Partida Rol por web

El himno de la Federación resuena por todo lo alto mientras el General Castellanos en persona procede a otorgar las condecoraciones pertinentes al 1º Batallón del 2º Regimiento por su éxito en la anterior misión de asegurar el terreno en el que se establecerá la Base de Operaciones principal de la campaña, cuya construcción está teniendo lugar ahora mismo justo detrás de vosotros. Enormes vehículos y maquinaría hacen agujeros, remueven tierra y plantan los cimientos de lo que será una autentíca fortaleza.

Pero vosotros estáis en otra cosa. Todos firmes y en fomración, con la vista al frente y la cabeza erguida de orgullo mientras el General se dirige particularmente a los supervivientes de la acción de distracción que permitió la victoria final. Uno a uno, os coloca en el pecho las medallas pertinentes y os estrecha la mano en señal de aprobación.

Tras la ceremonia, el batallón rompe filas. Se os da un bien merecido tiempo de permiso en el que tenéis libertad de acción. A la espera de que la base esté acabada, se han construido instalaciones prefabricadas temporales para atender a las necesidades de la tropa: enfermería, cafetería, campo de entrenamiento, armería, zona de descanso y zona de juegos que ofrecen multitud de opciones de entretenimiento.

Hago lo primero que cualquier ser racional hace en esta situación, ir a la armería a pillar la arma mas tocha que le guste, en mi caso el lanzacohetes "umm, que delicia" mientras imagino reventado todo con un lanzacohetes, al llegar le pregunto al encargado, pero este me manda a tomar por saco, el resto se queda a la imaginación, solo dire una frase para resumirlo, "Ven aqui cabron, h*** de P***, te reviento la cabeza, y te meto una escopeta por el c***"

No entendía los elogios que me daban el comandante Rico y algunos de los superiores. Solo había tratado de ser útil, y en todo momento, cuidar de mis hombres a los que les tenía en alta estima. Cuando me ofrecieron el ascenso lo acepté solo con una condición...si mis hombres continuaban en mi equipo. 

Tras la ceremonia y parafernalia de las condecoraciones, me retiré a mi cubículo para leer. Pero al cabo de unas horas pasé para ver cómo evolucionaban las heridas de los soldados Rudin, Johanssen y del cabo McKiller.

- Me alegra saber que estáis bien y que el culo de McKiller sigue siendo virgen. Relajense y tomen un merecido descanso pero no sé acomoden demasiado... He escuchado del comandante Rico que la próxima misión va a ser tan jodida...que esto nos parecerá una peli de Disney. Confío en que no sea cierto...

“Al fin un corto pero merecido descanso” Fue lo que paso por la mente de Rudin al terminar la ceremonia, fue a la cafetería y tomo un MRE y una botella con agua, se sentó cerca de donde los Marines construían la base y disfruto tranquilamente de su MRE.

Mientras comía tranquilamente pensaba en todo lo sucedido, estaba totalmente adolorido sin embargo intentaba no demostrarlo, una vez terminado de comer destapo la botella y la bebió de unos cuantos sorbos. Luego de eso fue  a la armería a dar un paseo, estar entre armas lo hacía sentir tranquilo y seguro, sin embargo prefirió saber que sucedía con el resto del equipo, así que paso por una tienda de enfermería donde le pidió a un médico que le revisara. Aunque aparentemente no tenía más que unos cuantos moretones, tomo una compresa fría y fue a buscar el resto del equipo cuando finalmente los encontró busco un lugar donde apoyarse y se quito la camisa poniéndose la compresa sobre el abdomen el cual tendría varias marcas de impacto.

Descanso un rato junto a sus compañeros los cuales hablaban entre sí, al observar la llegada del Sargento Obsidiano, se quito las gafas de sol y quedo un poco encandilado, luego respondió:

—Pues Sargento, estoy seguro de que...— Este tomo aire y para luego suspirar y continuar hablando —La mayor parte de mi cuerpo no dice lo mismo… Uff, la próxima intentemos salir ilesos… ¿Vale?— Luego de haber dicho eso se volvió a colocar los lentes y se quedo recostado en total tranquilidad.

Un merecido descanso. Nada más y nada menos. Esto lo llamo yo tener una suerte de cojones. – Vince tenía la medalla en la mano. No sabía muy bien como había salido vivo de allí. La probabilidad era muy baja, tenía menos entrenamiento que sus compañeros, por no hablar de McKiller, vaya picadora de carne.

Tras pegarse una larga ducha Vince se dirigió tranquilamente a la armería. El encargado parece tener muy malas pulgas. Seguro que alguien le ha puesto de mala hostia. Así que espero un poco. Era la hora de comer y como esperaba, el encargado se fue a comer.

Entonces apareció la salvación de Vince, una soldado de pelo moreno venia para hacer el relevo. Vince se acercó a la armería. Quizás fue demasiado obvio en sus intenciones porque la soldado lo intento despachar enseguida. Pero Vince jugo la carta de la medalla parece que hay gano un par de puntos… Al final consiguió camelársela, mejorar su fusil y una escopeta de regalo.

Llego a la cantina contento con su nueva adquisición. Viendo los ánimos saco su baraja de cartas. Por fin e había ganado una partidita. ¿Dónde estaba Obsidiano?

Me despedí de los que estaban tratando sus heridas en la enfermería, y después de darme una buena ducha, visité la cantina para comer algo. Estaba hasta los huevos de la mierda de comida que teníamos en nuestras misiones y agradecí comer algo decente. Vince se encontraba ya allí y buscaba alguien con quién hacer unas cuantas manos de cartas. Sonreí al recordar lo vivido.

Menuda panda de locos tengo en mi escuadrón...McKiller y Augusto solo tienen siempre ansias de sangre, Rudin y Johanssen dales un objetivo al que disparar a larga distancia y competirán por ver quién le da desde más lejos y el único que pensaba que era normal...va y se pone a sacar una baraja de cartas después de volar una lanzadera, jaja. Hay que ver...

Entonces me acerqué a su mesa y colocando uno de los tapetes allí disponibles, acepté su partida.

- Me parece perfecto, jugaremos esa partida de cartas que teníamos pendiente. ¿Un "stud poker" te parece bien? Supongo que lo conocerás. Tras repartir las cartas se quedó un momento pensativo analizando a Vince...

Vale...tengo unas figuras. Una mano normalita...mmm...casi tengo la impresión por su mirada de que va de farol. ¡Veamos que tienes Lom!

¿Qué si lo conozco? – Dijo Vince con aire de superioridad -  prácticamente yo invente el Stud Poker. 

Haciendo gala de una gran maestría con las cartas, Vince empezó a repartir cartas.

Esta primera mano es la que le debía al sargento pero ¿Alguien se quiere unir? Prometo que no seré muy duro con vosotros. – Por fin estaba en su salsa. Unas cuantas cartas y una buena mirada al sargento me daría la victoria.

… Vaya mierda de cartas -  Dijo Vince  más alto de lo que le gustaría. De pronto vio al Sargento muy concentrado en el juego. Intento hacer como que todo había sido parte de una actuación para despistarle.  El Sargento parece que pica en el anzuelo. Tras un par de faroles que en los cuales casi se deja ver. Vince sale airoso de la primera y nefasta mano.

Bueno ¿Alguien se une? ¿McKiller, eres tan bueno arrasando filas como arrasando fichas? ¿Augusto, crees que tendrás tanta suerte esta vez?

- Unas rondas rápidas, cuando lleguen si quieren ya organizamos una buena con apuestas de por medio. Ya me ha picado el gusanillo a esto... Comenté confiado. No pensaba dejar que un simple soldado me ganase. Repartimos la siguiente ronda y observé mis cartas.

Vaya bazofia me ha repartido...¿ni una mísera pareja? ¿Que broma es esta Vince? Si me haces trampas te dejo vendido en el campo de batalla...

- ¡Que! ¿Buena mano? ¿Vas o estás acojonado, soldado?

Salgo de la armería, tengo la boca con algo de sangre y el ojo morado, pero me quedo a gusto con la "charla" que he tenido con el armero, voy dando tumbos de un lado a otro de la base, hasta que llego a la cafetería, al entrar pido algo al camarero, "Pon me una taza de leche, necesito algo frío" este se pone a punto de decir algo, pero mi cara de pocos amigos y la medalla de espada carmesi, hace que cambie de idea.

Entonces me fijo en Obsidiano y Lombardi, y oigo la proposición de este ultimo, pero lo soluciono con una repuesta rapida "si no me permite volarle la cabeza a nadie, creo que no", luego me acuerdo de mas de una risa con buenas cartas, "pero igualmente no tengo cara de poquer", me despido al terminar la taza y me dirijo a la enfermería, allí me acerco a McKiller,  "¿Que escoges? ¿El rifle o la ametralladora? sabes que, me da igual, ¿Te bienes a pegar unos tiro en el campo de tiro?, te espero allí, pero necesito coger algo", nada mas terminar la frase salgo de la sala medica, pensando en como conseguir la foto del tío de la armería, "Eso sera mejor diana que los legionarios"

El Comandante Rico entra en la carpa donde esta teniendo lugar aquella timba, buscandoós. Se sorprende al ver la que teneis montada, pero con una sonrisa coge una silla y se sienta a vuestro lado - ¿Celebrando el ascenso, Teniente? - espera a que se le repartan cartas y las observa cuidadosamente - Quería darle mi enhorabuena a usted y sus hombres personalmente. Han salvado muchas vidas y se que lo han pagado con creces. Si siguen así, tendré que ponerles una recomendación personal - examina sus cartas y se las arregla para sujetarlas con una mano - Hmmm... - se limita a decir mientras os echa una mirada de reojo.

Cuando el comandante Rico entró a la carpa y se acercó a nuestra posición, rápidamente nos levantamos de la silla y nos cuadramos hasta que nos dió permiso para descansar con un gesto. Su llegada me sorprendió sobremanera y más cuando le hizo el gesto a Lom para que le repartiese cartas a él también.

- No sabría decirle, comandante, supongo que sí. Se agradece poder volver a comer algo decente y relajarse jugando una partida de cartas, señor. No sabía si era correcto estar jugando una partida de cartas en plena guerra, pero supongo que era lícito tomarse un pequeño descanso hasta que nos encomendaste una nueva misión. El comandante había dado el visto bueno y había solicitado que le repartiesen cartas por lo que asumí que si. Se lo agradezco, señor. Mis hombres y yo seguiremos luchando con valentía y honor ¡No le defraudaremos!

Pasado el momento de tensión inicial y ya con las cartas sobre nuestras manos, empezamos a analizarnos entre sí. Una partida era una partida y había que jugar usando la estrategia y con el objetivo de ganar. No importaban los rangos. Sin embargo, mi mano no iba a cambiar aunque le hubiesen repartido cartas al comandante...esta ronda la tenía pérdida.

A ver cómo se resuelve está ronda...salvo que alguno más decida entrar, ahora que aún está a tiempo...diría que la cosa está entre Lom y el comandante. Lo sensato sería que pasara esta vez...

Vince estaba tan concentrado en las cartas que no vio al comándate hasta que el teniente se levantó. De un golpe, como si le hubieran dado una descarga se cuadro ante Rico. Tras uno segundos en el cual el corazón le iba a mil se dio cuenta que estaba saludado todavía con las cartas en la mano. Muy bien Vince, así seguro que causas una buena impresión – pensó enfadado consigo mismo.

De pronto se vio jugando a las cartas con el comandante y el teniente, no sabía si tenía que tratarlos como superiores, dejarles ganar o darles duro. Con color en mano la cosa pintaba bien. Sabía que ellos tenían manos decentes pero no exactamente cuáles. ¿Cuantas veces podré enfrentarme cara a cara con alguien de sus rangos y machacarles? No muchas así que igual aprovechamos y nos tiramos de cabeza al rio.

Bueno caballeros, prepárense para llorar porque vengo con color. – Dijo Vince con aire de superioridad.

Walter tiro las cartas y Rico golpeo la mesa. Este último gesto eso le hizo recular a Vince. Quizás se había pasado un poco… Tanto Vince como Walter se habían quedado helados. Rico debió notar la tensión porque acto seguido soltó una risa y dijo.

Solo ha tenido suerte en esta batalla soldado. La guerra todavía no ha terminado. 

Reí con ganas la ocurrencia del soldado Lombardi. Aunque la reacción del comandante me mantuvo en vilo unos instantes, el ambiente mejoró notablemente y me sentí con confianzas para tomar las cartas y barajar. Le ofrecí cortar al comandante y repartí la mano.

Prepárense para llorar ha dicho, jaja...¿No está intimidado con la presencia del comandante Rico? Si yo los tengo de corbata...ejem, veamos que me ha salido...¡No está mal, una escalera! 

Las caras de concentración eran evidentes y ninguno parecía ceder. Esto se estaba tornando una buena batalla en la que Vince había tomado momentáneamente la delantera...pero no era prudente cantar victoria rápido y confiarse. Cómo bien había matizado el comandante...había ganado una batalla pero no la guerra.

- Voy con lo que hay. Usted dirá comandante Rico...¿No le parece que el soldado Vince Lombardi está muy confiado? Debería bajarle esos humos... Tratar de amedrentar y poner nervioso a Lombardi podía ser una buena estrategia a seguir. Había que llevarlo a mi campo.

Johanssen asintió en silencio a las palabras del ahora Teniente Bryant. El tipo le caía bien, lo que paliaba la mala sensación de no haber ascendido tras la misión. Se recuperaba de sus heridas junto a los demás echando unas cartas. El alcohol mezclado con pastillas para el dolor nunca fueron un problema:

- Tenéis más peligro jugando a las cartas que los putos imperiales, manada de tahúres. - Dijo riendo el soldado Johanssen con cara de póker. Su escalera debería de servir.- Diría que me vais a tener que hacer los recados una temporada para pagar lo que os juguéis hoy.

Vince se había venido arriba, muy arriba y esta vez la mano no acompañaba para nada. Miro a sus compañeros. Parecían que tenían algo pero ¿Quién sabe cuánto? Iba una por delante pero la lengua le había vuelto a perder… como siempre.

De pronto Johanssen, que se había sentado en la mesa, le estaba mirando fijamente. Una mirada que parecía ver a través de las cartas. Vince se las acerco un poco a pecho mientras le caía una gota de sudor por frente.

El Comandante Rico se da cuenta de que su rango puede estar suponiendo un problema, al menos para los soldados rasos, por lo que tras la primera ronda, decide hacer algo al respecto - Mejor guardese esos humos para el enemigo, soldado. Y llámenme simplemente Rico, mientras dure esta partida que no haya rangos entre nosotros - dice mientras reparte la siguiente ronda de cartas. Si el comandante goza de tan buena reputación entre sus hombres no es solo por ser un buen líder en el campo de batalla sino también fuera de él, y no tiene problema en confraternziar con la tropa.

Cuando vi la jugada de la ronda anterior del comandante no salí de mi asombro. 

¡Un poker! Este tío impone su ritmo allá a donde va...fiuuu! Esta partida va a ser dura de cojones y con el parche que lleva en el ojo cuesta leerle las jugadas. Habrá que intentar ponerse serios.

Recibí las cartas repartidas por el comandante y antes de verlas dije ante todos. 

- Está mano es la mía, voy a arrasar.

Después tomé mis cartas y sonreí. ¿Pensarían que voy de farol? ¿Realmente era mi ronda buena?