Partida Rol por web

Me tragué las ganas de salir corriendo, aunque no veía de donde sacar las fuerzas para entrar a la sala. Suspirando di un paso hacia delante y entré dirigiéndome hacia los dos que llevaban las mismas ropas que Iuchi Shiko. Hice una reverencia tan baja como pude y saludé
-Samurai-sama - intenté que mi voz no tambaleara. Podía notar la tensión recorriendo mis interiores...

Me tragué las ganas de salir corriendo, aunque no veía de donde sacar las fuerzas para entrar a la sala. Suspirando di un paso hacia delante y entré dirigiéndome hacia el hombre en la parte superior que llevaba las mismas ropas que Iuchi Shiko. Hice una reverencia tan baja como pude y saludé
-Samurai-sama - intenté que mi voz no tambaleara. Podía notar la tensión recorriendo mis interiores...

-¿Hai, que se te ofrece? +contesta el hombre, con tono languido y ligeramente desdeñoso. Es delgado, de facciones suaves y bien marcadas. Su piel esta bastante bronceada, las ropas purpuras le brillan impolutas.

Parece estar disfrutando de un arroz con bollitos de pan y alitas de pollo, regado con sake, un almuerzo sencillo. Pero la vista de la comida despierta recuerdos en tu estomago, desatendido por quien sabe cuantas horas.

Escucho un leve rugido proveniente de mi estómago pero ya comería después, ahora tenía otros asuntos entre manos. Intenté usar un tono de voz bastante suave a pesar de que me ponía nerviosa con la sola presencia del hombre.
-Me gustaría saber que es de Iuchi-Sama si no es molestia... - puse una suave sonrisa en mi rostro para intentar agradarle, no iba a ningún lado con la cara de pasmada y seria que llevaba desde que me había despertado...

-El Iuchi? mm No se ha presentado a ninguna de las pruebas esta mañana... No tengo idea de donde puede estar. 
Ladea ligeramente la cabeza al hablar, estudiandote. Sonrie apenas.
-...vaya gustos los de mi compatriota, divirtiendose con niñitas heimin... en fin.+murmura en tono bajo, para luego decir+ Preguntale a sus colegas mejor, esos de la mesa del rincón que vinieron con el.

Al decir esto te señala con un gesto vago la mesa en el extremo derecho al fondo, una de las que quedaba fuera de tu vista desde la puerta. Un hombre y una mujer de rojas prendas, junto a otro de azul, esta comiendo alli, y te estan mirando. 

Asentí y haciendo otra reverencia me alejé de él para luego encaminarme hacía el grupo que me había comentado el samurai. Sus ojos clavados en mí me ponían bastante nerviosa pero intenté mantenerme firme y ya me costaba menos que al principio el poner en mí una mascara de templanza. Cuando estuve a su altura me agaché.
-Samurai-sama...

El samurai de azul... lo conoces. De algun modo recuerdas una mano amistosa. Unos brazos que te cargaron y confortaron en la oscuridad. Sin sonrisas ni cariños o dobles intenciones, solo... cuidandote. 

El samurai de azul esbozó una tenue sonrisa al oir a la muchacha. 

- Me alegro de oír tu voz, Suzue-chan. ¿Sabes donde se encuentra Iuchi-sama?

Aquellas palabras me desconcertaron, pues esa pregunta era la razón por la cual me había acercado a él. ¿Y si nadie sabe donde se encuentra? Solo más y más incógnitas aunque me tranquilizaba el sentir un poco cercano a aquel samurai.
-No lo sé, en realidad me acerqué a preguntar si era posible saber donde estaba pues yo no conozco su paradero. No sabía a donde acudir...
Relajé la postura un poco y recé por encontrar alguna respuesta pronto.

Notas que el hombre de rojo le susurra algo a la mujer de la mesa. Esta es bastante atractiva y viste los mismos colores. Sin embargo, te observa con cierta reserva no desprovista de asco. Al cabo de unos momentos te interroga..

¿Hace cuanto no tienes noticia de él y donde es que se vieron por última vez?- Una mirada seria se clava en ti. El tono es seco, no hostil, pero si desprovisto de simpatias. 

La voz hosca de aquella mujer no ayudaba demasiado a que me mantuviera tranquila pero lo intenté.
-No puedo recordar muy bien pues mi memoria está plagada de brumas pero creo que desde el torneo amistoso en el castillo del Clan Gorrión, es la última noche en la que puedo ubicarle en mis recuerdos...Y parece que nadie sabe nada sobre él - solo daba pasos en falso y necesitaba información a la que agarrarme fuera lo que fuera pero al menos algo que me ayudar a saber por donde empezar a buscar respuestas.

Otro de los hombres, que se encontraba parado, te mira. Es de aspecto tetrico, curtido, incluso intimidante... En sus prendas hay mayormente negro, y el dibujo de un cangrejo, lo cual refuerza la imagen. Sin embargo, se arrodilla con amabilidad a tu lado. 

-No te preocupes, chiquilla. Enseguida iremos a buscarle. ¿Has comido ya?

El de azul no dice nada, solo asiente aprobador a las palabras del de negro y amonesta a la severa mujer de rojo. 

- Setsuko-sama, no seais dura con la joven por favor; acaba de atravesar un momento muy duro

Sin dejar de mirar a la pequeña, tratando de escrutar sus expresiones, Setsuko contestó a sus compañeros.

No estoy siendo severa, estoy siendo directa, si es honesta es mas sencillo ayudarla o acaso ¿hay algo que tenga que esconder?, suspirando un poco al escuchar a su compañero, por mi haz lo que tengas que hacer Bayushi-dono sabes que te ayudare, pero antes, responde un par de preguntas Suzue-chan -relajando un poco el tono de voz:

1.¿A quién contaste sobre esta situación y qué respuesta te han dado? sería inútil especular y buscar cuando puede suceder que Doji-sama le haya encomendado una misión y tu armando un escándalo, ¿ya preguntaste a las personas indicadas?
2. ¿Tuvieron algún contratiempo antes de arribar a tierras gorrión o notaste algo extraño en el comportamiento de Iuchi-sama antes de que desapareciera?

Con una expresión seria y tono calmo pero un poco oscuro concluyó:

Piensa bien niña, porque es el bienestar de tu protector lo que esta en juego, no puedes ir con prisas en materias delicadas como las que planteas para pedir ayuda, piensa y habla correctamente y obtendrás lo que deseas.

Tragué saliva intentando pensar con calma y eligiendo bien mis palabras, aunque sentir la mirada de aquella mujer tanteandome no me tranquilizaba demasiado. Intenté mostrar un rictus serio pues no quería que tomaran en vano mis palabras
-Samurai-sama solo he preguntado a unos sirvientes que se encontraban en el pasillo de mi cuarto y me contestaron que no sabían nada, pero que quizás en el comedor podrían decirme algo, luego me acerqué al samurai que se encuentra en la parte superior de la sala pues porta las mismas ropas que Iuchi-sama y él dijo que me dirigiera a vosotros.
Respiré intensamente intentando que las palabras no se agolparan en mi boca. Tras una pausa continué.
-Y no noté nada demasiado extraño, ni vi nada fuera de lugar - intenté a la vez recordar cada detalle de aquella noche pero no podía pues solo me venían visiones a la mente, borrosas - Aunque si me dijo que debía resolver un asunto, pero no parecía demasiado importante... Me pidió que me quedara en el cuarto y así hice.
Tenía ganas de salir del comedor, no me encontraba cómoda entre todos ellos, no es que me hablaran mal o algo, a pesar del tono de la mujer de rojo, pero no me sentía segura. Me sentía sola.
Luego dirigí mi mirada al hombre con el emblema del cangrejo en sus ropas.
-No, no he comido Samurai-sama pero primero quería preguntar sobre el tema para calmar mis pensamientos - esbocé una sonrisa ligera, había sido muy amable por preguntar y aquello conseguía infundirme algo de calidez. Bajé un poca la cabeza para retirar la mirada del grupo, no quería parecer impertinente ni demasiado ansiosa, aunque mis interiores rugieran por los nervios.

Higetora taladró con la mirada a los escorpiones. Podrían ser taimados y astutos, pero distaban de ser discretos. Volvió a endulzar ligeramente su rasposa voz al dirigirse a la niña.- Entonces encontraremos alguna amable chiquilla gorrión que te prepare algo. Daidoji-san, le importaría acompañarnos?

El Grulla asintió

- Si me disculpan... -dijo a los Escorpiones

Setsuko se relajo en su asiento, ysolo respondió con una sonrisa coqueta, si ellos pensaban que por su manera de preguntar la escorpión podría convertirse en una villana o en un ser irritante entonces estaría continuando con la tradición del clan de ser siempre "simpáticos", susurró para ella sin interesar si la escuchaban o no: No se puede ser pepita de oro para que todos te quieran.

Los dos samurai, tanto el cangrejo como el grulla, se incorporaron y retiraron con la pequeña, dejando en la mesa a ambos escorpiones. El camino a la cocina parece ser por el lado opuesto al que habias venido.

Una vez atravesada la sala de artesanias, donde observas una increible cantidad de esculturas, pinturas y otras obras adornando los muros, llegas al pasillo de la otra ala con ellos. Casi en diagonal esta la cocina, donde se ve a los sirvientes atareados en la preparacion de varios platos y lavando los trastes del almuerzo que se han ido retirando. Sale un aroma suculento y fuerte, de arroz con salsas y pescado frito.