Partida Rol por web

- Por favor, mi lady, por aqui...

El sargento se aleja de la congregacion de guardias mientras Ser Vaenon se mueve con los acusados a las mazmorras a intentar desvelar mas sobre este atentado.

Llegais a iglesia y os adentrais en el interior con el ruido de vuestros pasos resonando en ella hasta que "el Ingles" se detiene en frente de una puerta velada con una cortina de terciopelo que parece haber sido movida recientemente.

- Estan en el interior, mi señora.

Te invita a pasar mientras el se queda tras de ti.

Con el corazón encogido, palpitando de preocupación, Celina cruza a través del espacio que el Sargento deja al apartar la cortina de pesado terciopelo. Y se adelanta para encontrarse con su Padre, y comprobar su estado después del ataque recibido...

Dejas atras la cortina de terciopelo rojiza y te adelantas a una estancia impresionante donde parece residir Monseñor y preparar sus ceremonias mas importantes como, claro esta, vuestra boda con Ser Vaenon.

En la mesa donde antes se encontraban unas velas ahora se encuentra apoyado vuestro padre el duque, de espaldas a ti apoyado sobre uno de sus costados. En la sala no hay nadie mas aunque en un lateral de la misma donde hay varias cortinas del mismo color parece que se mueven de forma que pudiesen indicar la salida de alguien mas de alli.

En el suelo y cerca de la mesa ves claros rastros de sangre que llegan hasta la mesa donde yace tu padre aunque tambien te percatas que parece que tambien ese rastro acompaña el camino de la cortina que aun se mueve levemente... quiza haya estado ya el quirurgo alli??

Monseñor Greko parece un tanto sobresaltado por tu rapida visita pero mantiene la compostura pese lo implacable de las circunstancias que os han llevado hasta alli... y mas aun cuando tambien han atentado contra su vida.

Corro sin pensar hacia la mesa donde yace mi padre. Sí que percibo más cosas, desde luego: Las cortinas laterales, su ligero movimiento, el rastro doble de sangre...
pero ahora lo que realmente me importa es el estado en que se encuentra el Duque.

Así que me inclino hacia él, le beso en la frente, y tomo su mano para comprobar su estado.

-¡Padre! Padre...

Dirijo la mirada, inquieta, sumamente preocupada, hacia Monseñor Greko. Mi voz suena angustiada.

-¿Cómo está? ¿Le ha visto ya el médico? ¿Qué os ha dicho? ¡Hablad, Hombre de Dios!

Monseñor te mira sin decir palabra como espectante a que pase algo, luego es el mismo Duque quien se gira con tu mano aferrada con cariño y habla:

- Hija mia, estas aqui. No te preocupes... no ha sido nada grave y ya estoy mucho mejor.

Se sienta sobre la mesa incorporandose con tranquilidad aunque parece que esta bien y apenas adolece de ningun dolor fisico. Sus ropas aun mantienen un pequeño tinte rojizo de la sangre en uno de los costados, a la altura del corazon.

Hay algo en su mirada, en su expresion, que te inquieta; sientes que hay algo raro en el pero no sabes si son los nervios por su salud o el que.

- No os preocupeis Lady Celina, vuestro padre ya ha sido visto por el quirurgo y esta bien aunque debera cuidarse... tuvo suerte de que fuesemos socorridos rapidamente por mis monjes y esos rufianes no le hiriesen de gravedad... esperemos que no se repita... sin duda esos asesinos fueron enviados contra el al igual que aquellos que intentaron atentar contra vos en los bosques.

Se acerca y ayuda a ponerse en pie al Duque aunque no parece necesitarlo.

Cuando escucha las palabras de su padre, y sobre todo ante su actitud, Celina siente un escalofrío. Algo no está bien, lo percibe, pero no es lógico, no es racional.

-Padre! Habladme, decidme qué ha ocurrido... Temía por vuestra vida, y me alegro de veros tan recuperado... Pero contadme lo sucedido, por favor, deseo saberlo de vuestros propios labios...

Sus ojos escrutan el rostro del Duque, sus pupilas, intentando asomarse a su alma, y responder así a su duda, a su vacilación...

Te mira un momento y luego a Monseñor para volver definitivamente a ti.

- Hija mia me encontraba hablando con Monseñor sobre los preparativos de la boda cuando un hombre surgio de la nada con un atuendo extraño y senti un pinchazo tremendo en un costado desfalleciendo casi al instante... sin duda me arrojo algun tipo de arma con veneno que el quirurgo ha identificado como "dardo" o saeta pequeña con un extraño veneno de hierbas que, de no haber sido por la rapida intervencion de Monseñor y sus monjes, me habrian conducido directamente a la muerte.

Siento decir que no recuerdo mas solo que desperte aqui encima con el quirurgo extrañendome de la herida el artefacto.

- Perdonadme mi lady pero yo podria explicaros lo sucedido en ese espacio de tiempo si os place...

Hace una pequeña inclinacion de cabeza a modo de sumision a tu posicion.

-Si me disculpais, Monseñor, deseo hablar con mi Señor Padre, es lógico, debéis comprenderlo.

Me giro hacia el Duque.

-Y estoy realmente agradecida a Dios por teneros en tan buen estado después del ataque, habiendo transcurrido tan poco tiempo.

Le ofrezco mi brazo, y me acerco a él. Es evidente que quiero hablar paseando, a solas, discretamente.

-Veo que hay mucha sangre, espero que no os encontréis muy débil...

Cuando el Duque tome mi brazo, mi intención es seguir el rastro de sangre que se pierde tras el cortinaje mientras hablo con él.

Monseñor parece mostrarse un tanto reticente con una mirada fria pero luego se retira saliendo de la estancia por donde anteriormente tu haias entrado.

El duque se agarra a tu brazo un momento despues pero no avanza ni se mueve como si no quisiese seguirte el juego. Logras moverte con el un par de pasos pero cuando sigues el rastro de sangre hacia la cortina de un flanco este se para y te mira a los ojos exigiendote que hables.

-Padre... ¿qué te ocurre? ¿por qué te detienes...?

Puesto que sigue asido a mi brazo, me separo ligeramente de él, para verle de frente, y mirar también en sus ojos. Hay algo que me alerta, aunque no comprendo qué es. pero temo que sea víctima de la acción de algún veneno, o de algo peor, pues no reconozco a mi padre en su actitud. Y no comprendo esa rápida recuperación de un hombre que ha perdido tanta sangre, y que ha sido evidentemente atacado en el pecho, quizá en el propio corazón.

Sin embargo tampoco quiero mostrarme recelosa, él es mi familia, mi sangre. Y no quiero herirle si no hay nada cierto en mis suspicacias.

Mientras espero su respuesta, mirándole directamente, retrocedo lentamente siguiendo el rastro de sangre en sentido inverso, pues los cortinajes se encuentran a mi espalda...

Te mira y luego agacha la mirada para recomponerse casi al instante y volver a mirarte.

- Mi niña, no te preocupes por nada... ahora solo necesito descanso, pero, que se ha hecho con mis agresores??

-Debes contarme cómo fué esa agresión, Padre...

Mientras dice esto, Celina, que ha llegado ya a la cortina tras la que se pierde el rastro de sangre, la descorre completamente, sin previo aviso.

Parece un gesto casual, de simple curiosidad juvenil. Se gira al hacerlo para ver bien lo que quedaba detrás.

La cortina se descorre con fuerza sin previo aviso pillando por sorpresa al Duque cuando este iba a empezar a hablar.

Detras de la cortina el rastro se detiene en una puerta de madera que esta entreabierta y que parece descender aunque por el quicio tan solo la oscuridad se percibe.

- Que pasa hija mia?

-¿Quién te ha traído, Padre? ¿Y quién te ha atendido? ¿qué quirurgo ha extraído ese... dardo? Mira toda esa sangre... ¿Había alguien más contigo...? No parece que hayas perdido tú toda esa sangre, es imposible, no podrías tenerte en pie...

Abro la puerta entornada mientras hablo, pero si darle la espalda a mi padre, sigo mirándole mientras lo hago.

Se acerca a ti y te abraza mientras te susurra al oido.

- Hija mia, solo hay que dar gracias por estar vivo, contigo... nada mas...

Tras el abrazo el Duque se aparta un momento y se apoya en la mesa en la que se encontraba anteriormente.

- Monseñor me trajo; Morgan, el quirurgo de palacio, me intervino y creeme que hizo un buen trabajo. Ahora dejemos de hablar, estoy cansado y confio en la fuerza de mi querida hija para que me acompañe a mis aposentos a descansar de las heridas y recuperarme antes del banquete de esta noche.

No querras que falte a la celebracion de la boda de mi unica hija, no?

Se levanta para dirigirse, a la espera de tu ayuda, al exterior de la sala.

Mis ojos buscan los de mi padre, con la duda aún corroyendo como una alimaña en mi estómago.
Sin embargo, su abrazo, sus dulces palabras...

Vuelvo a ser la niña que se sentaba en su regazo, suplicando sus historias, escuchando su voz ronca cantándome canciones de Honor y Batalla... y no puedo dudar ya.

Así que cuando se levanta, vacilando por su herida, buscando mi ayuda, no puedo negársela. Corro a ofrecérsela, y le paso su brazo por mis hombros, para que se apoye en mi al andar, y podamos llegar sin demasiado esfuerzo por su parte hasta sus aposentos...

Parece complacido con tu "claudicacion" y ambos salis por la cortina por la que tu entraste. La iglesia ya no esta vacia; cuatro guardias se apostan aqui y alla por vuestra seguridad mientras que "El Ingles" se encuentra cerca de la entrada principal de la misma y al veros salir se apresura a llegar junto a vosotros.

- Mi Señor, mi Lady. Esta todo asegurado y presto para conduciros a vuestros aposentos donde podais descansar adecuadamente. Acompañadme, por favor.