Partida Rol por web

Valeria se había curado sin muchas complicaciones. Un agujero en su ropa negra como testigo, marcaba el orificio de entrada de la bala. Pero la herida le había quitado las ganas de hablar, después de todo, era la primera vez que le disparaban y no estaba precisamente de buen humor.

Cuando entró en la nave decidió subir por las otras escaleras en silencio. Llegó a la parte de arriba y esperó detrás de la coreana para entrar, cubriendo la salida.

Keira no podía soportar la idea de llevar el revolver con balas de menos, así que dejando el portátil a un lado metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó tres balas, abrió el tambor, y recargó el arma para dejar seis balas en esta. Luego cerró el arma y dedicó una mirada a los mortales que había allí, asustados tras lo que habían visto.

-Tú, mierdecilla.-Se acordó de aquel insulto de su época de escuela- ¿No sabrás nada de unos documentos o algo no?, donde están guardados…

Subieron las escaleras con sumo cuidado, pero nada ni nadie apareció en medio de la nada con intención de atacarlas. El trío llegó hasta la puerta del despacho que estaba cerrada y Sun Jae sacó unas ganzúas que solía llevar siempre encima para abrir la cerradura de la puerta. Apenas cinco segundos tardó la norcoreana en desbloquearla con un sonoro click que permitió que ésta la empujara lo suficiente como para que pudieran entrar: Marisela había escuchado alguna vez mencionar a Sun Jae su habilidad abriendo puertas pero lo sencillo que le había resultado lo que para ella hubiese sido una cerradura difícil la sorprendió.

El despacho era rectangular, entrando ellas por una de las paredes de menor tamaño. Estaba iluminado por una triste bombilla de luz cálida que no era de la potencial suficiente para que allí una persona normal pudiera trabajar con comodidad, pero no había prácticamente nada de polvo y los muebles se distribuían como si fuese un despacho de una oficina cualquiera.
 

Fuera, Keira estaba interrogando al tipo que todavía estaba vivo y no luchaba por su supervivencia, con Jessie vigilando los exteriores para asegurarse de que nadie aparecía por allí. El matón se encogió ante las sencillas palabras de la hacker, como si temiese que levantando la cabeza fuese a volver a ver lo que había en los bestiales ojos de la latina. —Sé que... nuestro jefe guardaba algo de valor para él en la caja fuerte del despacho, cof cof.— su cuerpo se convulsionó al toser, con las mejillas empapadas por las lágrimas de terror.— Pero sé que no se puede abrir fácilmente, está protegido de alguna manera extraña...

Una caja fuerte que el trío encontró detrás del escritorio del despacho al abrir un armarito. Era una caja fuerte no muy grande que podía intentar llevarse incluso a cuestas entre dos personas, con una cerradura de numeración y otra de llave. Curiosamente en el resto del despacho no parecía haber ningún documento ni nada de valor exceptuando algo que los atentos ojos de Valeria encontraron en el suelo debajo de la mesa, una tarjeta del Lamp Light que por detrás tenía escrito algo: Lance Pertkin, 17/10 22:45.

A Marisela le caía bien la tipa callada, pero le cayó todavía mejor cuando abrió la puerta en un tris sin drama ni complicaciones. Le tenía que dar clases particulares, joder que sí. Echando un vistazo por encima del hombro para cerciorarse de que no había moros en la costa, entró en el despacho después de palmearle el hombro a Lee Sun como gesto de camadería.

—Well, fuck. Mover eso va a ser un coñazo... —sentenció mirando de reojo a la norcoreana.— ¿Crees que puedes abrirlo, *reina?

- Vaya con el heladito...-musitó, observando de reojo cómo Sun Jae abría la puerta del despacho, quedándose fuera para vigilar, escopeta en mano. Aún le escocían las heridas, pero a menos que volviese a recibir algún disparo prefería dejar el tema de andar calentándose la sangre para luego. 

La cantante aguzó la vista y miró hacia un lado y hacia otro- Daos prisa. Miradlo todo bien. 

Sun Jae le echó un vistazo a la caja fuerte.

- Puedo intentar abrir la cerradura, pero no la clave numérica. Quizás esté apuntada en algún lugar de esta nave, o incluso en esta habitación-declaró la vástago sin mucho interés.

Trasteó con la cerradura, pero no logró abrirla ni de lejos.

-Seguro que sabes algo más.-Una sonrisa torva se dibujó en su rostro, mirando al tipo asustado y lacrimoso. Disfrutaba lo que este cambio le había dado. Descargó una patada sobre el costado del tipo con toda la intención de hacerle rodar por los suelos, solo para que al reincorporarse este se encontrara con el cañón del revolver de Keira apuntándole.-¿Cómo se abre eso?, ¿Por qué es “tan extraña”?, no me jodas, lo tendrá en un cajón con llave como todo el mundo, ¿no?. No tendrá una puta bomba.-Su mirada se achicó, y dio un breve vistazo al edificio a oscuras donde sus compañeras estaban.

-Mirad esto. Parece que alguien tenía una cita en el Lamp Light .- Dijo mientras pasaba la tarjeta que acababa de encontrar a Marisela. -¿No es ese bar de vampiros?- Volvió a dar otro repaso por si había algo más.

-Me hace gracia encontrar la tarjeta de ese bar en concreto aquí y con esta mierda de iluminación. Así que yo probaría con la numeración que viene ahí, aunque suene demasiado facilón.- Se encogió de hombros. -Pero vamos, que sin llave... de poco nos sirve.- Se acercó a la caja fuerte para tratar de sopesar cuanto pesaba aquelo. -¿Y si nos la llevamos?-

La norcoreana probó con la numeración que le indicaba Valeria pero no hubo suerte. Unas ganzúas no servían para tratar de forzar una cerradura como la de aquella caja fuerte y la vampiresa se vió incapaz de ello, negando con la cabeza a sus compañeras. Sólo quedaba la opción de dejar allí la caja fuerte o tratar de llevársela para intentarlo en el Refugio.

Al otro lado el tipo rodó por el suelo entre gimoteos de dolor y tardó unos segundos en responder. —No conozco muy bien los detalles, ¡joder! Sé que el señor Carson usó su poder para que el contenido estuviera seguro, ¡pero nunca hemos entendido qué cojones sabe hacer!— estaba claro que aquella caja fuerte no era lo que se veía a simple vista

Comenzaron a escuchar sonidos de sirenas, lejanos pero aproximándose más y más peligrosamente.

—Pues nos la llevamos —dijo Marisela mirando a Valeria mientras enfundaba el arma—. Tú ves, ¿no? Vamos a cogerla entre las dos, a ver si se nos va a matar alguna por las escaleras. Id a por el coche, lindas. 

-Veo, sí.- Se guardó la tarjeta en un bolsillo y se acercó a la caja fuerte para agarrala. Cuando estuvo lista -Por mí, cuando quieras.-

Keira miraba al oscuro edificio con nerviosismo y la mandibula tensa, esperaba que sus compañeras de …aventura por decir algo hubieran sido todo lo útiles que esperaba de ellas. Al tipo que había dejado en el suelo, se limitó a mirarle a los ojos y decirle “olvida”, asi como cualquier otro que encontrase de vuelta al vehículo en que habían venido. Estaba golpeteando el volante con los dedos con nerviosismo, mirando a un lado y al otro de la calle. Había sirenas, y era el momento de largarse.

Volviendo al coche cargaron la caja fuerte en el maletero antes de arrancar y que Keira les llevase de vuelta al Refugio, no sin antes dar unas cuantas vueltas para asegurarse de que nadie las seguía. Así lo parecía, al menos cuando las sirenas se fueron apagando según se alejaban más y más de aquel polígono industrial.

Tenían alguna pieza de información pero todavía no habían sacado nada en claro de qué documentos eran aquellos que debía haber en la caja fuerte, ya que no había nada más en el despacho en el que se adentraron. Preguntas todavía sin respuesta que quizá pronto encontraran explicación.

De un telefonazo avisaron a Wilson de que 'bajara a ayudarlas': éste estaba esperándolas en la parte trasera de la casa, donde dejaron el vehículo para poder cargar la caja fuerte a una de las habitaciones. Allí debían tomar una decisión.

—¿Vais a... intentar abrirla? ¿O se lo entregaréis así a aquel tipo que os contrató?— aunque siempre había otras posibilidades aquellas dos parecían las más obvias de todas. Abrirlo y echar un ojo a los documentos o dejar aquello en manos del propio Butch—. Supongo que algo importante será, si estaba tan bien resguardado

—Si es tan importante deberíamos conocer qué es antes de entregar nada. La información es una moneda de cambio muy útil, amor —explicó Marisela mientras se deshacía de los guantes, dejándose caer en un sofá para quitarse la sudadera, quedándose en sujetador deportivo sin ningún tipo de preocupación por ello.

La humedad de Nueva Orleans era un problema infernal que ni muerto se resolvía. Por suerte lo de sudar era un asunto del pasado, prácticamente. Sudar sangre no era una idea nada agradable en absolutamente ningún contexto.

—Brujis, ¿creéis que los fururuses vuestros podrían ayudar? —preguntó, mirando a las Tremere. No tenía ni la más remota idea de lo que estaba hablando, pero hasta donde llegaba su entendimiento, su Clan hacía magia y la magia solía ser de ayuda—. Si no, puedo encontrar a alguien que nos la abra.

La Ministra dejó sobre la mesita la sudadera y las dos pistolas, asegurándose de que tenían el seguro puesto. Después se recostó en el sofá, extendiendo los brazos por encima del respaldo mientras con los pies hacía palanca para deshacerse de las deportivas. Su mirada oscura se detuvo en Jessie, quien había recibido más de un tiro.

—¿Estás bien, reina?

—Podríamos tratar de descubrir si la caja fuerte tiene algo raro de manera conjunta... pero no mucho más, me temo. Quizá podamos tratar de abrirla con algo de tiempo y dedicación.—explicó Sun Jae viendo la caja fuerte con preocupación

Al llegar hizo lo propio de quitarse tantas zarandajas de encima, dejando el revolver a un lado y deteniéndose a ponerle el seguro cuando vio que Marisela lo hacía.

Keira era algo más práctica, o pretendia serlo. Con la caja fuerte en la mesa, la volcó a un lado y a otro a ver si sonaba a algo sólido dentro.-Supongo que se puede mirar a ver. Uno de los tíos de ahí fuera dijo que le habían hecho algo raro para cerrarla. Solo habría que preguntar por Carson, si es un “bruji” –Miró de reojo a Marisela con cierto retintín en su tono- se puede preguntar por ello.

Se sentó a la mesa donde se había depositado la caja fuerte. -¿Nos dijeron algo de que no miráramos lo que teníamos que entregar? ¿Y si luego resulta que no es más que un señuelo?- Se inclinó hacia delante mirando la caja con intensidad. –Me han disparado, creo que merezco saber qué hay dentro, ¿Y si dejamos escapar algo gordo?- Meneó la cabeza en gesto de negación mientras apretaba los labios –Ni de coña.-

-¿Algo raro?- preguntó después de escuchar a Keria. -¿Este cacharro no nos irá a explotar en la jeta, verdad? Porque solo me faltaba eso esta noche.-

Después se inclinó hacia atrás en su asiento estirando los brazos y el cuello, y se fijó en su ropa rota por la bala. –Menos mal que es ropa de mercadillo, ¿Creéis que se quedará bien con un remiendo? No gano para uniformes de trabajo.- chasqueó la lengua.

-Por cierto, no olvidemos la tarjeta. No estaría de más dejarnos caer el día de la cita.- Dijo mientras atravesaba el agujero de bala de la ropa con él dedo índice.

Jessie frunció el ceño- Más que saber si nos va a explotar en la cara o no, me gustaría saber si esa gente puede saber dónde estamos gracias a este chisme y a la mierda que le hayan hecho con sus truquitos raros.-dijo, mirándose también la ropa, y la herida que aún tenía abierta, tras escuchar la pregunta de Marisela- Esos cabrones me han dado bien, flaca.-respondió, dedicándole un guiño a su compañera, empleando una de esas palabras que solía escuchar de boca de Marisela, mientras cerraba los ojos y apretaba los dientes, notando cómo su sangre se agitaba para cerrar la herida en su carne.