Partida Rol por web

Cuando salís afuera un viento frío recorre vuestra espalda. La oscuridad oculta la escena bañada con la luz de la luna. Un bulto tirado en medio de la calle.

Vuestro corazón da un vuelco presintiendo la macabra escena. La gente sale detrás vuestro con faroles que iluminan cada vez más la escena. Os acercáis con paso lento, todavía sin creeros que esto pueda ser verdad.

Cuando el círculo de luz de los faroles llegan al bulto, puede distinguirse la forma de una mujer pero sin cabeza a la que también la han arrancado una pierna.
Oís unos vómitos detrás vuestros. La sangre mancha la tierra y la empapa el vestido hasta llegar a las sandalias de un pobre hombre que atrapado por la pena se arrodilla y la coge en sus brazos cubriéndose de sangre.

-Es su marido.- Os dice Kikuma en voz baja, como temiendo molestar ese momento. Rápidamente el hombre comienza a llamar a su hija, Hameme, pero en la oscuridad pero no hay respuesta.

Todos os miran buscando una explicación a lo ocurrido pues, si hace un momento estabais celebrando la muerte de la bestia, ¿Qué ha podido causar tan horrenda muerte? 

-Vaya, parece ser que la bestia que hemos matado no estaba sola, o puede que no fuese la causante de los asesinatos... Se acabo la fiesta muchachos, hay una bestia que cazar.

Dicho esto, me acerco y comienzo a buscar un rastro de huellas o de sangre en el suelo.

Salgo con los palitos que estaba usando para comer y agarró la Naginata que había dejado en la peurta según la costumbre. Salió con un rugido simple y primal Quédense Adentro! que iba dirigido a los aldeanos. Me lo imaginaba, ya: eran una familia. Estarían corruptos? Sólo el cielo celestial podría librarnos si lo eran.
Prepárense, no puede estar lejos. Ármense Ordenó con un tono que no daba lugar a réplica.

COn sus palillos se acercó y trató de buscar trazas de sangre, garras y demás que le permitieran ver si era el mismo tipo de bestia u otra y para donde se había ido.

Mirumoto Akemi miró el espectáculo con un rostro serio, otra vez. Parecía que nunca había estado de fiesta. Su mirada volvía a tener ese aire místico de percepción y ensoñación (y despiste).

Dado que Tsuruchi Genji se puso a rastrear la sangre y las huellas de la bestia, lo que le pareció más sensato, se limitó a seguirle y a escudriñar la oscuridad.

La escena que veo ante mí es terrible, completamente dantesca. No consigo mantener lo que tenía dentro de mi estómago en su lugar y me retiro para vomitar en el lugar más discreto que la situación me lo permita. Sé que no es algo glorioso para un samurai, pero la sinceridad de lo que mi cuerpo siente es una forma de comunicación con mi propio ser.

Cuando he completado con mi descarga, me limpio con lo que encuentro alrededor y me preparo para obedecer las órdenes de Matsu-dono.

Miro al cadáver una última vez mientras su marido lo sujeta con fuerza. No sé qué decir y tanto pensar en ello, termino por decidir que lo mejor es no decir nada. Simplemente buscar al agresor y hacerle pagar por eso.

Los temores se confirman al contemplar la dantesca escena: la bestia sigue atormentado al poblado.
Puede que hubiera más de un oso o puede que el animal haystack sido

Un charco de sangre empapa el lugar. Todo parece indicar, por el cubo de agua tirado en la escena junto al cuerpo, que al verse libres del miedo al matar los personajes a la bestia, la mujer fue de noche a por agua al arroyo y cuando volvía, a juzgar por el grito, se encontró con algo que no era el oso que matasteis en el camino.
Un examen más minucioso revela que el cuerpo no presenta señales de garras o mordiscos, además no le han cortado la cabeza, si no que, por los tejidos desgarrados, le ha sido arrancada al igual que la pierna. 

El ir y venir de los aldeanos buscando a Hameme hace casi imposible buscar una pista, pues cuando parece verse una huella, esta ha sido pisada por uno de los campesinos. Sin embargo Tsuruchi Genji si que halla una conexión. Las huellas van hacia los arrozales que visteis al llegar. Es posible que allí podáis encontrar más pistas si conseguís que no os sigan los aldeanos.

-Kikuma, que todos los habitantes regresen a sus casas y no salgan hasta que demos aviso, indicó Tetsuo

Una vez reunido con el grupo de samuráis y el monje, les comenta la conveniencia de hacer dos grupos. Uno que siga la pista hacia el arrozal y otro que monte guardia en el pueblo.

-Además, empiezo a ver un patrón en los últimos ataques, todos en un radio del centro del poblado. Y en el granero bien podría ocultarse la bestia. Suponía que sería un refugio pasajero y no su morada, dado que de otra forma los habitantes se habrían dado cuenta. Sin duda habrían notado el hedor de la descomposición de las víctimas.

-Tsuruchi san, ¿por el tamaño las huellas corresponderían a una niña?, preguntó el shugenja.

-No, son huellas parecidas a las nuestras, pero con afiladas uñas que se clavan en la tierra. No había visto nada nunca así, es una pena que Hida-san decidiese ir por libre.

Me Parece bien. Isawa, Tsuruchi y yo iremos a rastrear, Dragones-sama, por favor traten de mantener en control a la población y si encuentran algo o pasa algo, pueden golpear la campana. Preparó ella, listos para que salieran a buscar a la bestia.

Si nosotros lo encontramos, usaremos una flecha silvadora.

La joven Matsu tiene un plan y con ello nos designa, a ambos miembros del Clan Dragón, a mantener en control a la población. Le hago una reverencia demostrándole mi acuerdo mientras que en mi interior me pregunto como lo haremos siendo yo solo un humilde monje que acaba de vomitar frente a ellos y mi compañero el más mudo de los bushi.

Mi gesto se tuerce un poco ante la perspectiva de una tarea que no tengo ni la más remota idea de como conseguir.

Encabezados por la joven Naoko los tres samurai se dirigen hacia el arrozal con la esperanza de encontrar una pista que identifique y aclare quién está detrás de todos estos ataques. Poco a poco se pierden entre la oscuridad.

Mientras Akemi y Toushiro impiden que los aldeanos bajen hacia el arrozal y les instan a la calma, en sus corazones esperan oír pronto el agudo silbido de una flecha.

El astuto Genji consigue descifrar las huellas del asesino en su forma, tamaño y regularidad. La forma es humana, pero con garras y la distancia entre pasos es grande, indicando que iba corriendo o es realmente un ser enorme.
Al cabo de unos pocos minutos lleguais al arrozal donde, gracias al seco cauce del río, las huellas se vuelven más claras. 

El corazón os palpita con impaciencia por vengar la muerte de la mujer descuartizada y por cumplir la tarea que vuestro señor os confió. el rastro sigue hacia el norte, por el arroyo.
Tsuruchi retrocede, avanza, encuentra un rastro de sangre, se acerca a un huerto y vuelve a avanzar siguiendo el rastro un tanto errático del asesino hasta que, sin ninguna duda, fijáis vuestros ojos en una construcción alejada del pueblo, cerrada con maderas para prevenir que ningún animal entre y la estropee.

Un viejo molino situado a la orilla del antiguo cauce, ahora seco, del río es su guarida. El hedor se hace cada vez más fuerte a medida que os acercáis a la construcción y no tenéis ninguna duda al respecto. Las huellas bajan del huerto hacia el cauce seco y se pierden adentrándose en el viejo molino. Sin duda el descenso del río a permitido que pueda introducirse por la parte baja. Con gran agitación, impacientes por actuar, os miráis confirmándoos con la mirada los que a ciencia cierta habéis descubierto. Esa es la morada donde se encuentra la Bestia de Hima.

La batalla con el terrible oso no había sido fácil. Y habían sido precisos todos los miembros del grupo. Ahora se enfrentaban a un desafío mayor, carecían de la ayuda del Hida y por ahora de sus otros dos compañeros. Había que avisarles con premura. Indica a sus compañeros que puede avisarlos de forma que la criatura no se vea alertada.

Alza una mano sujetando unas cintas con pictogramas sagrados, aparentemente se mecen con el viento, pero son los kamis del aire que juguetean con ellas.

-¡Oh!, poderosos espíritus del éter, manifestáos ante este vuestro siervo y llevad a cabo una sencilla tarea. Haced llegar el siguiente mensaje a los samurais del cercano Hima: ¨Reuníos con Isawa Tetsuo, la Bestia se halla en el molino abandonado¨.

Lancen la flecha. Sería seguro quemar el molino?

Isawa Tetsuo comienza a murmurar en una extraña lengua mientras, con la vista perdida en el infinito, parece conversar con alguien invisible.