Partida Rol por web

- Maldito bocazas engreido. - susurro visiblemente malhumorado. Cuando aprenderán estos Escorpióon a meterse en sus asuntos y a no importunar a los Cangrejo con sus sandeces y tejemanejes.

- Solo hay una cosa que un Escorpión intentando engatusarte y es un Escopión Borracho intentando engatusarte.

- Exagerados - comento tranquila y animada con la única intención de hacer algo de tiempo antes de acostarme - Unicamente se están divirtiendo. Además, no es culpa de ellos el no estar acostumbrados al buen sake.

Mi sonrisa se ensancha un poco más, para después levantarme y despedirme de los dos samurais con un honesto.

- No dejéis que os metan en líos.

Pero no subo directa a mi habitación, en lugar de irme directa a la cama me acerco hacia la mesa Escorpión y haciendo caso a mi instinto me acerco hasta el Shosuro para susurrarle.

- Quizás mañana si podamos quedar Shosuro-san. Que pasen una buena noche.

Estaría mejor dejarle con una pequeña esperanza que le impidiera tomar represalias contra mis compañeros presa de la vergüenza del resto de la mesa, que el largarme dejándole borracho y lleno de rencor hacia ellos.

Una vez que la Yasuki se retira, mira las copas y platos vacios. 
-Que no nos metan en lios... como si un Escorpion fuera un problema para un Cangrejo en el campo de batalla. +murmura por lo bajo, mientras hace crujir sus dedos uno por uno. Seguidamente, revisa las botellitas de sake vacias, lentamente, vertiendo las gotas que puedan quedarles en el platillo.+ ¿Cuanto más tendremos que aguantar esto?

- Nunca lo son. - respondo al Hida.

Luego me giro hacia el posadero y levantando la mano le digo.

- Otra botella de sake.

Al principio, la magistrada esmeralda parece ignorar al samurai, pero al poco de caminar por la ciudad se hace evidente que que Densishiro se dirige al mismo lugar que ellos. La posada de Los Tres Kokus ya se ve en la distancia, y Mikaya se detiene para dirigirse al samurai

- Disculpadme si me entrometo en sus asuntos, Densishiro-san, ¿pero a donde os dirigís?

Densishiro caminaba centrado en su misión, tan consciente de todo aquel que le rodeaba como de que la mayoría no querían su compañía. Para su sorpresa, en aquella tranquila noche dos mujeres parecían compartir su camino, dos magistradas, y una de ellas era Soshi Mikaya. Con educación y reverencia Densishiro se aparto para dejarlas pasar cuando caminaron a su altura, y les dedico un reverente y correcto saludo.  Anduvo tras ellas un rato, sin disimulo y sin ocultar sus pasos, pues ambas cosas no son propias de un samurái. De pronto Mikaya-sama se detuvo y se giro a él con una pregunta, y el claro se inclino ante la magistrada para después responder.

-No necesitáis disculpa alguna Soshi Mikaya-Dono, pues sois mi superior. Me dirijo a la posada de Los Tres Kokus, y aunque advertí calle arriba que compartíamos similar destino, preferí mantener las distancias, pues no soy merecedor de compartir vuestros pasos.- Hizo una leve pausa, y prosiguió en tono cortes.-Disculpadme si presumí demasiado. ¿Requerís más de mí, mi señora?.- Aguardo un instante a la respuesta de su superior, mirando con calma tanto a una como otra mujer, plantado en una posición ligeramente marcial, costumbre adquirida por sus largas guardias.

La mirada de la magistrada se endurece; ¿acaso Zaibakan estaba al tanto de sus intenciones? Fuera como fuese, no podía interferir en las órdenes del gobernador, así que se resignó y permitió que el joven samurai les acompañase.

La posada de Los Tres Kokus bullía de actividad; samuráis, mercaderes y ashigarus disfrutaban de la cena en la posada, una de las que más habían prosperado en la ciudad dada su cercanía a la plaza del mercado. Los Cangrejo que buscan los tres Escorpión no son difíciles de localizar. Dos de ellos, un inmenso bushi y otro más pequeño que por su pintura facial se intuye que es un Kuni, cenan en una mesa, mientras que la otra, una hermosa joven cortesana que nada tiene que envidiar a las más elegantes bellezas Grulla, está hablando con varios jóvenes samurai Escorpión que están en una mesa cercana a la de los Cangrejo.

Mientras estáis terminando de comer, parece que hay un súbito silencio en la posada. El bullicio se detiene un instante, y por la puerta entran tres samurai Escorpión. Dos de ellos son jóvenes; una mujer con el distintivo de magistrada, y un hombre de la guardia del gobernador. El hombre llama especialmente la atención, pues a pesar de llevar los colores del clan, no porta máscara alguna; los jóvenes Escorpión de la mesa de al lado lo miran con una mezcla de recelo y burla.

La tercera samurai, más veterana, es reconocida por todos. Alta, fuerte y fibrosa, con unos ojos azules fríos como el hielo, un mempo que imita la boca de un demonio y un nagamaki entre sus armas, la figura de la magistrada Esmeralda Soshi Mikaya es inconfundible.

El silencio se hizo palpable en la taberna cuando entraron 3 nuevos Escorpiones. Rápidamente me llama la atención el Bushi pues no porta máscara alguna, pues es el símbolo inequóvoco de estar hablando con un Escorpión.

Su acompañantes no pasan más desapercibidas. Una Magistrada Escorpión y la Magistrada Esmeralda Soshi Mikaya. Nada más y nada menos.

- ¿Y ahora que? - pregunto en susurros a mi compañero de mesa.

Encoje los hombros, hecho que provoca el ruido de la coraza, para dar enfasis a su respuesta.

-Ni idea... y da igual. Estamos comiendo en paz y no hemos matado a ningún ojamamushi todavía... Tal vez ellos tambien vinieron a comer.

Se desentiende, aunque no parece convencido de sus propias palabras, y deja las botellas de sake vacias fuera de la mesa, para hacer lugar mientras esperan las nuevas. Más, por el rabillo del ojo, mira vigilante a los magistrados.

Nada más entrar en la posada pudo ver al grupo de cangrejos de los que había oído, y bien que parecían peculiares. Uno de ellos parecía estar armado para montar una guerra allí mismo, otro había pintado su rostro de algún modo ceremonial ,quizás, y tercero y último estaba la bella joven que parecía no tener ningún problema para relacionarse con sus compañeros escorpión, de hecho probablemente tuviera menos problemas que él. Todos pertenecían al mismo clan, y sin embargo lo único que delataba a cada uno como miembros del mismo , eran los mons que portaban.

Sin duda parecían gente interesante, podrían hablarle miles de cosas que se hacían más allá de las tierras del clan escorpión. Tenían una misión, pero nadie le prohibió no disfrutar de ella. Le dedico una cortes reverencia a las dos mujeres que le acompañaban, presumiblemente para atender a los mismos samurais, algo que ya se vería, y se dirigió sin vacilación y con naturalidad a la mesa de los cangrejo.(Donde están el Kuni y el Hida)

-Saludos samurais-samas, ¿me permitiríais compartir vuestra mesa e invitaros a sake o a algún otro licor?.- Les dedico a los hombres una leve reverencia, mas marcial que correcta, al fin y al cabo era un guerrero, y aguardo con calma la respuesta de los samurais a quienes se dirigía.

Los escorpiones te miran un instante, sonrientes, para acto seguido girarse hacia los recién llegados. La visión de las dos magistradas parece provocarles cierta incomodidad, pero acto seguido aparecen sonrisas burlonas cuando el joven samurai Escorpión se acerca a la mesa del Hida y el Kuni.

- Junshin... -dice el Shosuro por lo bajo, y un leve murmullo que parece una risa se oye entre los tres Escorpión

La magistrada endurece su mirada al ver que el Bayushi se le adelanta

- Entrometido... -dice para que solo la oiga su ayudante- Bueno, esperemos a ver que quiere ese junshin de nuestros invitados. Después intervendremos nosotras. No pierdas detalle.