Partida Rol por web

La sala de juntas no difiere demasiado del estilo del resto de la comisaría. Es una sala de tamaño medio, se ve que no ha sido renovada en años. Hay un radiador eléctrico en uno de los extremos, la temperatura no llega a la de confort en los interiores. Una moqueta anticuada, verde con rombos marrones, que no alcanzan a disimimular varias manchas de café.

Una mesa larga, con varias sillas, encima de ellas hay 4 portafolios naranjas. Un proyector en la pared, con un powerpoint, y frente a ella, el teniente James Pierce, aguantando un café frío en su mano izquierda.

El teniente Pierce, roza los 50, no obstante se mantiene en buen estado de forma. Es más bien bajo, pero muy rocoso. Pelo canoso, muy corto, vestido de calle, con una placa al cuello y desprende una aura de sobriedad y profesionalidad. Durante un par décadas ha liderado un pelotón de los SWAT,y actualmente, ostenta el cargo de teniente en esta comisaría, y fue el encargado de coordinar la investigación sobre el caso Mills.

Buenas tardes, damas y caballeros, ya saben por qué motivo les he hecho venir. Ese cabrón de Mills, lleva encarcelado desde el pasado 22 de Agosto, cuando cometió esas atrocidades por todos conocidas. Además de varios cargos menores, se le imputan 4 cargos de asesinato en primer grado, incluído el de un agente de policía – y mira de reojo a Jenner. Las pruebas forenses son sólidas y hay numerosos testigos. Este debería ser un caso sencillo para el próximo juicio oral.

Sin embargo, ese malnacido sostiene que no recuerda nada de lo ocurrido, cuando cometió esos infames delitos. Según la revisión forense-psiquiática y el polígrafo- ahora mira a Dehamre- Mills parece decir la verdad en ese punto, o al menos, parece convencido de ello.

Existen algunas discrepancias en torno a las acciones de Mills y una de las víctimas está desaparecida, el pobre William Bedford,un niño de sólo 9 años. Por ello, el sr.Fiscal, ha organizado que Mills sea temporamente excarcelado esta tarde , bajo custodia, claro está, y se le permita visitar de nuevo las escenas de los crímenes para , con suerte, poder despertar sus supuestos recuerdos y proporcionar pistas sobre el paradero del cuerpo de William. Los buzos y forenses han peinado el barco docenas de veces , el río, y no pudieron encontrar nada . Dios sabe donde estará el cadáver de ese pobre chico. Además, hay algunas evidencias, que parecen indicar que Mills no actuó solo, pero ese supuesto partícipe todavía no ha sidoi identificado. Es una conjetura, aunque parece que puede ser probable ese extremo. Cabe decir que un operativo de esta tipología no ha sido realizado anteriormente, y si bien, conlleva riesgos, puede traer ventajas para zanjar este expediente, tan mediático, de una vez, y que el peso de la Ley recaiga, sin piedad, sobre esa basura. 

En la carpetas verán una copia del powerpoint que les pondré en el proyector. Es una reconstrucción de los hechos probados del fatídico y pasado 22 de agosto y un croquis de la casa de South waring st., y del barco en la isla de Zug. Entiendo que ustedes ya disponen  y han podido leer la ficha policial de Mills, el informe policial del Agente Kostroff y el informe sobre sus víctimas.

Pasaremos sobre ellos, interrunpanme si lo consideran oportuno, pero permitanme decirles que la investigación oficial ya está cerrada hace semanas, y la culpabilidad de Mills, más que demostrada. Nadie busca nuevas pistas. Sirva esta excursión para hacer salir a Mills de su “fuga mental” y que los agentes implicados – mira ahora a Kostroff y Jenner- recuerden tal vez algun detalle más.

No sé si el recorrido le puede ayudar a usted también Doctora, pues entiendo que está al cargo de la evaluación mental de Mills, pero con el debido respeto, deje la seguridad y custodia del preso en nuestras manos, es sumamente peligroso, no intente tests médicos extraños en las escenas, ya ha tenido tiempo suficiente para ello en este par de meses- dice con seriedad.

Se estima que sobre las 15:30, Mills sea conducido de la cárcel de Detroit hasta la casa en  el 514 South Waring street, en Oakwood Heigts, la casa de la família Beford. Kostroff, ahí la idea es que usted lleve la visita por el domicilio y nos cuente, a ver si lo entendemos, cómo pasó lo que pasó- dice bajando la mirada.

Luego iremos al viejo barco en el islote de Zug, Jenner ahí podrá decirnos lo que ocurrió con más detalle, y lamento la pérdida de ese buen agente, Clark  Glover, por suerte, usted pudo apresar a ese hijo de puta. También usted estuvo en el barco, Kostroff, a ver si recuerda algo más de lo que puso en su informe. 

Sobre las 18:30, el tour habrá acabado y Mills será conducido de vuelta a su celda, de donde no debería salir nunca más en el resto de su miserable vida.

Creo que no dejo ningún detalle, yo les acompañaré durante todo el recorrido.  A continuación, abran sus carpetas y reconstruyamos la línea temporal de hechos probados todos juntos.

https://ibb.co/nLztbs9

https://ibb.co/1df5fHY

Al entrar en la sala, busqué sentarme donde Caitlyn y Kostroff pudiesen ocupar un asiento a cada lado mío si así lo deseaban. Coloqué el abrigo doblado en el respaldo de mi asiento y puse sobre la mesa el maletín, para tenderle la mano al teniente quien suponía que nos iba a informar del tour en sí y de como comportarnos frente a Mills y las medidas de seguridad adoptadas. Pero antes de poder saludarle, el teniente comenzó su charla, así pues me senté en el lugar elegido, abrí el maletín y guardé los documentos que me había facilitado la doctora, para luego dejarlo cerrado en el suelo, contemplando durante unos segundos el dossier que tenía en la mesa frente a mí.

En ese momento, alguien entró pidiendo perdón y vi al agente con el café caliente en sus manos. - Gracias. - Le susurré y salió como entró, en silencio. La taza caliente serviría por ahora para calentar mis manos, pues aquella sala parecía la zona de aclimatamiento para luego salir al exterior y no descartaba que, si la reunión duraba mucho, acabase con el abrigo puesto.

Mientras el teniente hablaba, recordé el momento en el cual la doctora cogió mi mano y la temperatura de esta. Si a mí se me estaban empezando a enfriar, ella debía estar helada. Sin decir nada, acerqué la taza a la doctora y cogí su mano más cercana a mí para ponerla en la taza y supiese lo que quería: que se calentase las manos, sin entorpecer la charla del teniente.

Luego miré al teniente para seguir su discurso, descubriendo así que habían más informes que no se habían entregado a la fiscalía. Eso me puso de mal humor, pero abrir el dossier y encontrarme con que así era.

- ¿Se puede saber a que están jugando? - Le pregunté al teniente con seriedad. No había amabilidad en mi voz esta vez. - ¿Acaso no saben que cuando se presenta un caso a juicio, todas las pruebas e informes deben ir directos a la fiscalía? De ser así, ¿por qué me encuentro esto ahora y no en mi despacho días atrás? Y no me venga con eso de "se lo estamos dando ahora" porque es un caso cerrado. Y si está cerrado, todo debe estar en la fiscalía. Los casos no se cierran porque la policía así lo quiera. Se cierran porque el fiscal que va a llevar la acusación decide que no necesita nada más para generar algo más que una duda razonable al tribunal y poder ganar el caso. ¿Y ahora aparece esto?

» Dígame, teniente Pierce, ¿qué más ha estado ocultando esta comisaría con respecto al caso Mills todo este tiempo? ¿Acaso hay más fotos de las pobres imágenes que encontramos? Porque un caso como este tiene que tener mínimo mil fotos de todo en general y yo a penas he visto dos. - Me puse en pie, enojado. - ¿Y se puede saber de que se le acusa en las sombras al agente Kostroff? Necesito claridad y transparencia y desde que he llegado aquí, no encuentro más que sombras y cada vez más preguntas y dudas en el camino.

La doctora abrió la carpeta. De fondo la voz del teniente sonaba como el arrullo de las olas. Desconectó de sus explicaciones, pues ya sabía que quería a Mills entre rejas el resto de su vida, pero eso estaba aún por decidir. No iba a perder un segundo de su tiempo en intentar explicarle nada a ese hombre arcaico. Posiblemente vivía en un mundo donde los buenos matan a los malos llamándolo justicia y los asesinos se pudren en la cárcel. Esas creencias tan arraigadas en la vieja policía de Detroit ya las tenía más que estudiadas. Nada que ella pudiera decir serviría en ese momento. Debía conseguir pruebas, hechos, testimonios sólidos como el de Kostroff. Ambos tenían una conversación pendiente, una promesa. Cait ya no estaba segura de nada. Leyendo los sucesos pensó en tantas conjeturas, que algunas le hubieran hecho arruinar su carrera como científica si las manifestara en voz alta. Pero ella había visto a Mills, había hablado con él y estaba convencida de que no era el asesino al que buscaban, al menos no la mente asesina que había hecho todo aquello.

¿Un niño de nueve años  puede...? Oh, Cait, qué dices... Martha... quería tenerlos a ambos en el armario, el mismo destino para los dos, pero por qué llevárselo después... 

Sepultada por más pensamientos, a cada segundo, se soltó el pelo, por si ese gesto liberaba todas sus neuronas. 

De pronto, la mano de Joshua llevó la de Cait junto a una taza caliente. Estaba helada, cierto, pero por dentro su temperatura había aumentado desde que se habían sentado juntos. Podía olerle y en algún movimiento "torpe", al cruzar sus piernas, le rozaba los pantalones pidiendo unas disculpas de color rosado. Le pareció un gesto precioso. Nada desde hacia años le hacía sentir que alguien se preocupara por algo tan sencillo como sus manos, siempre heladas.  

—Gracias —susurró lo más leve que pudo acercándose a Katz y colocando ambas manos alrededor de la taza policial. No puedo evitar hacer un mueca de asco al ver la placa policial de Detroit incrustada en aquella taza.

La doctora vio como a Katz le cambiaba la cara y comenzó a soltar sus perlas, esas que dejaban al resto con una incomodidad que se hacía tangible. 

Cuando el fiscal se levantó, ella se quedó mirando los papeles, inmersa de nuevo en una charca de lodo, de dudas.

Parecía que todos en aquel caso tenían menos información de la que deberían. Uno de sus pensamientos se hizo carne y sin dejar respirar al teniente, que apenas había podido digerir las palabras de Katz, le miró frunciendo el ceño.

—¿Se sabe si había alguna relación con la familia asesinada más allá de que vivían en la misma casa en la que Mills se crió? ¿Alguien le vio por allí alguna vez? 

¿Por qué Mills decidiría ir de pronto a su antigua casa, más de treinta años después de huir de ella? No había nada sólido como móvil para tales crímenes. Si pensaban decir que estaba loco sin más, tendrían que internarlo y si no había un hecho al que pudieran agarrarse es que sin duda, no tenían nada. 

La policía parecía saber exactamente lo mismo que ellos. Muchas lagunas, muchas preguntas. Los actos de Mills eran incomprensibles desde cualquier punto de vista. 

Excepto, tal vez, desde el punto de vista de Aidan. Puede que en sus terapias no le contase nunca la verdad, pero aquellas últimas palabras le venían a la mente. 

No me creería... ¿por qué no iba a creerle? Jugó con su pelo y llevo sus ojos directamente hacia Kostroff, que estaba absorto en los papeles.

Lo mejor era esperar a que todos partieran hacia el macabro escenario y conseguir hablar con Aidan. Jenner también había estado presente, tal vez Joshua podría sonsacarle algo de verdad, porque Caitlyn empezaba a dudar que fueran capaces de armar aquel rompecabezas entre todos, y más aún si seguían con sus "olvidos" o vagos recuerdos. Y, por supuesto,  se negaba a que el teniente Pierce lo hiciera. Este puzle le venía grande a su sesera cuadriculada. Seguro que estaba deseando meter sus torpes manos, destrozando las piezas para que encajaran exactamente donde él quería. Ella no dejaría que eso ocurriera. Por nada del mundo. Aunque se le fuera la cordura en ello. Frank era algo más que un paciente para la doctora. Era más que un hombre con una mente y la doctora ansiaba navegar en aquellas aguas de su subconsciente aunque tuviera que enfrentarse a los tiburones.

—James... —.

El saludo había sido escueto, quizás hasta sencillo, pero había familiaridad en esa única palabra. Después de todo ya se habían saludado de dgantas formas posibles —aun incluso antes del ascenso de Pierce— que esa sola palabra era suficiente. 

—¿Cómo está Linda? ¿Las niñas? 

intercambiaron un par de palabras, antes que escucharán las voces de los demás acercándose. Felicia cogió su carpeta y se sentó en el extremo más alejado de la puerta, dejando sitio suficiente para que lao recién llegados se sentarán a sus anchas. Sacó su libreta de notas y abrió la carpeta. Cotejo algunos datos, las fechas y los nombres, y luego sacó un lápiz y abrió su block en una hoja vacía que comenzó a rayar distraídamente mientras escuchaba atentamente el discurso de Pierce. 

Asintió cuándo James comenzó a hablar de los hechos que le atenían y se forzó a no mirar a Krostoff cuando hablaban de él. Aún le reprochaba haber entrado sin esperar a los refuerzos a esa maldita casa. En el fondo sabía que quizás solo necesitaba encontrar algunos culpables para hacer más fácil el dolor de haber perdido a Clark, el terapeuta de la estación se lo había mencionado antes de que dejara de ponerle atención. 

Se arrebujó en su abrigo y miró un instante hacía afuera. El clima prometía subrayar el carácter maliciento de la incursión que les esperaba. La seguridad con que Pierce afirmaba que la culpabilidad ya estaba demostrada y su fehaciente insistencia en que el caso ya estaba cerrado le otorgaron una tranquilidad que ni la petaca le brindaba. Casi sonrió, casi, porque Joshua con sus alegatos esfumó la posibilidad. 

Escuchó con atención, en silencio, no tenían ninguna autoridad para contestar, aunque consideraba que no era necesario ser tan hostil con el teniente. La documentación debía de estar perdida entre las secretarías, cómo siempre. No, se mordió la lengua y se enfocó en su lápiz, un esbozo del carguero comenzó a dibujarse en su libreta.

Siguió escuchando, esto no hacía más que empezar.

El teniente Pierce observó como los asistentes a la reunión tomaban asiento. En la parte central se sentó el fiscal Katz, a quién no conocía demasiado desde que había tomado posesión en su cargo como fiscal del distrito, sustituyendo al ya retirado fiscal ultraconservador, el baptista negro, Andrew Donald Fitzpatrick.  A su lado, se sentó una mujer, joven, quien por eliminación era la psicóloga Cailtyn Dehamre, tampoco la conocía demasiado, más allá de ver su nombre en varios expedientes policiales y era conocedor que ella era la encargada de evaluar el caso Mills, además del procedimiento interno de Kostroff.

Jenner, se sentó algo más alejada, tras un breve, pero más cercano saludo. Hacia años que se conocían, si bien Pierce era su superior, la detective gozaba de más autonomía dentro del escalafón policial, que el resto de agentes uniformados de la comisaría. La tenía bien valorada, era una buena detective, pero había sufrido en los últimos tiempos algunas conductas que rallaban una pobre ética profesional. Kostroff, también entró en la sala, discreto y concentrado, tomando un lugar en la mesa.

Saludó  con sobriedad a los asistentes, y cuando apenas había abierto el powerpoint y tras acabar su discurso inicial, sufrió un rapapolvo oral por parte del fiscal Katz, titubeó un poco, se recompuso y dijo:

-Sr.Fiscal, tenía entendido que toda la documentación relacionada con este caso le había sido entregada a su despacho con anterioridad. Yo mismo di la orden. Me temo que debe haber habido un problema logístico, y parte de ella debe haberse traspapelado. No le veo otra explicación. Tendrá esa documentación en el despacho de fiscalía  a la mayor brevedad material y posible. Permítame...

Se dirige hacia un teléfono que hay en una mesita auxiliar, y marca un número, cuando le contestan dice en tono serio:

-Póngame con la agente López .. gracias. Oiga, López, tenga en cuenta lo que le voy a pedir, sé que le hará salir tarde de su oficina, muy tarde, pero le compensaré. Si debe estar toda la noche trabajando,hágalo, le compensaré las horas que esté de más en una ratio de 2 a 1, es decir, si trabajo 10 horas más allá de su jornada laboral, le daré 20. Necesito que reúna absolutamente toda la documentación del caso Mills, fotos, pruebas... todo y la entregue personalmente en el despacho del Fiscal Katz... sí... sé que es una locura, no se lo pediría si no fuese necesario ya lo sabe- dice bajando algo la voz Se lo agradezco López, póngase a ello ahora y deje cualquier cosa que tenga entre manos. Hablaremos mañana. 

Cuelga el teléfono y se dirige de nuevo a Katz. -Sr.Katz, lamento este malentendido, pensaba que lo único que le faltaba era esta reconstrucción de los hechos que he hecho yo mismo en powerpoint para esta presentación. Mañana a primerísima hora tendrá en su despacho todo lo que requiera, la misma agente López, de confianza se la entregará.

Se fija en tu expresión, Katz, por si ha bajado un poco el grado de tensión, y pensando que es así, dice ahora: 

-Sr.Katz, me temo que estaba más acostumbrado a trabajar con su predecesor, el honorable ya jubilado, A.D.Fitzpatrick, él no era tan iniquisitivo con la documentación, confiaba en nuestra labor, no obstante, entiendo que usted tenga otra forma de funcionar, y le aseguro que no se repetirá. Lo que, con el debido respeto, no puedo permitir, es que ponga en tela de juicio la inestimable labor de esta comisaria, bajo mi tutela, no hay nada que esconder sobre el caso Mills, podrá ver un resumen de las fotos en el powerpoint que verán a continuación ,y recibirá el resto de las numerosas evidencias forenses y técnicas mañana. Somos transparentes y comprometidos con la ciudad de Detroit, como asumo que usted también lo es, dentro de sus competencias. Ahora bien, lo que no está dentro de ellas es la valoración sobre el procedimiento administrativo de Asuntos Internos sobre el agente Kostroff, quien actualmente está de baja, no solo médica, pues tengo entendido que después de lo que ocurrió ese maldito día,  el agente Aidan no estaba en condiciones psicológicas adecuadas para prestar servicio de campo en esta comisaría, además, de que quizás, incumplió el protocolo en la casa de SOuth waring street cuando entró él sólo. Lo veremos cuando se reconstruyan los hechos en esta breve presentación. Pero no estamos aquí para valorar el asunto de Kostroff, eso es un procedimiento independiente que está siguiendo su curso administrativo y legal, y que creo que escapa de sus atribuciones. Aunque agradezco el interés que tiene en las circunstancias de uno de mis agentes. Yo tengo mi opinión al respecto, pero debemos centrarnos en lo que pasará en poco másde una hora- dice mirando de reojo a Kostroff, serio, pero con semblante comprensivo hacia Aidan.

Y con respecto al caso cerrado, a nivel policial, lo es, está más que cerrado, hay docenas de pruebas forenses (ADN, huellas parciales y completas, telas, sangre, balas, huellas...) que dictaminan, sin lugar a duda, la culpabilidad de F.Mills de todos los delitos imputados. Asumo que sabe usted eso de sobras. 

Ahora mira  a Dehamre, y declara: 

-Doctora Dehamre, creo que es usted, sí sin duda. En relación a su pregunta, nunca se vió con anterioridad al 22 de Agosto, al sujeto, rondar por los aledaños de ese domicilio, de los Bedford, su domicilio natal. El vecino, Jerome Allen, le vió claramente el 22 de Agosto, cuando perpertó tales actos salvajes contra los Bedford, pero no tenemos noción de que antes estuviese en esa zona. 

Y si me permiten, iré empezando con la reconstrucción cronológica de los hechos probados, según el orden del documento que han visto en sus potafolios. 

Aidan entró en la sala y tomó la primera silla que encontró vacía. Dejó en el suelo, a sus pies, la mochila que había portado a la espalda.

—Buenos días, teniente —saludó con un ligero cabeceo, mientras se quitaba el abrigo y lo colgaba del respaldo de la silla.

Tomó asiento y procuró evitar el contacto visual con la detective Jenner, que hojeaba el dosier que Pierce había procurado a cada uno de los asistentes a la reunión. Aidan también echó un vistazo a los papeles, pero más por parecer ocupado que por auténtica curiosidad. Ya sabía lo que encontraría en esos informes. Él estuvo allí. Y nada de lo que pudiera haber escrito en esas carpetas podría describir lo que realmente vio. Solo eran palabras vacías. Esbozos incompletos, tan alejados de su bizarra y grotesca experiencia como pudiera estarlo la fría brisa del lago Hudson, de una gélida y violenta ventisca del interior de la ignota Antártida. 

El teniente Pierce había estado hablando, pero el agente Kostroff solamente había oído su voz como un rumor lejano. No fue hasta que el fiscal tomó la palabra, que Aidan salió de su estupor. El tipo le cantó las cuarenta al teniente. Estaba claro que don abrigo de dos mil pavos no tenía ni idea de lo que era trabajar en las calles de Detroit, luchar cada día contra la escoria depravada que empapaba esta corrompida y moribunda ciudad. Con los últimos recortes de presupuesto, los agentes tenían que pelearse por las escasas y anticuadas máquinas de escribir para poder plasmar sus informes. Suficiente logro era llegar vivo a casa cada noche. Lo más posible era que el fiscal Katz tuviera una secretaria diferente para cada día de la semana, que le transcribía hasta los pedos que se tiraba después de almorzar. Aun así, había que reconocer que ese pavo real no se cortaba ni media en sacar el cuchillo y entrar a matar.

Aidan se arrellanó en la silla de plástico, entrecruzando los dedos de ambas manos frente a su mentón. Hacía tiempo que no asistía a ninguna velada de boxeo en el Little Caesars Arena, pero esto podría ser un buen sustitutorio.

Caitlyn volvió a enredarse el pelo tras la respuesta del teniente Pierce. 

¿Por qué volviste ahí después de tanto tiempo? 

Pese a la advertencia del superior, la doctora estaba decidida a sacar el máximo de información, ya fuera de Kostroff, o del mismo Frank. Hablaría con ella, seguro. Sentía que había creado un vínculo en estos meses y había confianza suficiente. Frank no tenía a nadie de su parte, excepto a ella, que le creía cuando hablaba de voces y conversaciones con su madre. 

Podía recordar el exacto momento en que le habló por primera vez. Le brillaban los ojos y su voz era un susurro interrumpido por cortas respiraciones:

—Madre está muy enfadada. No me perdonará haberme escapado. —El temor creó un boceto oscuro en su mirada y en sus gestos corporales.

—Frank, tu madre no puede hacerte daño. Sé que la escuchas, pero ya no puede hacerte nada malo, te lo aseguro.

El hombre reposó la mirada más allá de Caitlyn y se quedó absorto, sin pestañear. Ella giró sobre su silla para averiguar qué era aquello que le había hecho disociar de aquella manera. 

A través de su gran ventanal entraba la luz de mediodía. Dos álamos blancos se extendían al cielo, firmes cual soldados de la naturaleza, de la poca que quedaba en Detroit. El sol reflejaba en sus hojas creando una ilusión mágica en la que cambiaban de color. Se transformaban de verde a plata siguiendo los destellos de la luz. Un breve recuerdo de ella junto a su exmarido eligiendo esa casa, exclusivamente por aquellos álamos, la entristeció tan rápido como se vio envuelta en rabia.

—¿Qué pasa Frank? —Le tocó la pierna con suavidad para poder sacarlo de aquel trance.

—Pájaros —dijo levantando el brazo en un intento de señalar la ventana. Su mano se sostuvo extendida, parecía colgar de un hilo.

Dehamre volvió otra vez su torso. Justamente en una de las ramas, un par de gorriones aleteaban acicalándose el plumaje. La escena era tan bonita que ella misma se quedó unos segundos contemplándola antes de volver a hablar con Mills. 

No le hizo falta. Aún admirando los poco momentos de armonía que ofrecía aquella ciudad, Frank habló con palabras entrecortadas.

—Ojalá pudiera ser uno... tener alas... salir volando de aquí... de mí...

Cuando Cait miró a Frank, éste permanecía en la misma posición, con los ojos inmóviles mientras una lágrima solitaria contorneaba sus pómulos en dirección a la comisura de los labios.

La reacción del teniente no se hizo esperar ante mis palabras y como no, cargó su responsabilidad a otros. Pero no dije nada, solo miré a la doctora de reojo y casi sonreí con mi acierto y el problema en sus manos. No tardé en regresar al teniente, el cual comenzó a disculparse por lo ocurrido y segurándome que llegaría todo a primera hora de la mañana. Pero para mí ya sería tarde.

Su mirada buscó en la mía algo que me reconfortase, pero no encontró nada. Además cada vez que abría la boca, subía el pan ante mis ojos.

- Entiendo pues que con mi antecesor, el honorable A.D.Fitzpatrick, con cuatro palabras de la comisaría, dos vagos documentos y una mísera fotografía del escenario, ya tenía todo lo que necesitaba para el caso. De hecho veo que, hasta ustedes mismos lo dan por cerrado, cuando un caso no se cierra hasta que o bien es el mismo fiscal quien dice que se archive por falta de pruebas o se lleve a juicio y el tribunal así lo considere. Mientras haya una sola pregunta sin resolver, me da igual que no quede ADN por revisar, que no queden objetos por recoger... quiero esa respuesta resuelta y en este caso es donde se oculta William. - Dije aún de pie, sin aplacar esa fiera que aún llevaba dentro clamando justicia.

- Y si en lugar de pensar que vendría otro fiscal como su honorable A.D.Fitzpatrick, hubiesen pensado que venía uno dispuesto a leerse hasta el último papel con pruebas, ya tendría todo eso en mi mesa, leído, resumido y con una clara idea de lo que voy a buscar y no que parto con la sensación de que alguien no quiere que vea algo... pero eso no se esconde en los agentes de la comisaría. Ya me han demostrado lo que es brutalidad policial y camadería. También he visto las malas miradas a Koskroff y eso es lo que me preocupa.

Me senté en la silla y miré a Aidan cuando se le mencionó.

- Creo que no me ha entendido bien. No pretendo en meterme en el problema que tenga Asuntos Internos con cargarle a quien sus muertos. Eso no me compete. Lo que me compete es que es el testigo más fiable que tengo y parece que hay una caza de brujas a su espalda. En cuanto al tema de si hizo bien o no... - Saqué la carpeta y en ella el informe de la declaración de Kostroff. - Según esto, el agente atendió a una llamada, registró la zona y por la ventana vio a quien podía ser un hombre herido, lo que le hizo entrar en la vivienda... más o menos... una vez allí, se dio cuenta de que ese hombre estaba muerto pero empezó a escuchar los llantos de un niño... ¿Exactamente de que buscan acusarle? ¿De no entrar, no asistir a un posible herido y culparle de negación de ayuda a alguien en peligro? Porque si se llega a estar quieto y a no entrar, es de lo que le hubiesen culpado.

» Si quiere llevar esto a juicio, agente Kostroff, yo me encargaré de su defensa y no le cobraré nada por ello. Sería demasiado injusto por mi parte cobrar por un caso ya ganado. - Dije mirando al teniente, con mi ego más que cargado en aquel momento. Me sentía en aquel momento en una sala de un tribunal y allí yo era el tiburón.

- Y por cierto, puede que Mills no visitase esa zona con anterioridad o puede que lo hiciese una vez a la semana en un coche a distintas horas. Un coche circulando por una calle no es sospechoso de nada y menos de una semana a otra, puesto que en ese espacio de tiempo se puede haber olvidado el vehículo si es que iba con el mismo. Lo que si queda claro, es que el señor Mills, si tiene un cargo por premeditación y otro por alevosía, por visitar a su antiguo compañero de trabajo Colin Thomas en busca de unas armas que sabe que disponía de ellas hasta la fecha. Cuando no consigue lo que quiere, ata a Colin, le roba el dinero que tenía en casa y se suministra de material para asaltar su antigua causa. - Todo esto, a mis ojos, que no entendía nada de psicología, tiraba la idea de la doctora por los suelos.

- Lo lamento, va a tener que convencerme para que vea al perturbado mental que dice que es Mills. - Dije en un susurro a la mujer, poniendo mi mano sobre sus muñecas, tan pegadas la una a la otra mientras que sus manos recogían el calor de mi taza de café. - Puede iniciar su presentación cuando quiera, Teniente Pierce.

La mirada del Teniente Pierce, volvió a inflamarse tras la segunda perorata del fiscal Katz. Parecía haber puesto algunos "Puntos sobre las íes", pero James Pierce tenía en esa sala a dos subordinados, Jenner y Kostroff, a quién debía infundir respeto y admiración, no sólo por ser su superior, sinó ya que era un hombre admirado en el cuerpo de policía de Detroit y tampoco podía limitarse a callar .

Trago saliva, y con tono respetuoso, dijo a Katz:

-Sr.Fiscal, creo que no hemos empezado con buen pie, y sin duda, no era mi intención. Le reitero, que excepto en lo que usted comenta, pues parece que es el único que ha abierta boca por ahora - mira a los otros tres asistentes el trabajo de las unidades de esta comisaría ha sido más que notable. Recibirá mañana a primera hora el resto, de la abundante documentación y pruebas sobre el expediente Mills, entregado en su despacho en mano por una agente de confianza. Nosotros no buscamos motivos, buscamos culpables, y tenemos a uno, el que es, el que asesinó a 4 personas, además de a un detective de esta ciudad, además de hacer desaparecer a un niño de 9 años... Entiendo que usted deba saber los motivos que llevaron a ese descerebrado a cometer esas atrocidades, espero que con el tour que ha organizado pueda resolver esas dudas para tener un caso sin ninguna fisura.

-Con respecto al asunto de Kostroff, tengo mi opinión sobre él, al igual que el resto de compañeros y compañeras de la Comisaría. Bien sabe, que además del informe de la Dra.Dehamre, también irá uno mío, sobre su pertinente recuperación de la placa y la pistola o si necesita estar más tiempo de baja. Le repito que no entraré a debatir los motivos ni las causas de ese proceso administrativo, pues sepa que antes que Teniente fui policía, y sé de buena tinta que nuestros chicos, por desgracia, a veces tienen que afrontar situaciones inesperadas con los mínimos medios posibles.  No es una caza de brujas, puede contactar con él todo lo que requiera, pues parece ser su "Mejor testigo". El agente Kostroff acabó gravemente herido, fue encontrado inconsciente en el barco en la isla de Zug, no ha pasado los chequeos post-traumáticos de su valoración psicológica, además que pudo vulnerar el protocolo al entrar sólo en el domicilio y fue noqueado por Mills, y su arma arrebatada. Debe tener un tiempo para poder centrarse tras toda esa, trágica experiencia, y que mejor que junto a su querida esposa e hijo... ¿El pequeño Dominic? ¿ Ya será todo un boy-scout a estas alturas? -El teniente parece buscar complicidad con Aidan después de esta declaración, aunque tal vez, Aidan, te moleste  que seas uno dels temas centrales de conversación, en lugar del asunto Mills. Sabes que esta reunión no era para tratar tu expediente, pero puede ser útil.

Sr.Kostroff, le invito, a cuando lleguemos a Oakwood Heights , que nos cuente, como sucedió todo.  Se que está en su informe, sé que pidió refuerzos, se qué por mala fortuna, estaba usted solo en su coche policial ese día, Bragg o Michaels habían, no lo recuerdo bien, habían sufrido una gastroenteritis y tuvieron que abandonar el servicio.  -

Y ahora si me permiten, no deseo que se nos vaya el tiempo, inicio la presentación.

El teniente Pierce reproduce los hechos probados del 22 de Agosto en el orden, cuando pasa por cada ítem de la secuencia, se adjuntan algunas fotografías técnicas y forenses.  Están las grabaciones de la tienda donde sale Mills, la cuerda con el que ató a Colin Thomas, fotos de los cadáveres desde varios ángulos, el lugar donde quemó juguetes y varias pertenencias de W.Bedford, del perro Zappy, diversos materiales... No abundan (son resumidos) pero parecen rigurosos. Toda la explicación casa con la secuencia. Al llegar a las 18:43, dice:

-Kostroff, ¿ desea relatar usted los siguientes párrafos? ¿ O prefiere reservarse para la casa? Y Jenner, lo mismo le digo,  para cuando usted aparece poco más allá de las 19:00.  Si lo desean ya tendrán oportunidad para describir su acciones in situ pero si desean añadir algo, es un buen momento. 

Por mí parte no tengo nada más que añadir a esta secuencia objetiva de hechos probados. Ya ven que no tiene más.  Sobre el terreno tal vez surjan otras cosas, y por favor, sean profesionales con Mills, sé que todos le tenemos ganas, pero puede ser nuestra última oportunidad para saber donde dejó al pobre William, y poderle dar sagrada sepultura y poder cerrar, casi del todo, esta abominación que ha sacudido a nuestra ciudad. 

Jenner se limitó a afirmar con la cabeza a las palabras de Pierce en clases señal de apoyo a su superior. No entendía esa lucha de poderes que pretendía llevar a cabo Joshua o que pretendía con esa actitud. ¿Pensaba acaso que actuando así iba a provocar algún cambio? ¿Que los protocolos de intercambio de información entre la fiscalía y la comisaría iban a cambiar? El problema venía muy abajo y  creer que un par de gritos en una reunión iban a modificar eso solo revelaba su propio trabajo de campo. Pero eso se lo daría el tiempo así que ni siquiera se dió el trabajo de ofeocuparse por eso. El único hecho que le preocupaba un poco era que considerase aún el caso abierto. El lápiz se movió un poco nervioso mientras retrocedía las páginas de su libreta para seguir punto a punto lo mencionado por el teniente, pero se calmó un poco cuando Katz dejo entrever su opinión acerca de la premeditación de Mills. 

Tomó aire en silencio, la primera parte era fácil, en todo ese proceso ella no siquiera estaba enterada del caso. Clark, Clarisse y ella estaban llenando papeleo para narcóticos en la oficina. Querían irse temprano porque había que había que comprarle el regalo aora el cumpleaños de Alice, la pequeña de Clark. 

Miró a Aidan, llegaba su turno de contar lo que sucedió.

- Sin duda no han comenzado con buen pie, teniente Pierce. - Repliqué enseguida. - Y si he sido el único en hablar, quizás sea por algo. De todas maneras también he escuchado a la señorita Dehamre hablar detrás mío, por lo tanto no he  sido el único. - Estaba claro que la memoria a corto plazo de aquel hombre no funcionaba bien y que quienes callaban realmente eran los suyos. Ahí es donde vería de que estaba hecho cada uno y si merecían la pena o no y para quien.

- Le agradezco el esfuerzo que está haciendo y me reitero en lo mismo. Si hubiese pensado que yo no era su amigo el fiscal A.D.Fitzpatrick, hubiese tenido toda la documentación en mi despacho antes, pues hubiese querido quedar bien conmigo.  Por cierto, antes de que se me olvide. Espero encontrar el informe de la inspectora Jenner, aquí presente, entre todos esos papeles que me va a mandar. Me resulta interesante saber su versión de los hechos y como veo que no parece tener muchas ganas de hablar... - Le pasé la patata caliente a Jenner a posta. Lo de Aidan ya lo sabía, ahora quería saber como demonios una mujer que había visto los mismo horrores que hizo Mills, que vio como mataba a su compañero a tiros, aún seguía de alta en el cuerpo y el oficial no.

Quizás andaba detrás de una caza de brujas y no había nada ahí, pero la verdad es que seguía pensando que Aiden era la cabeza de turco en todo aquello. - Y yo le vuelvo a repetir que no hubo neglicencia por su parte al entrar en la vivienda él solo, sin refuerzos, al encontrar un hombre herido. Todos sabemos que en este país, en cuanto detrás de una puerta se escucha "socorro" un policía ya puede tirarla abajo y entrar arma en mano. Así que deje esa canción para quien no sepa del tema. Él hizo bien. Me pregunto, básicamente porque no tengo informe alguno, donde estaba la inspectora Jenner cuando Mills disparó a su compañero y como transcurrió la detención.

El teniente puso la presentación, no sin antes "demostrarme" lo buen compañero que era con los suyos. Una presentación que apestaba y aburría por todos los costados. Casi acabo dormido.

Y hablando de dormido... mi café... lo miré unos segundos, pero vi a la doctora tan a gusto con él entre sus manos que no dije nada, solo esperé a ver si la mujer muda y el agente tenían algo más que decir, antes de que me volviese a enzarzar con el teniente quien pensaba que su comisaría era oro, pero no sabía que era de oro del que cagó el moro...

-Sr.Katz, creo que será lo mejor dejarlo aquí. Le reitero mis disculpas, por la posible negligencia, o más bien, falta de diligencia de las unidades de mi comisaría al no haberle transmitido a tiempo la documentación completa de este caso.- Katz, no te parece que Pierce haya buscado una animosidad contra ti en ningún momento, simplemente quiso defender su posición

-Con  respecto al informe de la detective Jenner, estará entre la abundante documentación que mañana será entregada a primerísima hora de la mañana. Pero, le adelanto, ya que veo que ella se ciñe al resumen, por otro lado, fehaciente a los hechos que he preparado en esta presentación, que poca más luz podrá arrojar al asunto, pues tengo entendido que para cuando Jenner logó acceder a la sala de máquinas del barco desde la larga escalinata, ya oyó los disparos y poco pudo hacer, desgraciadamente,  por ayudar al detective Glover. Parec ser que encontró a Mills en estado catatónico en el interior de la sala de máquinas.Pero supongo que eso ya lo contará la detective cuando estemos en la isla de Zug.

-Invito a Kostroff a que haga lo mismo en el primer escenario, en la casa en Oakwood Heights. Prefiero no seguir debatiendo si debió o no esperar refuerzos para entrar el domicilio, ya sigue su curso administrativo y legal oportuno.

Si quiere añadir algo más, agente Aidan, hágalo ahora. Hable con libertad, nada de lo que diga podrá ser usado en la evaluación, más allá de si rehace su informe o añade alguna otra declaración escrita al mismo. Le recuerdo que la idea es que usted lleve la visita por el domicilio en el 514 de South Waring st. - Aidan sabes que eso es técnicamiente cierto, pero tus opiniones puede ser tomadas en cuenta "informalmente" 

Voy a ir dando la reunión por acabada, si no tiene nadie más que decir, a parte del agt.Kostroff.

No deberíamos tardar mucho más de 15 minutos en coche para llegar al barrio de Oakwood Heights. Sr.Katz, usted, la dra.Dehamre y yo iremos en una berlina de paisano, aparcado en el parkin del sótano.  Kostroff y Jenner, cojan un vehículo policial logotipado, el SUV cuya matrícula acaba en 33, aparcado en el exterior de la comisaría- Pierce te entrega las llaves Jenner. -Felicia, conduzca usted.  

-Supongo que no tendrán ningún inconveniente con esa asignación, ¿cierto? A las 15:30 esperamos la llegad de ese cabrón, y casi son las 15:00. Pienso, que podemos ir recogiendo. Pueden quedarse las carpetas. Gracias por su atención. - parece quedar Pierce algo más aliviado al terminar e ir a hacer trabajo de "campo" .

Tras el aporte de Aidan y al llegar al momento de su propia aportación, Felicia se puso de pie y comenzó a leer su parte en los hechos. 

Un resumen de mi que había expuesto en un primer momento en su informe oficial. 

—El 22 de agosto alrededor de las diecinueve horas —reprimió un suspiro— Clark y yo nos hicimos presente en Waring Street, habíamos Sido asignados al robo del vehículo de Colin Thomas y la denuncia de un vecino nos llevó a la casa en cuestión.  Al llegar se constató la situación y la desaparición de Kostroff. No hay mucho más que señalar del estado de la casa de lo que ya se ha mencionado en esta reunión. Salvó que se notaba el ensañamiento con los habitantes de la casa. Se volvió a interrogar al vecino que hizo la denuncia y se emitió la orden de arresto estatal contra Mills.

Omitió la sensación opresiva que había en el lugar, o esa extraña sensación de ser observada en todo momento y el frío extremo que hacía que la piel del cuello se te erizase. Todo muy cierto pero meramente subjetivo.

—Una mueva entrevista con el denunciante del robo del vehículo, arrojó que el asesino solía visitar un barco abandonado en la isla de Zug y nos dirigimos con Clark a investigar tras informar del descubrimiento a nuestro superior.

Jenner hizo una pausa para tomar aire y tratar de mantenerse fría y apegarse a los hechos.

—Llegamos a la isla después de las ocho y media, ahí encontramos el auto abandonado y por los rastros en los alrededores se constató que el culpable había trasladado dos bultos desde el vehículo hacia el barco. Mientras Clark aseguraba la zona pedí refuerzos a la estación y luego entremos al barco por la cubierta que, al estar inclinado y semi hundido en la tierra, estaba a una distancia alcanzable. Las huellas indicaban que era el mismo camino que Mills había seguido. Alrededor de quince minutos después de ingresar fuimos recibidos por Franklin Mills quien se encontraba parapetado en la zona de carga señalada en el informe. Clark le pidió entregarse y salir con las manos en alto pero en cambio Franklin comenzó a disparar. Informamos por radio la situación y, ante la imposibilidad de retroceder, sacamos nuestras armas y respondimos el fuego. Tratamos de rodearlo y abatirlo cada uno por un lado y finalmente el hombre fue herido en una pierna y dejó de atacarnos. Para cuándo quise avanzar pude notar que Clark no venía así que, siempre a cubierto volví dónde el y constaté —Felicia tomó aire, durante el relato había logrado mantener la compostura, pero al llegar a este punto tuvo que detenerse bajo la posibilidad de que se le quebrase la voz. Hizo un gesto que vendrían pedir disculpas y a esperar un segundo y finalmente continuó—, constaté que Clark Glover habia sido herido de gravedad, presumiblemente, por una de las balas de Mills que había rebotado en el casco de la nave. Los análisis de balística posteriores confirmaron el asunto. 

»Le apliqué los primeros auxilios necesarios mientras esperaba que llegarán los refuerzos, pero para cuando estos llegaron Clark ya había muerto. Lo encontré llorando en una esquina, pero también escuché los llantos de otra persona, buscamos con los hombres hasta que nuestro superior nos relevó y obligo a tomar un descanso... Al igual que el teniente, creo que los detalles quedarán más claros cuando estemos allá. Después de todo la finalidad es que el... Ejem.. la finalidad es que Mills recuerde algo con todo esto.

Felicia volvió a sentarse, pero a mitad de camino se volvió al fiscal.

—Joshua, mi informe debe tenerlo su secretaria, yo misma llevé una copia para asegurarme que este no se perdiera en el papeleo. Lamento admitir que no me preocupé que ella lo entregase en tus manos y confié en su trabajo, y un último detalle, aunque no me correspondía a mi informarlo, las investigaciones posteriores arrojaron que la casa de Waring Street era la casa de la infancia de Mills...

La detective terminó de sentarse y siguió el resto de la reunión en silencio, cómo siempre. Podría haber opinado de por qué los agentes de policía no deben ser héroes, de como arriesgarse por otra vida si bien parecía lo correcto nunca terminaba bien, pero prefirió callar. Pierce tenía razón, mientras antes dejarán atrás toda esta mierda, mejor para todos. Cuando todo terminó cogió las llaves y la orden y su carpeta.

—Ningún problema James, los esperaré en el vehículo si no les molesta. 

DEtective Jenner, agradezco su aportación. Podrá en el barco, aportar información complementaria, si corresponde, sobre el terreno. Puede ir ya hacia el SUV policial si así lo desea, en unos minutos, se le unirá Kostroff.  Le ruego mantenga la integridad y profesionalidad en todo el recorrido, como hasta ahora.

LAmento  de nuevo lo ocurrido con su compañero, y lamento también que a pesar de tener la certeza de oir esos llantos, no pudieron encontrar el paradero del pobre niño William 

Cait apartó las manos de la taza. Dio un sorbo, mirando pícaramente de reojo a Joshua, como una niña a la que han pillado cogiendo algo si pedir permiso. Sonrió cuando terminó de beber. Aún estaba caliente. 

Antes de que todos se marcharan, la doctora se acercó al sargento.

—Disculpe, aquí tengo el informe de Mills y Kostroff. Los reservo por si hubiera algún cambio en el trascurso de la visita al lugar de los hecho. Mañana se los enviaré a primera hora. —Borró la sonrisa que lucía hasta entonces.— Y... Le agradecería que no se refiriera a mi paciente en términos despectivos. Como bien ha dicho el señor Katz, el caso está lejos de ser cerrado. Y sepa que no tengo intención de que ese hombre torturado vaya a una prisión donde no puedan tratarle psicológicamente como corresponde.

Se colocó el abrigo con calma y concluyó.

—Entiendo su postura, de verdad, pero usted ha de entender la mía como profesional. Sé que los crímenes son terribles y estoy tan preocupada por el niño como usted. Precisamente por eso creo que el lugar del señor Mills no debe ser tan hostil como la cárcel. Necesita tiempo para recordar. No se imagina de lo que es capaz el cerebro humano. Espero que pueda hacerse una idea cuando lea mi informe.

Se disponía a salir junto al teniente pero se volvió para agregar algo que tenía atorado en la garganta.

—Ah, gracias por la presentación. Queda claro que Mills es culpable, pero habrá que saber las motivaciones para un acto tan desconcertante. Espero que no tenga inconveniente en que siga trabajando con él, acabe donde acabe. No sabe cuántos hombres culpables son también víctimas de su propia infancia. Ojalá hubieran estado la policía o los servicios sociales para ayudar a aquel chico de quince años que escapó de una madre torturadora y asesina. Espero que este caso siente un precedente para poder aportar más recursos sociales. Esta ciudad los necesita y les ahorraría mucho trabajo en el futuro. Parecen desbordados. —Extendió la mano para dejarle pasar y que pudiera guiarles hasta el coche—. Le sigo.

Quería haber dicho tantas cosas... Respiró profundo. Había contenido toda su emocionalidad para parecer más creíble. El teniente parecía ser un hombre de creencias firmes y la única manera de acceder a él podía ser desde su mismo estado férreo. 

Se giró para buscar a Aidan con la mirada. Quería hablar con él antes de separarse y reunirse en la casa. Allí, delante de todos, les contaría la misma historia. Tal vez, ese sería un momento más oportuno. Le abordaría después de revivir los hechos, cuando más vulnerable y susceptible estuviera.

Quería la verdad... tanto como ver a Frank.

El teniente atendió a las palabras de Cailtyn Dehamre, y contestó:

-Puede entregar los informes cuando los tenga terminados, doctora.  Y ahora se pone más serio: -Lamento que no todos vivamos en su mundo "téorico y feliz" donde los agresores tienen más derechos que las víctimas. Su "paciente" como tiene usted el valor de nombrar, ha asesinado a 4 personas, probablemente 5, si contamos el niño William, además de un perro. Más varios delitos más considerados menores en comparación a los primero. No dudo que haya sufrido cuando era pequeño, pero sepa que mi padre también me daba un bofetón de vez en cuando no hacía caso o no me portaba bien en la escuela, y gracias a eso, soy el hombre que soy a día de hoy. No obstante, respeto su postura, es libre de recomendar que Mills vaya a donde usted crea conveniente, ya conoce también mi postura, que en líneas generales, es idéntica a la del sr. Fiscal - te mira Katz, en uno de los pocos puntos en común que pareceís tener.  Como le dije, les dejo a ustedes descubrir las motivaciones de tales atrocidades, son un punto más en la investigación, que repito, en términos técnicos  y forenses está terminada. Eso sí, le ruego que no intente "terapias raras" con Mills ni en la casa ni en el barco, no me gustaría tener que reducir al preso porque le haya puesto nervioso usted, es altamente peligroso. Ha tenido usted  tiempo desde finales de Agosto para tratarle, y me atrevo a decir, que con escaso éxito, pues sigue insistiendo en su amnesia -Parece que Pierce se agria en ese extremo de la conversación, no esperaba que la reunión fuera tan poco cómoda para él y seguramente se descarga ahora, pues probablemente no se atreva con un fiscal de distrito. 

-Sr.Katz, Sra.Dehamre, si me acompañan, yo mismo les llevaré en un coche de paisano, quien quiera de ustedes puede ir en el copiloto. Bajaremos por el ascensor hasta el subterráneo y les llevaré al 514 de de South waring street, Jenner con Kostroff, irán en un vehiculo policial, por delante nuestro. 

- Creo que ha comprendido el mensaje, teniente y con eso me llega. - Ya no volverían a mandarme cuatro papeles dos fotos y acusar de culpable a quien fuese y menos aún a dar por cerrado el caso cuando nadie les ha dicho que lo esté. No tenía más palabras para él, pero sí para otra persona.

No entendía porqué la detective no paraba de llamarme por mi nombre de pila cuando no nos conocíamos a penas. Pero eso no me molestó nada en comparación con sus siguientes afirmaciones. - Detective Jenner, no dudo que haya acudido de buena fe a entregar citado documento en mano. Pero le aseguro que no se lo entregó a mi secretaria. De ser así, yo lo tendría instantes después en mis manos. Así que haga memoria y piense a quien se lo entregó y no vuelva a repetir que a mi secretaria, pues los dos sabemos que no fue así. - Dije convencido de ello. Y es que era imposible que ella perdiese o se le olvidase nada. En cambio Jenner era harina de otro costal.

- ¿Es de tu gusto? - Pregunté a Caitlyn cuando la vi bebiendo mi café con aquella traviesa mirada que se me clavó en la mente. - Permíteme que me lo termine. - Dije cuando terminó de beber y acabé la taza antes de ponerme el abrigo y guardar los documentos en mi maletín. - Disculpen, con su permiso, debo ir al baño, les veo en la entrada.

Con esas palabras cogí la taza y marché a los primeros baños que vi. Como no, el olor a orín no lo podrían quitar nunca. Lavé la taza, me lavé las manos y vacié mi vejiga, para lavarme las manos de nuevo y secármelas junto con la taza. Poco después estaba entregándole a la sargento el colgante con el cartel de "Autoridad" y la taza limpia.

- Muchas gracias por el café y como le dije, aquí tiene la taza. Solo he podido limpiarla con agua. - Preferí pelearme con la jabonera para lavarme las manos, no para poder limpiar la taza. - Ha sido un placer, sargento. Nos volveremos a ver, no lo dude.

Con lo que le gustaba hablar a aquella mujer y todo lo que sabía, con una visita a la semana o dos, sabría quien era quien en aquella comisaría y cuales eran los rumores que le rodeaban. Pero por el momento solo me interesaban tres agentes y a ella un amigo fiscal para ascender a teniente al menos.

Al llegar, el teniente nos indicó a la doctora y a mí que fuésemos con él en su coche. Miré a Caitlyn sin ocultar la sorpresa en mi mirada ante la decisión del teniente. Debía irle la marcha o algo así, además de querer meter a dos agentes que no podían verse en el mismo vehículo. Sí, era todo un genio.

Pero yo no iba a contradecirle más. Si sus hombres se mataban entre sí, problema suyo.

- ¿Dónde prefieres sentarte, Caitlyn? - Le pregunté a la doctora mientras la miraba por si tenía alguna preferencia para subir en el coche. Si pensaba como yo en aquel momento, diría que de copiloto. Podría ver al teniente y sin duda a mí, puesto que me iba a sentar detrás del teniente para no verle la cara y así podría psicoanalizarnos a los dos por nuestros gestos.

El intercambio de golpes prosiguió entre el fiscal y el teniente. El tal Katz llevaba claramente la iniciativa, persiguiendo a Pierce por ese ring verbal sin dejar de lanzar directos a la mandíbula y ganchos a las costillas. Pero el viejo Pierce no era precisamente un novicio en estas lides. Esquivaba los embates más duros y solo recibía impactos de refilón, sin perder la compostura. Foreman contra Alí. El combate del Siglo, para muchos. Un Alí venido a menos contra un Foreman en el cénit de su carrera pugilística. Fueron siete asaltos de tremendo castigo del campeón contra un Alí que se quedaba en una esquina del ring sin hacer otra cosa que encajar y encajar. Pero al octavo asalto, un Foreman exhausto había perdido ya toda su fuerza. Y ese fue el momento en que Muhammad Alí le noqueó. Que llevara cuidado el picapleitos...

—Kostroff, ¿desea relatar usted los siguientes párrafos? ¿O prefiere reservarse para la casa? —le preguntó el teniente en una pausa entre asalto y asalto.

—Creo que lo expuesto hasta ahora se ajusta correctamente a lo acaecido. Prefiero esperar a cuando lleguemos a la casa, para que los comentarios que pueda añadir sean más sencillos de contextualizar.

La verdad era que prefería hablar lo menos posible. Su padre siempre decía: si no quieres que te salpique la mierda, mantente lo más alejado posible de la letrina. Y eso pensaba hacer. Asentiría, se ajustaría a lo contado en el informe y esperaría a ver por dónde iban los tiros antes de decir algo que pudiera hacer peligrar su regreso al servicio activo. Y si algo se torcía, siempre podía tomarle la palabra a Katz a ver si tan capaz era de vencer al Cuerpo de Policía de Detroit en los juzgados. Esperaba no tener que llegar a ese extremo, pero si se daba el caso, Katz parecía el tipo de abogado que uno querría tener sentado a su lado en un juicio.

La reunión terminó con un empate técnico y con la esquina del fiscal pidiendo a gritos la victoria por puntos. Había sido un buen espectáculo. Aidan se puso el abrigo, se colgó la bufanda del cuello y la mochila del hombro. Y entonces el teniente le hizo saber que compartiría coche con la detective Jenner. Con un escueto y estéril "no hay problema", Felicia tomó las llaves y salió de la sala en dirección al aparcamiento subterráneo donde aguardaban los coches patrulla de la comisaría.

Tal vez el viaje fuera corto, pero prometía ser incómodo.