Partida Rol por web

Más allá de la maraña de raíces que sombrean la entrada de la cueva, se ve al fondo que un túnel estrecho se inclina hacia abajo. Las puntas de las raíces de los árboles sobresalen del techo como dientes manchados. Una débil luz proveniente del exterior llega a dar contra una franja de cristal turbio que corre a lo largo de una pared, iluminando levemente toda la estancia. Bulbosos brotes de hongos marrones y púrpuras brotan del suelo un poco más adelante, y un olor desagradable ligeramente sulfuroso cuelga en el aire.

La suerte está echada... vamos. Con un tono suave pero firme, Ghion azuza a sus compañeros, empezando a avanzar él mismo, confiando en su visión en la oscuridad. Su mayal descansa en su hombro, listo para usarlo cuando haga falta.

Al llegar a la altura de la aglomeración de hongos, tantos que por color y volumen parecían de lejos una zona de arbustos, se para para estudiarlos mejor.

Después, propone a Pitu adentrarse en la boca de la cueva para una primera inspección y salir a explicarles, a menos que no tenga manera de ver un pimiento en la oscuridad.

El enorme paladín se aproximó analizando la zona. Le preocupaban el olor sulfuroso y los hongos, quizá fueran venenosos puestos para repeler a los visitantes indeseados....

Al menos sus compañeros habían entrado en razón y decidían ir de frente. Como se debe hacer.

Aunque sus instintos le decían que la mejor manera de avanzar era sigilosamente, sus compañeros no opinaban igual. No es que fueran exactamente sigilosos pero... bueno, suponía que el hecho de avanzar en línea recta siempre y seguir vivos era suficiente prueba de su dureza.

Suspiró: Esta bien, tal vez podamos retirarnos tras derrotar a unos pocos, descansar y volver. Intentemos sacarlos de la cueva y no al reves, si són tran tribales y territoriales  seguramente vendrán directos hacia nosotros.

Después algo pensativo... ¿O tal vez podamos retar a sus 5 mejores contra nosotros y hacer que se vayan?

Meditó sobre aquello, tal vez fuera posible sin tener que aniquilar a toda una tribu.

Antes de continuar el avance los héroes fueron cautos. Tanto Ender como Valk tenían buenos conocimientos sobre las plantas naturales. Estos hongos que tenían delante eran algún tipo de cultivo colocado ahí intencionadamente. Eran una variedad muy sensible a las perturbaciones cercanas, las cuales podían provocar que las plantas reaccionaran a ellas emitiendo un rasposo sonido. Esto parecía significar que se encontraban ante un extraño sistema que podía alertar a los trogloditas si algo alteraba la entrada de la gruta.

Una idea francamente interesante, Ender, responde Ghion al mago. Sin embargo cuando el propio mago y el paladín informan al grupo de la naturaleza de los hongos, se desanima un poco.

Creo que quizá mejor lo otro que comentabas... total quizá ya están sobre aviso por habernos acercado. Amenazemos un poco su guarida, a ver si salen a defenderla con uñas y dientes. Aquí afuera tenemos ventaja nosotros.

Como veais, puedo apoyaros como hasta ahora o invocar algo de ayuda.  Yo hablo draconico, puedo gritar nuestro desafío, aunque no puedo asegurar que acepten el reto o sean honorables. Usaré grasa para cubrir nuestra retirada si es necesario.

- Y bien, ¿Qué va a ser camaradas? ¿Entramos o no? Si mi piel verde, mis colmillos prominentes y mi atractivo físico no os lo han avisado ya, soy un semiorco, por lo que veo bastante bien ahí dentro... - Comentó arreglándose el ala de su sombrero como era costumbre en el alquimista.

-Yo prefiero entrar...- Contestó el belicoso Halfling. -Contemos con el factor sorpresa mientras podamos... Solo tenemos que sortear esas setas del demonio. ¿Alguna idea?- Preguntó cómo esquivarlas. 

El paladín avanzó hacia el sistema de alarma natural de la cueva... si los habitantes entraban sin activarlo ellos también podrían.

Trato de recordar mejor como funcionaban los hongos, como evitar sus sonidos, a la vez que intentaba averiguar por las huellas de la entrada la mejor ruta para evitar las plantas

Un examen de la entrada y la posición de los hongos, así como algunos rastros en el suelo parecían indicar que los trogloditas debían estar pasando pegados a la pared izquierda, siempre y cuando se pasara aprovechando la oscuridad. Como ya habían pensado, iluminar los hongos podía hacerlos reaccionar. Era necesario ir a ciegas desde el principio al fin de la sala.

No parecía tarea complicada, aunque sí incómoda. Por suerte dos de ellos podían desenvolverse a oscuras.

Mmm, yo solo puedo ver en la penumbra algo mejor que un humano, la oscuridad total se me escapa.

Miró al oraculo, suponiendo que él sería el que les guiaria.

-Solo hay que andar un poco con una mano pegada a la pared y sin separarse de ella...- Parecía fácil aunque esperaba que no hubiera ninguna trampa en aquel camino. ¿Tan inteligentes y astutas serían aquellas criaturas? El Skald no sabía  mucho de ellas, pero las tenía por primitivas y poco evolucionadas.

Con cuidado y con pasos cercanos al muro los héroes fueron avanzando hasta la siguiente sala. En ella, una masa cilíndrica de raíces colgaba del centro exacto de la habitación. Las raíces se habían trenzado para formar una cuna que sostenía un cristal violeta gigante tan grande como una cabeza humana. Espumosas venas de cristal recubren las paredes.

Nada más entrar allí un grupo de trogloditas notó su presencia, levantándose del suelo, pues justo antes estaban de rodillas frente al cristal.

- ¡Intrusos!

Iban exclamando ya y al instante fueron adoptando posturas agresivas.

No veía armas de proyectiles, pero más vale prevenir. Ender invocó su armadura de fuerza magica y se quitó de en medio.

Ante aquella irrupción en la sala, los trogloditas no tardaron en reaccionar. Dos de ellos fueron hacia delante, tratando de aprovechar sus garrotes imprimiéndoles velocidad, mas no lograron atizar con ellos. Pero uno de ellos había retrocedido y en lugar de acercarse a luchar, se alejó por el pasillo, inquieto.

En el centro de la sala permanecía el cristal violeta al que momentos antes parecían haber estado adorando.

Como es habitual en el caos de los combates, las cosas salen mal desde el principio. Uno de los trogloditas ya se apresta a informar de la presencia de intrusos mientras otros dos de ellos les barran el paso.

Haciendo acopio de todas sus fuerzas, el oráculo atiza con la bola del mayal al troglodita que tiene delante, intentando dejarle ko de un buen golpe en el cráneo.