Partida Rol por web

Este director era adorable, era la naturaleza personificada, una persona transparente. Me sorprendí a mí mismo aplaudiendo como si no hubiera un mañana, y esto no sería algo extraño si no fuera porque yo era el único que había roto a aplaudir. Me sonrojé de nuevo y acto seguido ví que Taka ya estaba mirando las listas. Al comprobar el curso al que iba ví ¡El nombre de Helga! ¡Estaba en mi clase! De repente mi imaginación voló a una clase en la que nos sentábamos en el mismo pupitre y ella me decía que me amaba. La clase se llenó de pétalos y música de boda sonaba. De repente ví a un grupo de estudiántes mirándome con asco.-Puagh.- Había baboseado el listado pensando que eran los labios de Helga.- Estaba... Mi...midiendo el... calor deeee la pared. Es un método infalible...- Dije en voz alta para excusarme. El otro cartel era de los clubes, y aquí me quedé pensativo. Si Helga no fuera la chica que me gustara me habría apuntado a magia, pero... A ella le encanta la lucha, y yo le podía demostrar mi valía como un verdadero hombre. Sin pensarlo más puse mi nombre en el club de lucha, y me encaminé hacia Taka pensativo, sin decir ni mú.

El discurso del director me sorprende y no me sorprende a partes iguales, es decir, me parece raro que una institución estudiantil hable así delante de los estudiantes pero no me sorprende porque estoy acostumbrado a escuchar a adultos hablar como si fueran adolescentes, gracias Papa, gracias Mama, habéis hecho que no me sonroje al escuchar al director.

Veo como uno de los más mayores aplauden al director, por un momento pienso en hacer lo mismo pero como todo el mundo le mira y no quiero ser el centro de atención, mejor me quedo sentado sonriendo.

Poco a poco todo el mundo va a mirar las listas de las clases y los clubes así que hago lo mismo. -Ayami voy a ver las listas, ¿venís?- digo sonriendo también a Hori por si quiere venir con nosotros.

Espero la respuesta de mis compañeras pero me dirijo a paso ligero al tablón para ver las listas. Al ver mi nombre, el de Ayami y el de el... en mi misma clase no puedo evitar soltar un...

-¡Si! ¡Estamos juntos!- todo el mundo me mira y agacho la cabeza sonriendo. Para no llamar más la atención salgo pitando de ahí, sin apuntarme a los clubs ni nada, qué vergüenza, ya me apuntaré luego pero como no voy mirando donde voy me choco de morros con algien a mi paso cayendome al suelo.

-¡Ay! Lo lo siento...

Poco antes de que el director comenzase a hablar vi como Yuki se sentaba detrás de mí, me giré y le saludé con la mano cuando el director comenzó a hablar pero sin duda aquel discurso fue algo único. En solo unos pocos segundos casi había dicho todo lo que quería decir, simple, rápido y conciso, algo que no se solía ver todos los días, con tuve mi risa con una suave y agradable sonrisa.

Termino dejando a los profesores totalmente descolocados, bueno muchos de nosotros también lo estábamos, en cualquier caso parecía que teníamos algo de tiempo libre. Gohho me insinuó ir con ellos pero le señalé a Yuki levemente, rápidamente esquivando a algunas personas me puse a su lado -Bueno días Yuki, ¿que tal el verano?- le pregunté sonriente, a fin de cuentas éramos compañeras de clase -¿quieres ir y mirar las clases?-

Me paré un poco en la sala mirando si veía a senpai pero con la gente saliendo me vi arrastrada a salir de allí. -no, alto, no empujes- me quejaba levente hasta salir de allí. Agité con mis manos un poco para darme aire y recuperar el aliento, aunque al salir me dirigí hacia donde estaban indicadas las clases. -Así que estoy en la clase 2-B con Kuro y Yuki- reí levemente, iba a ser un año divertido. Pero ahora lo importante era lo importante, debía de buscar a senpai para desearle un feliz curso, con lo que caminaba felizmente buscándolo por el lugar

Kuro-kun no me responde. «¿Se lo habrá tomado a mal? Era una simple broma... como tenía la misma expresión que muchos de los personajes de mangas ecchi, pensé que...» ¡Claro que yo no leo nada ecchi o hentai, mucho menos yaoi! Es solo... para documentarme, por supuesto. ¡Hay que saber de todo!

— Esto... Kuro-kun... —empiezo a decir, pero me interrumpe el breve e intenso discurso del director. El senpai con el que me he chocado empieza a aplaudir y... es el único. Siento tanta vergüenza ajena, que tapo mi sonrojado rostro con el tomo del manga que estoy leyendo.

Una vez tenemos tiempo libre, me levanto y me dirijo al tablón para ver mi clase. 2-A. «Bueno, no es de extrañar. Siempre voy a clases avanzadas.» También compruebo que el Club de Arquería siga vigente este año, ya que en el anterior no pude participar en los nacionales al ser de primero.

Contento, me uno a un grupo de alumnos de tercero donde... casuaaalmente... están mis dos seres amados. Tapándome el rostro con el manga, les sigo para escuchar de qué hablan y, si puedo acercarme lo suficiente para olerles, mejor. Claro que no esperaba tropezar con mi propio pie y caer encima de ellos.

Un pastel apunto de ser engullido, pensó para sí mismo al tiempo que el rostro se le enrojecía a un ritmo desconcertante. Emitió una especie de sonido al tratar de formular una respuesta, pero antes de que llegara a pronunciar una palabra en claro la voz del director le interrumpió.

— Discurso. ¡El discurso! — Bendijo en silencio y centró toda su atención al director. Se había puesto tan nervioso que había sido incapaz de pensar en alguna excusa, ¿qué clase de cara había puesto para mostrar tan clara devoción hacía alguien? Se palpó los labios en busca de algún hilillo de baba que hubiera podido caerle, pero no encontró ni rastro de la evidencia.

Una vez acabó la ceremonia abandonó el auditorio tan rápido como sus piernas se lo permitieron, durante la charla se había quedado en blanco y no había preparado nada para justificar a la cara de bobo que puso. Aprovechando en ser uno de los primeros se dirigió al tablón de anuncios a comprobar la clase en la que le habían metido. No le extrañó verse en el aula B, desde que había comenzado a trabajar a tiempo parcial sus notas habían bajado, aunque nunca habían sido gran cosa. Qué más daba, después de la preparatoria trabajaría, así que un mejor historial académico le daba igual.

Y con un solo objetivo en mente se fue de ahí en busca de su querido profesor de educación física. Pese a que su amado no se encontraba en ninguna de las listas de las aulas sabía del año pasado que en el gimnasio tenía un despachito en el que pasaba la mayor parte de su tiempo. ¿No era eso acaso una señal del destino? Ese pequeño y cálido despacho podría convertirse en su nidito de amor en el que tendrían un montón de niños. Bueno, igual hijos no podrían tener, pero podrían hacer todo ese tipo de cosas calientes que hacían las parejas tal y como compartir halagos, besitos y caricias. Nada de sexo desenfrenado o algo por el estilo, eso solo podrían hacerlo después de casados y cuando las normas de la partida lo permitieran. JEJE.

El caso es que tenía una pista de donde podría encontrarse, así que guiándose por los latidos de su corazón se dirigió al gimnasio con toda la cautela del mundo, asomándose por cada esquina en la que paraba.

El discurso, como cabía prever, no duró mucho. Ya había pasado el año anterior, y también había durado 5 minutos mal contados. ¡Je! ¡Me caía bien el director!

—Vamos, moco.

Hori había desaparecido para encontrarse con Yuki, así que di por hecho que ella no vendría con nosotros.

Cuando llegamos al tablón, eché un vistazo rápido. No conocía a casi nadie, aunque era normal... nadie había repetido excepto yo, o eso creía. Así que todos serían gente nueva.

Algo aburrida, di un pequeño bostezo y miré a Gohho pero...

—¡¿Eh?! ¡Claro que estamos jun...!

Hum, no lo entendía del todo. ¿Por qué corría como un pollo sin cabeza de repente? Entonces volví a ojear la lista detenidamente y...

—¡Pjé...!

Creo que lo entendí. No se refería a mí, ¿eh? jejeje. Ya le cogería por banda y le haría cosquillas hasta obligarle a que me contara qué se traía entre manos. ¡Maldito moco! Seguro que tenía algún secretito amoroso por ahí... Y... eso me recordó que...

Rápidamente, ojeé la lista de los de segundo y... ahí estaba. Me quedé con el número de clase, me hice un mapa mental de que camino podía ser el más rápido teniendo en cuenta la estructuración del edificio, y salí silbando sospechosamente hacia allí, por supuesto después de coger el folleto de los clubs. Este año también me apuntaría a baloncesto.

¿2ºB? ¿Quién mas hay en esa clase? ¡Kuro!

-Oy... -la imagen de Tsuyoshi besando el listado me dejo en estado de shock- ¿Que te parece si no hablamos de lo que acabas de hacer? -le dije cuando se acerco- Pillame sitio en clase en un rato voy.

Busco a Kuro entre la multitud y me acerco a el.

-Te acompaño a clase. ¿Que tal te ha ido el verano?

Miro hacia Taka siempre el 1º viendo las listas de baloncesto.

(-mmmmm... me pregunto si se acordara de los años pasados, en baloncesto era muy buen capitan

y yo bastante buen tirador .Que pena que lo dejara cuando murio mi padre).

Me doy una vuelta por los pasillos, saludando a los profesores que se me van cruzando.

— ¿Eh? ¿Qué? — Se giró sorprendido cuando Taka se acercó a él. — Oh. Taka. Bien, sí. — Volvió a girarse mirando a los lados, como si algo estuviera escondiéndose en los alrededores o buscara a alguien desesperadamente. — ¡Tengo que irme, nos vemos luego! — Y se fue de ahí por patas, jiji.

Me rasque la nuca ante la reacción de Kuro: "Que raro" pensé pero me encogí extrañado y fui igualmente a la clase de 2ºB no tenía un plan claro así que tendría que improvisar un poco cuando llegara solo esperaba que nadie conocido me viera me moriría de vergüenza. Alguien como yo con la pinta de tipo duro y malote que, sin razón, me había ganado.

Aún quedaba tiempo para la clase, así que tras el abandono temporal de Taka me puse a buscar a Helga para acercarme y saludarla, aunque no sé si ella estaría interesada en mí tenía que intentarlo. Si había algo que me caracterizaba era mi valentía, que suplía mi gran torpeza, así que me encaminé por la sala y los pasillos para encontrarla.

Cuando llegas al aula 2-B te la encuentras prácticamente vacía, cosa comprensible ya que lo más probable es que la mayoría de los alumnos estén mirando las listas de los clubs, reuniéndose con sus compañeros o simplemente pasando el rato por ahí.

 -Perdona, ¿me dejas pasar?

Desde tu espalda te llega una suave y dulce voz femenina. Al darte la vuelta te encuentras cara a cara con la chica de tus sueños, lo que provoca que tu corazón empiece a latir desbocadamente.

Kirei está realmente preciosa hoy. Lleva el pelo suelto y cuidadosamente peinado y su uniforme está bien arreglado, como cabría esperarse de una chica a la que le gusta ir con buen aspecto. Pero lo primero que notas es el olor a rosas que emana, ¿será su colonia o su champú? Sea lo que sea, hace que huela como un jardín en Mayo.

Mientras estás sumido en estos profundos pensamientos, la chica te mira con algo de impaciencia, esperando que la dejes paso para poder entrar en el aula.

Caminas por los pasillos buscando a tu amada por todas partes hasta que por fin la ves, charlando despreocupadamente con otras dos alumnas del instituto en el pasillo de las aulas de tercero.

Helga está deslumbrante hoy, o al menos te lo parece. Lleva la chaqueta del uniforme desabrochada y con las mangas remangadas, pero eso es parte de su encanto deportista y desenfadado. Mientras habla con sus amigas se ríe, y te parece la risa más cantarina y musical del mundo, aunque al resto de la gente le suenan a risotadas de camionero.

Parece estar bastante entretenida y no se le ve intención de moverse de ahí en un rato.

-Claro, adelante -hago una leve inclinación dejándola pasar- por cierto ¿que te parece si te invito a tomar algo esta tarde? Yo invito

No se me había ocurrido nada por el camino así que dije lo primero que se me vino a la cabeza. Sonreí de forma encantadora y me apoye en una de las paredes. 

¡Plaf! Al caminar sin mirar lo que has conseguido es chocarte de bruces con Sybill Minami, alumna de primer curso de secundaria alta conocida por dos cosas: por ser la hermana pequeña del capitán del club de Kendo, Joel Minami, y por ser la mayor chismosa del instituto. Los únicos rumores de los que no habla son aquellos que tienen el silencio generosamente comprado.

 -Vaya, vaya… Primer día de clase y ya se me echan los chicos encima.

Guiñó un ojo y sonrió de manera coqueta al chaval peliverde. Si iba en serio o de broma no se sabía, pero por lo menos no parecía enfadada por el hecho de ser casi atropellada. ¡Casi parecía todo lo contrario!

Caminabas despreocupadamente por los pasillos buscando a tu sempai adorado cuando, pasando por uno de los pasillos que daban al patio, le viste, sentado en el jardín del instituto al pie de un cerezo, mirando al cielo con la mirada perdida y algo melancólica.

¡Madre mía! Primer día de clase y primer tropezón épico del curso. Al caer te chocaste contra Chris Collingwood, haciéndole perder el equilibrio y chocar contra su hermano, con lo que el pastel de nata y fresas que se estaba comiendo acabó aplastado en la chaqueta de su hermano gemelo. Ambos hermanos te miraban con cara de pocos amigos.