Partida Rol por web

- Podemos llevarlo a la ciudad, a ver si algún comerciante reconoce de qué clase de licor se trata o...podemos probarlo- dijo la hechicera.

En ese momento se percató de que el bandido estaba abriendo sus ojos, y sus labios volvían a dibujar aquella siniestra sonrisa. 

-  ¿ Y con éste que hacemos? No creo que podamos sacarle nada de información así. Quizá podamos llevarlo prisionero al pueblo, a la espera que se pase el efecto del hechizo o maldición o lo que sea que diablos le pase. O podemos acabar con él aquí y ahora y un problema menos.

Miró hacia atrás para ver al bandido que acababa de despertar. - Yo votaría por matarlo aquí mismo pero quizá de la misma manera que pueden decirnos algo sobre la bebida en Arroyo pueden decirnos algo sobre él. Quizá hasta lo conozcan. Khasar giró alrededor del bandido andando para vigilar que no estuviera haciendo ningún tipo de tontería para intentar desatarse.

- Y en cuanto a lo de probar eso.. no sé si será buena idea mientras viajemos, pero si quieres darle un sorbo, adelante, Zeki. luego miró al resto de sus compañeros. - No creo que estemos muy heridos como para frenar así que propongo comenzar de nuevo la marcha cuando estemos todos listos. con lo cual Khasar ya estaba dispuesto a comenzar el viaje a Villa Arroyo cuando sus compañeros dispusieran afirmativamente.

- O... podemos probarlo una vez lleguemos a la ciudad. -Dejó caer como idea mientras miraba la botella de la que hablaban sus compañeros. Según estaban las cosas era mejor no jugársela.

- Lo había despertado por si queríais probar a interrogarle, pero si lo veis inútil... quizás lo mejor sea acabar con él de una vez por todas. Si lo llevamos a la ciudad a lo mejor nos la lía por el camino. -Miró al bandido frunciendo el ceño. ¿Por qué todos tenían esa sonrisa de mierda en sus caras?- Podemos intentarlo -añadió al escuchar que sus compañeros parecían inclinarse por esa opción-, simplemente no me fio un puto pelo.

-Apoyo la idea de Zeki de llevar al bandido a la villa y entregarlo a las autoridades, pero si la mayoría vota por acabar con él, no me opondré. Trató de asesinarnos sin miramientos, y casi lo consiguieron conmigo...-dijo Zorpex mientras se pasaba la mano por la herida todavía reciente.

En otros tiempos, al gnomo no le habría parecido bien ajusticiar a un hombre de esa manera, pero los años y vivencias endurecieron su carácter.

-Con respecto a la bebida, yo no pienso probarla. Soy partidario de preguntar en el pueblo. Si se trata de un simple licor, puede que allí sepan quién lo distribuye.

El hombre miraba hacia el suelo con una sonrisa. Una pequeña risilla se le escapaba de vez en cuando, interrumpiendo vuestra conversación.

- ¡ Por todos los infiernos! ¡ Os juro que le mataría aquí mismo!- digo ya con mi paciencia casi agotada- ¡Pero me mata la curisidad por saber qué diantres le pasa!

Khasar se encargó de atar mejor al bandido si cabía y luego lo cogió para echárselo al hombro.

- Nos lo llevamos entonces. ¿No? no parecía tratarlo con delicadeza ni mucho menos. - Démonos prisa antes de que vuelva a caer la noche, no pienso aguantar más a este tipo del necesario, y creo que vosotros tampoco. ¿Estarás bien, Zorpex?

Miró a Zeki con cara de que estaban ambas en el mismo barco. Además, a lo mejor los bandidos hasta eran buscados y se podían ganar unas monedas extra.

Revisó las armas que habían dejado en el suelo los bandidos, pretendiendo guardarse las dagas que les había visto anteriormente. También buscó la ballesta y comprobó si había flechas de la misma por ahí. Aún si no era el caso, siempre podía comprobar si las suyas servían, y si no, podría sacar unas monedas por ella. Todo eran ventajas.

- Vayamos, sí.

-Sí, aguantaré, gracias-dijo en respuesta a Khasar.

El gnomo asintió a lo dicho, dispuesto ya a ponerse en marcha para continuar hasta la villa con el prisionero.

- Pues en marcha.- dijo Zeki, daga en mano, justo detrás de Khasar, por si el prisionero hacía algún movimiento extraño. Esta vez bien alerta, no le iban a coger desprevenida de nuevo.

Así pues reemprendéis el camino colina arriba. A pesar de la refriega, no parece que llegaréis mucho más tarde del mediodía a Villa Arroyo. Una vez en lo alto, veis el pueblo en su esplendor. Mucha gente se arremolina a través de la calle principal, que está junto al arroyo - o más bien río- que le da nombre al lugar, y entran y salen de distintos establecimientos o están en la propia calle bebiendo. A pesar de encontraros a varios kilómetros, se ve claramente que el ambiente del sitio es festivo. El camino principal llega hasta una fortaleza de piedra, donde tres edificios resaltan pues parecen mucho más antiguos que los otros. Además, se está construyendo un puente que conecte ambas orillas.

Veis como se acerca hacia vosotros un carro escoltado por varios soldados. Todos con armadura de metal, excepto el que los preside. El hombre a cabeza aparenta unos cincuenta años, de pelo negro y ojos grises. Tiene el pelo largo y un bigote que le cubre todo el labio superior. El carromato se para delante de vosotros con el chirriar de las ruedas que le acompañan.

¡Buenas viajeros! Soy Floki, justicia de Villa Arroyo. No suelo pararme cada vez que veo a transeúntes que se dirigen a mi pueblo. Pero veo que lleváis preso a alguien.- Dijo con una voz grave mientras posaba los ojos en el bandido.- ¿Quién es?

Si bien la apariencia de Floki es tranquila y os habla con educación, los soldados que rodean el carromato aferran con fuerza sus armas. Floki posa su mano grande y robusta sobre la punta de la silla de montar esperando vuestra respuesta.

Khasar tiró al bandido al suelo no muy lejos de Floki.

- Este cretino y cuatro de sus amiguitos nos interrumpieron el viaje a la villa en el camino. Una de sus amigas se escapó, el resto de ellos es historia. Lo hemos traído para ver si era conocido en el pueblo y si no... que se pudra en un calabozo.

Se cruzó de brazos, mirando a veces a sus compañeros y otras a Floki.

El corpulento hombre se mesó el bigote mientras os miraba tanto a vosotros como al bandido. Encarnó una ceja, como si estuviera extrañado, cuando lo vio reirse.

En ese caso, y si lo que decís es verdad, os debo una recompensa. Aun así, debo deciros que el bandido no me suena, y yo conozco a la mayoría de habitantes de Villa Arroyo. Aunque debo deciros que debo quitaros el prisionero. Lo llevaré al calabozo de Villa Arroyo para interrogarle, igual hay un campamento bandido ahí fuera. Con la guerra muchos hombres aprovechan la situación para robar y matar a su antojo. Sin duda son tiempos malos.

Además de que este hombre necesita ser tratado justamente bajo las leyes de Sol. Aunque eso le lleve a ser ahorcado.- añadió, después de meditar unos segundos.

-Excelente-se limitó a decir el gnomo, mientras observaba a los guardias y a su jefe.

Este era un tipo directo, pero parecía honesto, y la mención de una recompensa sonaba muy bien. No obstante, Zorpex seguía tan intrigado con el asalto de los bandidos que sopesó la posibilidad de que el alguacil les estuviese ocultando algo. Trato de observar sus gestos y tics mientras hablaba, por si encontraba algo que le hiciese cambiar su opinión inicial sobre la sinceridad del mismo.

Sea como fuere, el mago no tendría nada que objetar. Le parecía justo y adecuado que las autoridades se ocupasen del bellaco.

- A ver si conseguís borrarle esa estúpida sonrisa de la cara... porque nosotros no hemos podido.- se dirigió a Floki.

- Eh, amigo...- habló ahora al prisionero- Te vas con este tipo ¿ Qué te parece?

Zeki esperaba alguna reacción desafiante del prisionero, para que el tal Floki se diera cuenta de con qué estaban lidiando y les pudiera dar alguna pista.

Por suerte el bandido no dio más problemas durante el camino y en nada pudieron vislumbrar la ciudad de fondo, para sorpresa de Althaea, con ambiente festivo. Lo cierto es que esto la animó bastante.

Saludó a Floki y al resto de soldados aunque no pudo evitar mirarlos con cierta suspicacia.

- No sé si interrogarlos al modo clásico os servirá de mucho... Ya lo hemos intentado y no parece que reaccionen como se esperaría de una persona. -Miró como Zeki provocaba al bandido. Lo cierto era que ella también empezaba a tener curiosidad por saber qué narices le pasaba, pues así al menos estarían más preparados si volvían a toparse con su amiga.