Partida Rol por web

Ough! Ghion expulsa todo su aire, conmocionado por el terrible golpe del elemental. Tratando de recuperar el aliento rápido, pues otro golpe como ese sería letal para el combatiente oráculo, se reposiciona y empieza a ondear su mayal, mientras llama la atención de los demás, echando miradas de soslayo a Valk y su espadón.

Necesito ayuda aquí! Parece que el elemental va con ellos!

Después, intenta devolver el ataque, tratando de incomodar al elemental moviéndose y de paso, astillarlo y resquebrajarlo.

Al oir el grito de su compañero, el paladín se dio la vuelta, maldiciendo la torpeza de haber dejado que atacaran a uno de sus improvisados aliados, y, dando un rodeo para ganar una mejor posición, trató de ganar la espalda del ser.

No acababa de acostumbrarse a la espada que portaba, sin duda golpeaba con fuerza con ella, pero estaba seguro de que todavía requería más habilidad

La existencia del elemental de piedra era un misterio que nadie alcanzaba a entender, pero su existencia fue efímera. El oráculo de batalla trató de dejarlo fuera de combate pero su mayal chocó contra el pecho sin hacer mella. No así la gran arma del paladín que se incrustó entre las rocas y las separó, de modo que la criatura cayó partida en dos.

Mientras, Pitu trataba de sacar provecho en el interior, pero no había nada de interés, salvo una antorcha siempreardiente, que estaba llameando en ese momento.

Alexander tomó las llaves de inmediato, logrando uno de vuestros dos objetivos.

Fuera, Aubrin había logrado alcanzaros y viendo a Ghion malherido, se le aproximó con la ayuda de Sam.

- Perdona a Sam, pero va lentín.

Aunque en realidad era ella la que tenía problemas para caminar. Sin perder más tiempo sanó al oráculo de sus heridas.

Viendo que el mediano hacía caso omiso a sus palabras, el semiorco agarró las llaves, junto con los planos que ya tenía en su poder. Acto seguido, salió de aquel lugar, que empezaba a llenarse de humo, pues el fuego seguía propagándose y entrando en la fragua.

- ¡Vamos Pitu, ya tengo los planos y las llaves, salgamos de aquí! - Le gritó al cabrero, mientras salía por la puerta como alma que llevaba el viento, a respirar aire fresco.

Fue entonces, al llegar a fuera, cuando vió que sus camaradas habían dado buena cuenta de la especie de elemental de piedra que allí se encontraba.

- Pero, ¿Os habéis cargado a ese montón de rocas? ¿Os atacó? - Preguntó sin saber bien que era lo que había pasado, pues le pilló dentro de la fragua. - ¡Lo que sea! ¡Tengo los planos y las llaves! - Anunció, mostrándolo todo al resto que allí se encontraban.

Ante la pregunta del semiorco, Valk contestó.

La verdad es que sí, estuve lento y no me di cuenta de que se acercaba, y acabó golpeando al clérigo*. Contestó señalando a Ghion.

Si ya estamos deberíamos irnos. Prosiguió mirando a la multitud. No creo que consiguieramos salvar a demasiados si el grueso de la horda nos detecta.

Finalmente volvió a girarse hacia los exploradores. ¿Nos acompañáis?

Alexander y Pitu lograron salir de la forja. El fuego se había extendido con inusitada rapidez, devorando todo a su paso. En pocos minutos aquello sería un infierno.

Las rocas se apelotonaban frente a Valk, que había dado muerte a ese elemental. Se giró hacia los exploradores para hablar con ellos. Preguntó si os iban a acompañar, pero ellos parecían tener otras ideas.

- Vamos a dar caza a los hobgoblins.

- Acabaremos con ellos con nuestras flechas. No queremos que sigan atacando el pueblo.

Dijeron uno y otro, convencidos de que iban a pararlos.

Ghion agradece, una vez más, la curación a la clérigo del pueblo. Después, se lleva las manos a la sien, frotándosela como si tuviera dolor de cabeza, algo superado por los acontecimientos y la insensatez de algunos.

A ver, almas de cántaro, no veis que los hobgoblins ya han vencido? Todos nosotros, incluso Aubryn, ya hemos decidido que lo mejor es huir. Escondernos en el bosque, reagruparnos, y luego... ya veremos. Primero sobrevivir! Sé que luego me odiaréis por deciros las cosas crudamente, pero... no tenéis ninguna posibilidad solos! Los hobgoblins ya están pillajeando, y matando a cualquiera que quede con vida. Si no queréis acabar violados, torturados, o en el mejor de los casos, degollados y muertos tras ver como vuestra propia sangre vacía vuestro cuerpo, olvidad la lucha y venid con nosotros, seréis más útiles y podréis vengaros más adelante!

Inspirando profundamente, brazos en jarra, deja que sus palabras calen en la voluntariosa pareja de arqueros que momentos antes estaban encerrados bajo llave. Luego, se gira hacia los demás, que no acaban de decidirse, ya sea examinando las pertenencias de los enemigos caídos, los pertrechos y el material del cobertizo*, y dentro de Ghion crece cada vez más la ansiedad de que están en un momento crucial, donde un segundo puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Malditos hobgoblins...

Venga, no perdamos más tiempo! Hacia el puente de Phaendar! Ender... te llamabas así, verdad? Podrías ir mirando los planos para ver si encuentras algún punto débil? Si alguien puede ayudarle mejor... Valk, vamos tú y yo cubriendo los flancos por si aparecen más enemigos? No perdamos tiempo!

Aquellos semielfos parecían bastante aguerridos y con ganas de luchar contra los hobgoblins, cosa que acabaría en su muerte, seguramente.

- Si queréis matar a más de esos hobgoblins no os detendré. - Respondió el mestizo a los nuevos y belicosos orejas puntiagudas. - Pero si de verdad queréis servir a Phaendar, ayudadnos a poner a esta gente a salvo. Como bien dice Ghion, el pueblo está perdido, son demasiados, pero aun podemos salvar a estas gentes. El puente es nuestro objetivo. Ahora tenemos los planos y estamos revisando la manera de escapar por el y destruirlo. Ya que es el único camino para cruzar el río, o al menos el más cercano, nos alejaría de esas bestias. Venid con nosotros a ayudadnos y tal vez podáis matar a los hobgoblins que encontremos en el camino. Así todos nos beneficiaremos. - Aconsejó a los semielfos, tratando de apoyar a Ghion.

El pueblo está perdido, sin embargo, a menos que sean totalmente idiotas en el puente tendrán un destacamento importante. Y necesitamos vuestra ayuda, venid con nosotros u os destriparán sin piedad.

Se añadió a las palabras de "animo" hasta que le pasaron aquellos planos.

Así es, Ender Fleming. Lamentablemente, aunque me interesa el tema, en esta aldea no he encontrado a nadie que pueda instruirme en un tema como la arquitectura.

Valk se encaminó junto con Ghion hacia la gente, para escoltarla hacia el puente, sin embargo algo perturbaba los pensamientos del paladín. 

El camino principal está tomado ¿Crees que sabrán orientarse por el bosque para llegar al puente? Es mejor que guíe alguien que sepa. Si nos acompañaran los cazadores no dudaría de ellos. Pero siendo especialistas en arco es mejor que no estén en vanguardia... Encabezaré la marcha  Tras estas palabras, Valk'Moor echó un rápido vistazo hacia todos los congregados. Y se dirigió hacia la mujer que les había curado. ¿Crees que puede haber más grupos escondidos?

El primer gesto de la cazadora al ver su colgante fue sonreir aunque dificultosa, pues pesaba en ella el ánsia de salir a matar hobgoblins.

- Te lo agradezco de veras. Lo había dejado en el templo para que pudiera renovar sus energías. Gracias de nuevo.

Tras recogerlo con una sonrisa, el buen ambiente terminó con las duras palabras del oráculo de batalla y el mago, quien parecían haberse compinchado para amenazarles.

- ¿Cómo os atrevéis a darnos órdenes?

 La muchacha extranjera y el guerrero con aspecto de matón parecieron entender que la pretensión era obligarles, por lo que se colocaron alrededor, dando la sensación de que no tenían más opciones que obedecer.

- Sois unos cobardes. De tener valor iríais a luchar.

Dijo Lirosa, el otro semielfo, que por el parecido debía de ser familiar, tampoco estaba muy a gusto. Fuera como fuese, no se alejaron como tenían planeado.

Kining además se apuntó al carro.

- Venga ya, que no tenéis cabeza, orejas picudas, haced caso de una vez.

Ender y Alexander aprovecharon para observar los papeles recogidos. Contenían información acerca de la estructura del puente que quizá fueran de utilidad.

Aybrin fue la última en intervenir.

- Ya basta, falta por ir a la tienda de Oreld, y hemos estado mucho tiempo aquí, es urgente. ¿Vamos pues?

Por su actitud no estaba muy conforme con las palabras que estaba escuchando alrededor.

Aybrin había hablado y el alquimista estaba bastante conforme con lo que solía proponer la morena con muletas, así que asintió con la cabeza, después se recolocó el sombrero.

- Ya la habéis oído. Aybrin tiene razón. Debemos ir cuanto antes a la tienda de Oreld, no hay tiempo que perder. Los que quieran vivir que vengan con nosotros. - Dijo, en clara invitación para que los orejas picudas dejasen de lado todas esas ideas que solo les traerían desgracia.

Mientras andaba, se acercó a Ender, pues tenía toda la apariencia de un mago, amén de los hechizos que había usado en combate hasta el momento. Xander iba dando vueltas, literalmente, a los planos del puente, sin dar con la clave del mismo, pues sus conocimientos de arquitectura brillaban por su ausencia.

- Dime, Ender. ¿Entiendes tu algo de estos planos? - Le tendió los mismos al mago del grupo.

La actitud de los cazadores era valiente, pero de valientes estaba lleno el cementerio. Aún así no podía reprocharles. Pitu sentía el mismo, si no más, odio por los hobos, pero había demostrado ser más listo y había decidido vivir un día más.

-Brunhilda!- Llamó a su fiel compañera, quien llegó hasta el Halfling con un ligero trote. -Baaaaaa!- Cogió las riendas y empujó al animal hacia la tienda de Oreld. Su siguiente destino. 

-Allí podría haber más supervivientes. Les recatamos, matamos a los hobos y nos vamos...- En su cabeza parecía fácil. -Todos contentos...- Señaló a los cazadores.

Pero aún quedaba el tema del puente. "¿Cómo lo solucionamos?" Cogió el mapa de las manos de Xander  lo examinó. Sabía un poco de todo ya que había escuchado muchas hitorias.

El paladín no entendía las críticas de su grupo¹, y parecía que los exploradores tampoco, por lo que intentó suavizar la situación.²

Escuchad, comenzó, Me conocéis, y sabéis de donde procedo. Nunca renunciaría a una lucha, y menos contra esas bestias. Sin embargo estas gentes nos necesitan, y a vosotros también. ¿Os los imagináis tratando de orientarse en la espesura? Acompañadnos hasta que les dejemos a salvo. Os aseguro que antes de que acabe la noche volveremos a tener que combatir... Es cierto que tratarían de evitarlo, pero Valk conocía el combate, y el combate le conocía a él, y tarde o temprano siempre se encontraban

Yo mientras no os lancéis de cabeza y solos a los hobgoblins, tengo suficiente. Si queréis acompañarnos a la tienda, sois más que bienvenidos.

Recolocando su cinto y la mochila a su espalda, el oráculo no pierde más tiempo. Disculpa, Aubryn. Tienes toda la razón. Vamos, entonces?

A pesar de las tensas palabras iniciales, los semielfos parecieron agradecer las ahora cálidas provinientes del paladín.

- Estos hobgoblins merecen morir. Si queréis que os ayudemos a marcharos, iremos, trataremos de acabar con quienes podamos.

La joven se colocó su colgante al cuello. Kining hizo una seña a la otra guerrera de piel amarilla, quien parecía estar relacionada con ella. Ambas se mantuvieron cerca la una de la otra.

Aubrin viendo que ya estábais decididos a seguir camino os indicó la dirección, de manera que podíais seguir. Todavía os quedaba la tienda de Oreld y después acercaros hacia el puente. Por suerte Pitu al observar los planos lograba entenderlos y sabía que con esa ayuda sería más fácil encontrar un modo de echarlo abajo, si es que encontrábais una forma de hacerlo. A simple vista, el puente era sólido, construido con madera y piedra.

Un poco después vuestros pasos os permitían llegar hasta la bonita tienda de la familia Oreld. Este lugar servía de herboristería permitiendo la compra de remedios de varias clases. Ahora la puerta estaba cerrada y a simple vista no se podía ver lo que os esperaba.

Vuestro grupo de seguidores se había vuelto muy numeroso y de modo intuitivo se había separado en dos, el de aquellos que sabían luchar y el de personas sin conocimiento de tan violentas artes. Aunque dos de los hombres les acompañaban para ofrecer un poco de protección.

Echando la vista atrás, Xander veía como los orejas puntiagudas se quedaron rezagados, más por ofrecer protección al resto de gente que les seguían, por no ser combatientes, que por no querer luchar contra los hobgoblins. Cuando cruzó la mirada con esos dos, el semiorco sonrió, volvió a acomodrase el ala del sombrero y caminó siguiendo al grupo inicial que se había formado, desde que lucharon contra esos asquerosos hobos en el bar.

No tardaron en llegar a la tienda de la familia Oreld, frecuentada de vez en cuando por el alquimista, que compraba diferentes plantas e ingredientes varios para sus extrañas pociones, amén de sus famosas bombas y de venderles tabaco, aunque no estaba muy bien visto eso en el pueblo, a fin de cuentas era parte de su sustento.

- Maldición, espero que estén atrincherados ahí dentro. No parece que los hobgblins hayan llegado hasta aquí, aún... - Comentó al grupo. - Acerquémonos poco a poco a la puerta y veamos si oímos algo ahí dentro. Después veremos si podemos abrirla... - Añadió, mientras se aproximaba a la misma.

Satisfecho con que los elfos les ayudaran a proteger al resto de la gente, y una vez se hubo asegurado de que el grupo de no luchadores estaba protegido, el paladín volvió a concentrarse en su próxima tarea: La tienda de ese tal Oread. 

Una vez hubieron llegado a su destino Valk'Moor dejó que fuera otro quien se acercara. La gente da por supuesto que si eres un buen explorador y rastreador en los bosques, el sigilo y la alerta se te dan bien, seguramente porque son cualidades fundamentales para la caza, sin embargo él era un guerrero no un cazador, y si ahí dentro había enemigos, prefería no ponerlos nerviosos para que los civiles no salieron heridos.

Aprovechó la espera para asegurarse de que el grupo no se separaba, aunque en realidad todo esto es una excusa para volver a hablar con Lirosa

Viendo el arrojo de Alexander, que se acerca el primero al edificio sin dudarlo, Ghion desecha su temor al haberse quedado sin conjuros (los dioses solamente responderían a pequeñas plegarias a partir de ahora), y se sitúa al otro lado de la puerta, cerca del semiorco.

Espera unos segundos para darle tiempo al alquimista de escuchar, y luego, asiente, informando de que está preparado para lo que venga, asiendo fuertemente su mayal con ambas manos.

Ah de la casa! Oreld, estás ahí? Somos gente del pueblo, estamos con Aubryn!