Partida Rol por web

En unos pocos segundos los trogloditas estarían listos para combatir. Uno de ellos había cogido una de esas lanzas con las que eran capaces de apestar más todavía de lo que ya hacían. Las náuseas podrían incapacitarles o así debían de pensar los hombres lagarto.

Ghion fue el único en buscar el enfrentamiento. Con un grito se aproximó a uno de ellos logrando estremecerlo y justo después, estrellando su arma contra la boca, provocando una fractura en la mandíbula.

- *¡Intrusos!*

Acertó a decir el que era consciente de su llegada, terminando de poner en alerta a los demás.

Aprobechando que todavía estaban distraidos, Ender se coloca estrategicamente y lanza su conjuro debilitador, una rociada de diferentes y brillantes colores que ya había utilizado antes con muy buenos resultados, justo después y viendo que estaba en una posición comprometida se teletransportó en un angulo mejor, protegido por Ghion.

Avanzando hacia su objetivo comenzó a echar de menos la sensación de euforia que le infundía su pequeño compañero cuando se emocionaba... ¿Sería eso lo que sentían sus hermanos cuando rugían y se lanzaban a la batalla con furia ciega?. Estuvo a punto de tirar igualmente su espada y comenzar a golpear con los puños... pero no podía permitirlo... Esa extraña arma que portaba tenía que obedecerle. Tenía que que impactar a su enemigo. Tenía que MATAR a su enemigo. Blandiéndola con ambas manos soltó un rugido visceral que surgía del centro de su ser, su voz retumbó en las cavernas mientras una visión de su inevitable sino cruzaba por la mente de su presa.

¡MUEREEEEE!

- ¡Por la gran cogorza del héroe borracho¹! - Exclamó el alquimista al ver el tremendo golpe que dió el paladín moreno al troglodita que tenía en frente.

Sangre de reptil salió salpicada en todas direcciones. Un troglodita menos, a juzgar por el desastre que había originado semejante tajo.

Y sin perder tiempo, Xander es aproximó a la carrera a coger ángulo, pasando lejos de sus adversarios y se situó a distancia de disparo. Sacó una de sus bombas y apuntó al de en medio. Después de todo, el también quería aportar su parte al combate que tenían entre manos.

- ¡Bomba va! - Avisó.

Sus compañeros siguen a Ghion tras la carga del oráculo, y el combate se vuelve caótico. Ender moviéndose a la refriega para soltar una ráfaga de colores y luego aparecer en otro lado, los gritos de Valk al otro lado de las gotas multicolor, Alex soltando bombas... afianzando su posición, Ghion vuelve a arremeter con su mayal contra el primer enemigo al que ha golpeado, escorados al sur pero manteniéndole a raya.

Pronto los exploradores se pusieron manos a la obra, sin dar tiempo a reaccionar a los trogloditas tomaron la iniciativa. Valk había caminado hacia delante, blandiendo la espada curva y usando su propia furia como catalizador para asestar un espadazo que descabezó al que tenía delante. Ghion terminó su trabajo, con el mayal aplastando la clavícula de otro de los lagartos mientras éste trataba de levantar su bastón para defenderse: no llegó a tiempo.

Con un extraño movimiento, Ender apareció frente a los enemigos expulsando desde sus manos una miríada de luces, las cuales centellearon de manera veloz produciendo un efecto nocivo en las mentes de los lagartos. Los dos cayeron al suelo temblando por el asalto lumínico, en el que las formas geométricas dibujadas por la luz habían logrado superar a las defensas de sus primitivas mentes.

Alexander ni llegó a lanzar la granada, pues la magia del samsaran había sido rotunda. Si decidía arrojarla terminaría con la vida de ambos.

Dos muertos y dos que ahora mismo eran inofensivos, a merced de los héroes y con ello las grutas estaban limpias de trogloditas pero, ¿habría algo esperando en el túnel que descendía hacia abajo, hacia la oscuridad?

Con el tintineo de su coraza, el cabrero se acercó a la refriega. 

Poco había aportado, ni siquiera la fuerza de sus gritos, La Voz del Dragón. La rapidez de sus compañeros exploradores y la contundencia de sus golpes y magia, devastaron a los último habitantes de aquella caverna. Había terminado con el clan, familia, tribu, o lo que fuese aquello, y casi sintió un conato de remordimientos, pero luego recordó que eran criaturas belicosas y crueles y que su vida y la de otros muchos supervivientes estaban en juego. 

-Bien... Ya solo queda llamar al resto. Este sitio, si conseguimos eliminar este hedor, será un buen refugio. Y fácil de defender...- La exploradora estaría deseando escuchar la noticia. 

La satisfacción de Ghion es evidente, el combate podía haber seguido minando recursos y puesto en riesgo la vida del oráculo y sus compañeros, pero su buen y rápido hacer lo han evitado. Aha! Buen combate, muchachos! Es evidente que cada vez luchan mejor juntos, lo cual es imprescindible de cara a plantar cara a la amenaza final de los orcos invasores.

Tras inspeccionar el lugar y los cuerpos, la conversación discurre hacia el final de la misión. Pero... No creéis que deberíamos terminar de investigar ese pozo? Quizá no es un pozo ciego y haya algo allí. Antes de llamar a nadie, tenemos que asegurarnos con toda certeza de que este lugar no es peligroso. Estamos hablando de refugiados y heridos! Ya lo han pasado suficientemente mal como para que ahora les metamos en la boca del lobo.

Rebuscando en su mochila, saca una cuerda de cáñamo. Pitu, me ayudas?

Con la ayuda de Valk y Pitu, Ghion pudo descender en la oscuridad ayudándose de la cuerda. La oquedad bajaba unos pocos metros alcanzando una nueva sala.

Esta vasta cámara parecía más acabada que las cámaras superiores. Paredes de piedra de mampostería lisa se cruzaban en un piso de mármol similar a un espejo. Una estatua de una forma retorcida e insectil se encontraba en el centro de la gran cámara, como si un dios con forma de escarabajo fluyera como el agua. Los relieves a lo largo de los nichos al este y al oeste representaban formas de reptil toscas alrededor de una pirámide escalonada. Gemas púrpuras ásperas se habían acuñado en los relieves, formando patrones de un estallido estelar. La pared sur se había derrumbado parcialmente, agrietando el piso y bloqueando lo que una vez fue el único pasillo que salía de la habitación detrás de toneladas de piedra y escombros.

Al fondo sur, la luz mágica de Ghion se reflejaba en algún tipo de sustancia gelatinosa. Había algo similar a un bloque traslúcido acostado sobre el derrumbe.

- Hey, Ghion. ¿Ves algo ahí abajo? ¿Puedes tocar el suelo? - Preguntó desde arriba, al otro extremo de la cuerda, el alquimista del grupo.

- Chicos, yo digo que por ese agüjero debe de haber alguna salida. Deberíamos bajar todos a explorar. En cuanto Ghion toque el suelo, propongo atar la cuerda fuertemente a algún rincón y bajar todos a echar un vistazo. - Dijo acomodándose el ala del sombrero, como de costumbre.

Creo que deberíamos descansar, estais heridos y yo casi no tengo conjuros, llamaré de vuelta a mi escorpión y le diré que baje para ver si hay peligro, no sabemos lo que hay en esas cuevas. Con ver si está habitado o se ha usado ya nos vale, de momento, aunque no parece que los trogloditas bajen mucho por ahí. 

Por hoy solo me queda un conjuro de curación moderada y una bola de hielo, poco más puedo aportar.

Ghion se apresura a describir la sala a los de arriba. Creo que eso del fondo es algún tipo de cubo gelatinoso, aunque solamente los conozco de oídas. Alguien sabe algo más sobre ellos?*

Uhm no creo que haga falta ese escorpión, Ender. Parece una sala defendible, de hecho podríamos bajar, revisarla, y en todo caso descansar aquí abajo...

Ender se acercó al borde y se tumbó en el suelo tocando con el estomago la fría piedra cerca del borde para echar un vistazo a lo que señalaba el oraculo.

Un rápido vistazo a las sombras, parcialmente iluminadas por la magia de Ghion permitían confirmar lo que ya sospechaban: un cubo gelatinoso esperaba ahí abajo entre las piedras. Por ahora no se estaba moviendo, quizás sus sentidos no le habían permitido detectar la intromisión.

Tal criatura era inmune a la electricidad, entre otras cosas. Su principal ataque consistía en paralizar a sus presas.

-Ni idea de lo que es, pero acabemos con esa cosa...- Pitu lo tenía claro -Si una invasión de un ejército hostil no había acabado con nosotros, no lo hará una gelatina.- Alentó a sus compañeros.

Luego agarró la cuerda y bajó por ella.

Ender intentó bloquear a Pitu. No subestimes a esa cosa, tiene un veneno que paraliza muy potente, al menos intentemos ablandarlo a disparos desde una distancia segura.

Decididos a limpiar aquella sala oscura del peligro que suponía el cubo gelatinoso fueron descendiendo. Necesitaban estar todos presentes para poder luchar contra aquella cosa. Enfrentarse a un ser como aquél era algo novedoso para los héroes, acostumbrados a enemigos de carne y hueso.

Sin embargo mientras el último de ellos bajaba, el cubo ganó altura, encendiendo todas las alarmas. Sólo Alexander se había preparado para la contingencia. La mole semitransparente inició su marcha tras dejar un rastro pringroso en las rocas sobre las que había descansado.

- ¡Cuidado, muchachos! ¡Es un terrón de azúcar gigante! ¡Y viene hacía nosotros! - Dijo algo exaltado el alquimista.

Su sorpresa por aquella cosa cuadrada que se movía de alguna forma, hizo que actuase antes que el resto al ver a aquello, que lógicamente para el le parecía peligroso. Así, ni corto ni perezoso, buscó ángulo de tiro y probó fortuna con uno de sus virotes, de paso probaba el cinturón mágico que se había agenciado, así como aumentada destreza producto del mutágeno que había tomado, aunque sus efectos no durarían mucho más. Apuntó y disparó, a ver si había suerte.

La criatura soportó el dolor causado por la saeta sin rechistar. Era incluso posible que no hubiera sentido nada en absoluto. Pronto avanzó, encontrando quizás apetitoso al mediano, como otros monstruos hicieron antes. El cubo trató de golpear con su cuerpo al menudo skald, pero Pitu estaba alerta y se apartó con facilidad.

La masa gelatinosa ahora estaba delante de ellos, pulsando como si respirara... incapaz de articular sonido, tan sólo se movió impulsado por el ánimo de darse un banquete con aquellas figuras blandas de carne.