Partida Rol por web

Celina ha llegado, a paso vivo, a sus propios aposentos, muy cerca de los del Duque. Oye los comentarios de Ser Vaenon y de quien, después de todo, a pesar de su aspecto probablemente merezca ser llamado Ser Bruce, pero calla.

Abre la puerta y hace entrar a los hombres a un salón de tamaño mediano, confortablemente amueblado, donde una mujer está sentada, bordando. Les mira sorprendida. Extrañamente, la enorme chimenea está apagada.

-Yennefer, no te asustes, pero algo malo está sucediendo. Necesito que busques tú misma a Paul, el Maestro de Armas, y lo traigas aquí. Si ya no estamos cuando lo hagas, llévale a los aposentos del Duque. Hazlo por tí misma, no confíes en nadie. He intentado por otros medios que lo localizaran, pero no lo he conseguido. Y no está en sus habitaciones...

Se gira al resto, y les mira con urgencia. Con la mirada agradece su lealtad, sabe que están aquí por que quieren, sabe que puede contar con ellos. Cuando el ama se ha marchado, toma su espada de su soporte, y se encara al Woodfeather.

-Contad con todos nosotros, trazad una estrategia y os seguiremos. Pero hacedlo deprisa, el siguiente paso es cruzar ese pasillo, hasta mi padre... o lo que sea que lo haya suplantado.

una vez que Yennefer ha salido de la habitación...

mi señora porque creeis que alguien ha suplantado a vuestro padre?, de que clase de criaturas endemoniadas estamos hablando?,

Si nos puede explicar un poco que ha pasado -continua Salem las preguntas de Ricardo- nosotros podríamos ayudar mejor. Claro está, elija vos lo que quiera contarnos, pero denos almenos una idea para saber a lo que nos enfrentamos.

Ser Vaenon frunce el ceño mientras Bruce explica lo de la clepsidra. Quizás podría haberse aplicado más en sus estudios... pero nunca tuvo demasiado interés en la historia y demás. Por lo demás, sigue sin saber qué pinta dicho artefacto en la trama, pero decide no hacer más preguntas e intenta confiar en el Woodfeather.
- Vayamos pues... - dice sin más poniendo la mano en el puño de la espada.

Mira el gesto dramático de la dama al tomar la espada con una sonrisa contenida y diversión en sus ojos.

-Al menos la empuñáis por el lado correcto. Es un comienzo. Aunque podéis guardarla, milady. Si las espadas tienen que salir de sus fundas, para algo están los caballeros que son más diestros. Y dudo que a lo que nos enfrentamos le asusten mucho estos filos.

Luego se echa hacia atrás para hablarle al grupo entero. Su pose continúa indiferente y engañosamente relajada.

-Nos enfrentamos a un demonio, un Doppleganger, como lo llaman en la tierra de Sir Vaenon. Un ser que suplanta la personalidad de las personas pues es capaz de imitar la apariencia y la voz de sus presas a la perfección. La manera de cerciorarse es viendo si se refleja en un espejo o en un estanque.

Dejo unos segundos para que asimilen las palabras y continúo, deambulando por la habitación en un paseo distraido.

-La manera de encargarnos de él es devolverle a su mundo por una superficie reflectante. Un espejo o el agua. Para lo cuál sugiero que consigamos un buen barreño de agua y un espejo de pie.

La joven Celina no se inmuta ante el desprecio del que el cazador la ha hecho objetivo. Demasiado sabe cómo piensan los hombres. Sólo sonríe y se ajusta el cinto que acaba de descolgar. Y añade sin dejar de sonreír:

-Quizá os debieran valer mejor actos que palabras, pero si sois de esa gran mayoría de simples que juzgan antes de ver, allá vos.

Luego escucha con interés lo que el hombre está explicando. No quiere ni pensar, ni preguntar qué pasará con su padre si consiguen domeñar a ese demonio, y devolverlo a su lugar...

-El espejo de pie no es problema, en mi alcoba hay uno, y podemos tomarlo. Una barrica de agua... bueno, es más difícil, o mejor más lento, pero puede conseguirse. Hay que avisar a algún criado. Decidid qué es lo más conveniente.

Mientras se desarrollo la dantesca escena os da tiempo para calcular que hay un problema de lo mas importante actualmente que habeis obviado hasta ahora; entre tanta discusion, movimiento, ir y venir, ya ha avanzado la hora y se habra preparado el gran banquete por lo que todo el mundo estara a la espera de vuestra llegada e, incluso, quien sabe si el propio Duque ya se encontrara dando la bienvenida a los invitados del mismo.

No seais brusco con milady -responde Salem, bastante serio, al oír comentario de Bruce- Creéis que se arriesgaría a llevarse una espada si no supiera usarla?
Aunque a mí tambien me sorprende algo -le dice afablemente, ahora a Lady Celine- Me gustaría agradecer a su maestro el haberle enseñado. Coraje, fe y fuerza, eso es lo que necesitamos... Todos -dice ahora, mirando a Bruce- Debemos estar unidos. Si nos separamos, aunque sea solo de pensamiento, las fuerzas con las que estamos jugando nos despedazarán.

Sobre la barrica de agua... -continua Salem, intentando cambiar algo el tema, ya que ve el ambiente algo tenso- El problema será llenarla y transportarla. Yo tengo un botellín vacío, pero no creo que el agua que pueda llegar a contener sea suficiente como para reflejar una persona. -dice, con algo de pesar- Supongo que la idea del espejo es mejor... Aunque, ahora que lo pienso. Si derrotamos al demonio, la persona a la que éste copia sufrirá algun daño? Estan el demonio y el duque conectados de alguna manera?

Se ríe con ganas ante la contestación de la dama.

-Lo primero, señora, que con sólo ver cómo empuña el arma puedo saber qué tal lo hace. Y lo segundo es que si la ven con una espada en el cinto por los pasillos, ¿no os preguntará nadie qué está pasando? Es más, si entra en una sala donde está "su padre" con una espada en mano, y luego el Duque no sale porque ha desaparecido... ¿Qué cree usted que ocurrirá? Así que me da igual cuán buena os creáis con la espada, milady, será desafortunado que llevéis una. Aunque ahora habéis despertado mi curiosidad. ¿Habéis matado alguna vez a un hombre o mujer con una espada?

Se apoya en una pared cerca de la puerta, para que, mientras hace una pausa escucha si hay movimiento en el pasillo.

-Y ahora que lo pienso... Hay otra cuestión. Al principio sospeché que el que había invocado a la criatura sería Greko, ya que dijistéis que algo tendría que ver. Pero os veo una mujer fuerte. Una mujer decidida. Que sabe manejar una espada. No será que ansiábais heredar prematuramente, ¿verdad milady?

Unos ojos duros como el metal se clavan en la hija del Duque estudiándola, como si la viese de nuevo por primera vez.

Vaenon no puede seguir escuchando a Bruce sin que la sangre hierva en sus venas. En un rápido movimiento, desenvaina la espada y se encara contra el Woodfeather:
- No toleraré que hables así a mi prometida, bastardo. Discúlpate de inmediato... o comprobarás que yo sí sé manejar una espada.
Los ojos del alemán brillan de furia. Su relación con Bruce empeora por segundos.

Ni asombrado por la reacción ni asustado por la amenaza, Bruce continúa apoyado contra la pared, atento por si se oyen pasos en el pasillo, ya que se está haciendo mucho ruido en la habitación y podría alertar a curiosos indeseados.

Mira al caballero germano con algo de desprecio por su exceso de sangre caliente y pronuncia sus palabras con aire calmado.

-Así pues podemos estar conspirando contra la figura del Duque, "noble" germano, ¿y sin embargo comentar que su hija no se comporta como corresponde a una dama es delito?

Chasca dos veces la lengua en señal de negación y luego mira a lady Celina y suspira por lo cansino de la situación.

-Milady, ¿vos que sóis como poco más sensata le podéis decir al caballero que enfunde su espada? No hay nadie que le apluda sus bufonadas, debería haber estado más atento en el torneo si quería gloria por matar a alguien.

Luego como si no hablase con nadie o con el mundo en general:

-Es por actitudes como estas que no aludo a mi título o mi condición de caballero. El padre de su prometida está en peligro y lo más útil que se le ocurre es ensartar a la persona que le puede salvar. ¡Cómo ciega el poder de la espada la capacidad de ver lo realmente importante!

encrspado y con los nervios a flor de piel por la situación en que me encuentro,

será posible este bufón que ha osado insultar a la noble dama...

avanza un paso amenazador hacia Bruce

señor, caballero o como querais que os llamemos, encuentro injusta la acusación que habeis realizado en contra de Lady Celine, y solicito inmediatamente una disculpa de vuestra parte, pues el honor de la señora ha sido mancillado por tus viles palabras...

suspira ante lo absurdo de la situación

Cita:

y por mucho que digais que sois el único que la puede ayudar, no os dá derecho a decir semejantes blasfemias de ella

Vaenon apoya la espada contra el suelo y descansa ambas manos sobre la empuñadura antes de sonreír despectivamente a Bruce:
- Habláis bien Woodfeather... y habláis demasiado. Espero que sepáis hacer algo más útil pues, hasta ahora, tan solo habéis logrado darme dolor de cabeza.
Vaenon da media vuelta y se aleja lo más posible de Bruce, dirigiéndose a una de las ventanas mientras guarda la espada en el cinto. Su mirada se pierde en los hermosos patios del castillo y, poco a poco, se aleja hacia los fértiles campos de Britania que, aunque remotamente, le recuerdan a los verdes pastizales en los valles germanos. Por desgracia, el momento de paz es breve y de nuevo presta atención a las decisiones que pueda tomar Lady Celina.

Suelta un bufido al ver que el otro caballero también salta amenazador. Al final todos son iguales, idénticos unos de otros.

-Sir Ricardo, vos le debéis una mayor obediencia al Duque que a esta dama, igual que el resto de presentes. Así que dáis por hecho lo que ella os cuenta y permitís que coja una espada y se dirija presta a dar muerte a lo que se le cruce por el camino. Es más, contando con la protección de tan "valientes" caballeros.

Hace una pausa meditada.

-Vuestro anfitrión es el Duque, ¿no es a su figura a la que debéis defender? ¿No dice acaso la Santa Iglesia que fue la mujer la que engañó al hombre? ¿No sería posible que fuera ella y no el Duque la que nos engaña?

Le dirijo una mirada a todos los presentes que están dando tantas cosas por sentado.

-Tan sólo quiero asegurarme antes de tener que agredir a nadie. Porque aún queda por saber quién invocó al demonio, si es que es tal.

señor estais equivocado, yo no debo obediencia al duque, he jurado por mi honor proteger a Lady Celine, y en una cosa estamos de acuerdo, ella se debería ocupar de otras cosas y no de llevar una espada

suspira nuevamente

y para vuestra información, no tengo el rango de caballero, ni lo quiero, soy un simple mercenario, señor...

- Lanzáis acusaciones Woodfeather... - escupe Vaenon desde su posición junto a la ventana - ...acusáis, provocáis, insultáis e infravaloráis indiscriminadamente. Pero yo me pregunto: ¿por qué confiar en vos? Vuestros motivos, sin duda, han convencido a mi prometida, pero... ¿y nosotros?
Vaenon se acerca lentamente y se coloca entre Ricardo y Salem:
- Liberé a estos hombres en contra de la voluntad del Duque, aunque él aún no lo sabe. Lo hice porque mi intuición me grita su inocencia. Sé que no me equivoco con ellos; vos en cambio... digamos que no despertáis dicho sentimiento. Quizás no sea nada, pero...

Inclina la cabeza, al parecer complacido con las palabras de Sir Vaenon y sonríe, y esta vez no hay malicia en sus labios.

-Véis, por fin empezáis a usar la cabeza antes que la espada, caballero. Hay que dudar de todo y de todos cuando se trata de criaturas como los Doppleganger.

Se endereza por fin, retirándose algo de la pared y sacudiéndose el polvo que le ha dejado la piedra en la hombrera de cuero.

-Repito que mi nombre es Bruce Woodfeather y vengo de Cornualles. Aunque tengo un pequeño título, y con suerte algunas tierras, me las paso por... En fin, hay damas. En vez de ser la sanguijuela para mi patria que la mayoría de los caballeros son, yo me encargo del trabajo sucio. Cazo bestias. Vine a las celebraciones buscando trabajo y he aquí que me encuentro con uno digno de atención.

Me cuelo flexible entre el monje y sir Vaenon, sonriente, rodeando luego a la dama.

-Después de dejar claro que todos somos sospechosos, creo que lo mejor sería comenzar a descartar algunos. ¿Empezamos por el Duque? Sólo necesitamos ver si se refleja en un espejo, incluso en el filo de una espada bien bruñida. Eso nos aseguraría que es la bestia de la que he estado hablando. ¿O seguimos con la charla? Yo me estaba divirtiendo pero supongo que sería mejor darnos prisa pues parece estar tramando algo.

Cuando paso cerca de lady Celina me quedo pensativo unos momentos y continúo.

-Por cierto, milady, no os lo he dicho antes, pero mis servicios, aunque los ofrezco gratuitos, espero que los valoréis lo suficiente como para que puedan tener una compensación. Principalmente monetaria. Lo dejo a vuestra generosidad.

Mire, Bruce -dice Salem, al ver como intenta respaldarse en las escituras sagradas para continuar sembrando las dudas- Yo ví como Greko apuñalaba al Duque. Ví como sus mojes le ayudaban, y también oí, gracias a los comentarios sarcásticos de un soldado, que el Duque creia que yo y Ricardo fuímos sus atacantes. En su momento demostramos nuestra inocencia ante Ser Vaenon -dice ahora, señalando al caballero- Y nuestra historia junto a la de Lady Celine concuerda perfectamente. Si alguien ha invocado al demonio, tiene que haber sido Greko. Y si el demonio invocado es un Doppleganger, entoces Duque ha sido suplantado.

No creo que Lady Celine tenga motivo para asesinar a su padre. Ella es la única heredera del trono, y tarde o temprano se sentará en él. Por que complicar las cosas y mezclar demonios, relíquias sagradas e intrigas palaciegas? Hay mucha gente en el mundo, y por lo que he podido ver, hombres y mujeres son capaces de hacer los peores males, pero tambien los mejores bienes.

Entonces, ya hastiado de discutir con Bruce, Salem se acerca a la pared más cercana y se apoya en ella. Después se sienta al suelo. Esto sobrepasa mi experiencia. -afirma algo tenso- Puedo ser monje, pero nunca me topé con un demonio. Si tu sabes de esas bestias, -dice ahora, dirijiéndose a Bruce- lo mejor sería que nos guiases en lugar de intentar enfrentarnos.

Para mí, lo mejor sería derrotar a Greko antes de que el demonio cause daños. -afirma Salem con seriedad- Si derrotamos al maestro, el demonio invocado será más fácil de vencer. Si lo hacemos al revés, la muerte del demonio alertaría a Greko, dándonos menos posibilidades entonces de salvar el Duque...

El pasillo permanece quieto, estatico, mientras la conversacion se vuelte violenta y luego torna nuevamente tranquila y sosegada. Dispuestos de forma caotica en el y con armas fuera de sus ornamentadas fundas se comenta y habla, a veces fuera de tono, el que hacer mientras Lady Celina parece pensativa.

Celina se ha ensombrecido de repente ante la pregunta del Woodfeather: ¿Habéis matado alguna vez a un hombre o mujer con una espada?

A su mente regresan las tristes imágenes que bien habría querido olvidar, tan cercanas en el tiempo y sin embargo tan lejanas en su recuerdo, por causa de cuántos acontecimientos han ido acumulándose durante las últimas horas. La cacería. El bosque, y el claro en él. Y la lucha, su espada empuñada por primera vez fuera de la arena protectora del patio del castillo, lejos de la mirada severa de su instructor. La hoja, segando una vida… por primera vez. Por un segundo una lágrima brilla de nuevo en sus ojos, pugnando por brotar de ellos, por deslizarse por su rostro, como no hace tanto, cuando Ser Vaenon mostró con ella la más exquisita de las delicadezas.

Es este pensamiento, precisamente, es el que la hace reaccionar. Y al ser consciente de nuevo de lo que se está hablando, se encuentra con los comentarios duros e injustos acerca de sus intenciones, de su bondad. Acusaciones horrendas, que hieren más que dagas.

Pero Vaenon no duda un segundo, ofendido como ella. Desvía los ojos, cargados de reconocimiento y dulzura, hacia el germano, que, en ese momento, está haciendo retractarse al cazador:
-No toleraré que hables así a mi prometida, bastardo. Discúlpate de inmediato... o comprobarás que yo sí sé manejar una espada.

Y pronto el Caballero Español, Ricardo, que prefiere ser llamado mercenario, sale también en su defensa. Celina se siente desgajada por dentro ante las viles acusaciones, que siguen brotando de los labios de Bruce, y niega con la cabeza, incapaz de articular palabra ante lo que está oyendo. Y eso a pesar de que después el Monje, Salem, también tiene palabras que le posicionan a su favor.

Pero unos y otros siguen hablando, y sale el nombre de Greko, el verdadero culpable probablemente, y es cierto. Ella no sabe, sin embargo, cómo atacar al Sacerdote, está realmente bien protegido por los suyos.

Hay que planificar, y el tiempo fluye demasiado deprisa, se agota. Así que cierra los ojos, para concentrarse mejor en lo que hay que hacer, y tomar una determinación que les haga salir con bien a todos. Elaborar una estrategia.

-No sé cómo dejar a Greko fuera de combate. Espero que se nos ocurra algo. Mientras… Quizá lo primordial sea sacar a mi... falso padre del salón del banquete. Allí dentro es imposible tomar ninguna acción contundente, por supuesto, estará demasiado protegido, y por gentes tanto de buena como de mala fe. Unos que creerán defender al Duque, otros que pretenderán ayudar al demonio que le ha suplantado… si es que lo ha hecho, como temo.

La manera más creíble que se me ocurre para ello es que Vos, Vaenon, vayáis allí a buscarle, diciendo que precisáis que os acompañe con urgencia a mis aposentos. Sólo por mi causa saldría del banquete, eso es seguro. Y, aunque no sea mi verdadero padre, lo hará para salvaguardar las formas. Podemos decirle que me niego a casarme, por ejemplo. Y que no voy a bajar al Salón, con todos los invitados. Además, si se teme alguna actitud rebelde o bochornosa por mi parte, no querrá que el asunto llame la atención, así que os acompañará discretamente, y sin escolta. O eso espero…

Por lo que hace a la espada… sí se usarla.

Acompaña estas palabras con un eco de melancolía, de tristeza de nuevo.

-Quizá no con vuestra maestría, o sin el quizá, aunque eso no lo sabemos con certeza. Pero soy más ducha que muchos hombres, podéis creerme. Aunque estoy de acuerdo en que no es manera de presentarse una dama a su banquete de compromiso. Sin embargo, si no asisto a él, ya no será necesaria la precaución de dejarla. Seguiría aquí, donde esperaría junto al espejo. Y entre todos, si conseguís que venga solo, lo podríamos forzar para que se enfrente a la luna pulida, y sepamos con seguridad si nuestras sospechas son acertadas. En ése caso, lo que reste por hacer es cosa vuestra, pero no creo equivocarme si presupongo que las armas serán más una ayuda que una molestia.

Y, en cuanto a eso… espero que Yennefer haya podido dar con el buen Paul Toman, y traerlo aquí para entonces. Él puede también darnos alguna idea de cómo enfrentarnos a Greko. Por lo demás… ya no sé qué otra cosa se puede hacer…

Un suspiro se escapa impetuoso, desesperado, de sus labios.

-Naturalmente esto es una sugerencia. Si alguien tiene otra mejor, yo soy la primera en querer que esto salga bien para todos...