Partida Rol por web

Ante ustedes tan solo había jungla; jungla y un vago camino que indicaba que de querer marchar al Centro de Visitantes el camino norte era el más directo ¿quizás el más seguro? eso estaba todavía por comprobar.

El incidente con el helicóptero había mellado la moral de aquel grupo que ya contaba con heridas y rasguños tanto físicos como psicológicos ¿cómo se suponía que debían completar la misión ahora? ¿Realmente mandarían a otro piloto a vuestro rescate? ¿y de ser así, cuándo y dónde?

Aquellas preguntas enturbiaban el ambiente que cada vez era más cálido. Por suerte el encontrar pequeñas vías magnetizadas en mitad del camino hizo que buscar orientación fuese una tarea sencilla.

Avanzasteis durante ¿una hora? el tiempo era difícil de controlar en una situación así, pero la imagen de la gigantesca puerta de bienvenida al parque se alzaba majestuosa...

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La travesía continuaba...

Poco a poco el agotamiento físico iba haciendo mella en vuestros cuerpos, sobre todo porque el calor que hacía en aquella isla era atroz.

El sudor corría por vuestras frentes y la ropa estaba empapada, lo peor de todo era que el agua se había agotado hacía ya bastante tiempo.

Los minutos pasaban y no parecía que el Centro de Visitantes estuviese cerca... ¡era de esperar! el recorrido estaba hecho para ir en coche.

Aquellas que tenían más experiencia en largas travesías conocían los riesgos de seguir caminando bajo estas condiciones, pero dejar que cayera la noche era aún más peligroso porque podrían ser presa fácil para cualquier carnívoro.

Con el dorso de mi mano me sequé el sudor de la frente. Como era de esperar, hacía mucho calor... y, aunque sabía que debíamos continuar, suspiré e hice una pequeña parada para mirar a mis compañeras. Me preocupaba que estuvieran aguantando más de lo que podían el cansancio.

–¿Cómo estáis? – pregunté mientras sacaba mi cantimplora y les ofrecía –. Bebed. La deshidratación es la principal causa de agotamiento en este tipo de climas.

No me importaba hacer un pequeño descanso, pues nos vendría bien estar a plena energía por si las cosas se ponían peligrosas... pero tampoco quería perder demasiado tiempo. Si ellas se encontraban cansadas, descansaríamos. Si no, era mejor tomar un respiro de pocos minutos, beber agua y proseguir.

-Estoy bien... simplemente hace mucho calor... como era de esperar al fin y al cabo-declaró entre los jadeos que le producía caminar bajo aquella humedad tropical.

Por suerte hasta aquel momento no se habían cruzado con ningún otro de los habitantes de la isla, pero eso no era garantía de nada.

-Lo cierto es que sería peligroso desplazarnos de noche... pensad que hay especies depredadoras nocturas adaptadas a la noche. Nosotras en cambio no lo estamos. Sería como si caminásemos con un cartel luminoso de "cázame" sobre la cabeza.- Aclaró.

-La isla puede parecer un vergel pero no es otra cosa que un parque temático, lo que quiero decir es que pese a que nos de la impresión de que estamos cruzando una selva virgen, tiene que estar plagada de construcciones, casetas de mantenimiento... todo tipo de instalaciones. Cualquier cosa que suponga un techo, cuatro paredes de hormigón y una puerta que podamos cerrar nos supondía un refugio infranqueable para cualquier amenaza.

Carol se encontraba agotada, una mezcla del cansancio físico por la caminata, la desmoralización por todo lo que habían vivido en apenas unos minutos, y la deshidratación que causaba el extremo calor. La mujer escuchó las opiniones de sus compañeras. Le fascinaba escuchar hablar a Sophie, quien decía palabras muy científicas y complicadas, o usaba palabras sofisticadas, como "vergel". 

-Entonces, Soph, ¿sugieres que sigamos avanzando hasta que encontremos un refugio donde poder ocultarnos? Yo la verdad es que estoy cansada, pero no se si quiero arriesgarme a que se nos haga tarde. Por mi parte... -dudó un poco. Tampoco estaba segura de qué era lo que quería. Bueno, sí. Lo que quiero es irme a mi casa. -Por mi parte seguimos adelante. 

Se decidió que había que apurarse, perder tiempo descansando cuando el tiempo estaba en contra era una opción que no estaba contemplada, sin embargo había un problema: solo los más preparados tendrían facilidad para continuar a este ritmo...

Tocaba la misma rutina... caminar... caminar... ¿el lado bueno? nadie quería comeros por el camino, o al menos por ahora.

De repente mientras caminabais rumbo al norte, un estruendo se escuchó en el horizonte.

Al principio parecía como el sonido de una tormenta pero aquello no era posible porque el cielo estaba totalmente despejado. Os mirasteis incrédulos sin saber qué era lo que estaba pasando hasta que una imagen aterradora os hizo conocer la verdad.

¡Se trataba de una estampida! Venían de frente, ¿era una manda?

Solo podíais hacer una cosa ¡quitarse de en medio! No sabíais si estaban huyendo de algo o alguien o si se estaban desplazando, sin embargo estar dentro de su trayectoria era un suicidio.

En cuanto descubrió el origen de aquel terrible retumbar, su rostro volvió a reflejar el miedo, esta vez con matices de desesperacion. ¿Es que aquel maldito lugar no les iba a dar ni un momento de tregua?

Antes de empezar a correr tuvo la suficiente sangre fría como para fijarse en aquellas criaturas que se dirigían corriendo hacia ellas.

A aquella distancia Aquellos terápodos tanto podían ser desde  del orden de los dromaedosaurios hasta cualquiera de los paquicefalosaurínidodes, pero lo cierto es que no estaba dispuesta a comprobarlo si de ella dependía.

-¡Corred! ¡Escondéos!-Se limitó a gritar a sus compañeras de viaje al tiempo que lograba salir del camino para resguardarse entre los árboles del linde.

Al escuchar el estruendo, miré al cielo preocupada. Una tormenta no haría más que hacernos perder un tiempo precioso y dificultar la llegada a nuestro destino.

Sin embargo, lo que al principio parecía una tormenta, rápidamente quedó demostrado que... por desgracia, no era sólo eso, sino algo peor: Una manada de dinosaurios venía directos a nosotras, y no teníamos mucho tiempo para perder en palabrerías si no queríamos acabar aplastadas. De hecho, incluso era demasiado tarde para dispararles... nuestra única opción era esquivarlos.

Así pues, me tiré hacia uno de los lados lo suficientemente lejos como para que ninguno de aquellos dinosaurios me embistiera... Aunque, tirarme no hacía más que dejarme expuesta en el caso de que fueran carnívoros...

No pararse a descansar le había pasado factura. Carol sabía que Ihna aguantaría el tirón, pero se sentía más preocupada por Sophie, de la cual no esperaba que estuviera en muy buena forma física. Al final, la paleontóloga estaba fresca como una lechuga, mientras que la militar se notaba cada vez más débil. 

Estaba más lenta, y no solo físicamente: sus reflejos también se habían visto afectados, y tenía que hacer esfuerzos para seguir caminando. Probablemente por eso, no se dio cuenta del extraño ruido que alertó a sus compañeras. Tampoco fue capaz de ver la enorme marabunta de dinosaurios que se acercaba corriendo hacia ellas hasta que estaban casi encima suya. 

Su instinto de supervivencia le hizo correr hacia un lado para desviarse del camino, pero el cansancio y la deshidratación seguían haciendo mella en ella. No supo con qué tropezó, quizá una piedra, o un tronco, o sus propios pies, pero en vez de una carrera limpia hacia el bosque, fue dando pequeños saltos para tratar de mantener el equilibro. Entre traspiés y traspiés, Carol no consiguió ver la enorme y sólida cola de saurio que le golpeó de lleno en el estómago. 

La primera buena noticia fue que aterrizó lejos de la estampida. La mujer trató de levantarse, pero apenas pudo ponerse a cuatro patas, cuando un dolor punzante le atravesó la zona abdominal. Se palpó en busca de heridas. La segunda buena noticia fue que la camiseta solo estaba manchada de barro y sudor. Y como para culminar la escena, cuando todo parecía haberse calmado, el desayuno de Carol decidió que no aguantaba ni un segundo más en su dañado cuerpo, y salió violentamente por la boca, entre desagradables sonidos de arcadas. 

Por fortuna los reflejos del equipo fueron lo suficientemente efectivos para apartarse a un lado antes de ser víctimas de una estampida que podría haber resultado en una desgracia aún peor que la del helicóptero.

Debido a la violencia del movimiento las tres "expedicionarias" se encontraban en el suelo, jadeando, dando gracias de haber visto (y escuchado) a tiempo aquel suceso ya que ahora estaban con vida.

Se temía que tras la estampida hubiese algo persiguiendo a esa gran cantidad de dinosaurios pero el silencio fue la única respuesta (sin contar claro está con el centenar de marcas en el suelo, huellas que la científica siempre encontrará fascinantes)

El grupo tras sobrevivir a lo que podría haber sido una muerte "arrolladora", decidió continuar su camino.