Partida Rol por web

Aquella era una de esas noches en las que el Lamp Light, un pequeño local de striptease en Bourbon Street se cerraba a los mortales para ofrecer una noche segura para los Vástagos y espectáculos más sugerentes para los mismos. A June le habían hablado de la antigua dueña de aquel lugar hasta que el Katrina se llevó a Morgaine, una Toreador que sigue nombrándose entre rumores por los retoños de la ciudad como una criatura increiblemente violenta y peligrosa para la propia estirpe.

Pero Morgaine ya no estaba y ahora se consideraba que el local pertenecía a Hilda y los suyos por su ubicación en pleno Barrio Francés. Esa noche Butch la había llevado allí porque debía reunirse con alguien y pudo ver de reojo en algún momento como Osbert entraba en el mismo reservado en el que su mentor se había metido minutos antes. El Nosferatu era el traficante de información más poderoso de la ciudad especialmente desde su abandono de a la Camarilla tras la muerte de Marcel, y quizá por eso podía caerle bien a la Brujah. En el escenario una pareja de trabajadores bailaban sobre un escenario quitándose la ropa, un hombre y otro de un género indefinido que tenía la miradas interesadas de alguno de los retoños del lugar. En algún momento uno recibiría el regalo de alimentarse de él, pero de manera muy muy breve para que el mortal mantuviera la consciencia.

Allí había muchos vampiros que no conocía y otros que había visto alguna vez pero no sabía cómo se llamaban, algunos atendiendo al espectáculo mientras que otros hablaban entre ellos o conspiraban en alguna parte del local. A quien si reconoció fue a dos vampiresas: la primera era Bonnie Thomas, que estaba sentanda en un sofá con las piernas subidas en la mesa y tenía una jarra de lo que parecía cerveza en las manos, que alzó hacia ella con una sonrisa cuando se percató de que la estaba mirando. La otra era Hilda que estaba hablando con un jovenzuelo con su gesto habitualmente gélido, el cual se levantó de la mesa y se fue alejándose de allí a paso ligero.

A June no le entusiasmaban los clubs de striptease. Por lo general, lo único que merecía la pena era la comida. Sin embargo, aquella noche era especial para Vástagos así que dudaba que nadie fuera a servirle unos aros de cebolla. Y no solo había muy pocos mortales en aquel momento, sino que además era plenamente consciente de que buscar comida-gente allí era muy mala idea. 

Había logrado hacerse con un vodka con soda, pero no le estaba prestando mucha atención. Esperaba que Butch no tardase mucho, porque se sentía muy fuera de lugar entre toda la decadencia con un peto corto vaquero y una camiseta de Los Simpsons, pero Osbert sabía muchas cosas y eso significaba que probablemente le gustaba hablar mucho sobre todas las cosas que sabía.

Con la espalda apoyada en la barra del bar, June estaba haciendo lo posible por no sentirse incómoda en aquel ambiente cargado artificialmente de sexualidad, y en su opinión estaba haciendo un trabajo excelente manteniendo una expresión neutra y aburrida. Cuando vio a Bonnie, sin embargo, sonrió y levantó su vaso. No se lo pensó mucho más: se bebió lo que quedaba del vodka con soda de un trago, pescó la rodaja de limón de dentro del vaso y la mordió mientras usaba el pie para impulsarse desde la barra y echar a andar hacia Bonnie Thomas. Resultó ser muy mala idea, y arrugando la cara se sacó la rodaja de la boca y la tiró al suelo antes de llegar al sofá.

—Siento mucho que hayas tenido que ver eso —fue lo primero que dijo al llegar junto a Bonnie, su voz aún alterada por la mueca consecuencia del asalto cítrico—. ¿Te importa que me siente? Es muy guay este aire de jefa criminal pero razonable y amistosa que tienes ahora mismo, y me gustaría formar parte de ello. Dios sabe que necesito recuerar un poco de dignidad después de...

Hizo un gesto vago hacia el sitio de donde había venido, y dedicó a Bonnie su sonrisa más exageradamente dulce.

Se escuchó un poco la risa de Bonnie por encima de la música mientras la Brujah se acercaba hacia ella, mientras le daba un trago a su jarra y la miraba por encima del vidrio. Cuando June llegó dió un par de palmaditas en el sofá y dejó la jarra en la mesa y bajó las piernas para apoyarse en ella con ambos brazos. —Haré lo posible para olvidar, June.— recordaba el primer día que se encontró con Bonnie, uno de los primeros en los que comenzó a moverse por la noche de Nueva Orleans: la Sangre Débil ya conocía su nombre y su existencia y aún a día de hoy se preguntaba cómo lo hacía. En la ciudad se dice siempre medio broma medio en serio que Bonnie conoce tu nombre desde el momento en el que tu corazón se para y en su caso la fama había estado a la altura

—El aire no es tan guay cuando llevo sola desde que entré a este local, ¿sabes? Algo esperable de alguien como yo, pero no todos los días pueden ser de trabajo y he decidido acompañar a alguno de mis chicos a que se muevan un poco más tranquilos en un ambiente como éste. ¿Qué haces aquí como un alma en pena?

June se dejó caer en el sofá a dos palmos de Bonnie. Terminarse la copa había sido un error; ahora ya no tenía nada que hacer con las manos.

—Acompañando a Butch —respondió June, y resopló—. ¿Dónde están tus chicos?

La muchacha entrecerró los ojos como si así pudiera ver mejor a alguno de ellos. —Creo que uno de ellos anda babeando con un bailarín y a otro no lo veo, quizá trata de hacer negocios por ahí. Yo me debatía entre acercarme o no a la Reina de Inglaterra para pedirle un poco de su atención. Se me hace difícil desaprovechar la oportunidad que el Barrio Francés podría ofrecer a los que no se pueden defender solos ahora que ni la Camarilla y el Movimiento tiene sus garras aquí metidas, pero después de la libertad de paso y caza no estoy muy segura de que Su Eminencia desee hacer más concesiones.— pese a los motes que le ponía a Hilda June no notó rencor o desprecio en las palabras que le dedicaba, más bien era su manera desenfadada de hablar con alguien que le caía en gracia

—Así que aquí estoy, como una más incapaz de tomar una decisión. ¿Tú has llegado a hacer negocios alguna vez con ella, mh?— la susudicha seguía como una estatua sentada en la mesa, pero en algún momento había sacado un pequeño libro de alguna parte y lo estaba ojeando

Juno siguió la mirada de Bonnie. No tenía una opinión muy fuerte sobre Hilda, ni buena ni mala. Por un lado pensaba que tenía suficiente influencia para echar a las sectas de Nueva Orleans, si se lo proponía, y era difícil no sentir un poco de resentimiento por su inacción. Por otro lado, era el vivo ejemplo de la libertad autarca, según se la habían explicado a June: cada uno a lo suyo mientras nadie se pase de la raya.

—¿Hm? No. Yo no hago negocios con nadie. Si te digo la verdad, no me gusta nada cómo al parecer después del Abrazo —dijo, susurrando esa última palabra—, de repente, todo el mundo empieza a hacer negocios y deja de hacer amigos.

—Es molesto, ¿verdad? Muchos creen que los negocios y el poder son las verdaderas tarjetas 'Queda libre de la cárcel' de la noche vampírica, pero yo pienso que aquellos que darían la cara por ti son los que realmente a uno le pueden librar de los problemas. Aun así tampoco deberías olvidar por completo los negocios, June, ya que mueven gran parte de nuestra sociedad. El buen equilibrio, vaya.— la Sangre Débil seguía mirando en dirección a la Ventrue con una ceja ligeramente enarcada, posiblemente debatiéndose en sus propias decisiones

La mirada de June se movió de Bonnie a Hilda y de vuelta a Bonnie.

—Puedo llevarte a su mesa a saludar, pero cuando una chica sola en un bar saca un libro significa dos cosas: que no quiere que nadie se le acerque y que no tiene la clave del wifi.

—Entonces June, ¿qué propones?— Bonnie se giró hacia ella para mirarle con renovado interés— ¿Cómo harías de esta una noche útil?
 

June resopló como si la idea de hacer de la noche algo productivo fuera absurda. Subió los pies al sofá y cruzó las piernas a lo indio, se colocó el pelo detrás de la oreja y empezó a juguetear con el enganche de uno de los tirantes del peto.

—¿No habías venido a pasarlo bien con tus amigos? A meter unos billetes en tangas o algo así.

—Nada más lejos de la realidad, cariño, eso es algo que me interesa aproximadamente tanto como a Hilda lo que está ocurriendo a su alrededor. He venido para asegurarme de que nadie trata de pisarles la cabeza, metafórica o literalmente, sólo por ser nuevos en todo ésto: mi presencia aquí es más que suficiente si no hay problemas... y eso me permite pasar un rato distendido contigo si tienes alguna idea.—

—No tengo ninguna idea, Bonnie —resopló June—. Si por mí fuera estaría en mi casa comprando desde el móvil. Pero en vez de eso estoy aquí, con un montón de babosos. Pero puedo apuntarme a lo que se te ocurra. 

—Deberíamos actuar si queremos que Nueva Orleans sea una ciudad donde ni la Camarilla ni el Movimiento puedan llegar a hacer lo que se les antoje, cariño. ¿Me acompañas? —era muy significativo que jamás había escuchado a Bonnie usar la palabra 'Anarquistas' para nombrar a la secta. La Sangre Débil se levantó haciendo un gesto de desperezarse, posiblemente algo heredado de cuando estaba viva.

Y le hizo un gesto mientras se dirigía a la mesa donde la rubia estaba leyendo.

June sabía que Bonnie tenía razón. No había pertenecido a aquel mundo, ni era lo bastante espabilada, para comprender bien cómo habían funcionado las sectas, cómo funcionaban ahora, ni a dónde podría llevarles aquel conflicto. Pero todo lo que había visto y oído sobre la Camarilla era lamentable, y con la caída de las sectas los Anarquistas habían perdido toda legitimidad.

Así que aunque no quería, porque pocas cosas le parecían tan espantosas como la idea de pactos y alianzas políticos en un club de striptease, June se levantó y siguió a Bonnie. A modo de protesta, eso sí, se agenció la jarra de cerveza. Apretó el paso para alcanzar a Bonnie y llegar a la mesa de Hilda a la vez que ella.

—¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este? —preguntó June a modo de saludo. Posó la jarra de cerveza en la mesa, como si estuviera plantando muy delicadamente una bandera, pero no la soltó por si Hilda les mandaba a paseo—. Y además, aquí está Bonnie. Hola, Hilda.

La Ventrue levantó la mirada del libro, lanzándoles una mirada impermeable pero que tampoco trasmitía rechazo: Hilda solo las miraba, como si tratase de catalogarlas. Bonnie saludó con un 'Eh Hilda, ¿podemos hablar contigo un momento?' y unos segundos de silencio dejaron a entender que no eran bien recibidas... hasta que habló.

—Sentaos. —cerró el libro con un gesto y se escuchó un '¡Oooh!'. Cuando miraron de reojo en dirección al sonido pudieron ver como un vampiro estaba mordiendo al bailarín andrógino, algo que duró muy pocos segundos antes de que éste se soltara siguiendo las normas de aquellas fiestas 'especiales' del Lamp Light—. Si veníais a pedirme ocupar ese lugar... ya veis que es tarde.

—En realidad... queríamos hablarte de la ciudad y de los problemas que han provocado hasta ahora las Sectas. —la Sangre Débil miró a June, como pidiéndole ayuda para argumentar aquello

Cuando June vio de reojo al vampiro recibir su premio, torció la boca y giró un poco la cabeza para sacar por completo el escenario de su campo de visión. A esto le siguió una mirada alarmada hacia Bonnie, hombros alzados y todo. June solamente la había seguido hasta allí, y no había sido su intención hablar con Hilda para nada aquella noche.

—Yo acabo de llegar, como quien dice, pero hasta yo lo veo —dijo June, todavía más concentrada en hacer sentir a Bonnie el peso de su traición con la mirada que en lo que decía—. Un día de estos Almerson o alguien de los suyos va a molestar a quien no deba, y entonces esa tal Laura va a ocuparse del tema, y va a haber una guerra. Y lo vamos a pagar los demás.

Bonnie le dedicó una magnífica sonrisa a la Brujah, como tremendamente satisfecha con la jugarreta que le acababa de hacer. Sin embargo tras la chanza inicial en su mirada pudo ver también un punto de aprobación ante su argumento. —En Bywater y en Mid-City las cosas están más complicadas que nunca. Es especialmente en la frontera de ambos distritos donde está habiendo más peleas y luchas de poder... Se está jugando con fuego y es cuestión de tiempo que todo empiece a arder, Hilda.—

La Rebelde estaba tan concentrada en no mirar al escenario que clavó su mirada con toda la intensidad posible tanto en la traidora como en la Ventrue, y gracias a ello pudo ver un levísimo cambio en la expresión de Hilda al mencionar a Laura, como si torciera el gesto por un momento. ¿Tenía ella algo que ver con la Gangrel? ¿O era respeto o miedo ante las capacidades de la mano derecha de Cambridge?

—¿Y qué? —Hilda no había replicado a nada del argumentario de June, pero saltó como un resorte ante las palabras de la Sangre Débil. Un desprecio instantáneo que nació cuando Thomas mencionó aquellos distritos. Bonnie estaba demasiado influenciada porque allí se movieran alguno de los miembros de La vie en rose, pero June tenía bien claro que si querían sacar algo de ella tendría que atacar en lo único que parecía importarle a Hilda: el Vieux Carré.—. Por mi, que ardan todos si lo desean. No soy la madre de ninguno de ellos.

June nunca se había preocupado mucho de llegar a conocer a Hilda, pero su cambio de expresión a la mención de Laura le resultaba familiar. A lo mejor había mucho más detrás, pero para June era la cara de una chica blanca, rubia, guapa y delgada que creía que todo el mundo le debía su admiración a la mención de una rival de las mismas características.

—Los fuegos se extienden. Y tarde o temprano, al menos uno de los dos bandos va a querer el Barrio Francés, porque... Bueno, porque es el Barrio Francés, habría que ser imbécil para no quererlo. En algún momento Cambridge o Almerson van a decidir que los autarcas deberían estar acogidos bajo su bandera, o no estar y punto.