Partida Rol por web

Tras las atenciones, y mientras escuchaba al resto hablar del templo perdido, miro a Rennor quizás no debamos de precipitarnos e ir corriendo a por ese brujo. Esas ansias de ir rápidamente a todos los sitios casi hacen que algunos caigamos en esa madriguera de mierda, y no estoy dispuesta a que nos pase lo mismo. 

Si tenemos que retrasar unos días nuestra incursión, creo que debemos de hacerlo, sobre todo si conseguimos curaciones para la incursión. 

Khastal, comento girándome hacia la semielfa creo que, como bien dices, no habrá nadie. Si dicen que hay un oso enfurecido, no creo que de lugar a que ninguna raza habite allí. Uno de los dos estaría ahora muerto ¿no? comento cabeceando levemente hacia abajo para dar más énfasis a mi comentario.

El sacerdote os mira tras haber curado a los heridos y tras quedarse unos segundos pensativo, este levanta la cabeza y os mira. -No creo que sea un oso normal... El sacerdote agacha la cabeza y suspira. -Erastil me dio los sueños con ese templo para resarcir mis pecados... Creo que ese oso fue el antiguo sacerdote... El sacerdote levanta la cabeza y os mira. -No os voy a meter prisa... cuando veaís apropiado ir a buscarlo, estaré encantado de poder ayudaros en lo que sea...

-Espera, ¿como que ese oso es el antiguo sacerdote? ¿Que sabes y no nos estás contando?-preguntó inquisitiva la semielfa cruzandose de brazos.

Había estado escuchando, con la cabeza ladeada y los ojos entornados, toda la conversación... A medias. Lo cierto es que el cansancio, la comida caliente y el hecho de que ya no le dolían las heridas, le había sumido en un estado de continuo sopor que estaba más que dispuesto a solucionar cuanto antes, durmiendo hasta que le obligaran —como seguramente harían si se pasaba de perezoso— a levantarse para volver a salir de expedición. Tan somnoliento estaba que ni siquiera había optado por hacer algún comentario amenazador a los kobolds cuando Nakpik habló, pero si que finalmente levantó la mirada cuando el sanador mencionó aquello del antiguo sacerdote, convertido en oso. 

— Si de verdad el lugar ha sido en algún momento dedicado a la naturaleza, no sería tan raro que por alguna bendición, o maldición, el sacerdote haya acabado convertido en un oso guardián — dijo, encogiéndose de hombros —. No estoy muy puesto en esos temas, pero estoy seguro de que hay druidas que pueden, por lo que no sería tan raro — suspiró —. Aún así, habrá que andarse con ojo, si el jabalí con el que nos encontramos casi me mata, no quiero imaginarme lo que puede hacer un animal el doble de grande, haya sido lo que haya sido en el pasado. Casi prefiero tomarlo con calma, y encargarnos primero de los kobolds, así como asegurar las zonas de los alrededores.

Siendo sinceros, una excursión al frondoso bosque era, sin duda, la peor idea que se les podía ocurrir en ese instante. Además, al fin y al cabo, el templo no se iba a mover, y al parecer su oso de presa tampoco, por lo que no tenía prisa alguna en lanzarse de cabeza a un suicidio más que seguro. 

- Al igual que Malak creo será mejor encargarse de los kobols. Pero si tenemos en cuenta las leyendas sobre personas transformadas seguramente pueda tratarse de un cambiaformas, o de alguien afectado por una maldición. Entonces.. ¿Cual es el plan, padre? ¿Le apresamos y usted le libra de la maldición? - Pregunta, pues si se trataba de alguien que llevaba muchos años solo y perdido prefería salvarle antes que matarle. 

- En ese caso quizá no haga falta pelear con él. Podemos hablar con el alquimista del bosque y pedirle alguna poción sedante que lo deje dormido. Así usted podría hacer su trabajo.- - 

Entrecierro los ojos mientras niego con la cabeza si lo tenéis tan claro, iremos a por ese brujo antes. No tengo fuerzas para discutir contra todos digo encogiéndome de hombros. Eso sí, antes de ir, me gustaría conseguir algunas pociones de sanacion, por si pasa lo del otro día.

Ya veremos de lo que se trata cuando lo veamos, aunque no pienso ponerme a hablarle a un oso cabreado, la verdad niego con la cabeza ante el comentario de Mara.

– Creo que tampoco me sentiré muy cómodo con la idea de intentar hacer entrar en razón a un oso, haya sido lo que haya sido – coincidió con Shallana, dándose cuenta, de nuevo, de que pese a la distancia que les separaba no eran tan diferentes –. Me temo que el sacerdote tendrá que recuperar el templo, pero no a su último guardián. 

Luego, con una sonrisa, miró a los presentes.

– Pero eso será más adelante, primero preferiría tener controlados los terrenos que rodean este lugar. Y así daremos tiempo a que estas lagartijas se recuperen, ¿verdad? – preguntó, mirando a los kobolds, y enseñando los dientes. 

Escuchando a Malak, le miro detenidamente, no pudiendo evitar pensar en que, quizás, solo quizás, no sea tan inconsciente e impulsivo como parecía, pues parecía que las palabras que acababa de pronunciar habían salido de mi boca. Al cabo de unos segundos, me doy cuenta que sigo mirándole fijamente, momento en que muevo la cabeza, como para espantar los pájaros que tengo, y vuelvo a centrarme en el resto

Estoy de acuerdo con Malak. Debemos de asegurar las posiciones alrededor del puesto mientras recuperamos las fuerzas.

- Lo mejor hubiera sido explorar las zonas aledañas al puesto antes de adentraros en la espesura y así afianzar un lugar de descanso - comenta ante la reclamación de Shallana'ha

El calvo sacerdote mira a Khastal cuando esta se cruza de brazos esperando respuestas referente al oso del templo. Sonriendo de forma amable, el hombre niega con la cabeza. -No puedo contarte nada mas, ya que no se nada mas... Erastil solo me mostró pequeños sueños... Y en ellos ví un hombre anciano el cual fue castigado por el propio Erastil al sacrificar un oso... Desconozco que fue lo que llevo a ese sacerdote a hacer aquello, lo que si que se seguro, es que la ira de mi dios no se hizo esperar, ya que convirtió a ese sacerdote en ese oso, haciéndole proteger ese templo que el mismo había mancillado, y le dio la inmortalidad para que pudiera vivir con sus pecados eternamente... El sacerdote titubea varios segundos. -Yo cometí un error hace algunos años y ello le costo la vida a una persona... Fuí exiliado de mi país, y Erastil me ha dado esta posibilidad de enmendar mi error, y creo que también poder darle a ese sacerdote el perdón de parte de Erastil... Creo que por eso me ha guiado hasta estas tierras...

– Bueno, Padre, cruzaremos ese río cuando lleguemos a él – dijo, sin prometer nada acerca de si darían la oportunidad a aquél oso de ser salvado o moriría junto a sus pecados –. El templo, al menos, puedo prometer que lo recuperará, llegado el momento – sentenció al fin, dando a entender, de igual modo, que llevarían a cabo aquella misión "divina", pero que se tomarían su tiempo para ello.

Al fin y al cabo, tal como iba tomando fuerza la proposición de afianzar las zonas aledañas, estaba más que seguro que tardarían un tiempo en hacer las cosas. Corrían el riesgo de que aquél hombre decidiera no curarles mientras tanto, si veía demasiado lejano el final de aquella empresa, así que el truco sería tardar, pero no demasiado, o al menos ir ofreciendo algún avance, de vez en cuando, en relación a ello. Tendrían que pensarlo, más adelante, cuando acabaran con el brujo que mantenía a los kobolds en pie de guerra.

– Bueno, antes de ir a por el brujo, mientras se recuperan nuestros pequeños amigos y descansan, ¿qué haremos? – preguntó –. Hoy descansaremos hasta reponer nuestras fuerzas también, pero mañana por la mañana deberíamos tener un objetivo claro. ¿Qué me decís de esos lobos que encontrásteis? 

La idea será limpiar los alrededores del puesto de Oleg, como debíamos de haber hecho en primer lugar sentencio sin dejar lugar a réplica.

Ahora, si me lo permitís, quiero descansar y limpiarme las heridas. Mañana partiremos a explorar y, quizás, a limpiar de lobos la zona.

-Descansar! Pensé que no llegaría la hora!-dijo Khastal alegre pensando ya en dormir sobre una cama- pero oye, tenemos que buscarles un sitio a nuestros nuevos aliados-dijo refiriendose a los Kobolds- ¿donde se van a quedar mientras no estamos?

Oleg ofreció a los kobolds descansar en las caballerizas, ya que no tenia ningún otro sitio libre, aunque no sin antes dejarles bien claro que los soldados no tendrian paciencia, por lo que esperaba que se comportaran mientras estaban alojados en el puesto. 

Habian pasado varias horas desde vuestra llegada al puesto, cuando el guardia dio aviso de la llegada de los otros soldados, tras hablar un poco con ellos, os comentaron acerca de las patrullas para evitar que las zonas exploradas volvieran a ser peligrosas...

Finalmente el cansancio os acabo derrotando, y agotados tras toda esa aventura, os fuisteis a dormir...

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Iniciaba un nuevo dia, y tras el descanso os encontrabais como nuevos... Preparasteis vuestro equipo, y tras tomar el desayuno preparado por Svetlana, os dirijisteis a las caballerizas y tras ver que los kobolds seguian durmiendo, ensillasteis los caballos y partisteis a explorar la siguiente zona.

Llevaban un rato caminando, disfrutando de lo que parecía iba a ser un día tranquilo por el campo, cuando la semielfa no pudo evitar romper el silencio.

-Oye ¿que pensais de todo esto?-pregunto la chica a sus compañeros- quiero decir... desde que llegamos aquí no hemos parado de tener problemas. Está claro que las tierras salvajes están mas habitadas de lo que pensabamos y algo me dice que las cosas se complicarán antes de que podamos crear un puesto avanzado en condiciones como nos mandaron-reflexionó dubitativa.

- Los humanos somos únicos buscando problemas; ahora se nos ocurre asentarnos en una zona ocupada por otras razas y seres...se queda unos segundos en silencio antes de continuar ésta vez mirando a Khastal...Cuanto más te internas enuna región despoblada más posibilidades tienes de encontrarte algo que no puedas manejar, esperemos que eso nos ocurra más pronto que tarde.

Lo cierto es que estaba disfrutando del paseo. Con buena compañía, tiempo estupendo, tranquilidad y una charla amena y distendida, todo lo contrario de lo que habíamos tenido los días anteriores.

Pues no se que decirte, la verdad. En cierto modo, era normal que nos encontráramos tantos problemas, si no, no creo que los señores de la espada se hubieran molestado en mandar a tanta gente a esta zona. 

Y pienso como tú. Esto no ha hecho más que empezar. Además de las bestias salvajes que nos encontraremos por las inmediaciones del puesto, tendremos que enfrentarnos a gente que lleva mucho tiempo acampando a sus anchas. Como son esos bandidos hijos de puta. al hablar de ellos, aprieto las bridas del caballo con fuerza, hasta que los nudillos se vuelven blancos. Pero esos tendrás que esperar hasta que afiancemos nuestra posición y limpiemos los alrededores del puesto. 

De repente, como recordando algo, me giro de la silla de montar hasta mirar la cara de Malak A propósito, y ya que ha dicho Khastal los problemas con los que nos encontraremos, ¿a tí que coño te pasó en esa madriguera de canijos? ¿Tienes algún problema mental del que debamos de saber antes de meternos en otro agujero inmundo? sinceramente, yo no soy el paradigma del silencio pero por todos los dioses ¿¿¡¡ponerse a gritar!!?? 

Problemas mentales-pensó la semielfa sonriendo para si en su caballo- con esta profesión lo raro es no tenerlos.

-La verdad es que fue peligroso, quizás debamos tomarnos un poco más en serio la incursiones a partir de ahora. No todo serán canijos y nos jugamos el pellejo...-dijo la semielfa apoyando a Shallana'ha aunque sin darle demasiada importancia.

El resto del día tras la comida fue pasando con agradable tranquilidad. Hablaron, se relajaron y, tras un rato, salieron a saludar a los soldados que protegían el puesto y los alrededores que ellos debían ir explorando. Les contaron acerca de los kobolds a los que habían ayudado y llevado –y que a partir de ese momento y durante unos días descansarían en los establos–, y ya de paso les hizo una pregunta que venía rondando su mente durante un rato.

– Disculpad... Querría saber – exigió más que pidió respuesta – si habéis encontrado en vuestras patrullas una zona infestada de huargos.

Contestado eso, pues era primordial conocer hasta que punto aquellos otros mercenarios estaban avanzando y si tendrían que volver ellos mismos a por los lobos, se despidieron y, al fin, se fueron a dormir. Aquella noche durmió como hacía años que no lo hacía, agotado por el viaje y las peleas, estimulado por la sopa caliente que habían tomado e inducido por la comodidad del jergón.

Despertó a la mañana siguiente totalmente descansado, repuesto de sus dolores y con la cabeza despejada. Lo primero que hizo, nada más ponerse en pié, fue colocarse los calzones, coger su ropa mal doblada en un brazo, y salir medio desnudo en dirección al pozo. Los rayos de sol hicieron brillar las escamas de su cuerpo mientras caminaba bajo el despejado cielo, y aún más cuando la tibia agua que fue sacando en cubos corrió por su cuerpo, limpiándolo y refrescándole. Cuando se sintió limpio del todo, hizo lo propio con sus prendas, y se vistió en cuanto estuvieron más o menos secas. Tras eso, regresó al salón dónde Svetlana ya les había preparado el desayuno. 

El resto de la mañana pasó con la misma calma que la tarde anterior, y tras recoger algunas cosas pronto estuvieron en camino, montados sobre los caballos prestados para aquella exploración. Llevaban un rato de grato silencio, cuando la semielfa lo rompió. En esos momentos escuchó, asintió, y creyó que ahí terminaba todo, hasta que intervino la rubia inquisidora, obligándole a participar también.

– Yo creo que esto era de esperar, y también estoy seguro de que aún no hemos visto nada. Tal vez a medida que avancemos encontremos menos enemigos, pero seguro que son más salvajes... y peligrosos – dijo con un encogimiento de hombros, antes de centrar mi vista en Shallana'ha y, de reojo, en Khastal –. Y era un grito de guerra – explicó sin darle importancia ni más vueltas –. Nada más.