Partida Rol por web

Había visto como la criatura se venía sobre nosotros y por un segundo mi corazón se detuvo completamente presa del miedo, iba a morir, estaba segura de eso pero mi cuerpo parecía no estar de acuerdo y había esquivado gran parte del golpe llevándome simplemente un rasguño, y podía sentir mi corazón intentando salir de mi pecho de una manera casi dolorosa y el pequeño temblor constante que recorría mi cuerpo, algunas lagrimas se habían acumulado en mis ojos y pestañearía un par de veces para que dejaran de molestarme, miraría a Austin y luego a Emma -Gracias..- Alcanzo a ver de reojo como alguien sale corriendo recordando que aun seguía en el campo de batalla y mi amada compañera de guerra no estaba haciendo mucho por ayudarme y aun tenía la escopeta, pero quizás teniendo tan cerca a las criaturas del infierno no era buena idea experimentar el si podría llegar a usar una, mientras intentaba decidir si usar la escopeta era buena idea o no, ya que la alternativa era divagar sobre un alien casi me hace puré o salir corriendo tan rápido como pudiera , apuntaría al Alien que estaba sobre Vincent y dispararía dos veces errando ambos tiros "Definitivamente, probar suerte no viene de mas"  Chasqueando la lengua guardaría mi arma y tomaría la escopeta que una vez había pertenecido a Bryan "Como le estará yendo a David, esta muy lejos para verlo y no puedo permitirme el distraerme tanto

Parece que viviremos para contarlo un día más. La mayoría de los aliens han caído aunque está por ver que pasa con la nave halcón.

Lau  ha salido corriendo y Tim parece que va a imitarle.  

Alejo de mi mente pensamientos que no llevan a ningún sitio y me centro en lo que sí puedo hacer, acabar con alguno de los aliens que quedan. Uno de ellos avanza justamente por el lado contrario de mi coche. Si esa cosa alcanza a los civiles que están ahí, pueden darse por muertos, de modo que apoyo el pie en la rueda y me encaramo sobre el capó del coche para asegurar el disparo, antes de dispararle con la esperanza de que sea suficiente para matar a la criatura.  

Oh Dios!, que poco ha faltado-  Pienso al ver al amigo gordo de Lau seguir vivo tras medirse con el sectoide, algo que no todos pueden contar. Despues sale corriendo, no le culpo.

Con el fusil bien agarrado disparo una ráfaga con aquella arma tan incómoda para mi, que sin embargo causa un daño enorme al alien. Estoy segura de haberlo matado.

Bien. Uno menos. - Pienso mirando a mi alrededor buscando algún nuevo objetivo pero me sorprendo al comprobar que la batalla prácticamente ha terminado. Los cadáveres de los aliens adornan toda la avenida. Aún se escuchan algunos tiros pero... joder...  ¿Hemos ganado?  

La salchicha peleona no tarda en salir corriendo- Ya me extrañaba - Pienso cuando pasa por mi lado.

Desenvaino la espada con calma y caminando sin prisa avanzo hacia el alien que hay frente a nosotros. Le está cayendo la del pulpo, posiblemente para cuando llegue a su lado ya esté muerto o se haya ensañado con alguno de los de delante, pero quizás aún pueda quedar bien y todo rematando al alien.

La radio tarda unos segundos en responder – ¿Lau? -Se percibe la confusión, aunque el pragmatismo se impone y el militar no se anda con preguntas innecesarias.  –Si. No hay tiempo que perder, agarra el proyectil y sube al tejado mientras te voy contando. ¡Rápido! – Te apremia.

Está bien, escucha, lo que tienes en manos son dos kilos y medio de c4 y restos de metal alienígena que harán a modo de metralla. Es la única posibilidad que tenemos de derribar esa puñetera nave. Es demasiado rápida para atinarle en vuelo, nuestra única posibilidad es esperar a que vuelva a hacer otra pasada rasante como la de hace un momento y entonces le disparamos. No hay otra.

El ascenso a la sexta planta del centro comercial se produce sin contratiempos. Varios conocidos restaurantes de comida rápida y cafeterías al aire libre ocupan la última planta. Entre los escombros de un Starbuks hay tres soldados muertos junto a un mortero, del edificio no queda nada. Un mortero no parece la pieza de artillería más adecuada para derribar una nave, pero es lo que hay.  En edificios colindantes puedes ver a otros soldados preparándose para cuando la nave vuelva a pasar.

Al acercarte al mortero compruebas que uno de los soldados aún se mueve.

Joder, por fin llegan los refuerzos- Dice la chica reclinada contra un trozo de pared. Tiene feas quemaduras en sus piernas, tela y carne han formado un todo al fundirse en algunas partes. – Tendrás que encargarte tú. Encara bien el mortero, hacia la calle. Espera a que la nave descienda y entonces dejas caer el proyectil en el interior de tubo. Así, con esa parte hacia abajo. Va a ser jodido para atinarle. El proyectil tarda tres segundos en hacer ignición y la nave pasará muy rápido. No te pongas nervioso cuando veas venir la nave y calcula bien. No es por meterte presión, pero todo está en tus manos.

 No todo había acabado, aún podían presentar batalla, y aunque algunos de los suyos huían, muchos más se resistían. Sólo aquel ejemplo de temeridad o valentía conseguía que siguiesen unidos y con la sensación de poder ganar. La victoria, por otra parte, era una conquista nimia, mas una victoria al fin y al cabo, pues acababan de perder a personas importantes, cada uno de los humanos ahora contaba más que nunca.

 Con el semblante serio y tenso por el pavor, el profesor se retiró ligeramente para apartarse del alienígena que estaba a punto de hacer contacto con él. Esta era su mejor oportunidad para dispararle a bocajarro y librarse de él de una vez por todas. Había fallado un montón de disparos, y aunque eso no mellaba su espíritu combativo si que hacía que no las tuviera todas consigo. No era un soldado, un guerrero, pero jamás fue una personal servil, ni esclava del poder, sino, todo lo contrario.

 - No os rindáis ahora, solo un poco más. - lo hubiese gritado, pero con el enemigo tan cerca de su posición, su instinto de supervivencia compensaba con creces su aparente necesidad de alentar a los demás. Estaban suficientemente convencidos, lo notaba en sus acciones, en que, cómo él, no se habían rendido al miedo o el hostigamiento.

  Cuando los abusones quieran que te rindas, entonces, mira sus ojos y niega en rotundo. Eres la dueña de tu destino.

 No hacía tanto de aquellas palabras. Palabras por las que luchar, recuerdos por los que vivir.

 Come plomo.

 Quizás por la necesidad de acertar, por la proximidad o porque se jugaba no sólo su vida sino la de las personas a su lado, el disparo le pareció preciso y potente.

 A pesar de todo, debía retroceder, no podía hacerles frente cara a cara, sin protecciones, sin armadura, sin métodos naturales de defensa frente a un depredador así. 

 Sobrevive.

 Masculló para sí, sin aliento, mientras apretaba el ceño evitando a duras penas el miedo y la tensión. La adrenalina le colocaba en un estado de trance peligroso pero la razón le repetía una y otra vez que lo más sensato era correr. El instinto tenía el mismo discurso, era tan dificil no ceder...

La situación es absolutamente una locura, y el momento en que el sectoide se gira hacia mi a apenas un metro de distancia hace que sepa que voy a morir. Afortunadamente unos disparos que vienen de mi derecha consiguen abatirlo, y no puedo evitar ahogar un suspiro de alivio. Cuando todo termine ya se lo agradeceré a quien haya sido, pero ahora no es el momento. Con esa idea en mente vuelvo a alzar el brazalete buscando un nuevo objetivo sobre el que disparar y que, con un poco de suerte, consiga aturdir como al otro sectoide. Pero por más que apunto, no veo ningún objetivo claro. Disparar contra el de la derecha, probablemente provocase daño a la señora mayorde mi derecha, o quizás a Emma o Jon si el sectoide se acerca lo suficiente. Y contra el de la izquierda directamente disparar sería un error porque hay varias personas en medio. Frustrado bajo el brazalete y entonces veo al sectoide que aturdí aún en el suelo, una oportunidad como esa no la podemos desperdiciar, puede suponer un gran cambio. No sé de dónde saco el valor suficiente, pero bajo el brazalete y echo a correr por detrás del coche para tomar el arma del chico que murió para tomar su arma y después dejar encañonado al sectoide aturdido. Si podemos capturarlo vivo... podríamos desvelar muchos misterios, tanto de su tecnología como de su fisonomía, podríamos descubrir puntos débiles, e incluso podríamos encontrar algún componente químico inócuo para nosotros y letal para ellos. Es vital, y si el sectoide se levanta y no me da tiempo a apretar el gatillo... Al menos lo habré intentado.

Iniciativas

                                                                                    Resumen del quinto turno

Tim ante la visión de la muerte y la proximidad de los aliens retrocede hacia el centro comercial. 

Vincent no es rival cuarpo a cuerpo para un sectoide, pero el profesor es más rápido adelántandose a un zarpazo que habría sido mortal de necesidad. El disparo de su rifle mata al sectoide, la criatura aún tarda algunos segundos en darse cuenta y el profesor retrocede algunos pasos por precaución.

El fuego combinado de la mujer de pelo blanco y la chica ucraniana abaten a otro de los sectoides.

Etain realiza tres disparos consecutivos aunque esta vez la recién llegada al grupo no consigue acertar al objetivo.

Los disparos de Hanna, la chica que llegó de Williamsport con el grupo de las Apalaches, mata a uno de los últimos aliens que quedan con vida.

La distancia y la falta de línea de visión impide al coronel acabar con la vida del último alien que queda. La suerte, en este caso mala, se confabula para que nadie consiga detener a la escurridiza criatura mientras avanza. William le acierta con un disparo que podría haberla matado, sin embargo apenas le causa daño. David se sube sobre un vehículo y le dispara a bocajarro, la escopeta suele causar grandes destrozos en sus objetivos pero esta vez es insuficiente para acabar con el alien que, furioso, se encara hacia su agresor.

Cass iba a disparar, pero su objetivo cae abatido por Vincent. La chica tatuada no encuentra más objetivos a la vista, por lo que baja el arma, dando el combate por terminado. Casi mejor, pues así no alcanza a ver cómo el alien que queda mata a David. La criatura se lanza sobre el vehículo al que ha subido David, el mecánico llega a esquivar un primer zarpazo del sectoide, no así el segundo que lo lanza por los aires dando vueltas sobre sí mismo. El mecánico aterriza muerto, su brazo izquierdo y parte del hombro aterrizan unos metros más allá. El sectoide emite un gruñido triunfal desde lo alto del vehículo.

Emma le pone punto final al combate, la distancia es grande, pero el sectoide encima del vehículo es claramente visible. Un disparo es suficiente para acabar con la criatura.

Las armas finalmente callan, la calle está pavimentada con los cadáveres de los sectoides. Meses de penurias, dolor y resentimiento acumulado se liberan en un grito visceral que escapa de las gargantas de los defensores en el que hay más rabia contenida que sentimiento de victoria.

Alguno dispara al aire, otros patean los cadáveres liberando meses de frustración, entre el grupo de personas que estaban cerca de Austin son varios quienes han visto lo ocurrido con el sectoide que cayó inconsciente. Con la muerte en la mirada un grupo se acerca dispuesto a matar a la criatura de la forma más cruenta posible.   

De las calles aledañas aún se escuchan algunos disparos, aunque cada vez son menos. Lo único que no parece tener solución es la nave halcón que vuelve a colocarse preparándose para hacer una nueva pasada rasante sobre vosotros.

Nota del Director.

Las líneas de arriba es una narración perdida durante el proceso de corta y pega. La acabo de poner al darme cuenta del error. Disculpad por el fallo.

¡A los vehículos! Preparad la partida. Cuando comprueben que sus sectos están muertos enviarán muchos más y esta vez acompañados por algún behemoth.  

McKnight, ajeno al alborozo general camina taponándose la herida que le produjo el sectoide con una mano mientras con la otra sujeta un walkie pegado a la oreja. Blackburn, no podremos escapar si no derribáis ese pájaro.

Estamos en ello…

La escueta respuesta se escucha por el walkie. Proféticamente la nave vuelve a colocarse preparándose para hacer una nueva pasada rasante sobre vosotros.   

¿Estáis en ello? ¿Que mierda de respuesta es esa?  

Em, señor, no conseguimos atinarle en vuelo, es demasiado ágil, pero sabemos por dónde va a pasar. Hay que dejar que la nave haga una nueva pasada rasante sobre vuestra posición, esta vez la estaremos esperando, nos hemos posicionado para tirarle con todo cuando pase sobre vosotros.

Joder -Dice a modo de resignada respuesta, viendo como la nave se acerca inclinando el morro y descendiendo mientras empieza a disparar bolas azules en vuestra dirección.   

Habíamos ganado, sobrevivimos, algunas bajas pero sobrevivimos. Buscaría la cabeza de David entre la de todos, en verdad quería abrazarlo, un sectoide había estado muy cerca de matarme si no fuera por la suerte y aparentemente algún buen reflejo por mi parte, y al no verlo miraría hacia el centro comercial -¿Donde estas David?- "El no correría lo sabes"  Lentamente y aguantando un poco la respiración lo buscaría entre los cuerpos, entre los Sectroides y los nuestros hasta que finalmente lo vería. -No.. por favor no...- Olvidándome de la nave enemiga, correría hacia el "Puede estar..Puede estar vivo.. No puede estar muerto.."  Me abrazaría a mi misma llorando, y temblando hasta no poder sostener mi cuerpo y caer de rodillas.

Todo sucede cómo a cámara lenta. El alien corriendo hacia la gente, los disparos que no consiguen frenarlo, David subiéndose al coche para intentar salvar a la pareja asiática….  -Quédate quieto, ¡Insensato!

Voy moviendo el arma para apuntar pero por mucho que quiera parece que mis brazos no se mueven lo suficientemente rápido para impedir que el alien ataque a David y con un bestial golpe acabe con su vida.  -Dios – Digo al ver caer su cuerpo en dos partes. Para no ser creyente parece que últimamente no se decir otra cosa. Ni siquiera llego a tiempo para vengar su muerte, un francotirador anónimo a mis espaldas acaba con la vida del alien.

Bajo la inútil arma y miro apenada el cadáver de David. Recuerdo como si fuera ayer la discusión en la que le dije “David ese buen corazón tuyo, ese ímpetu de querer ayudar a todo el mundo acabará costándote la vida” Discutí mil veces con él por ese afán quijotesco que tenía de querer salvar a todo el mundo.

¡Tenías que hacerte el héroe!- Le recrimino mentalmente.  Si solo se hubiera estado quieto posiblemente el alien habría pasado de él y se hubiera cargado a alguno de los chinos. Pero no, David no era así, él tenía que intentar salvar a todo el mundo. Ahora está muerto y quienes sufrimos somos los que quedamos atrás. Noto la bilis en la garganta.

El cementerio está lleno de valientes, pero tener razón no me hace sentir mejor, más bien al contrario.  Mi mente trabaja a toda prisa en buscar la mejor forma para darle la noticia a Cass pero el problema se resuelve solo cuando la chica surge de entre la multitud y ve el cadáver de su pareja.  

Creo que no he llorado en años, pero ver a la Cassandra abrazada a lo que queda de David me desgarra el alma. Me arrodillo junto a Cass y la abrazo, tratando de consolarla. La gente grita de júbilo. El coronel da ordenes. Una nave se acerca amenazando en convertirnos en tizones pero nada de eso parece importar ahora. -Lo siento pequeña- Le digo abrazándola con fuerza-  Estaba a su lado y no pude hacer nada.

Los sectoides van cayendo uno tras otro. Pero cuando parece que vamos a lograrlo, en el flanco izquierdo uno logra atacar y la sangre corre. Nisiquiera soy capaz de distinguir a quién atacó... Pero antes de que el sectoide sobre el coche se lanzase a a atacar a su siguiente victima apunté, y acabé con él.
Cuando miré alrededor nadie apuntaba más, y no parecía que hubiesen más sectoides. No era consciente de como les había ido a todos los demás. Vi a Jon, con la cara de abatimiento que le caracterizaba, pero no encontré a Lau ni a Tim. Una punzada de dolor me hizo temer lo peor, pero no ver sus cuerpos en el suelo me confundió *donde están?? -  Entonces a mi derecha Jackie comenzó a actuar como la militar entrenada que era. Comenzó a seguir las órdenes de McKnight. *no es momento de parar. No hemos ganado todavía.
Y entonces alcanzo a escuchar la conversación con la artillería pesada que iba a derribar la nave, lo cual me obliga a mirar hacia arriba.

La nave se acerca inclinando el morro y descendiendo mientras empieza a disparar bolas azules en vuestra dirección. 

-HAY QUE APARTARSE DE AQUÍ!! - grito hacia los que siguen quietos en la linea de defensa. - Jon!! hay que encontrar a Lau y Tim!! - le grito, mientras sigo a Chapmann y trato de ponerme a cubierto.

Ni perdió tiempo. Nada más escuchar la confirmación necesaria, le arrancó aquel preciado objeto al cadáver a medio carbonizar. El olor desagradable al realizar tan incómoda labor, le removieron las tripas aún más. Pero finalmente lo hizo. Entre sus brazos tuvo una especie de esperanza materializada en una bala gigante de origen, aparentemente casero.

Conocer que en sus brazos tuvo semejante carga de explosivos, no ayudaron a sentirse mejor. Suspiró y bufó, bufó y suspiró. Miró a la hija del viejo, y le dijo de quedarse en un lugar seguro, pero claro, ¿acaso existía tal cosa? Lau lo dudó. Una vez hecho salió por piernas adentrándose así en el centro comercial, tan abandonado como destruido, y con el aparato encendido.

En un par de ocasiones la respiración, al igual que su corazón, se detuvieron por completo unas milésimas de segundo casi al tropezar con algún que otro cadáver, o escombro. La urgencia de llevar aquella cosa, tan valiosa como necesaria le hizo apurarse, todo lo que sus piernas pudieron.

Sin más, un sudoroso y agitado cámara llegó a su objetivo, la dichosa azotea, donde el paisaje fue desolador. Quiso apartar también de su mente a Emma, Tim y especialmente Jon, de su mente, haberlos dejado tirados, por segunda vez, tampoco es que facilitase la tarea de mantener la jodida calma.

Casi sin respiración, se acercó a la soldado, y sus ojos se fijaron en las piernas sin evitar imaginarse el dolor de aquella mujer. El pecho del chico se contrajo varias veces, con la agitación del momento, la frente empapada del líquido salino, y con la boca abierta. Así que no perdió detalle de las instrucciones con las claras dudas de si sería capaz o no de conseguirlo.

Genial. – Hizo una breve pausa para recuperar el aliento perdido. – De puta madre. Porque el día que en la uni explicaron como disparar un mortero a una nave alienígena…me quedé sopa. – Masculló su evidente sarcasmo con sus ojos clavados en la mencionada arma. – No tengo ni puta idea de como manejar esa mierda, pero supongo que no podemos esperar a alguien más capaz. Así que eso haré, aunque no esperes mucho. – Añadió con una clara falta de seguridad en que lo conseguiría.

Suspiró de forma holgada con los ojos cerrados, y se acercó al mortero aún con la bala gigante en brazos con el fin de cargarlo con los explosivos en su debido momento. Y sin tener mucha idea de que cojones iba hacer. Todo se ha dicho. Siguió las instrucciones de la militar, encaró el arma a la calle y esperó hasta que la nave hiciese otro barrido con las instrucciones grabadas a fuego. También su inseguridad, como si tuviese la mente en otro lugar. Quizás con los que abandonó. Retiró con el dorso de la mano el molesto sudor de su cara, necesitó estar despejado.

Tanta presión hizo crecer su angustia. Sin tener conocimientos de armas pesadas, y la concentración tampoco fue su punto fuerte. Y se empezó a lamentar de haber aceptado llegar hasta allá con la clara idea de que fallaría. Quiso apartar aquel desasosiego nacido del estrés. Nunca fue un optimista, y no empezaría en aquel momento.- Bueno, mejor intentarlo y fracasar, que no hacerlo, así que allá vamos. A ponerle huevos. - Un ruido le hizo cambiar el foco de atención.

La nave empezó acercarse, así que con toda velocidad puso el arma a cargar pendiente de los tres segundos. Y como supuso, falló estrepitosamente para mayor angustia. La bala acabó lejos, y ni siquiera se acercó al objetivo. El chico abrió los ojos hasta el máximo, también su boca. Como si no tardase en creer lo que hubo presenciado. Los golpes con los puños no tardaron en atacar el suelo con rabia y frustración. - Idiota, imbécil. Gilipollas. Las cagado....otra vez. - Y nuevamente los golpes. "¿Y ahora qué? ¿Y ahora qué? ¿Será el fin?"

 Contuve el vómito. La presión en la boca del estómago era insufrible y, de pronto, la herida del costado me dolía como si acabase de producirse. No me sorprendería en absoluto que se hubiese abierto. La "doctora" había hecho un gran trabajo, y ahora estaba muerta. Muchos habían muerto a su alrededor. No terminaba de acostumbrarse a esa dicotomía entre la profunda tristeza con trazos de verdadero terror y el júbilo incontrolable de seguir con vida unos minutos más.

Era tan extraño.

 Si aquello era lo que se sentía en la guerra, ahora entendía mejor porque los guerreros de la época que fuera debían separar sus lazos de lo que realmente importa, o quizás, por saber que importa, los rompían. ¿Cómo no podían volver locos los soldados enviados a Irak? ¿Cómo podía ser el mismo un guerrero griego que ha conocido batalla? ¿Cómo acostumbrarse a yacer en una cama en la tranquilidad del hogar? 

 La arcada se detuvo abruptamente ante la parálisis de comprender lo que había ocurrido. Uno más. Sólo necesité ver a Cass allí, echa polvo cuando buscaba a los que eran ahora mi familia. Negué, incrédulo, o iracundo, o quizás, sólo demasiado frustrado como para comprender cuales eran mis sentimientos allí mismo. Impotente, no podía hacer nada por salvar al hombre que me tendió la mano para salvar mi vida. Si estaba allí, no sólo era por Cass o Sam, era principalmente porque David tenía buen corazón.

  ...No......No, no....

 Con los ojos acuosos, el rostro pálido y sin ilusión alguna, desesperanzado, no pude hacer otra cosa que acercarme a las dos únicas mujeres con sentido que quedaban en mi vida.

 - Cassandra. - digo con voz temblorosa - Samantha. - me inclino y flexiono las rodillas para estar a su altura, cerca. Mi diestra busca el hombro de la más joven, transmitiendo mi desesperado apoyo, mis párpados apenas pueden mantenerse a flote, los cierro para no verter lágrima. No, no debo hacerlo aún. 

 Me obligo a ser fuerte, y puedo parecer un cretino, algo que me resulta más fácil allí que en ninguna otra parte, a pesar de querer lo contrario.

 - Tenemos que irnos. No podemos permanecer aquí. - Él no querría que les pasase nada. - Volveremos. - propuso - Lo siento mucho. - se quebró su voz. - pero el querría que siguieseis adelante.

 No lo dejaremos aquí. Volveremos. Si podemos le daremos un descanso merecido, una tumba, un lugar adecuado al que volver cuando todo esto acabe.

 Si. Eso será lo mejor.

 No podemos quedarnos.

 Miré temeroso al cielo. Luego apreté el hombro de Cass y busqué sus ojos para transmitirle confianza, para darle la poca fuerza que tengo para ella. Busqué en Sam su apoyo, y mi mano acabó sobre su espalda delicadamente, compartía su dolor, aunque no podía imaginar lo que David significaba para ellas, podía saber que se sentía. Todos habían perdido seres queridos, aquello era horrible, pero, sólo podían seguir.

 Me importaba poco la confianza. Si no me empujaban o pagaban conmigo su dolor, no podía sino verter muestras de cariño sobre las dos mujeres, muestras de apoyo formal pero profundamente sentido. Estaba con ellas y no iba a dejarlas, menos ahora que David no estaba.

 Oía a los demás, algunos festejando y otros maquinando, no me gustaría ser quien decida si llevar a una de esas cosas con nosotros. Afortunadamente, allí sólo era un hombre más ante la igualdad irrefrenable de la muerte.

 Estaría muy atento, tenía que encontrar un lugar adecuado en un vehículo para Sam y para Cass, merecían al menos unos minutos para llorar a alguien tan grande como David.

 Gracias David.

Al ver como el alien que tenia delante caía abatido, Etain volvió a girar con el arma empuñada buscando otro objetivo, y aun tardó unos segundos en darse cuenta de que no quedaban más. ¿Lo habían conseguido? ¿Realmente habían matado a todas esas cosas? Lo cierto es que en ningún momento había pensado en que lo lograría, aunque seria justo decir que no había pensado nada en absoluto mientras disparaba pues de otro modo no habría sido capaz de actuar. De repente una intensa arcada dobló su cuerpo y apoyándose en el coche para no caer, vació el escaso contenido de su estomago. Las muertes a su alrededor, los intensos olores de todo tipo y la tensión acumulada pasaban factura cuando la adrenalina empezaba a remitir. Junto al vehículo a su derecha podía ver como varios de los presentes se reunían a llorar la caída de uno de los suyos, así que prefirió no acercarse mas, había tenido muerte de sobra en lo que llevaba de día. Fue entonces cuando escuchó las voces del Coronel, y como un resorte se incorporó escupiendo y limpiándose los labios, como si temiera que se fuesen todos de allí y la dejasen atrás. ¿Habría sitio para ella en los vehículos? Esperaba que así fuese... Observando a los demás, decidió seguir a aquellos que parecían obedecer las ordenes y dirigirse a los vehículos en los que debían marcharse de allí, esperando que nadie le preguntase que a donde se creía que iba.