Llegamos tras varias semanas cabalgando a la ciudad costera donde tenemos que coger un barco para llegar a la casa de Troll Liebre. Ya era la segunda vez que estábamos allí, y era todo un poco más familiar. Mis heridas habían sanado casi por completo y estaba en plenas facultades. No habíamos conseguido un tercer caballo, pero el viaje junto a Cirem, no había sido muy pesado. Era un chico amable y atento. Nada más entrar en la ciudad, comento una necesidad imperiosa.
- Tenemos que llevar a los caballos a una cuadra a que le den de comer... el viaje ha sido muy largo para ellos.
-Vayamos a la taberna en la que estuvimos otra vez, mañana podremos ir a la casa del Viejo Troll Liebre.
Nada más llegar a la taberna y entrar por la puerta, veo que miran a Cirem los que allí están presentes, y salen por la puerta de manera apresurada. Asustados al verle. Ignoro la situación y me acerco a la barra.
- Hemos dejado fuera un par de caballos. Necesitan comida, agua y un buen lavado. Y sobretodo descanso.
Veo que entran tres hombres a la taberna. Y de repente los reconozco. Un sudor frío comienza a correr por mi frente. Todos los allí presentes corríamos peligro. Y era normal que salieran todos corriendo. Yo aguanto detrás de la barra, con miedo a hablar. En cuanto uno de ellos se acerca a mi, asiento con la cabeza sus ordenes.
- ¡Si, señor!
Con voz temblorosa. No recuerdo que anteriormente les acompañara este hombre, pero era evidente que estaban creciendo en número.
Extrañado miro a mi alrededor...¿por qué la gente parece tan asustada?
-¿No notáis que pasa algo aquí? -susurro a mis compañeros.
Me dejo caer en la barra de la taberna, cansado. Cuando Uriel habla lo miro.
- ¿Eh? ¿Qué dices?
Me incorporo pesadamente. No sabía a que se refería Uriel, no había visto nada.
- Voy a comprar algo. Esperadme aquí.
Y salgo de la taberna.
Cirem se va sin dar explicaciones y dejándome a solas con Nolo. Me encojo de hombros y me acerco a la barra
-Disculpe, ¿me puede dar una cerveza?
Ordeno a mi nuevo empleado a que se haga cargo de los caballos. E inmediatamente, pongo unas cervezas.
- Ya está arreglado lo de los caballos.
No había pedido una cerveza, de hecho, no había pedido nada todavía. Pero viendo como estaba el ambiente, decido callar y tomarla. Miro a Uriel, no sabía a donde había ido Ciren y no me gustaba que andase fuera solo.
- ¿Le pagamos cuando vuelva Cirem? - Le pregunto a Uriel.
Sin hacer caso a Nolo pongo unas monedas encima de la mesa y doy un trago a mi cerveza. Nada me gusta más que tomar una buen cerveza después de un viaje. Y aquel había sido muy duro.
En cuanto veo el dinero sobre la barra, levanto las manos y las agito. Mi frente sigue sudando y mi expresión es de terror.
- De... de ninguna manera. No les aceptaré el dinero.
Cojo las monedas y las miro extrañado.
-¿No es suficiente? -Pregunto mientras saco otra moneda del bolsillo -. No recuerdo que la cerveza fuera tan cara en este lugar, ¿o también tenemos que pagar el alojamiento por adelantado?
Entro en la taberna, seguido de mi compañero. Nada más entrar, miro hacia todos los presentes. Sólo estaba la encargada de la taberna y un par de hombres solitarios en la barra.
- ¡Bah! Vengas a la hora que vengas, esta ciudad es aburrida.
Me acerco a la barra y pido dos cervezas.
Me acerco con mi compañero a la barra y comento indignado.
- Ni siquiera hay mujeres bonitas.
Sirvo la bebida corriendo, incluso derramo un poco de cerveza en mi intento de ser la más rápida de las taberneras. Mis manos me tiemblan, mi frente me suda y no se donde ponerme o que hacer en presencia de todos. Mi cara se contrae en un gesto extraño de terror.
- Claro que es suficiente, señor. Claro que es suficiente. Pero no puedo cobrarle. Disculpe.
Frunzo el ceño de nuevo, sigo sin entender nada, y encima la presencia de aquellos hombres me cabrea.
-¿Se puede saber qué pasa aquí? -pregunto irritado
Entro en la taberna, y veo que hay dos hombres en la barra, cerca de donde está Uriel y Nolo. El resto de la taberna está vacía si no fuera por la presencia de la tabernera. Sigo con la mosca tras la oreja, lo que he comprado y llevo en la mochila que me han dado, no me lo han querido cobrar. Además de ver a todo el mundo correr a mi llegada.
Cuando llego a donde está Uriel y Nolo, me dejo caer en un baquillo y levanto la mano para señalar la cerveza. Me apetecía algo de beber que no fuera agua de río.
- Ya estoy aquí. He comprado algunas cosas.
Miro a Ciren y me sorprendo de lo poco que ha tardado.
- Que poco has tardado... la gente como vosotros tardáis muy poco cuando vais de compras.
Pego un trago largo de cerveza y la escupo.
- ¡Agh...! ¡Que cerveza tan mala!
Y le pego una patada a uno de los bancos, tirándolo al suelo.
Agacho la cabeza asustada.
- Lo, lo... ¡Lo siento!
Consigo decir mientras me mira el ladrón desafiándome.