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Kingmaker

Parte Siete: Unificando los Reinos del Río

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25/03/2016, 20:17
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Conspiraciones en la Corte

(10 años y 7 meses)

Con el enorme crecimiento de Altalanza, transformada ahora en una metrópoli como ninguna vista en los Reinos del Río, me vi obligado a financiar enormemente los esfuerzos de mi Maestro de Espías y mi Jefe de Asesinos con el objetivo de expandir mis propias redes de agentes. Los peligros que se cernían desde las sombras eran mayores cuando la fuerza del acero impedía que el músculo fuese utilizable contra Agnia.

Era evidente que luego de la última guerra mis enemigos, especialmente dentro de los pequeños reinos vecinos, utilizaran agentes, sabotajes, financiamiento de rebeldes, la clandestinidad y el asesinato como formas de equilibrar de nuevo la balanza. Frente a esto la corona debería adaptarse y construir sus defensas, como en las épocas del uso de la fuerza construyó un enorme ejército, ahora necesitaría una enorme red de agentes capaces de impedir los ataques silenciosos.

Fue justo después que el oro fue concedido que Kelethiros, mi Jefe de Espías, se presentó ante mí con una increíble acusación: Oleg, mi viejo amigo y actual Tesorero, estaba manteniendo conversaciones secretas con Daggermark, una nación que había utilizado sus armas en contra de mis intereses, asesinando a Natala Surtova, nuestra aliada en el Reino de Brevoy y propiciando una enorme guerra. ¿Era posible que Oleg fuese un traidor?

Notas de juego

Oleg mantiene conversaciones con Daggermark

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26/03/2016, 00:44
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Las Explicaciones de Oleg y Lady Quintessa

-Os he convocado -dije en la sala del trono, vacía salvo por otra persona frente a mi-, por el solo motivo de que expliquéis vuestra conducta.

-¿Qué conducta? -preguntó Oleg, consternado ante la inquisición.

-De vuestros contactos con Daggermark -dije-, actos que se encuentran muy por fuera de vuestros poderes como oficial de Estado.

-Su Majestad, mi señor -dijo Oleg-, los contactos a los que te refieres son meras conversaciones con Lady Quintessa. Nada más. Juro solemnemente, por los años en los que te he servido con diligencia, que ningún mal te he causado.

-¿Entonces no reniegas de estos contactos? -respondí- Es interesante, no obstante, lo que dices. ¿Qué actos has intrigado con Lady Quintessa? Que no sean malignos no os libera de vuestra solemne obligación de comunicarme cualquier cosa que incumba a la Corona. Habla con honestidad, Oleg, o lo sabré. Y como me conoces desde hace tantos años, tendrás absoluta conciencia de mi repugnancia por las mentiras y mi angustia por la traición.

-Mi Rey -dijo, asintiendo luego de una pausa-, cierto es que he mantenido contacto con este reino, vecino y amigo, a través de Lady Quintessa. Pero nuestras tramas siempre han resultado de ayuda mutuamente beneficiosa, y me refiero al reino y a ti, no a mi. Mis actos siempre han sido para servirte bien y jamás te deseé o desearé mal, espero lo sepas. La muerte de Natala Surtova ha nacido de uno de estos acuerdos, como una forma de precipitar el conflicto entre Brevoy y Restov.

-¿Y nunca contemplaste que podría desembocar en una guerra abierta entre nuestros reinos?

-Si, lo hicimos -respondió-. Pero era evidente de las capacidades de nuestra nación, nuestras tropas y de nuestro rey para vencer. La idea era debilitar Brevoy en un momento de conmoción; todos los posibles resultados eran los de un país menos poderoso y una menor amenaza a los Reinos de los Ríos.

-¿Y qué sacaba Daggermark de esto? Está demasiado lejos de Brevoy como para sentirse amenazado.

-El oro de Altalanza, Mivon, Restov, Pitax y Nueva Stetven, los mayores interesados -respondió.

-¿Altalanza? ¿Pitax? ¿Has utilizado MI oro para TUS intrigas?

-No, Su Majestad -respondió-, por supuesto que no. Me refiero a partes interesadas en estas ciudades. Los señores de Daggermark son habilidosos a la hora de vender un complot y conseguir financiación. Mercaderes de Altalanza, enemigos vuestros de Pitax, el gobierno revolucionario de Restov, el alcalde de Mivon e incluso los vendedores de armas de Nueva Stetven. Todos tenían sobrados motivos para entregar su oro por ver esta guerra estallar. 

-¿Entonces que tuviste tu que ver en esto?

-Como participante de tu Consejo tengo acceso a toda la información que circula en su círculo íntimo, además de conocer los puntos débiles del enemigo y los puntos fuertes que no deben ser tocados -respondió-. Además soy el único de todos tus oficiales capaz de mentirte solo para tener un plan independiente que te beneficie en el futuro. Si Lady Quintessa hubiera hablado con Kelethiros probablemente te lo hubiera dicho desde el primer instante.

-¿Y por qué no quería que yo supiera sobre esto?

-Porque Daggermark prefiere actuar sin consultas, ser el primero en mover fichas y que el resto de los jugadores reaccionen ante eso -dijo Oleg-. Y tiene que cobrar por un plan que no puede tener obstáculos de actores de jerarquías superiores.

-Muy bien -dije-. Pero aún así, y muy a pesar de esto, no me has dicho por qué TODAVÍA mantienes contacto con Lady Quintessa. Dime si estás participando de otro complot.

-Creo, mi señor -dijo-, que con esa pregunta me facilitará mucho más mi papel en esta intriga. Daggermark me hizo llegar la información de un muy probable ataque conjunto de tres reinos. Las conversaciones sobre esta coalición comenzaron durante la guerra, pero esta terminó mucho antes de que se pudiera concretar nada. Ahora sin el frente brevoyano los enemigos dudan, pero es posible que la alianza se concrete de una forma u otra. La voluntad frente a la amenaza que ellos ven en nosotros está en las mentes de los líderes de cada país.

-Me estás diciendo de que Daggermark está al tanto de una coalición todavía no concretada entre tres reinos con el objeto de destruirnos, ¿no es así? -resumí- Sin embargo mis espías no me han dicho nada al respecto. Lo tendré en cuenta, debo decir, y movilizaré mis agentes para averiguar más. Debo agradecerte por esto Oleg, pero no creas que olvido tus actos clandestinos. No deseo que continúes teniendo contacto con Lady Quintessa. ¿Está claro?

Oleg asintió y se marchó tras mi indicación. Minutos más tarde la voluptuosa embajadora de la Ciudad de los Asesinos apareció ante mi.

-Su Majestad -dijo con una reverencia-, ¿me habéis convocado?

-Si -respondí-, no tendrás más contacto con Oleg, el Tesorero del Reino. De aquí en adelante, toda intriga, información o comunicación que desees introducir  en mi corte llegará directamente a mis oídos. ¿Está claro? Esto fue algo que precisé cuando fuiste designada por tu superiora durante el Torneo de Pitax: no llevarías a cabo ninguna actividad que no fuera estrictamente la de representación. Esta situación que se ha dado entre tu y Oleg es inaceptable y estoy, por lo tanto, terminándola. Espero haber sido lo suficientemente claro.

Lady Quintessa asintió y abrió la boca para hablar.

-No deseo tratar más temas por hoy -concluí-. Oleg me ha puesto al tanto de la nueva situación en el sur, por lo que nos entrevistaremos en otro momento para discutirlo. Procure traer toda la información que posea sobre el caso y no la divulgue, por favor. Hace que dude de sus intenciones, capacidad profesional y la confianza que he depositado en vos y en vuestro país.

La mujer saludó con otra voluptuosa reverencia y se marchó en silencio.

Notas de juego

Daggermark informa a Oleg que Touvette, Mivon y Gralton desean atacar o aliarse para mantener a raya el reino agno. Es una treta para generar un ataque temprano o exacerbar un conflicto todavía inexistente para que más reinos del río se sumen a la coalición.

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26/03/2016, 02:36
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El Complot de Daggermark

Inmediatamente tras el destape de los contactos entre Lady Quintessa y Oleg mandé a Kelethiros y sus agentes a averiguar todo lo concerniente. Su red de espías se extendía ya por todos los reinos, calando más profundo en unos que en otros pero con presencia en cada uno.

Los resultados confirmaron las agitadas comunicaciones entre Mivon, Gralton y Touvette. La coalición era una realidad potencial todavía no consumada en nada oficial, pero el rumor de un tratado defensivo se escuchaba en cada corte. Lo que también descubrieron mis agentes es que también Daggermark estaba participando e incluso fomentando tales intercambios de información. 

Daggermark estaba tejiendo una red de alianzas, unificando los esfuerzos de todos los pequeños reinos del río en contra de Agnia, un enemigo común. Si esto era para destruir directamente la amenaza que representaba mi poder o por un fin ulterior, como mantener ocupados a todos en un conflicto para actuar libremente en una empresa más egoísta, lo desconocía completamente.

La pregunta era: ¿cómo proseguir? Los Reinos del Río ya temían mi poder y se organizaban en consecuencia, todavía no lo habían hecho formal pero el fantasma de la coalición los perseguía a todos. Existía también dos realidades bien diferentes. El sentimiento de los reinos directamente vecinos era uno más alarmante que el de cualquiera de los otros. La alianza entre los tres primeros era más concreta, al menos en palabras, que las conversaciones que en aquellos momentos se sostenían en los palacios de los países más lejanos. Por otro lado también era cierto que la Guardia Real y el Rey Dragón eran lo suficientemente poderosos como para combatir a todos los Reinos del Río y salir victoriosos. Esto era conocido por Daggermark y por eso estaba preparando el terreno por lo que veía venir.

¿Diplomacia afectuosa o una ofensiva aplastante? La línea de acción estaría en el medio. Zalika debería identificar aquellos reinos más propicios a establecer alianzas con nosotros (y así restar poder a la coalición) mientras preparaba una primera, decidida y total invasión a alguno de mis vecinos. Esto último podía configurarse de una forma mucho más agresiva: una invasión militar a Touvette y el aprovechamiento de las normas de gobierno de Mivon (una meritocracia basada en el uso de la espada) para anexar de una forma ridículamente sencilla a toda una nación.

¿Qué si me gustaba la idea? ¡Me encantaba!

Notas de juego

Zalika buscará reinos aliados.

Invasión de Touvette y Derrocamiento del Gobierno de Mivon.

 

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28/03/2016, 16:02
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El Insulto de Mivon

La meritocracia mivona parecía ser fácil de superar. Básicamente el mejor duelista gobernaba la ciudad y a través de este sistema se mantenían o lograban los puestos en el gobierno, fortunas y honores. La descendencia Aldori cobraba fuerza en este país. Para ello, los duelos debían cumplir con varias solemnidades. 

Primero alguien debía ser agraviado, generalmente mediante un estudiado insulto. Dependiendo del tipo de duelo que el agresor deseaba cruzar con el agredido era la magnitud del insulto perpetrado. Sin embargo, existía un obvio obstáculo para mis aspiraciones: el Alcalde solamente podía ser mivoni. 

Kelethiros elaboró un plan para evadir este requisito: hacer del duelo una cuestión de pública preocupación. Con insultos dichos y desdichos públicamente, rumores e historias de deshonor sería suficiente como para que los habitantes de la ciudad consideraran que un duelo fuese la última y única solución al conflicto.

Así fue como mis agentes fueron enviados a Mivon para propagar rumores sobre entredichos, insultos y cruces de palabras entre el Alcalde de la Ciudad y el Rey de Agnia. ¿Acaso esto sería suficiente para que aceptara un duelo contra mi?

Al cabo de un mes el único tema de conversación en tabernas y fiestas era la serie de brutales insultos que decían decirse entre ambos gobernantes. Las personas se preguntaban quién era el cobarde en esta situación y el Alcalde, primero por ignorancia y luego por temor, no mencionaba el tema.

En este clima fue que llegó una carta, que antes de ser entregada al alcalde, fue leída (convenientemente) en la plaza de la ciudad, frente a multitud de interesados:

Alcalde Raston Selline de Mivon, 

Ha llegado a mi corte el grave comentario de vuestros insultos. Se han extendido ya durante más de treinta días y han causado grave daño a mi nombre. ¿Es acaso esta la forma de parlamentar entre gobernantes? Me temo que no, y que vuestra forma deshonrosa de comunicaros tiene, indudablemente, consecuencias.

Como gobernante tenéis una responsabilidad y una figura de representación innegable, por lo que tales insultos deberían ser tomados como un acto de guerra entre ambas naciones. No obstante, me considero lo suficientemente sabio como para discernir entre un discurso surgido del malestar general y el ansia del pueblo al que representáis y la mera ponzoña que desde vuestros mortales labios escurre.

Es por ello fue os conmino a subsanar esta denigrante situación de una manera que no podréis rechazar: bajo las tradiciones Aldori. Como quiera que os considero un pescado putrefacto en las fauces de un lobo desnutrido, y que os deseo a vos y a vuestra familia el más humillante funeral, os desafío a un duelo a muerte, en el sitio y hora que propongáis y acarreando las armas de vuestra preferencia.

Aguardo vuestra respuesta.

Rey Saeral Dracaris de Agnia

La misiva causó tal conmoción y espectativa que los ciudadanos rodearon la amurallada alcaldía durante varios minutos hasta que el mismo Alcalde tuvo que salir al balcón a responder públicamente.

Al Rey de Agnia,

Acepto vuestro reto por supuesto, será al alba dentro de diez días en la plaza de Mivon. Bajo la tradición serán utilizadas espadas de duelo y ninguna protección especial. La magia no está permitida, solo el uso noble de la hoja. Como os habéis esforzado en concretar, el duelo será a muerte, finalizando cuando uno de los dos exhale su último aliento.

Alcalde Raston Selline.

Un tiempo más que beneficioso, por lo que pasaría varios días siendo entrenado por Jamadi, consiguiendo una espada excelente y respondiendo con una estocada final con mi pluma.

 A Raston Selline, Alcalde de Mivon

Con las llamas del furor corriéndome por las venas he olvidado las reparaciones resultantes del duelo. No únicamente estoy dispuesto a subsanar las palabras emanadas de vuestra boca, sino que debe existir una compensación material al letal enfrentamiento.

Si morís, lenguafácil Selline, y bajo las tradiciones surgidas del gobierno Aldori y de la Lista de los Apropiados deberá serme cedida la gobernación de la ciudad de Mivon y de todos sus territorios controlados. Si me derrotáis, ponzoñoso Selline, el Reino de Agnia estará comprometido a guardar la paz entre ambas naciones por un período de cien años y será entregada una reparación de 500.000 monedas de oro.

Rey Saeral Dracaris de Agnia

Las apuestas trajeron tal emoción al encuentro que la gente, emocionada y preocupada, no paraba de traer a colación el tema en cada ocasión de encuentro. Existían los detractores y las personas a favor, pero ninguno quería una suspensión del duelo. Además, la tradición Aldori ponía sobre todas las cosas la habilidad de la autoridad, por lo que el resultado del épico combate saldaría siempre en favor de la tradición y de la gente de Mivon.

Mientras tanto, el Alcalde de la ciudad, poco podía hacer para controlar sus nervios. 

Notas de juego

Duelo entre el Raston y Saeral.

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28/03/2016, 16:43
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El Duelo Aldori

(10 años y 8 meses)

El sol salía apartando la oscuridad y la humedad fría intentaba sin éxito atravesar mi gruesa piel. Al menos quinientas personas dejaban un círculo amplio donde solo nos encontrábamos los duelistas. Había llegado la noche anterior siendo vitoreado en las calles y acompañado por una veintena de Caballeros del Dragón.

Ambos desenvainamos nuestras espadas, la mía estaba entre las mejores de Restov y la había adquirido especialmente para la ocasión. La batalla terminó pronto, durando apenas unos segundos y si bien yo no contaba con la elegancia de los duelistas, si contaba con el poder, la fuerza y la velocidad, que superaban grandemente a los del Alcalde.

Era el espadachín más versado de la ciudad y fue claramente humillado. Inició el su ataque, avanzando con cortos pasos y soltando dos estocadas que esquivé con facilidad. Ambos teníamos el torso desnudo y las heridas se verían inmediatamente, muy a pesar de que el mío estaba prácticamente todo cubierto de escamas rojas.

A continuación mi contraataque fue devastador. Cuatro golpes, cuatro tajos, cuatro heridas. Selline soltó un grito tras otro a medida que fileteaba su piel. Los espectadores dejaban escapar "¡oh!" y "¡ah!" con cada corte. Él espadachín regresó con otro par de estocadas que fueron rechazadas con mi veloz espada. 

La segunda y final oleada de acero y muerte cayó sobre él con inminencia. El último golpe fue a parar a la garganta, que se le abrió de par en par dejando ver la carne y cartílagos de dentro, la sangre manó con violencia salpicando a los presentes y el suelo.

El cuerpo convulsionante del vencido se desvaneció sobre las piedras y su segundo al mando fue a socorrerle. La venganza estaba prohibida según las normas de duelo y ahora el vencedor debía reclamar lo apostado.

-¡A partir de este instante, como vencedor del duelo, me consagro como Alcalde de la ciudad de Mivon!

La multitud reunida se disgregó entre las calles y abandonando el lugar. Tomé posesión de la Alcaldía en ese mismo momento, dejando el cuerpo del finado para sus familiares y amigos. Dentro del edificio me reuní con los mayores poderes de la ciudad: el Alto Consejo, la Liga de Mercantes y las Casas en Exilio. Tres facciones poderosas que gobernaban conjuntamente con el alcalde, pero aún después del duelo mi título era el de alcalde y no el de soberano.

Durante la reunión dejé en claro mi posición de disolver el título de alcalde, luego de varias formalidades que me otorgaran la soberanía de la ciudad. Para ello sería necesario modificar, revocar e incluso emitir nuevas leyes.

La formación del Consejo de la Ciudad como mayor órgano gubernamental era algo que fascinaba a los grupos que hasta ahora tan solo aconsejaban o ejercían sus influencias en sus círculos de actividad. Con el apoyo de todos ellos el Consejo de la Ciudad sería creado con miembros de todas las facciones participando en él. Dicho consejo otorgaría por ley la soberanía de los territorios mivones al Rey de Agnia y yo disolvería el título de alcalde finalmente. Tras ello la Guardia sería reformada y un capitán fiel a la corona la comandaría. Frente a tales poderes las facciones no pudieron resistirse y aceptaron la propuesta. Al cabo de un mes los movimientos legales estaban realizados pero esto no había trastocado en poco la sensibilidad de los mivones.

Notas de juego

Gaspar Tellik (luchador 9) comanda a parte de la Guardia y a Rebeldes en contra del nuevo gobierno.

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28/03/2016, 18:10
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La Resistencia de Mivon

Pocos días habían pasado desde el duelo que me había entregado en bandeja de plata el país de Mivon. El segundo al mando del ex-alcalde, el Señor Juramentado de la Espada Gaspar Tellik había organizado una revuelta, llamando a las armas a soldados y ciudadanos por igual. Trecientos hombres asediaban la alcaldía, con antorchas y lanzas.

El mensaje llego cuatro días más tarde a Altalanza y me aparecí de inmediato en el lugar. Me informaron lo que estaba pasando. La ciudad era un caos total, el Consejo no podía abandonar el edificio y con surte el mensajero había logrado escapar de los rebeldes.

Si bien la ciudad contaba con soldados leales al Consejo y al Rey, la Capitana de la guardia había tomado la decisión de no atacar hasta que llegaran más órdenes. Una guerra civil no era la mejor opción y la apoyé por tomar esa decisión. Me apersoné frente a ella en las barracas de la guardia (que eran vigiladas desde fuera por rebeldes) y ordené que las tropas leales fueran preparadas y que marcharan sobre la plaza pública.

Al mismo tiempo cerré varios accesos y calles para que la mayoría de los partidarios que ahora se encontraban en el lugar no pudieran escapar. Las calles libres fueron ocupadas por los soldados leales y la voz corrió como el fuego por la ciudad. De los trescientos rebeldes, acampaban frente a la alcaldía unos doscientos que estaban preparados para un combate abierto dentro de la ciudad.

-¡Depongan las armas inmediatamente! -vociferé, aleteando sobre ellos- ¡Quién se rinda podrá marcharse ileso! ¡Quienes deseen continuar con esta idiotez les garantizo la muerte!

-¡Maldito déspota! -vociferó Gaspar, empuñando su espada- ¡Tus maquinaciones para hacerte Rey no nos intimidan! ¡Vete de nuestra ciudad y déjanos en paz!

Una bola de fuego estalló justo donde se encontraba el líder de la rebelión y que acabó con otros veinte sujetos. No ordené a mis soldados avanzar sino que tomé mi forma de dragón y me lancé sobre ellos escupiendo una columna de fuego que acabó con la mitad de los incautos enemigos.

El fuego impedía su paso contra mis soldados, así que la multitud se desbandó en todas direcciones, no pudiendo encontrar escapatoria, salvo por algunos edificios y escalando casas. Entonces los cuerpos de los caídos se abrieron como crisálidas y de ellos surgieron cuantiosos esqueletos de mirada brillante que tomaron las armas de sus antiguos dueños y cargaron contra los rebeldes en plena huida.

La revolución había sido aplastada de forma abrumadora. Gaspar Tellik, que había sobrevivido al fuego a duras penas, fue ejecutado en ese mismo sitio junto con otra treintena de traidores. Mivon había aprendido el costo de enfrentarse a su nuevo señor.

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28/03/2016, 21:32
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El Miedo de Touvette

(10 años y 9 meses)

Con el avance implacable del Reino de Agnia, imponiendo su ley en cada uno de sus estados vecinos menos poderosos, el General Cabol Voran, Alto Lord Protector de Touvette, decidió movilizar sus tropas. Este país, por pequeño en extensión que fuese, poseía varios asentamientos urbanos populosos, especialmente Avendale, una ciudad de más de diez mil habitantes. 

Además, la sociedad touvetteana estaba muy militarizada. Comenzando por la dictadura militar que la gobernaba y abarcando hasta el servicio militar obligatorio de todos los hombres. Este país siempre contaba con fuerzas entrenadas en el manejo de las armas y sus levas campesinas probablemente fuesen tan efectivas como el ejército profesional de otro reino.

Así fue como mi Maestro de Espías me trajo un informe que señalaba la puesta en marcha de varios ejercicios de la tropa profesional que se reunía en la capital para hacer una demostración de fuerza y disciplina frente a su líder. Aproveché la ocasión y envié a la Guardia Real a apostarse en la frontera sur, colindante con el pequeño país.

Tanto fue el revuelo que el General Volan ordenó movilizar a las levas. En total, un ejército de cuatro mil quinientos hombres levantaron campamento a varias leguas de donde mi ejército descansaba. Parecía que era una especie de juego entre ambos gobernantes, dos demostraciones de fuerza destinadas a quebrar la voluntad del otro. Lo cierto era que no existía comunicación entre nosotros, o por lo menos no lo existía hasta el momento en el que envié esta misiva.

Ultimátum:

Debido a los últimos acontecimientos sucedidos cerca de nuestras fronteras y de la evidente agresividad manifestada por la Nación de Touvette, yo, Saeral Dracaris, Rey de Agnia, me veo en la obligación de proteger a mis súbditos de tales amenazas y os considero una.

General Volan, Lord Protector de Touvette, si profesáis algún afecto por las gentes inocentes a las que protegéis o por los miles de hombres que hoy con lealtad os sirven depondréis las armas de inmediato y os entregaréis en rendición a mi, otorgándome vuestro título y la soberanía de vuestra honorable nación.

Si cumplís con esta demanda, juro compensaros en títulos y oro, y os concederé la posición de Capitán de la Guardia de Avendale, directamente subordinado a mi persona. Manteniendo así, de hecho, gran parte del poder que ostentáis hoy.

Si por el contrario ignoráis esta misiva, la rechazáis vehementemente o efectuáis cualquier acto interpretable como oposición me veré obligado a declararos la guerra y a invadir vuestras tierras. No os dejéis engañar, no tendré piedad y convertiré a Touvette en el ejemplo de conquista que no fueron, pero debieron ser, Pitax, Nueva Stetven, Restov o Mivon. Aunque la última rebelión de esta se acerca bastante, aunque no tanto, a la destrucción que puedo hacer caer sobre vuestra gente.

De esta situación pueden salir dos resultados únicamente para vos: o venís como un amigo y os veis beneficiado cuantiosamente por ello, o venís como un enemigo y moriréis. La decisión es vuestra.

Rey Saeral Dracaris de Agnia

Tras la misiva pasaron tres días y el ejército enemigo se puso en marcha hacia el norte. Ese mismo día ordené a la Guardia Real levantar campamento y marchamos hacia el sur.

Un día de marcha más tarde ambas fuerzas se encontraron y la batalla estuvo decidida incluso antes de comenzar. Fue una absoluta masacre, los superábamos en número, con tropas de élite y caballería. En diez minutos las filas enemigas flaquearon debido a las bajas y al flanqueo, se desmoronaron y corrieron, pero mi caballería, por más pesada y lenta que fuera, les dio caza.

Muy pocos escaparon al final. El mismo General Volan fue muerto en batalla y tras eso nuestro avance hasta la capital no tuvo obstáculos. Al llegar, los gobernantes provisionales se rindieron y entregaron el resto del país. Touvette fue anexada sin mayores problemas.

Notas de juego

Touvette anexada.

Bajas Enemigas: 3.870 (130 supervivientes)

Bajas Propias: 360

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28/03/2016, 23:16
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La Alianza de los Reinos del Río

No fue sorpresa que las naciones del sur, nerviosas por la última y agresiva expansión de Agnia, se apresuraran por establecer una alianza defensiva entre ellas. Daggermark, Tymon, Lembreth, Sietearcos y Gralton firmaron el tratado en Daggermark dos semanas después de la batalla de Touvette.

Aquel aliciente fue suficiente como para empujarlos a todos a cooperar entre ellos. Claro, un acuerdo de defensa y no una coalición ofensiva para destruirme. Eso daba algunas pistas sobre la naturaleza de la relación de mis ahora potenciales enemigos: sus relaciones no estaban lo suficientemente cimentadas y yo todavía no constituía una amenaza inmediata para la mayoría de ellos.

Los más interesados en tal tratado eran Gralton, por su frontera compartida con mis más recientes conquistas, y Daggermark, que desde hacía tiempo se consolidaba como el centro de poder más sensato de toda la región y que auguraba el levantamiento de Agnia como la ruina del resto de las naciones del Sellen.

Notas de juego

Daggermark, Gralton, Tymon, Lembreth y Sietearcos crean una alianza defensiva.

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29/03/2016, 03:27
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La Colonización de Tierras Sin Dueño

(11 años y 1 mes)

Luego de la firma del tratado entre los Reinos del Río me dediqué a expandir mis dominios con el solo objetivo de ganar tierras de labranza. Dadas las últimas expansiones el reino se enfrentaba a grandes cantidades de personas que alimentar, y dichos alimentos debían provenir de distantes lugares, a través del Sellen o del norte.

Depender tanto de las importaciones generaba una debilidad funesta dentro de mi reino, cuestión que deseaba solucionar. Esto generó malestares e incluso una revuelta en Nueva Stetven, quién pasó por un delicado desabastecimiento. La revuelta fue aplastada y las líneas de suministro restablecidas.

Finalmente, Gralton sintió la amenaza de Agnia cuando mis súbditos llegaron a las tierras justo frente a sus fronteras para trabajarlas. Parcelas nunca antes domadas ahora eran objeto del trabajo de los miles de campesinos que abundaban aquellos lares. Pronto las primeras cosechas llegarían únicamente a nutrir los mercados de las Ciudades Rojas.

Este avance me trajo insospechados enemigos en el Bosque Embeth, donde un asentamiento llamado Uringen reclamaba libertad y el dominio sobre sus tierras frondosas. Mi embajadora logró llegar a un acuerdo, un pacto de no agresión y colaboración, que beneficiaría a ambas naciones. La ciudad de Uringen, misterioso enclave en medio de los árboles, con extraños habitantes y una fascinación por la intermitencia, desapareciendo de nuestra realidad y regresando con la misma asiduidad de las lluvias primaverales, deseaba la paz y no la guerra. Esto acompañado de su ausente uso de las tierras de labranza fuera de la arboleda nos permitió llegar a un acuerdo mutuamente aceptable.

Incluso Gralton se verá beneficiado, cuanto anexe sus territorios por supuesto.

Notas de juego

Pacto de No Agresión con Uringen

Nystra es un antiguo asentamiento productor de legendaria seda (+5 Economía)

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29/03/2016, 14:51
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Noticias desde Kyonin

(11 años y 2 meses)

Lejos al sur se encuentra el encantado Reino de Kyonin, una nación de elfos que utilizan la magia con naturalidad, integrada con la naturaleza. Un país largamente aislado ahora abre sus puertas gracias a las nuevas políticas impulsadas por su hermosa reina. Hace semanas, aprovechando esta coyuntura, decidí enviar un representante para iniciar las conversaciones al respecto, establecer contactos y probablemente firmar tratados de alianza y comercio.

Cuando el agente regresó me confesó lo hermosas y fantásticas ciudades de aquel país, y la buena hospitalidad que la reina le profesó. Los vecinos de Kyonin son humanos con los que la Reina desea mantener buenas relaciones. Mis logros han traspasado las fronteras y volado rápido, el rumor de un enorme e imparable reino en el norte, capaz de unificar los combativos Reinos del Río parecía ser una noticia favorable para el establecimiento de la paz.

Actualmente, Kyonin solo mantiene relaciones amistosas con sus vecinos del sur: Andoran, una nación de gente honorable. Mientras tanto, el otrora parte de los Reinos del Río, Razmiran, mantiene una guerra con el país de los elfos.

La Reina Telandia Edasseril me invitó a su capital para una visita oficial, para declarar formalmente el inicio de las relaciones diplomáticas y de amistad entre ambas naciones. Si bien la tensión se levantaba con mis vecinos del sur, la guerra podría esperar y esperaría. Dudaba que Daggermark y su Concilio Marginado (como se hacía llamar la organización de Reinos del Río) atacaran Agnia, incluso sin mi, la Guardia Real era capaz de rechazarlos el tiempo que fuera necesario.

Por todo esto, acepté gratamente la invitación a la capital de los elfos.

Notas de juego

Reunión con la Reina de Kyonin

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30/03/2016, 02:51
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Iadara, La Joya del Bosque

La Capital de Kyonin era de una belleza sin parangón, salvo por la hermosura de la Reina Telandia. Una elfa a la par inteligente, sabia, astuta, sagaz, sensual, talentosa, poderosa y de una beldad que me cautivó al instante como ninguna otra criatura del mundo.

Iadara era una ciudad gigantesca que no parecía ciudad. Sus construcciones estaban integradas con los árboles, y aquellas que no parecían intrínsecamente orgánicas eran trenzadas torres de cristal que se elevaban alto en el cielo. Finas torres, agujas de cristal transparente, otros gruesos torreones de delicadas siluetas, cientos de ellos por toda la ciudad que se entremezclaba naciendo entre canales de agua clara, puentes de piedra y madera, y terrazas repletas de flores que abundaban el aire con sus aromas embriagantes. 

Llegué a la capital acompañado por Zalika, mi embajadora, y un reducido contingente de Caballeros del Cielo, todos montados en sus esplendorosos grifos. La Reina me recibió con mil agasajos y la hospitalidad que caracterizaba a la nobleza élfica.

Permanecí en la ciudad diez días, una larga ausencia para los que necesitaban de mi liderazgo en Agnia, pero para mí fue apenas un pestañar. Una brizna de tiempo que se desvaneció en un suspiro de amor. La visita oficial pronto quedó secundada por las largas horas de conversaciones y risas con Telandia. Las cenas en palacio y los bailes con la gente influyente eran meras decoraciones de la atracción principal: ella.

El romance nunca fue tal, sino que permaneció en la dimensión abstracta de lo platónico. Esta fue su naturaleza inicial y obligada, pero la llama, como la luz de una vela, había sido encendida, y permanecería ardiendo mientras la sed nos abrumara los labios.

Las relaciones entre Agnia y Kyonin habían sido establecidas con mayor éxito del esperado y nada parecía indicar que no continuaran en un viaje acrecentador hasta la cima de una alianza eterna.

Notas de juego

Saeral y Tiadara se enamoran.

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01/04/2016, 01:12
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La Declaración de Guerra

(11 años y 3 meses)

Tras el regreso de Kyonin las tropas se encontraban ya reunidas en Avendale. Realizaría la primera declaración flagrante de guerra que pondría en marcha el destino de todos los Reinos del Río. Confiaba en mi ejército y en nuestra victoria, pero este sería el comienzo de lo que podría transformarse en el Imperio de Agnia, si todo salía según lo planeado.

Lo principal ahora era obtener la mayor cantidad de victorias frente a mis enemigos, aplastar su patética coalición y ocupar sus tierras hasta que sus hogares fuesen anexionados por mi corona y todos los señores y vasallos juraran su lealtad a mi.

Por la presente Su Majestad el Rey Saeral Dracaris de Agnia, Señor de Altalanza y las Ciudades Rojas, desea comunicar al pueblo de Gralton la declaración de un estado de guerra entre ambas naciones. 

Frente a la invasión de sus tropas, Su Majestad el Rey, solicita encarecidamente la rendición de los habitantes y la jura de lealtad de sus nuevos súbditos, en virtud de su propiedad soberana sobre esta tierra. Cualquier oposición será ferozmente aplastada y sometida por la fuerza del fuego y del acero.

Cualquier acto que pudiese interpretarse como rechazo de la soberanía absoluta de Su Majestad será considerado por tanto originada de un enemigo de la corona y por tanto castigado severamente.

Se espera que la transición de mando del ilegítimo gobierno actual de Gralton a la soberana autoridad del Rey Dracaris se haga bajo los mejores términos. Es por esto que todo habitante devenido en súbdito será libre de toda acción de fuerza y será protegido en sus derechos como legítimo ciudadano de Agnia, no debéis temer ningún daño bajo estas circunstancias.

Quién no acate esta declaración encontrará la muerte.

Este fue el documento que llegó a las plazas de los pueblos y de la ciudad capital de Gralton, y antes de que la gente se aglomerara alrededor del lector público y que la desesperación fluyera como un mar embravecido entre la multitud, la Guardia Real ya marchaba hacia el sur. 

Notas de juego

Agnia le declara la guerra a Gralton (y a toda la Coalición)

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01/04/2016, 02:25
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El Asedio de Gralton

(Día 3)

Cuando llegamos a la ciudad nos aguardaban preparados. Los campesinos de las cercanías corrían al interior de las murallas y los miles de soldados de todo el país ya se encontraban en su interior. Al parecer, todos los hombres capaces empuñaban espadas y lanzas, listos y dispuestos a defender los muros hasta el final.

Al mismo tiempo, mis informantes me aseveraban que la noticia de la guerra había llegado a sus aliados y el resto de la coalición ya se movilizaba. En pocos días las tropas de los otros reinos se reunirían en Sietearcos para luego marchar unidos hacia el norte.

La pregunta era la siguiente: ¿atacar ahora y tomar Gralton o aguardar al resto de las tropas de la coalición? Si asaltábamos la ciudad perderíamos más hombres, evidentemente, pero morirían incluso más si el ejército de la coalición nos atacaba fuera de las murallas junto con las tropas de la ciudad.

Ordené que las tropas de la Guardia tomaran Gralton en un asalto directo ese mismo día. El ataque fue brutal e inesperado por los defensores, los Caballeros del Cielo fueron determinantes para la captura de la puerta y el ingreso de la Guardia a la ciudad. Aún así, las defensas y fortificaciones nos provocaron más bajas que las anheladas.

Para la medianoche la ciudad era mía y Gralton se rendía ante su nuevo rey.

Notas de juego

Tropas Enemigas: 8.300 muertos (700 supervivientes)

Tropas Propias: 2.600 muertos (3 semanas para recuperar)

4 días para la reunión de la Coalición en Sietearcos

6 días más para su llegada a Gralton

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03/04/2016, 15:37
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De Tácticas y Estrategias

(Día 7)

Los días pasaban y eso no me favorecía del todo. La Coalición del Consejo Marginado se reunía en Sietearcos, pero el recuerdo de la batalla de Río Plateado (durante la guerra con Brevoy), donde la Guardia Real se enfrentó a veintiséis mil hombres del norte y salieron victoriosos, aún atormentaba los corazones y mentes de los guerreros del sur.

Aún así, no era beneficioso que el ejército enemigo se compusiera de treinta mil efectivos. La victoria igualmente era muy probable, pero las bajas serían brutales. No obstante, se necesitaría solo una victoria y todos los reinos caerían ante mi.

Debilitar al enemigo era esencial e igual parte de la guerra que la preparación de las armas. Mis agentes pululaban en Sietearcos y había encomendado a Kelethiros mantenerme al tanto de cada movimiento. El ejército de la Coalición ya estaba listo para marchar sobre Gralton, ¿pero tomarían esa decisión?

Ese mismo día llegó una misiva secreta de uno de mis espías. Kelethiros me informó que el enorme campamento de la Coalición estaba siendo desmantelado, en estos precisos momentos iniciaban la marcha hacia el norte.

Intentando ponerme en las botas del líder enemigo (sujeto que desconocía) veía factible encerrar a la Guardia Real en Gralton, eliminando toda ventaja de la caballería y evitando el combate directo. Les esperaría y ante sus incrédulos ojos, atacaríamos.

Notas de juego

6 días entre Sietearcos y Gralton

2.600 bajas a recuperar en 3 semanas (van 4 días)

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03/04/2016, 16:20
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La Batalla de los Campos de Gralton

(Día 13)

Lo que nunca esperaron los generales de la Coalición era que marchara al sur para encontrarlos en las praderas graltonias. Su fuerza de veintisiete mil hombres superaba grandemente a los once mil de la Guardia Real, pero no eran más que granjeros acompañados por algunos soldados de castillo. Prácticamente cada hombre capaz de empuñar una espada se había reunido con el fin de derrotar a la amenaza roja.

Mi ejército, claramente superior con sus brillantes armaduras y su paso al unísono, se detuvo, manteniendo la formación a trescientos metros de la línea enemiga. En silencio ambas masas de acero y carne aguardaban a la decisión de sus comandantes. Salvo que súbitamente, una figura alada y terrible surgió detrás de los escudos de la Guardia.

Me alcé aleteando mis gigantescas alas con pesadez, contemplando a los miles de pequeños hombres que ahora hedían a miedo. Como un rayo bajé sobre ellos escupiendo fuego, los gritos se elevaron al aire junto con ridículas flechas. Miles murieron entre las llamas y en el humo desaparecí.

-¡Hombres de la Guardia! -vociferé sobrevolando mis tropas con forma humana pero con mis alas aún desplegadas- ¡Avancen!

Como tambores golpeando marchaban a ritmo los pasos de los soldados. Bum, bum, bum. Las saetas volaron cayendo sobre el enemigo, que se debatía entre el fuego, el humo y el miedo. Su determinación temblaba, al igual que sus manos y cuerpos, pero cuando los escudos chocaron, las lanzas se partieron y las espadas exigieron sangre poco pudieron hacer los generales para mantener la menguada moral.

Los campos se inundaron con miles de hombres corriendo, que fueron cazados de a miles por mis escuadrones de caballeros y jinetes de grifos. La masacre quedaría grabada en las mentes y corazones de los hombres del sur y de sus familias, pero quedó la victoria fue tal que determinaba, en estos primeros días de enfrentamiento, quién sería el Señor absoluto de todos los Reinos del Río.

Notas de juego

Bajas Propias: 402 (14 días para consolidación de regimientos)

Bajas Enemigas: 12.000 (84 días para consolidación de regimientos)

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03/04/2016, 16:59
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La Venganza de Daggermark

(Día 17)

Si bien mi red de agentes, tanto espías como asesinos, era amplia y profunda, Daggermark no se había convertido en la ciudad más poderosa de los Reinos del Río por ninguna razón. Los asesinos de su gremio eran de los mejores del mundo y las represalias de la guerra no dejaban a nadie fuera de peligro.

Justo algunos días luego de la batalla de los Campos recibí una comunicación escrita desde Altalanza, no había sido lo suficientemente importante como para un Recado porque no había solución posible. Zalika, mi Embajadora, durante un viaje a Nueva Stetven había muerto envenenada junto con toda su comitiva. Sus cuerpos fueron hallados al costado de la carretera. El odre de vino contenía rastros de una potente ponzoña de efectos macabros. Convulsionaron hasta vomitar las vísceras y murieron entre terribles sufrimientos.

Eso ocurrió hacía tres días, pero hoy, y esto se me dijo durante el funeral de Zalika en Altalanza, fue asesinado el Supremo Pontífice Jhod Kavken. Fue encontrado en sus aposentos, convertido en cenizas. Por algún extraño motivo nadie notó el fuego que le hizo arder a él y a todo su dormitorio. Las gentes de la ciudad y especialmente los altos oficiales temían por sus vidas ahora que los agentes enemigos parecían campar a sus anchas acabando con mis ministros.

Encomendé a Kelethiros aumentar la vigilancia de espías en la ciudad y sobre mis oficiales, pero sin desmedro de nuestros agentes en el sur, que sin duda esto último era el objetivo de los ataques de Daggermark.

El puesto provisional de Embajador lo cubriría el segundo de Zalika: Quath Torgan. Mientras que la máxima autoridad religiosa de la capital sería el Sacerdote del Templo Rojo: Don Van Evon.

Notas de juego

7 días para recuperar 1.000 hombres

Sacerdote y Embajadora son asesinados.

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03/04/2016, 18:07
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La Retirada de Sietearcos

Con la brutal derrota del ejército de la Coalición, el aislado y misterioso reino de Sietearcos decidió marcharse, convencidos que sus tierras jamás podrían ser conquistadas. Sietearcos es una tierra oscura y encantada, donde la mayoría de los hombres tienen miedo de las sombras y de los árboles.

Los Pastores de Robles controlan el reino y lo protegen. Con sus poderes y encantamientos mantienen a raya cualquier enemigo y una invasión es ciertamente impensable. En el pasado, todos los grandes déspotas que marcharon sobre estas tierras terminaron desapareciendo en sus bosques, para ser olvidados en ellos y jamás regresar.

No obstante, la arrogancia de esta nación nunca tuvo que enfrentarse a una fuerza de las características de la Guardia o contra un conquistador siquiera homólogo a mi. Las ramas podían cerrar caminos, dividir grupos e incluso matar a incautos, pero el fuego arrasaba los bosques, y lo haría como nunca antes lo habían visto los Reinos del Río.

Las tropas remanentes de la Coalición se reunían en Daggermark esperando poder sanar algo de sus profundas heridas de guerra para plantarle cara a un enemigo que parecía imparable. Pero antes de ver la muerte, los Reinos del Río y las naciones vecinas recibirían un mensaje más que claro: el Bosque Inconquistable caería ante mis llamas.

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03/04/2016, 18:43
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El Asalto a Sietearcos 

(Día 24)

Nos dirigimos entonces hacia el sur, nuestras líneas de suministro no tuvieron nada que temer hasta que nos adentramos en territorio netamente enemigo. Sietearcos era una tierra encantada, habitada no solamente por humanos sino por buena cantidad de hadas y criaturas del bosque. Tanto así que el reino estaba gobernado por un consejo de druídas que secretamente mantenían la seguridad y el orden dentro del país.

Enemigos invisibles y traviesos asaltaban las tiendas, secuestraban oficiales y confundían a los exploradores. Los suministros eran reemplazados por ramas secas y los odres de agua y vino se convertían en funestas mezclas de lodo y hojas. Pero lejos estaban estas meras molestias de transformarse en un problema real, mi ejército era lo suficientemente grande y recibía tantos suministros que podíamos costear las pérdidas y sobreponernos a sus daños.

No obstante, pronto fuimos atacados por diferentes partidas de guerrilleros. Soldados entrenados en esta táctica de guerra que nos hostigaban y desaparecían. Estos montaraces eran la primera línea de defensa real de la nación y a medida que nos aproximábamos a la capital más usuales eran los ataques.

Aún así no nos detuvieron, y llegamos a la ciudad de Sietearcos en unos seis días. La ciudad era un antiguo asentamiento élfico que aún conservaba su arquitectura, aunque la mayoría de los edificios de la época eran ruinas medianamente restauradas y cubiertas de enredaderas. Las murallas, carentes de puertas, no ofrecían mayores defensas a la ciudad que se encontraba indefensa ante una invasión de estas características. 

La urbe cayó bajo mi mando en pocos minutos, luego de que los tiradores se rindieran deponiendo sus armas o simplemente dejando de respirar. El alcalde de la ciudad fue mi prisionero, pero ninguno de los verdaderos gobernantes, los Druidas, estaban allí.

Notas de juego

Ocupación de Sietearcos.

Ejército de la Coalición reunido en Daggermark.

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03/04/2016, 20:42
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La Campaña en Sietearcos

(Día 36)

La capital del reino invadido era su mayor asentamiento, pero no era el único. Existían varios pequeños centros, pueblos y villas, por todo el salvaje territorio. Todos y cada uno de ellos se encontraban fortificados para poder sobrevivir a las criaturas mágicas de aquellas tierras.

Antes de continuar, decidí pacificar la nación, especialmente porque quería encontrar y derrotar a los Druidas, misteriosos y poderosos guardianes de la naturaleza que podían, en un momento complicado, atacarme por la espalda. Aproveché la estrechez de miras de los generales aliados, quienes marcharon sobre Gralton para liberarla, para pacificar los restantes territorios de Sietearcos. Mis regimientos se separaron y coordinaron para llevar con eficiencia y velocidad el sometimiento del país entero.

Ordené especialmente que se detuvieran en el linde del bosque, ese era especialmente el hogar de los Druidas y no existía ejército que pudiese enfrentarse a un señor del bosque en plena maleza.

Una vez reunida la tropa nuevamente en Sietearcos apareció una noche una mujer acompañada por un búho. Se presentó ante mi sin ser vista por ningún guardia y se fue con igual indiferencia.

-Soy Leoti, Voz del Viento -dijo-, representante de los Pastores de Robles para cualquier extranjero. Queremos nuestra tierra de vuelta.

-¡Por fin! -exclamé, riendo- Les he estado buscando durante días. Acabé con el grueso de su ejército en los Campos graltonios, con sus montaraces en esta misma ciudad, y ninguno de sus intentos por ofuscarme a mi o a mis tropas ha tenido éxito. ¿Con qué poder exigís mi retiro? Los Druidas han perdido todo el poder que tenían en las praderas de Sietearcos y probablemente se refugian entre sus árboles, cosa que respeto. Estoy dispuesto a llegar a un acuerdo con ustedes, no es mi intención empantanarme en una prolongada guerra con ustedes pero si me obligan lo haré.

-Has venido a pisotear nuestro hogar y por eso tenemos todo el derecho a reclamarlo -respondió Leoti-. No descansaremos hasta recuperarlo y no tendrás paz mientras uno de nosotros siga respirando.

-Vamos, Leoti -dije-. ¿Enserio viniste hasta aquí para decirme eso? ¿Acaso haberlo demostrado no hubiera sido más efectivo? Mira, creo que poco pueden hacer, y que tus palabras serán llevadas por el viento, como lo dice tu título druídico. Si alguien aquí puede imponerse en base a amenazas soy yo -continué hablando en druídico, el idioma secreto de los guardianes del bosque-. Arrasaré cada palmo del bosque con fuego y muerte, reduciré cada árbol y cada piedra a su mínima expresión, exterminaré a cada animal y criatura que se cruce en mi camino hasta encontrar a cada uno de los tuyos, les abriré las entrañas y los colgaré de cada uno de los arcos de esta ciudad. Sabes que no doy mi palabra en vano, tus jefes lo saben, todos Pastores de Robles lo saben. Provóquenme y solo encontrarán muerte.

La mujer se vio impresionada por mis palabras, tanto por su significado como por su idioma.

-Que los tuyos se queden con su bosque, poco me importa reinar sobre plantas y cervatillos -culminé, con un tono más amigable-. Ese es el acuerdo que les doy a los Pastores. Los árboles son suyos, los prados y ciudades míos. A partir de ahora se considerarán mis súbditos, protegeré sus fronteras y derechos, pero también caminaré por libertad bajo las copas y sobrevolaré sus cielos. Les haré una visita en cuanto la guerra culmine. Llévales este mensaje, Voz del Viento, y responde rápido. Debo decidir si marchar al norte o al sur.

Leoti desapareció. Al cabo de varios días, mi proposición fue respondida en una carta, escrita con carbón sobre una piel de conejo.

Los Pastores de Robles os saludan, Gran Señor Saeral Dracaris.

Los Druidas se habían convertido en mis vasallos. 

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04/04/2016, 01:01
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Unas Negociaciones Epistolares

(Día 40)

Permití que las tropas descansaran un momento mientras planificaba los siguientes movimientos. El ejército de la Coalición asediaba Gralton, que no corría peligro inminente de caer por el hambre o de ser asaltada por la fuerza. Además, un pequeño reino al norte de Sietearcos, Artume, podía ser fácilmente anexionado. Se decía que este pequeño reino producía el mejor ganado, piezas de cuero y corceles de todos los Reinos del Río. 

Con unos Caballeros del Dragón sedientos de poseer las mejores monturas de guerra, tener Artume se transformaba en una prioridad dentro de la guerra, y como de momento no tenía necesidad de apresurar mis conquistas lo entendía como un buen objetivo a seguir.

La ciudad de Artume estaba gobernada por Sir Bransen Waike, regente del reino gracias a la "desaparición" de la reina y su hijo heredero. Lamentablemente, tiempos difíciles llegarían para el caballero de oscuras maneras.

A Sir Bransen Waike, Regente de Artume.

Yo, Saeral Dracaris de Agnia, Señor de Altalanza y las Ciudades Rojas, Soberano de Mivon y Conquistador de Rostland, Pitax, Touvette, Gralton y Sietearcos, reclamo el legítimo título de Señor de Artume, soberano de la ciudad y de todos los territorios vasallos. Es por tanto que os conmino a rendir vuestra autoridad a mi y jurarme lealtad, vos y vuestros hombres.

Cumplid con mi imperio y seréis bienvenido como uno de los míos, negaros y moriréis por el fuego.

Esta fue la misiva que le hice llegar al regente, mientras preparé otro comunicado a mis amigos de la Coalición.

Al Comandante de todas las tropas de la Coalición del Concilio Marginado,

Habiendo pasado solo pocos días desde la ya afamada Batalla de los Campos regresáis con respetables ilusiones al lugar donde miles de los vuestros dejaron la vida por oponerse a mi poder. Os suplico fervientemente que abandonéis toda esperanza.

Si os enfrentasteis a mi con prácticamente el doble de hombres en el pasado y vencí con facilidad y aterrador espectáculo, es indudable la idea que os venceré de nuevo y que la carnicería será igualmente impactante. Por el bien de vuestras familias, por el bien de vuestros reinos y por el bien del porvenir os demando e imploro vuestra rendición.

Doy mi palabra que todos los hombres que hoy empuñan un arma regresarán sin castigo con sus familias y que todos los oficiales y altos oficiales que juren lealtad a mi serán mantenidos en sus posiciones, mientras que aquellos que no simplemente serán retirados de ellas.

Si existe entre vuestras filas alguna autoridad política con la cual discutir el futuro de alguno de los reinos aliados será bienvenida para hacerlo. De lo contrario conversaré estas cuestiones en el momento que arribe a cada ciudad.

Es mi mayor deseo el culminar con esta inútil carnicería y favorecer el regreso de la mayor cantidad de varones a sus hogares. De nada sirve que mueran inútilmente intentando detener algo que no puede ser detenido, el fuego avanza inexorablemente.

Aguardo vuestra respuesta en un lapso de tres días.

Rey Saeral Dracaris de Agnia 

Al cabo de dos días recibí una respuesta.

 A Su Majestad el Rey Saeral Dracaris,

El Reino de Artume se complace con el nombre de su nuevo señor legítimo y aguarda con excitación vuestra visita. Debo deciros que entre los pueblos comunes de los Reinos del Río se os conoce como "El Conquistador", un apéndice que dice poco de vuestra gran majestad.

Espero que podamos conocernos personalmente en poco tiempo y que vuestra visita a nuestra ciudad sea prontamente.

Sir Bransen Waike

 

Notas de juego

Artume es anexionada a la corona.

El Ejército de la Coalición mantiene el asedio.