Partida Rol por web

Valk seguía mareado sentado sobre la piedra, riéndose de si mismo y de haber sido derrotado por seres tan diminutos casi tanto como soñó que su patrón se reía de el... Concentrándose en los sucesos del combate, recordó que Smiad había curado ligeramente sus heridas, y trató de volver a intentarlo. Esta vez el resultado fue bastante mejor, pese a lo sucedido en el combate, afortunadamente parecía que no había perdido el favor del matadragones

Sin duda esos insectos le habían dejado bastante perjudicado. Le habían picando tanto que la hinchazón le dificultaba los movimientos cada vez que lo intentaba, sin embargo sus compañeros estaban trabajando y no se podía permitir ser el único que no arrimara el hombro, así que con bastante dolor y dificultad se levantó y fue a ayudarles.

Quizá deberíamos llevar estas manzanas al campamento. Ayudarán a que los aldeanos estén a más contentos, y calmará sus apetitos. Además, parece que la cabra empieza a quejarse del peso. Comentó señalando al animal. Y con suerte alguien podrá hacer algo para bajar la hinchazón. Dijo señalando sus heridas. Me cuesta bastante moverme. Concluyó con un encogimiento de hombros que inmediatamente provocó una mueca de dolor

- Bueno, aún no ha caído el sol... ¿Echámos otro vistazo por allí? - Dijo señalando en una dirección, lejos de donde tenían su improvisado campamento. - Siempre y cuando el moreno pueda seguir, sino nos quedaremos todos a descansar. - Añadió.

Con el grupo movilizado, y las provisiones conseguidas, lo inmediato es la salud del paladín.

Esperad, todavía tenemos recursos... acercándose a su mochila, que descansa en el suelo apilada a las demás pertenencias del grupo que entre todos han amontonado para dedicarse a las tareas de recolección e investigación, se acuclilla y busca hasta sacar una varita. Después, acercándose a Valk, canaliza la magia de la varita para curar las heridas restantes de su compañero.

Ahora podemos seguir, tal como propone Alexander!

Aquí dentro no hay nada más que madera podrida y ruina. Con cuidado para no clavarse ninguna astilla, Ender salió de la casa y se acercó a sus compañeros para unirse a la conversación.

Tan solo he gastado un conjuro, puedo continuar sin problemas. Con las dos varitas en su cinturón, además podía alargar incluso más su repertorio de magia, y con la curación magica los guereros tampoco deberían tener ningún problema.

Transportando todas aquellas manzanas a lomos de la impetuosa cabra, la cual era vigilada de cerca por Rex, el grupo siguió moviéndose por el bosque en busca de algo de interés así como asegurar el borde del bosque. Todo marchaba bien aunque algunos estaban parcialmente heridos, hasta que precísamente en la parte más exterior unos sonidos llegaron hasta ellos y no cualquier cosa sino risotadas fácilmente identificables como goblinoides. Más allá se podían ver unas figuras expuestas en el camino. Sin embargo, unos segundos después con rápidos movimientos se ocultaron tras los primeros troncos que habían disponibles, desde los que se vieron asomar algunas ballestas pero dada la distancia y la poca visibilidad lo que parecían hobgoblins no realizaron ningún disparo.

- Que me aspen si esos de ahí no son mas de esa escoria de los Garras de Hierro... Me temo que no hemos sido muy cautelosos. Seguro que es alguna avanzadilla buscando a los responsables de lo del puente... Anda, esos somos nosotros... - Añadió el alquimista con bastante sarcasmo.

No estaban en una posición ventajosa pues ellos tenían sus ballestas y estaban a cubierto. Por otro lado, tanto el paladin como el sacerdote no estaban en plena forma, con lo cual sería correr riesgos innecesarios, vista su situación.

- Mucho me tem que debemos dejar esto, por el momento. Ya lo dice Cayllen: Quien a buen árbol se arrima, amanece mas temprano... ¿O era co la de chocolate?  - Daba su opinión mientras se colocaba el ala de su sombrero en su posición.

El paladín se preparaba para cargar cuando oyó las palabras del semiorco.

Lamentáblemente parece que nos han visto, y si se van pueden informar a los demás sobre nosotros....

¿Quizá podríamos entretenerles unos pocos aquí mientras los demás los rodéan?

Sin embargo si no queréis luchar aceptaré que nos marchemos

La marcha por el bosque parecía tranquila aunque dado el anterior encuentro era de agradecer. Las ramas de los árboles se mecían con el viendo dando una falsa sensación de seguridad, solo interrumpida por la risa de alguien a lo lejos.

Los movimientos rápidos delataron su posición y sus intenciones aviesas. -Nos han visto...- Asumió el Halfling. Ghion estaba herido, pero tenían los medios para curarle. -Me temo que Valk lleva razón.- Comentó. -No se cómo han pasado a este lado del río tan pronto, y si nos están buscando o no, pero mejor será acabar con ellos.- Incluso embutido en tintineante acero, Pitu era pequeño y sus pies peludos y descalzos apenas emitían ruido. -Puedo intentar rodearlos. Averiguaré cuantos son, mientras curar a Ghion y acercaros con la cobertura de los árboles.- Miró a sus compañeros esperando conformidad  para escabullirse entre la maleza para flanquear al enemigo.

Pitu no era el más sigiloso de los medianos debido a la armadura que le protegía, sin embargo esta vez se movió con disimulo entre los árboles aprovechando su pequeño tamaño. La afinada vista del pequeño pronto le permitió descubrir algunas cosas que podría contar de querer regresar.

Había suficiente distancia como para moverse sin altas posibilidades de ser descubierto. Los hobgoblins estaban de guardia mas por lo pronto no habían detectado la ubicación exacta del grupo. Eran seis de ellos colocados entre los árboles pero que no tenían tampoco intención de adentrarse en el bosque según te parecía. Más bien oteaban y esperaban tratando de ver el origen de aquél sonido que llegó hasta ellos.

Se hacían algunas señas pero no se movían. Las ballestas estaban cargadas y en sus manos. Uno de ellos semejaba un poco nervioso, no así los demás que pacientemente dejaban pasar el tiempo.

Había conseguido que su armadura no rechinara mucho, lo que era un completo logro dado el grosor del acero de su coraza. Oteo a los Hobos y, lejos de la agresividad de sus compañeros invasores y asesinos de Phaendar, éstos permanecieron quietos en su posición.

Con calma y cuidado, Pitu volvió con los demás supervivientes para comentarles los visto. 

-Son seis...- Anunció sin mucho entusiasmo. -Creo que han oído algo, pero no saben de que se trata y permanecen vigilantes y a la espera. Uno de ellos está nervioso, puede que se hayan encontrado con algo peligroso en estos bosques...- Arrugó la cara. -En cualquier caso están con sus ballestas preparadas y abrirán fuego en cuanto nos acerquemos, creo que es hora de recular...- Puede que fuera la primera vez que renunciaba a un encuentro belicoso desde su liberación.

Yo opino que deberíamos ir a por ellos... si reculamos tal vez no los volvamos a encontrar, o nos encuentren ellos, o peor, a la gente del pueblo. Dadme un minuto para preparar un conjuro, crearé una voz al lado contrario del que nos acerquemos gritando, tal vez se asusten y disparen, pero al menos les distraerá unos preciosos segundos.

- Yo te cubro. - Anunció el mestizo al mago.

Mientras el resto hacía lo que tenía que hacer, Xander empezó a revisar sus viales y artilugios varios, mezclando algunos de ellos en el proceso, mientras ponía una leve mueca con un ojo cerrada y mordiéndose la lengua de lado. Algo bueno no estaba tramando el alquimista.

Pitu se encogió de hombros y se puso a rebuscar entre las alforjas de Brunhilda. -Beeee!- El Halfling tapó la boca del animal mientra le susurraba. -Silencio Hilda...- Su objetivo no tardó en aparecer. Cinco pociones de curación, botín de aquellos desalmados. 

Con diligencia las repartió entre los integrantes del grupo y se quedó con una de ellas.

-Y bien... ¿Como lo hacemos?- Preguntó. -¿Intentamos rodearles? Un avance de frente haría que nos lloviera una lluvia de virotes. Puedo volver a intentarlo.- 

Tras un momento de quietud en el que los héroes charlaban sobre sus dos opciones, el grupo de hobgoblins comenzó su avance entre los árboles, acortando algo de distancia portando sus ballestas en las manos. No iban demasiado rápido y se dedicaban a mirar en busca del origen del sonido que escucharon.

Preparando su mayal pesado, Ghion asiente mirando a Ender. A tu señal, mago, encomendándolo a lanzar el conjuro que había propuesto para despistar a los hobgoblins, y así evitar que les frían a flechas mientras se acercan para entablar combate cuerpo a cuerpo.