces cuando ves a un soldado parcialmente carbonizado, le ha alcanzado un disparo de plasma, no es que sea especialmente llamativo de no ser porque el hombre ha protegido con su cuerpo lo que parece un proyectil casero, alargado y de un tamaño considerable. Por un walkie en su pecho se escucha la voz de uno de los hombres de confianza de McKnight.

-¡Trevor! Trevor!  Responde joder. Esa pájaro nos está dando por el culo. Necesito que subas al tejado…  mierda… ¡TREVOR!  Responde joder.    

Cuando me di cuenta, un sectoide estaba tan cerca mío que no tendría tiempo a reaccionar, se me heló la sangre viéndome muerta, pero entonces una ráfaga desde mi derecha abatió al condenado alien. Al girarme, veo como Chapman es quien destruye la vida del sectoide. Nos cruzamos miradas por un instante, y su firmeza y seriedad me recordó que esto no se acababa todavía. Con toda la maña que pude, abatí al que tenía Austin sobre él, y sin dejar de disparar herí a otro más, sabiendo que a punto estaba de quedarme sin balas.

*Que que haces aquí...? - me decía una voz en mi interior. - Todos luchan, todos están tratando lo mejor que pueden.- Apenas quedan sectoides a la vista, pero la lucha continúa. - arriesgan sus vidas aquí por ganar esta guerra - Totalmente seria y apretando los dientes, cambio a modo disparo y me preparo para apuntar a otro sectoide que tenemos casi encima - Y yo estoy aquí arriesgando la mia... - y aprieto el gatillo. 

*...PARA ACABAR CON ELLOS Y QUE SOBREVIVAMOS UN DÍA MÁS.

El pánico, el terror, se convirtió en el amo y señor absoluto del cuerpo lleno de cicatrices y tatuajes del cámara, hasta la última de sus células estuvo a sus órdenes. La tan angustiosa como desesperada carrera le llevó hasta la falsa seguridad del centro comercial, dejó así atrás los ruidosos e incesantes disparos, explosiones por doquier, y gritos de dolor y miedo con la esperanza de dejar atrás también la muerte. Quiso alejarse todo lo posible.

Ya dentro, la agitada respiración empezó a recuperar el ritmo normal, no obstante, el frenético galope desbocado de su corazón amenazó en cada instante con salir por la boca hasta escupirlo. Su labio inferior empezó a temblar, al igual que sus manos, y su atención se fijó en ellas.  – Maldita seas Lau, maldito seas puto cobarde. Otra vez lo has hecho, otra vez los has dejado atrás. Casi estuvieron a punto de pringarla, Jon y Emma, y ahora morirán por tu culpa, por haber huído como un jodido, maldito, y desgraciado cobarde. – Masculló para sí mismo con desprecio, con odio a su persona.

En su mente, hubo una discusión entre sus dos partes, divididas, la primera quiso continuar en el frente, al igual que los demás. La otra, le gritó que huyese, que moriría si no abandonaba el campo de batalla, él no tenía entrenamiento de soldado, ni nada semejante. - ¿Y ahora qué? ¿A dónde crees que vas a ir? Vas a morir de todas formas, al igual que todos. No hay salida, lo sabes, y aun así…has huido en lugar de luchar. Puto cobarde. – Y volvió a la carga, con su machaque, un modo de castigarse al sentirse culpable de dejar a sus colegas, las mismas personas que días atrás les confesó que eran lo más parecido a una familia.

Y de pronto, una voz con tono de desesperación, aquello provocó que Lau abandonase su tortura autoimpuesta para fijarse en el origen. Y entonces lo vio. Un cuerpo….que le hizo revolver las dichosas tripas. La expresión en su rostro fue de asco y no fue capaz de retener una arcada. Pero dejó eso atrás rápidamente y se acercó al aparato, un walkie talkie que no dudó en coger. De soslayo se fijó en lo que el militar, o los restos de él, guardó celosamente. Pareció importante.

Pulsó el botón. Un nudo se formó en su garganta reseca, y el sudor empañó su frente hasta que algunas gotas recorrieron su cara hasta precipitarse de forma lenta hasta el suelo. – Aquí Lau. Trevor está muerto. Tiene algo en sus manos, parece jodidamente importante. Un proyectil grande, alargado. ¿Qué mierdas hago con él? ¿Lo subo al tejado? Cambio. -  La voz del chico no sonó con total convicción, sin embargo, mejor eso que nada. Al menos esperó remendar su…carencia por continuar una guerra perdida.

Dejó de mantener el dichoso botón, y con ansiedad, se puso a esperar una respuesta, mientras, sus ojos se depositaron en su inexistente soledad, otra persona decidió hacer lo mismo que él. La hija del viejo. A simple viste, tan asustada como él. Evidentemente no la juzgaría ya que el joven, no sería el más indicado, más bien todo lo contrario. Todo lo contrario.

A Etain casi se le cayó el arma al suelo al ver como el alien hería al tipo de barba a una velocidad de vértigo, justo antes de que las llamas lo rodearan. Afortunadamente, no parecía demasiado grave y se recompuso lo mejor que pudo, para descargar tres disparos sobre la criatura, haciéndola caer finalmente incapaz de recibir tanto castigo. No hubo tiempo para felicitarse, pues entre el fuego podía distinguir la silueta de otro ser a la carga muy cerca de su posición.

Era muy consciente de que a su izquierda la lucha era encarnizada y que el enemigo había llegado al cuerpo a cuerpo, aunque aun no sabia muy bien como de mala era la situación, y aunque estaba deseando girarse a ayudar disparando a cualquiera que tuviera a la vista, antes debían acabar con la amenaza mas próxima.

Respirando profundamente, intentando ignorar los profundos olores a queroseno quemado y ozono, volvió a disparar dándose cuenta de lo doloridos que tenia los brazos a causa de las brutales sacudidas que daba el arma cada vez que apretaba el gatillo. Y tal vez por el cansancio, el humo o quizá porque era la primera vez que usaba una pistola, en aquella ocasión no logró alcanzar al blanco ni una sola vez.

Mientras me preparaba para disparar el sectoide se plantó delante de mis narices no me dio tiempo ni a gritar porque lanzó dos zarpazos que me dan el pecho y en la cara, ¡arghhhhhh!, no puedo evitar dar un alarido mientras hinco la rodilla, con la mano que no porta el arma me toco el pecho y al separarla veo que está toda roja, se me nubla momentáneamente la vista y los segundos parecen transcurrir muy lentamente.

Pierdo un poco la noción de qué está ocurriendo, algo mareado disparo a bocajarro pero fallo estrepitosamente nervioso y aturdido por el golpe, alguien lanza un coctel molotov que prende en llamas al sectoide que chilla inhumanente y el calor me inunda, caigo de culo en el suelo para contemplar como alguien acaba con él. Se tambalea y cae, por suerte no encima de mí.

Desde el suelo me toco la cara y noto también sangre, he tenido bastante y salgo pitando como hizo Lau (a 90E), chico listo.