Partida Rol por web

-No creo que sea oportuno quemar el molino, a pesar de ser lo más seguro, no creo que al señor de estas tierras le haga gracia que le quememos el molino. De la misma forma, tampoco nos conviene meternos ahí dentro a luchar contra la bestia a saber en que condiciones, sin contar que yo en un espacio cerrado no puedo hacer gala de mis habilidades-digo con un suspiro.- Yo propongo hacer que la bestia salga con humo, al sentirse acorralada tratará de escapar, así que de lo único que deberemos ocuparnos es de estar atentos para caer sobre ella cuando lo intente.

-Venerable espíritu del aire, mis disculpas por detener vuestro viaje incansable por el vasto cielo, gracias por atender la petición de este tu vasallo mortal, comienza a decir el Shugenja, con aire solemne y de profundo respeto.

-A vos, cuyo saber es inconmensurable, ningún misterio se os oculta y por lo tanto sabéis que una bestia tocada por la Mancha profana este lugar y masacra a los habitantes de la aldea vecina, relata Tetsuo, reprimiendo un escalofrío al recordar la última atrocidad. 

-Es por ello que un grupo de samuráis, un monje y yo mismo hemos venido a combatir al engendro. Acabamos de localizar su morada, en el viejo molino y sabemos que anda cerca, pero otros dos compañeros, de la estirpe del Dragón, permanecen en la aldea y deben reunirse con nosotros antes del ataque, explica, aunque sin duda el Kami está al corriente.

-Te ruego que contribuyas a nuestra gesta, otorgándome la sabiduría del legado de Kaze No Kami y con ello la posibilidad de cabalgar con mis palabras sobre los campos hasta los oídos de nuestros amigos.

-Nuestra batalla será recordada, así como se cantarán canciones y dulces instrumentos de viento venerarán la ayuda del poderoso Kami de aire que propició la victoria. En el centro del pueblo un almendro será plantado, cuyos delicados pétalos podréis mecer a vuestro capricho.

Al crear el conjuro un magnífico ruiseñor de plumaje azul y vientre amarillo emerge de entre tus manos. Posado sobre tu palma le recitas el mensaje que debe transmitir. Dicha la última palabra, alza el vuelo en dirección a la aldea, al encuentro de Togashi y Mirumoto. 

Su voz es como un ligero susurro que revela el mensaje a los elegidos y desaparece en una nube azul y amarilla que se disipa en el aire.

El mensaje llega a nuestros oídos y sabemos entonces que la bestia tiene como morada el viejo molino. Miro a Akemi y le hago un asentimiento con la cabeza, señal que basta para que mi compañero Dragón entienda que debemos ir a luchar para acabar con aquella amenaza.

"Esa bestia ha demostrado ser tan elusiva como peligrosa y el hecho de arrinconarla en su guarida solo la pondrá más alerta y volverá aun más peligrosa. Debemos acabar con ella ya."

Me concentro en que el Ki-Rin brille y se active antes de ponerme a correr a toda velocidad en esa dirección. Es presuroso que lleguemos lo antes posible para apoyar a nuestros compañeros pues puede que ya estén enfrentándola y sus vidas corren peligro.

Por fin veis a los dos compañeros acercarse tras la espera. Las huellas que ha seguido Tsuruchi se dirigen hacia la parte baja del molino, donde el río, ahora apenas un regato, ha dejado al descubierto buena parte de la rueda que lo hacía girar.

A medida que os acercáis el olor se hace cada vez más evidente y aunque al principio podría confundirse con el légamo del río, ahora no hay duda de que algo se descompone dentro del molino.   

Tetsuo esbozó una sonrisa de júbilo al ver aparecer por el horizonte a sus compañeros, el monje avanzando con poderosas zancadas, seguido de su hermano de casta.

Al aproximarse al molino, se hace evidente que este es el cubil de la bestia, el hedor a putrefacción corresponde con las dantescas imágenes que el espíritu del río le mostró.

-El molino está abandonado, no creo que importe si le prendemos fuego. El joven Fénix notaba a los kami del elemento revolotear expectantes, ávidos de devorar con sus lenguas de llamas la estructura.

-Por otra parte, la niña podría estar viva, reflexionó.

-¿Matsuo san, qué estrategia sugerís?

Hagamos humo para que salga, y luego lo cosemos a flechazos. Resolvió Matsu.

Tetsuo intentaba considerar todas las posibilidades, la idea del humo era lo mejor que tenían hasta ahora, porque entrar a ciegas a la guarida de la bestia era una locura. Sin embargo, una duda le corroía...

-Matsu san, si la niña aún está con vida, también podría asfixiarse si no es capaz de salir a tiempo.

Finalmente llegamos junto con el resto de nuestros compañeros. Veo la situación en la que están y veo aquel molino, tapiado y cerrado para el resto del público. Escucho la idea del humo, pero las palabras de Tetsuo son ciertas e importantes, no podemos permitirnos que una inocente sea dañada si lo que intentamos es salvarla. Eso es malo para el karma.

Hablo al resto, a ver si me escuchan:

 - "Sé que no es lo más estratégico ni táctico, así como lo menos seguro posible, pero creo que debemos entrar nosotros y acabarla en su guarida. Las Fortunas estarán de nuestra parte."

Lo digo convencido, sé que los dioses estarán con nosotros pues nuestro acto es noble y nuestro riesgo por la vida de otros es un acto de sacrificio que nos honra. No podemos perder aunque estemos en desventaja.

Mirumoto Akemi llegó justo después de su compañero del clan Dragón, corriendo a su lado con la mano en el daisho. Solemnemente, desenvainó el katana, en una promesa silenciosa de no poder envainarlo hasta derramar la sangre de la bestia. Esperó pacientemente como un lobo mientras sus compañeros decidían qué hacer, mientras pasaba una y otra vez el guante de la armadura por el filo de su arma.

-Podemos usar un cebo y cuando la criatura salga, atacarla. 

No había tiempo para cazar un animal, además el apetito de la bestia parecía para con los seres humanos. 

-Yo mismo me ofrezco a ello, no estaba seguro de si le daría tiempo a efectuar un conjuro antes de que la bestia se le echase encima, pero estaba dispuesto a sacrificarse.

Dedico el tiempo que están empleando para discutir la estrategia para fijarme en el tejado, por si hay huecos desde donde ver el interior.

Escucho que el Tetsuo planea ser el cebo que atraiga a la bestia y niego con la cabeza antes de dar un paso al frente y hablar:

 - "Debo ser yo aquel cebo. Con todo respeto, Isawa-sama, pero tengo más posibilidades que usted de evitar un primer golpe y mucha menos utilidad en un combate posterior. Le ruego humildemente que me permita realizar esta tarea y sean sus poderosas artes las que esperen a la bestia, junto al acero de nuestros compañeros, las que le den fin al temible enemigo que nos espera ahí."

Le hago una reverencia con mis manos juntas a modo de oración, sabiendo que este trabajo es perfecto para mí y que prefiero arriesgar mi vida que la de un valioso y honorable samurai de nacimiento, muy a diferencia mía que nací en una casta inferior a la que ostento hoy gracias a la Orden Togashi.

Estamos listos, entonces. Tsuruchi-san, busque un lugar alto para apostarse y darnos fuego de cobertura, los demás flanqueemos la entrada. Isawa-dono, también podría encontrar una altura donde sea mas simple rezarle a los espíritus.

Alentados por Matsu Naoko-San, preparáis las armas y consagráis vuestras almas a las fortunas.
Tsuruchi Genji opta por apostarse a un lado del molino, junto a una de sus paredes. El sitio más elevado por el que puede optar en el cauce de un río casi seco. 

Isawa Tetsuo imita al Tsuruchi poniéndose lejos de un alcance inmediato de la Bestia, al otro lado del molino.

Mirumoto Akemi y Matsu Naoko preparan sus armas, acompañando al Ise Zumi hasta la cavidad por donde pasa el agua que hace girar la inexistente rueda. 

Togashi Toushiro mantiene alerta sus sentidos, concentra su Ki y se introduce en el oscuro y maloliente interior del molino.

La oscuridad te envuelve como una capa espesa de niebla. Casi puedes notar su tacto y eso te estremece. El hedor a muerte es insoportable y avanzas con cautela mientras escuchas chasquidos y gruñidos. Tu pie se introduce en algo viscoso que te hace desviar la mirada de inmediato, Vísceras.
Las moscas se apiñan en la carne muerta, en los huesos roídos que hay por el suelo y un rayo de luna ilumina unos ojos negros y brillantes.
Su rostro es humano pero grotesco y con rasgos de jabalí. De su boca asoman colmillos como dagas y sus manos son tres veces del tamaño de un humano. La criatura deja de comer soltando una masa de carne que cae con un ruido sordo. Su cuerpo se alza a medias pues su estatura no le da para ponerse de pie del todo tapando la poca luz que entraba por las rendijas de madera. Entonces lo sabes, un Ogro.

Ves un destello de inteligencia en sus negros ojos y comprendes, al igual que él, que ha sido descubierto. Ya no hay razón para esconderse y lanza un grito gutural mientras avanza aplastando huesos y carne. Va a por ti y nada puede detenerle.  

Togashi entra en el cubil mientras intentáis controlar la respiración. Un rugido gutural sale del interior y os hiela el corazón temiendo lo peor. Parece que el monje ha encontrado a la bestia.