Partida Rol por web

Pese al hedor, Ender se mantuvo alerta y agil e inmediatamente lanzó un conjuro para entorpecer a los esqueletos, una pátina de grasa apareció a los pies de estos haciendo que su postura fuera inestable. Con el conjuro ya puesto miró fijamente a aquellos seres intentando identificar algún tipo de amenaza oculta además de lo más obvio.

Ender no desperdició el tiempo, reaccionando casi al instante que los esqueletos se alzaban, arrojó una bola de grasa que terminó por esparcirse en el suelo. Al estar a punto de moverse, los muertos vivientes no pudieron asentar el pie en el resbaladizo suelo. Tres volvieron a tumbarse. El otro, quiso avanzar pero no pudo, cayendo también. Aunque parecía un acto torpe, permitió que sus camaradas lo usaran para pasar por encima, librándose de la pringosa sustancia.

Ghion se había colocado al lado de Valk, aunque sin tener claro todavía qué hacer. Pudo ver que tres de lo que parecían derros muertos iban en su búsqueda, solo que la grasa les había desestabilizado tanto que ni levantaron esos garfios que portaban para atacar.

- ¡Wuaaaaa! ¡Esqueletos! - Anunció Xander a grito pelado.

Ni corto ni perezoso, el semiorco dió un paso para situarse tras las enormes espaldas del paladín, que estaba donde debía estar: En el meollo del asunto. Aprovechando su posición, sacó una de sus bombas de su cinturón, prendió la mecha con su puro y disparó al de en medio de los chichos enemigos.

- ¡Bomba vaaa! - Anunció al lanzar su bomba.

Aquellas salas cerradas durante quién sabe cuanto tiempo, apestaban a aire revenido. Al tiempo los esqueletos emergían. -Nigromancia... CofCof- Consiguió exclamar antes de comenzar toser violentamente..

Como no podía ser de otro modo, el Halfling gritó, sacando la fuerza del Dragón que recorría sus venas. Y con decisión caminó hacia la lucha, con su nueva armadura reluciente...

Ante el levantamiento de los muertos, Ghion rápidamente echa mano de su fe divina para protegerse de esos horrores, levantando un escudo de la fe. Después, forma un muro junto a Valk, como ya han hecho en alguna otra ocasión, protegiendo a los demás miembros del grupo.

En cuanto uno de los derros se acerca, le golpea fuertemente con su mayal, aunque al mismo tiempo la cercanía de los esqueletos le provoca malestar...

Blandiendo su espada, sin saber si esta vez su espada decidiría esquivar a los enemigos o actuaría como se suponía que debía actuar, el paladín prefirió encomendar su ataque a su Dios, y rugiendo su nombre, la blandió en vertical descargando un potente golpe sobre la aberración que tenían delante

Guardanado conjuros, Ender decide disparar una salpicadura de acido contra el esqueleto que tenía más a tiro.

Algo había en el aire, de manera que la respiración se volvía costosa. Pitu y Ghion notaron que lo pulmones se cerraban, un dolor llegó desde ellos, como una rápida indisposición que amenazaba con marearlos o incluso hacerlos caer.

Cerca y demostrando de nuevo su velocidad, el semiorco tomó una de sus bombas, encendiéndola y lanzando contra el grupo de esqueletos: la bomba explotó de un modo que Alexander no había imaginado. Una deflagación se expandió por toda la sala, llegando a todos los rincones, el esqueleto objetivo saltó por los aires en todas direcciones, los huesos de los otros llegaron a partirse por el súbito impacto del fuego. El monstruo de su izquierda recibió la andanada de lo que antes sería su camarada, haciéndose pedazos. Todos los que estaban allí dentro notaron las llamas alcanzando sus cuerpos, los rostros se llevaron la peor parte por lo que instintivamente hubieron de cerrar los ojos. Por suerte, ese infierno que se había desatado duró apenas un suspiro y al pasar el peligro, allí seguían dos de los muertos vivientes, con los huesos ahora negros. El aire de la sala tuvo que ser sustituido a gran velocidad por el de fuera, lo que hizo que el fuerte olor desapareciera.

Valk esgrimió la hoja curva, golpeando de abajo arriba, de manera que arrancó una cabeza lanzándola hacia el techo, donde golpeó y se partió en tres. Ghion se había quedado de repente sin esqueletos contra los que combatir, caminó con decisión hacia delante girando el mayal. Con un rápido movimiento partió la espina dorsal de su oponente, quien cayó en dos mitades sobre la grasa conjurada por Ender.

- Bueno... A eso le llamo yo despacharlos en un santiamén. - Dijo el semiorco con cierta sonrisa burlona en su rostro.

Lo cierto es que el grupo había actuado conjuntamente como una unidad y habían derrotado la amenaza de los esqueletos bastante rápido, sin dejar apenas que se acercasen a ellos. Era el momento de continuar explorando en busca de otra posible salida.

- Muy bien camaradas, sigamos explorando. Esa salida no se va a encontrar sola. - Anunció rebuscando el lugar.

Ender dió varios pasos hacia atrás por culpa de la explosión sufriendo varias quemaduras. A punto estuvo de lanzar un conjuro de curación sobre si mismo para aliviar el dolor, pero apretó los dientes aguantandose, podía necesitarlo más adelante en combate, por lo que se contuvo.

Curemonos primero, por favor.

Cof. Cof. Cof Todavía tosiendo por la explosión que le había pillado de lleno, el paladín asintió a las palabras de su compañero con la cabeza. Inmediatamente después buscó a Rex. No llevaba ningún tipo de protección, y no sabía cómo podía haberle afectado la explosión. Dejó que los demás se encargaran de explorar la habitación, al fin y al cabo él nunca había sido muy perspicaz en descubrir las cosas que desentonaran en un lugar.

El ambiente enrarecido no era nada más y nada menos que algún tipo de sustancia inflamable. Primero les quemaba los pulmones y luego la piel. Solo fue necesario una pequeña chispa, aunque la bomba de Alexander de pequeña no tenía nada.

La explosión pilló de lleno al cabrero, quien no tuvo tiempo ni de cubrirse la cara con los brazos. La fuerza lo lanzó al suelo dándose un fuerte culetazo. Ppor suerte los enemigos habían quedado peor. Más que peor. Completamente destruidos.

-Ten cuidado con esos chismes...- Reprendió a su compañero. Con un ágil salto se incorporó. Aquellos túneles sin duda guardarían más de una sorpresa. -¿Hay más heridos?- Con un rápido vistazo confirmó que los había. -Curémonos antes de continuar...- Dijo mientras registraba las pertenencias de los esqueletos.

Los huesos terminaron esparcidos por la sala, siendo difícil ahora saber al verlos qué clases de seres habían sido. Ya poco importaba, tan sólo que estudiando el lugar, no parecían haber más salidas pero sí algunos objetos: herramientas de herrería y minería. Cerca bajo una fina capa de tierra esperaba un escudo algo sucio pero que para su sorpresa mostraba rastros mágicos.

Era una buena recompensa tras el accidentado encuentro, solo que ahora todos ellos tenían los cuerpos doloridos tras la inesperada explosión.

Por todos los dioses... el aspecto de los miembros del grupo, una vez más, es demacrado siendo benévolos. He aquí una ventaja de haber traído ya a los refugiados... deberíamos ir a ver a Aubryn, una vez más. Esa mujer se merece un monumento.

- Ghion tiene razón . Estamos todos magullados, unos más que otros. Cómo aparezca otro bichejo que habite aquí abajo nos vamos a enterar... - Afirmó el alquimista revisando sus arañazos.

Una visita rápida les permitió ser atendidos por la clérigo, Aubrin, quien gustosamente usó dos veces su símbolo sagrado para sanar prodigiosamente todas aquellas heridas que arrastraban. Restablecidos, siguieron adelante encontrando de nuevo una caverna cavada en la roca.

"Tallas pequeñas e intrincadas se alinean en las paredes de esta sala, formando grandes columnas de texto. Gran parte de ella se ha agrietado y se ha derrumbado, y toda la pared sur está fracturada, con una caverna que bosteza más allá."

Las paredes mostraban dibujos y runas, cortadas en ocasiones por algunas grietas. De alguna de ellas entonces surgió una pequeña voz femenina y estridente.

- Vaya, cuánta luz, vosotros no sois habitantes de las cavernas. ¿Cómo es que habéis llegado hasta aquí?

Inquirió con un tono curioso.