Partida Rol por web

Corrí todo lo más rápido que pude a mi casa. No está lejos de la suya, recuerdo que nunca me daba tiempo a emborracharme desde la mía a la suya. Seguramente incluso silbando y paseando cumpliría con el objetivo. Pero aun así corrí

Entré por la ventana que conectaba con mi cuarto para evitar a mi familia. Cogí todo lo que necesitaba, mi arco con el carcaj y las flechas, el escudo,todo mi dinero, ropa, cuerdas, fosforo, papel y carbón, en fin todo lo que necesitaba para...cuánto había dicho? Ni idea.

Cogí un papel y escribí una carta a mi familia explicando lo "sucedido" y prometiendoles que les escribiría durante este tiempo todos los días y que era la decisión que me hacía feliz porque estábamos enamorados.

JA, pues claro que no, pero es mi mejor baza ahora mismo, si piensan que es una locura de amor y que me voy a estudiar con él evitando las partes de posible muerte y no les digo en realidad para intentar evitar posible suicidio de un idiota demente estarán más tranquilos.

Salí de mi cuarto y volví 15 minutos después casi sin aire en los pulmones abriendo de un portazo y algo mojada por el sudor y la lluvia

Espero pacientemente, pues he supuesto que Sil quiere prepararme algo especial como despedida. Esta chica... si hace algo así no podría siquiera regañarla si llegara a emborracharse. Así que espero pacientemente.

Durante la espera me extraña que no esté haciendo ningún ruido o alboroto. Menos mal, lo último que quisiera es dejar esta casa hecho un desastre. Sin embargo pasa el tiempo y no la veo para nada, y eso empieza a inquietarme. Así que me levanto y empiezo a buscarla por toda la casa, escondites incluidos.

Bien puntual, Silmeria regresó con Trece justo a los veinte minutos, completamente pertrechada. Iba a ir con él, le gustase o no.

Una vez resolvieron sus diferentes opiniones, si es que las tuvieron, dejaron la casa y fueron a la posada "El descanso del dargón", la posada más celebre del pueblo de Antya, y lugar en el que el guerrero tenía que reunirse con su contacto.

La caminata duró más bien poco. Con la que estaba cayendo, ambos se dieron prisa por llegar, tratando de cubrirse con todas las cornisas que se encontraban para empaparse lo menos posible. 

Dentro, la hospedería acostumbraba a tener un ambiente tranquilo y relajado. Esa vez no era así. Había una turbe de hombres montando escándalo, tumbados... En le techo. Gritaban todo tipo de súplicas a una joven pelirroja de ojos verdes que estaba sentada tranquilamente, rasgando las cuerdas de su laúd.

Tocaba las cuerdas de su instrumento sin mucho ritmo y ligeramente desafinado. Mientras los hombres del techo pedían que les bajara. 

-No no- Les contestaba una aguda y cantarina voz femenina. -Así aprenderéis a no pedir canciones a un bardo. Un artista toca lo que su alma le pide. Y sobre todo, a no criticar una actuación gratuita. ¿Qué es eso de que toco mi laúd como si estuviera estrangulando un gato?- 

Se fijó en los recién llegados, esbozando una sonrisa más que amplia. Bajó del taburete de un salto y fue hasta la pareja a paso alegre, medio bailando. 

-Tu debes de ser Trece. Curiosos nombre... Llegas tarde. Llevo como una hora esperándote. Y además, acompañado por otra mujer...- Se llevó la palma de la mano a la cara. -Si esto fuera una cita ya estarías pegado al techo como ellos- 

Sonrió de nuevo. Esta vez, enseñando un poco los dientes. 

-Yo soy Sammy- Ofreció la mano a ambos. -Vendrás conmigo a matar al paliducho ese- Miró a Silmeria, desconcertada por su presencia, al principio. -El Rector no ha dicho nada de una tercera persona... Bah, da igual. Pareces bastante capaz. ¡Bienvenida! Entre los tres tardaremos menos que nada en despacharlo- 

Empiezo a inquietarme y me recorren ideas sumamente estúpidas que podría haber tenido ella, como irse por su cuenta a la posada sin siquiera saber siquiera dónde es. Por suerte una vez más la infravaloré, pues regresó totalmente preparada. ¿Acaso planea venir conmigo? No, va a venir conmigo, diga lo que le diga. Iba a decirle algo, pero comprendo rápidamente que no lograré convencerla. Cuando a Sil se le mete algo en la cabeza no hay forma de sacársela. Y en el fondo me alegra que lo haga.

- Va a ser tontería intentar convencerte, ¿verdad? - esbozo la primera sonrisa en días - De acuerdo, pero por favor, no hagas ninguna tontería. Primero veamos si esa chica es capaz y si hay un buen plan, porque de ninguna manera vamos a enfrentarnos a una tribu entera.

Y con esas palabras abandonamos juntos la casa de mi maestro, la cual ignoró si volveré a ver alguna vez. Quizás si llego a la edad para retirarme podría regresar y... ¿formar una familia? Eso ya es ir demasiado lejos, antes de eso necesito saber qué significa el amor y estar enamorado. Un día tengo que preguntarle a Sil cómo puede saber uno si está enamorado o no, pero eso será otro día*.

No tardamos en llegar a la posada, y una vez allí nos encontramos con un panorama de lo más inusual. El Rector tenía razón, iba a ser muy fácil reconocer a Sammy. Me quedo absorto mirando a esos señores pegados al techo y murmuro a Sil.

- Oye, ¿puedes hacer eso con tu magia?

La chica que está con el laúd me recrimina que llegara tarde, y encima acompañado.

- Lamento mi falta de puntualidad, necesitaba prepararme debidamente y me llevó más tiempo del esperado. Mi maestro me regañaría duramente por hacer esperar a dos señoritas - no iba a echarle la culpa a Sil, así que asumo la responsabilidad - Asumo que usted debe de ser Sammy. Sí, soy Trece y ella es Silmeria. Un placer conocerla, ya me avisó el Rector de que la reconocería de inmediato - esbozo una sonrisa educada - No se preocupe por Sil, ella es muy capaz con la magia. Antes de nada, me gustaría saber la situación y el plan para ocuparnos del objetivo. No pienso cargar de frente como un descerebrado, supongo que habrá un plan.

Tomo asiento para escuchar atentamente a Sammy. Con lo visto, ella parece una mujer muy capaz.

Cuando veo que sin empezar un debate absurdo donde yo iba a ganar TC acepta (otra vez) su destino, me quedé un poco decepcionada y estuve de morros un buen rato...

Al llegar a la posada con todo mi equipaje+lo que dejé antes en casa de TC pude ver algo maravilloso.

Creo que quiero a esta chica. Pensé cuando la vi de lejos.

Se acercó entonces a nosotros la pelirroja con una sonrisa en su cara, riñendo a TC y diciendo que soy capaz de.....(lo que fuera, no escucho mucho a TC de normal y sinceramente no me hago mucho la idea de adonde vamos, pero parece que hay juerga)

Dios, sí que quiero a esta chica! 

TC intenta quitarme la responsabilidad por llegar tarde, aunque no sabía que había quedado a una hora concreta.

Miro alegremente a la chica del laud.

-Encantada de conocerte Sammy. Señalo hacia el techo. -Tienes que enseñarme a hacer eso. Y perdona, este cabezón no dijo nada de horas o quedar con gente tan interesante como tú y tuve que hacer el equipaje en 10 minutos y recorrerme el pueblo en 5, una no suele tenerlo todo preparado para irse durante una temporada.

Tomo asiento junto a TC y pido 3 jarras de cerveza fuerte. -Por favor, dejadme que a esta invite yo, pienso con más claridad con jarras delante.

Sammy miró ladeando ligeramente a Silmeria cuando esta empezó a hablar. 

-Disculpas aceptadas- Respondió sonriente. -Y tú- Señaló a Trece clavando el dedo indice el el pecho del muchacho un par de veces. -Ni se te ocurra volver a llamarme de usted. No se si te habrás fijado, pero soy una dulce y tierna damisela, no tu abuelita-

Una mueca de aburrimiento se dibujó en la cara de la pelirroja cuando Trece pronunció la palabra "plan". Gesto que cambió rápidamente a otro totalmente opuesto cuando la rubia dijo cerveza. Sus ojos brillaban. -Tu si que sabes como tratar a las damas. ¡Ven!- Agarró a Silmeria por el brazo y fueron juntas hasta la barra. 

Los tres tomaron asiento y empezaron a beber. 

-Esto es otra cosa- Dijo al golpear la barra con la jarra vacía. -Volviendo al plan. El paliducho tiene su guarida en las montañas. En un valle al que solo se puede acceder por un camino- se quedó pensativa -si que sería un suicidio ir por ahí... Por suerte, tenemos otra forma de llegar. Dando un rodeo por el norte llegaremos a un muro natura de unos setenta metros de alto. Tan solo tenéis que escalarlo. Desde ahí se puede ir al campamento del jefe, esquivando todo el grueso del ejercito. Como mucho nos enfrentaremos a su guardia personal. Nada de lo que preocuparse... ¡Camarero! ¡Otra ronda para todos!-

A continuación volvió a sacar su laúd y empezó a cantar.

- En ese caso te tutearé, Sammy.

Es evidente que la barda y Sil han congeniado, y eso hace que me dé mala espina cuando van juntas a la barra.

"Espero que no se emborrachen las dos".

Cuando ambas regresan con sus bebidas escucho lo que comenta Sammy, aceptando por cortesía la cerveza.

- Me gusta eso de poder evitar al grueso del ejército, tendremos que ocuparnos de menos orcos. Pero imagino que entre su guardia personal se encontrarán los más fuertes - miro hacia el techo donde están los demás asistentes - Pero algo me dice que podremos con ellos. Así que supongo que el plan será dar un rodeo para acceder al campamento, eliminar rápido a su líder y escapar antes de que descubran el ataque.

Cuando Sammy pide otra ronda levanto la mano.

- Para mí, agua esta vez - me da igual si me clavan una mala mirada, no pienso pasarme con el alcohol otra vez.

Escucho en silencio la canción de Sammy, cerrando los ojos. Mientras disfruto la melodía repaso mentalmente toda la información, repasando los pros y los contras. Cuando acaba levanto mi jarra de agua.

- Fabulosa canción. Sobre el plan, considérame dentro. Eso sí, preferiría que estuvierais más o menos sobrias cuando vayamos a partir.

Mientras regañaba a TC no puede evitar partirme la caja ante la cara de incredulidad que se le había puesto a mi amigo.

Esta chica era magia.

Cuando me cogió del brazo aproveché para mirar por un momento la cara de preocupación que se le quedaba a TC y las caras de los comensales ante la situación que deberían estar viviendo en el techo. ¿Se están empezando a cambiar de color? Pensé mientras esperaba la jarra.

Con todos los datos que estaban diciendo y yo no entendía me empecé a marear...-Necesito otra...- Antes de acabar la frase Sammy ya estaba pidiendo otra ronda.

-Dirás lo que quieras, pero tu poder es leer la mente de los necesitados.-Dije entre risas mientras me bebía casi de trago media jarra.

Mente activada

Repasé mentalmente todos los datos que tenía sobre la misión tan extraña.

Miré a Sammy con la jarra en la mano y semi apoyada en la silla con el otro brazo.- Hay muchos datos que no conozco de esta misión, por ejemplo ¿a cuánto estamos de allí?, porque supongo que iremos a pie y no es precisamente el día idoneo para los paseos campestres. ¿Con qué ejercito cuenta, cuántos son aproximadamente?. Dijo Trece que eras una alumna de la academia, pero, ¿han enviado a solo una persona para esta misión, o cuentan con que lo haga solo Trece solo como prueba cuando podría poner en riesgo a todo el mundo? Y la última pero menos importante que creo que a mi buen amigo se le ha pasado un pelín por ¿CÓMO NARICES ESCALAMOS UN MURO DE 70 METROS? 

Tras lanzar preguntas sin descanso me relajé un poco más en el asiento y me terminé de otro trago el resto de la jarra.-Qué pequeñas son...no duran nada

Estaba algo mosqueada por ver que el que se supone que tenía la cabeza en la tierra aceptaba una misión sin más. Lo perdonaba porque en esta ocasión estaba pasando por un luto muy duro, pero no me gusta ver así a mi amigo...ni ser yo la sensata del grupo...no me gusta

Esperó a acabar la canción para resolver las preguntas de sus dos acompañantes.

Las últimas notas se desvanecieron poco a poco en el aire. Sammy abrió los ojos, tardando un par de segundos más en acabar de reactivarse. 

-Por partes. Habéis hecho muchas preguntas muy seguidas. En primer lugar- Indicó el mismo número con un dedo. -Claro que estás dentro. Si El Rector lo ha dicho no puedes negarte. En segundo lugar, de que lleguemos estaremos sobrias. O eso espero...- 

Pasó de mirar a Trece para mirar a Silmeria. 

-En tercer lugar... Solo son detalles sin importancia. En cuarto lugar, si. Solo vamos nosotros. En cuarto lugar... ¿O es el quinto? Como sea... Pues escalando... Primero un pie, luego una mano. Otro pie, otra mano... Y paciencia. 

Tan pronto como Sammy empieza a responder preguntas empiezo a estar menos convencido del plan. Sobre todo de la parte de escalar el muro de 70 metros. Pensé que se encargaría ella, no que hubiera que escalarlo.

- La verdad es que es mucha altura. Yo tengo resistencia pero no soy especialmente hábil o ágil. Y no sé si vosotras seréis capaces sin ayuda de algún conjuro, si es que hay algo que pueda ayudar - me cruzo de brazos - Creo que dependerá mucho de lo fácil o difícil que sea de escalar. ¿Alguna idea de cómo es ese muro, Sammy? ¿Podrías contarnos? Entiende que esa parte puede ser muy complicada. Y si no disponemos de ayuda mágica para subir o bajar está también el problema de la ruta de escape. Bajar 70 metros de forma apresurada podría suponer una forma horrible de morir estampados contra el suelo, y ya ni menciono si el resto de orcos nos echan el guante. Aunque acabando con el líder la mayoría huyan, todavía habrán algunos que quieran apuntarse un tanto y ser el nuevo caudillo de la tribu. No podemos dejar esos dos detalles en el aire.

-Boh... Mira que eres aguafiestas...- Comentó fastidiada. -Esta bien. Para subir usaremos uno de mis conjuros. El que estoy usando con ellos ahora mismo- Señaló a los tipos que seguían en el techo. 

-Invertir gravedad. Nos permitirá "caer" hacia arriba. Si tenemos que huir por el mismo sitio, lo usaré en el aire para frenar la caída. ¿Contentos? Y no me preocuparía mucho por los orcos. Una vez matemos la lider es mucho más probable que se maten entre ellos por el poder o por viejas disputas a que nos persigan. El único problema real de la misión es el paliducho y su guardia personal. Créeme. En esta misión no hay detalles en el aire- 

Miro hacia los tipos del techo. La verdad es que se me había ocurrido usar ese conjuro para subir y luego escapar, pero no sabría si podría aplicarse en nosotros o no, o si Sammy estaba dispuesta a usarlo en la misión. Y por fortuna es posible. Ay, lo bien que me habría venido saber más de magia, pero no soy especialmente listo para esas cosas.

- Ahora sí que me cuadra todo, gracias Sammy. Ese conjuro tuyo será tremendamente útil. Solo quedaría ocuparse del orco albino y su séquito personal, pero eso ya sería cosa de todos - me giro hacia Sil - ¿Alguna cosa más, Sil? Y espero que no me vayas a decir que quieres otra jarra más. Ya has bebido mucho.

Mientras ellos seguían hablando yo ya me había tomado dos más, pensar tanto y ser responsable cansaba mucho, y no me apetecía cansarme.

Semi-mareada miré arriba sonriente mientras ellos charlaban y comencé a buscar por la sala un palo largo de escoba o fregona

Sonrió satisfecha al oír la respuesta de Trece. -Bien, bien. Entonces... ¡No se hable más! Vamos a cargarnos a ese orco- Se levantó de golpe, dando un suave traspiés debido a los efectos del alcohol. -Jejeje. Pero con calma. Al menos hasta que esto baje- 

Guardo su laúd en la funda y se lo colgó a su espalda. Luego salió por la puerta, para volver a asomarse segundos después. 

-Perdón, lo había olvidado- Dio un chasquido con los dedos y toda la turbe que estaba pegada al techo cayó de bruces al suelo. -Arreglado-

Miró a sus dos nuevos compañeros.

-Pero vamos, que es para hoy-

En cuanto me giro veo que Sil está claramente ebria.

- Ah, rayos, cada vez que me despisto un momento acaba así.

Me giro hacia Sammy para excusarme por Sil, pero ella tampoco está en muy buen estado. Tras devolver la gravedad al resto de señores acompaño a ambas mujeres. Está claro que necesitarán ayuda de alguien sobrio.

Me dejo llevar por TC algo a regañadientes.

No me dejan hacer cosas divertidas

Os esperaba una buena caminata. Rodear las montañas hasta situaros en la cara norte era un buen recorrido. Y para empeorar las cosas, el terreno no ayudaba, pues teníais que atravesar un frondoso bosque que crecía en la loma del monte.

Un bosque frondoso y lleno de desniveles... Al menos las copas de los árboles ofrecían cobijo de la lluvia, que parecía que no iba a cesar en unos días. Y el aire fresco había logrado que Sammy volviera a estar totalmente sobria. Silmeria, por su lado, notaba la mente más despejada, pero seguía algo atontada.