Partida Rol por web

Notas de juego

La vampiresa espera sentada en el amplio butacón de oscura piel, que resuena en cada uno de sus juguetones y aburridos movimientos. Gira a un lado y a otro, mostrando la casi totalidad de fina piel que deja a la vista su escasa minifalda de color azul y amarilla, a juego con el top de manga larga. Todo ello muestra un uniforme de animadora al más puro estilo estadounidense, aunque ella no tenga nada que ver con ese país. Al contrario, la Tzimisce procede de tierras mucho más cercanas a la cuna de su clan, a pesar de que la mentalidad más occidental, capitalista y consumista de la potencia americana haya calado tan profundo en su ser.

Hoy no muestra su sonrisa habitual. Demasiadas preocupaciones asolan su mente desde hace algún tiempo. Aún sonríe cuando se siente nerviosa, o para apaciguar el nerviosismo de otros, pero la tristeza y la incertidumbre se reflejan en la mirada de ojos rasgados de su rostro adolescente. Es hermosa, aunque no excesivamente, solo lo suficiente para poder jugar sus cartas cuando le es necesario. Y las juega, vaya si las juega. Su propio vestuario es muestra de ello, o la falta de él. Minifalda, escote pronunciado, vientre al aire...

Finalmente la puerta se abre. Un hombre entra en la habitación de hotel, con aire preocupado a pesar de la determinación que guía sus acciones. Mira a la joven que le espera, y la preocupación se acentúa en su ceño fruncido. No parece mucho mayor que ella, a pesar de que ambos aparentan mucha menos edad de la que realmente tienen. Eternamente jóvenes.

La mujer baja la mirada, incapaz de mantenerla en los ojos del vampiro. No es verguenza ni pudor, no se dibuja el rubor en sus mejillas. Es miedo, temor al rechazo. A perder la última oportunidad que cree tener.

El hombre camina pausadamente, acercándose a ella, pensativo. Finalmente se sienta, más bien se recuesta en un sillón frente a su invitada. La observa detenidamente, antes de hablar: "¿Ha muerto, entonces?". Su tono es más una afirmación que una pregunta, pese a lo que la vampiresa responde con un asentimiento. 

El hombre cierra entonces los ojos, unos instantes, cargado de tristeza y melancolía. Finalmente los abre, mirando a la portadora de tan funestas noticias. No solo es mensajera, ha acudido a él por una buena razón. Sin embargo... "Creo que deberías contármelo todo ¿No crees? Si esperas que acepte tu proposición, al menos merezco una información más concienzuda para valorar". La joven ya lo esperaba, de modo que no se muestra sorprendida. Ha estado meditando el modo de exponerlo todo desde hace días, y solo espera no dejarse nada en el tintero, sabedora de que su futuro depende en gran medida de su palabra en estos momentos.

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Nací y crecí en la localidad de Vvedenka, al sur de Rusia. Es un pueblo de mala muerte, rodeado de montañas boscosas. Lo bastante grande para albergar apenas un pequeño grupo de vampiros, solamente, aunque por aquel entonces no lo supiera aún. Era demasiado normal, demasiado. Me fundía entre la multitud sin llamar la atención, estudiaba y descuidaba mi aspecto. No encontraba motivos para ser de otra manera. Además, compartía mis gustos con mi mejor amiga, Sascha. Eramos uña y carne, desde bien pequeñas. Estudiábamos juntas, salíamos juntas, pasábamos juntas todo nuestro tiempo libre... Y eramos unas don nadie en el instituto. Además, nuestras inquietudes nos llevaban a leer incansablemente sobre magia y hechicería, especialmente mitos y leyendas folclóricas de la madre Rusia. Nos convertimos fácilmente en frikis, parias sociales con las que nadie quería tener que ver. Pero no nos importaba, nos teníamos la una a la otra, y era más que suficiente.

Todo eso cambió cuando le conocimos a él. No a Pablov, sino al que sería nuestro Sire, Ivan. Habíamos salido a tomar algo a un bar donde había un concierto, en la carretera de las montañas. Aún no teníamos edad para entrar, y mucho menos para pedir alcohol, pero nos arriesgamos igualmente, porque tocaba un grupo que parecía interesante. No nos lo pareció al conocerle a él. Era atractivo, elegante, y destilaba un aire de peligro que inflamaba el corazón de cualquier mujer. Nos sentimos dichosas de poder estar a su lado, de sentir que se interesaba por nosotras, aunque no alcanzábamos a ver el modo en que lo hacía realmente. Creímos que había sido solamente una excitante noche de aventura, en la que habíamos coqueteado con un apuesto desconocido, pero era el inicio de algo mucho mayor.

Una semana más tarde, los padres de Sascha murieron en un accidente de tráfico. Su coche se despeñó por un acantilado. Sin familia a la que acudir, mi madre la ofreció quedarse con nosotros. Compartimos mi cama, su dolor y nuestros sentimientos, haciéndonos más aún que amigas. Estábamos unidas, eramos una sola.

Tres días después del funeral de sus padres, mi madre quedó desfigurada y en coma por el ataque de un animal. Nadie supo si había sido un oso o una manada de lobos, pero los médicos eran extremadamente pesimistas acerca de sus posibilidades. Sin padre, ya solo tenía a Sascha.

Nos recluimos la una en la otra. Caminábamos juntas por el instituto, paseábamos juntas por las calles, vivíamos juntas en mi casa y, por las noches, nos abrazábamos bajo las mantas en nuestra cama. Nos necesitábamos, nos queríamos. Nos amábamos.

Fueron... buenos tiempos. Pero aún mejores estaban por venir. Cuando Ivan regresó a nuestras vidas. Lo hizo una noche de tormenta, mientras nosotras, inocentes y curiosas, practicábamos estúpidos e inútiles rituales de hechicería. Invocaciones a través de la ouija ¿no es divertido? Ahora me lo parece. Nos visitó de forma aparentemente casual, y atraidas por su fuerte personalidad, ni siquiera nos hicimos preguntas al respecto. Tiempo después supimos las respuestas, pero esa noche hicimos un pacto con el demonio, literalmente. Nos prometió los secretos de la magia, y la inmortalidad. Eternamente jóvenes, eternamente juntas.

Aceptamos.

Esa noche nos entregamos a él, ofrecimos nuestra sangre en sacrificio a un ser superior, con la esperanza de que la muerte trajera consuelo al vacío de nuestras vidas. Nuestros cuellos se abrieron a sus colmillos, y el vampiro nos desangró antes de ofrecernos su sangre impía.

Bueno, no es necesario que me extienda en detalles acerca del Abrazo ¿verdad? Ya sabemos en qué consiste. Visto uno, vistos todos. El caso es que resurgimos pletóricas y exultantes, amorosas hacia nuestro patrono y benefactor, y sensitivas como nunca a los encantos que compartíamos entre nosotras. No se cómo se lo toma la mayoría, pero Sascha y yo nos adaptamos a la vida vampírica con sorprendente facilidad. Organizamos un refugio completamente equipado en el sótano de mi casa, e inventamos una excusa para desaparecer del mapa durante todo el día: un trabajo fuera de la ciudad, más allá de las montañas. Nadie hizo preguntas. Incluso acudíamos a las clases nocturnas del instituto, cosa que no hacía mucha gracia a nuestro Sire. Pero para nosotras era toda una experiencia, ver el instituto con nuevos ojos, aprender sabiendo que ese conocimiento realmente nos ayudaría en el futuro, relacionarnos con el ganado en busca de presas... Ambas aprendimos a cazar con relativa facilidad. Sascha desarrolló una contagiosa simpatía, ganándose la confianza de los ingénuos jóvenes. Yo, en cambio, me concentré en acentuar mi aspecto físico, convirtiéndome con sencillez en el objeto de deseo de los adolescentes. Ivan nos adentró en el mundo de la magia de sangre, la milenaria tradición koldúnica de nuestro clan. Fueron buenos tiempos, eramos felices. Vivíamos en la ignorancia.

Hasta que apareció Pablov.

Aún hoy desconozco qué hacía allí, en esa pequeña ciudad, lejos de su hogar y su manada. De vosotros. Buscaba algo, de eso estoy segura, pero nunca nos lo contó. Era sincero y abierto, o al menos a mí me lo parecía. Nos enseñó muchas cosas acerca de la magia, una magia de sangre mucho menos férrea y estricta que aquella que nos transmitiera nuestro maestro. Incluso nos enseñó cosas acerca de él. Abrió nuestros ojos, haciéndonos ver todo lo que nuestro Sire había hecho. El accidente de los padres de Sasha, el ataque a mi madre, todo había formado parte de su plan para hacernos suyas. Nos había tomado por la fuerza, aún sin nosotras saberlo. Al enterarme me sentí ultrajada, humillada, violada. Y sin embargo, aún sentía gratitud hacia aquel que nos había brindado la vida eterna.

Pablov, como bien sabes, era un Tremere Antitribu. Ivan, heredero del ancestral odio que separa a ambos clanes, odia a los Tremeres. Cuando se enteró de nuestra relación con Pablov, se encolerizó. Asaltó el bar de carretera donde habíamos quedado con tu hermano ¡¡ni siquiera se como nos encontró!! Estacó a Sasha y se enfrentó a Pablov en un duelo de hechiceros de la sangre que aún ahora me hace estremecer. Estaba dispuesto a matarnos a los tres, tal era su locura. Logré escapar en medio de la confusión, mientras el lugar era pasto de las llamas que, en forma de fuego y lava, invocaban los dos magos.

Aterrada, comencé a correr. Pero antes de perder de vista el incendio, me permití echar la vista atrás. Pude ver a Ivan salir del lugar arrastrando el cuerpo estacado de Sasha, herguido y satisfecho con su victoria. Su piel presentaba heridas que tardarían en sanar, pero no me cabe duda que fue peor para Pablov. Fue arrojado a la Muerte Definitiva, de eso estoy segura.

Sabía que Pablov me seguiría, que me haría lo mismo que a Sasha, sea lo que sea que tuviera destinado para ella. No quiero ni imaginarlo. Sabía que debía huir, pero no sabía a donde. Entonces recordé que Ivan nos había hablado de su manada, su Cofradía, hermanos que le eran leales, y a los que era leal. No fue sencillo encontraros, aunque al menos contaba con recursos para viajar con facilidad, y el idioma no era problema. Ya había estudiado español, al igual que inglés.

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El vampiro deja que finalice la larga explicación de su invitada, permitiendo al silencio ocupar la habitación unos instantes tras la conclusión. Une sus manos por las llemas de los dedos, en posición reflexiva, mientras clava una dura mirada en la vampiresa.

Y pensaste que seríamos leales también a sus intereses tras su definitiva muerte ¿No es así? Que te protegeríamos y acogeríamos entre nosotros como a una más ¿Quizás incluso ingresar en la Cofradía?

Alysa no responde con palabras. No es necesario. El Toreador ya sabe perfectamente cuales eran sus intenciones al acudir a los hermanos de quien fue en cierto modo su maestro. Se limita a mantener su mirada, pugnando en sus ojos el arrojo de su decisión con el temor al rechazo de su última esperanza de salvación.

Eso no será posible -Esperanzas rotas- Ya lo he hablado con el resto, no ingresarás en nuestras filas. No obstante... -¿Hay un “no obstante”? Aún queda esperanza...- ...apadrinaremos tu ingreso en otra manada de la ciudad. YO lo haré. Los demás no tienen intención de hacerse cargo de los desastres de Pablov, no contaban con la lealtad hacia él que yo siento. Te facilitaré un refugio adecuado, y puedo abrirte una modesta cuenta de gastos. Tendrás mi apoyo y consejo, si así lo deseas, pero deberás contar con la protección de otra manada, no la mía.

Alysa asiente.

Ya no es la ingenua que fue. Debe haber algo más en ese ofrecimiento personal. Puede que este vampiro esté interesado en contar con los poderes de una Koldún, después de todo no abundan los hechiceros de la sangre a los que recurrir. También podría ser aún más simple, buscar el situar un aliado controlable en una manada potencialmente rival o aliada. Puede incluso que trate de usarla como cebo para vengar a su hermano, pues Iván seguramente vendrá a España tras los pasos de su Chiquilla. En cualquier caso, es la mejor oferta que obtendrá.

Algo es algo.

Notas de juego

Esto... sí que te he dicho mi nombre, Elenita ^^

Cita:

Notas de juego

Lista la historia, lista la ficha como supongo que será mi personaje en la actualidad después de tanto tiempo. Mira a ver si me la apruebas o quito cosas, sin problemas.

Espero lo que me toca por la historia para poner mas cositas, sino, la puedo dejar así como está, claro. :D

Un besete!