Partida Rol por web

Un poco después, Alexander y Ghion se aproximaban hasta al puesto. El semiorco creyó escuchar sonido de objetos en el interior. Cuando Ghion alzó la voz todo se detuvo durante un instante.

- ¡Entrad, vamos!

Se escuchó desde allí, pero Alexander encontró esa voz demasiado grave y agria para ser la de Oreld. Había gato encerrado. Fuera por el momento se mantenía la calma.

Aquella voz no fue reconocida por Xander. No es que fuera el más habitual en el pueblo de Faendar, pero conocía a la mayoría de los lugareños, pues eran bien pocos. Tenía que ser una trampa. Después de todo, puede que los hobgoblins si hubiesen llegado hasta allí. Giró lentamente la cabeza con cara de extrañeza, hacia sus compañeros, antes de lanzarles sus conjeturas sobre lo que estaba pasando.

- Puta mierda... U Oreld le ha estado dando a mi alijo de tabaco mas de lo que debía o eso era un maldito hobgoblin. ¿Que hacemos ahora? ¿Podemos entrar por detrás y sorprenderles a ellos? Como han oído a Ghion, se podría quedar y seguir hablando, así los distraería mientras el resto los sorprende por detrás... - Pensó el plan en aquel momento, a ver que le parecía al resto.

Ghion asiente a Alexander, y se reprime de señalar la parte trasera. En su lugar, se gira un poco como si mirara a los que están llegando y esconde su cara de la vista del edificio. Vamos a correr el riesgo, pero id solo un par por atrás, rápido. Es probable que nos estén vigilando por alguna ventana o resquicio, no levantemos muchas sospechas yendo todos de golpe hacia el lateral de la casa. Venga, adelante. Contemos hasta treinta y entremos.

Girándose de nuevo hacia la tienda, arma en mano, responde a sus ocupantes. Ah, tenéis abierto? De acuerdo, espera que lleguen todos, no quiero que nadie quede rezagado. Hay heridos y van poco a poco. Enseguida entro.

Ender asintió gravemente y sin decir una palabra, salió del rango de visión de la puerta y con una varita en cada mano apuntó hacia la puerta.

El paladín cada vez tenía menos paciencia con los invasores, parecían gustar del juego sucio además de la masacre, y eso le desagradaba enormemente. Acercándose a la puerta con paso tranquilo, apoyó una mano sobre la misma, concentrándose en lo que su instinto le decía... después de haber estado cautivo por esas bestias había desarrollado un sexto sentido para localizarles.

Estad preparados. Susurró hacia sus amigos. Entraré primero para cubriros.

-Si su voz no te suena no te extrañes que nos estén esperando con una de esas ballestas cargadas...- Dijo el Cabrero. -Dadme un escudo.- Anunció. -El acero de mi coraza es grueso.- Algo evidente por su traqueteo continuo al moverse. -Tengo buenos reflejos y me sé los trucos que emplean esos viejos... Yo abriré la puerta.-

Las habilidades divinas del paladín le permitían notar maldad al otro lado. La puerta aún con todas seguía cerrada - aunque sin cerrojo - y no era posible ver lo que era. Todo indicaba que habrían hobgoblins pero quién sabe en que condiciones.

No se escuchó nada más, ninguna respuesta, así que se iniciaba un tenso silencio, en el que Pitu y Valk hablaban de encabezar la incursión y Ghion acerca de buscar una entrada por la otra parte, aunque no conocíais de otra puerta.

Detrás vuestro el resto de acompañantes aguardaban, conteniendo su nerviosismo.

Cogió uno de los escudos de los Hobgoblins de las alforjas de Brunhilda y se lo colocó en el antebrazo. Luego abrió la puerta, esperando un golpe del otro lado.

El enorme guerrero puso una de sus manos sobre el hombro del halfling.

Si me dás 10 segundos, 12 a lo sumo. Hablaba sin dejar de mirar a la puerta, totalmente concentrado en esta. Podré decirte cuántos hay dentro, y más o menos donde se han parapetado. 

Requería gran concentración entender lo que sus instintos le decían, por otra parte... entendía cláramente las ánsias del mediano por entrar en combate, y si abría la puerta precipitadamente le seguiría con alegría.

Mientras el resto del grupo se afanaba en prepararse para lo que parecía una trampa de los apestosos hobgoblins, Xander recargó su ballesta y apuntó con ella a la puerta. Sus motivos estaban claros, en cuanto la puerta se abriera tendría que disparar al primer enemigo que viese. Ya era tarde para echarse atrás y estaba seguro de que los hobgoblins estaban parapetados esperando que el grupo abriese la puerta y entrase.

- ¿A cuántos detectas, moreno? - Preguntó a Valk'Moor, pero sin quitar ojo a la puerta y mientras seguía apuntando con un virote a la misma.

En el momento en el que el halfling abría la puerta, se atistaban los estantes llenos de productos de la tienda de Oreld, dedicaba a productos de calidad.

Apenas pudísteis ver nada pues una redoma silbó dirigiéndose hacia vosotros y cayendo a los pies del skald. Estalló una deflagación, con fuego extendiéndose bajo los tres situados al otro lado de la puerta. Pitu había tenido suerte aún con todas, pues el hobgoblin no había llegado a acertar con el artilugio.

Alexander desde su posición no podía ver el enemigo y maldiciendo hubo de reservar la saeta para otra ocasión.

- ¡Maldición, apartáos! - Gritó Xander a sus camaradas, al ver venir una suerte de redoma lanzada por el hobgoblin que había dentro.

No cabía duda que el alquimista reconoció aquello, pues instintivamente se giró para no tragarse de lleno lo más gordo de aquella bomba deflagadora. Aún así, se quemó un poco los brazos, pero nada serio, por el momento.

El caso es que el bombardero loco no podía ver a su adversario desde su posición, así que, con el arma cargada, dió unos pasos para situarse frente a la puerta, hasta que su ángulo le dejó ver a su agresor, calculando la trayectoria por la que había salido el proyectil incendiario. En cuanto lo tuvo a tiro, dejó escapar la saeta que llevaba preparada, buscando herir al hobo maloliente.

- ¡Toma esto, apestoso! ¡Vuélvete a la zorrera de la que salista! - Y dejó escapar su proyectil hacía su adversario, en el interior de la casa.

Concrentrado como estaba en la puerta y lo que había al otro lado, Valk'Moor no esperaba que el halfling abriera tan apresuradamente la puerta

¿Pero que...? Exclamó mientras el frasco estallaba a escasos metros de el salpicando a los que había delante. Habían abierto la puerta sin esperar a tener toda la información, saltando hacia el peligro sin meditar ni un segundo sus opciones.

¡Demonios!. Pensó el paladín. Me gusta este pequeñajo.

Sin embargo mientras se entretenía en estos pensamientos los demás se estaban llevando toda la diversión.

Tras la puerta un único hobgoblin les lanzó una redoma parecida a las que usaba Xander. Un artilugio incendiario que, a pesar de no impactar en el Halfling, el fuego líquido quemó ligeramente el brazo de su escudo. -Maldito bastardo!- Insultó al cabrón verdoso. Extrañado de que solo hubiera uno de ellos, miró primero a derecha e izquierda antes de entrar en busca del enemigo.

Al abrirse la puerta en manos de Pitu, y ver salir hacia afuera un objeto lanzado, la reacción de Ghion es protegerse cruzando los brazos sobre el rostro. Pero es una reacción estúpida, pues al no moverse la deflagración del frasco le pilla de lleno, causándole llagas en las piernas.

Aunque la explosión le sobresaltó, disimuló intentando que pareciera que estaba calmado, pero no actuó muy bien

Ha tenido tiempo de poner esa trampa, dudo que haya supervivientes...

Cogió angulo y disparó con la varita de proyectiles magicos en cuanto vio al hobgoblin.

Al abrirse la puerta y ver los efectos de su poción el hobgoblin se carcajeó. Enseguida entró un halfling a la carrera lo que hizo que se dibujara una expresión de sorna en su rostro.

Ignorando al pequeño, se asomó para ganar ángulo y poder lanzar otra redoma hacia la puerta. Ésta vez voló holgadamente hacia el semiorco y le estampó en el pecho, quemándolo gravemente. Volvió a reir esperando que con esa nueva expresión quedárais fuera de combate.

Notaba como la varita se estaba quedando ya sin cargas, supuso que ya había debilitado suficiente al goblin, por lo que cambió de nuevo por la ballesta y disparó... a la casa.
 

Tras la explosión, el fuego deflagrador de la misma calcinó gran parte de la cara y el cuerpo del alquimista. Por otro lado, aunque cercano a desmallarse, Xander ya había experimentado esa sensación, no en vano le llamaban el bombardero loco. Sus experimentos le habían jugado malas pasadas y por ello siempre llevaba algún remedio para paliar sus accidentes y no morir en una explosión.

Cuando levantó la mirada lo único que hizo fue buscar su sombrero, sintiendo su cabeza desprotegida sin el.

- ¡Auch! Mi sombrero... ¿Dónde está mi sombrero? - Se notaba el cansancio y el dolor en sus palabras, pues la bomba del hobgoblin le había dejado hecho polvo.

En cuanto vió su sombrero, fue a recogerlo, de paso quitándose de la trayectoria enemiga y poniéndose a salvo. Recogió el sombrero y volvió a colocárselo en su cabeza quemada que incluso seguía echando humo. El alquimista rebuscó en su cinturón y cogió un par de viales de distintos colores. Los mezcló a la velocidad del rayo y agitó la fórmula. Después se lo acercó a la boca y bebió el elixir. Al momento, todas sus heridas desaparecieron, aunque seguía con jirones de ropa y echando humo por el ataque del enemigo, pero listo y en plena forma para el siguiente asalto.

- ¡Aaaaaahhh! Suerte que guardé el antídoto contra esas explosiones. No es la primera que me trago, aunque esta estuvo cerca, je, je... - Sonreía mientras guardaba el vial vacío y miraba hacía sus compañeros. - Al menos mi sombrero está de una pieza... - Comentó mientras se colocaba el ala del mismo.