Partida Rol por web

Pasáis la segunda noche a la intemperie, bajo el inquietante fulgor de las estrellas, y por suerte para vosotros no tenéis ningún problema mayor. Continuáis camino sin dificultades, y ya al atardecer veis en el horizonte la ruinosa muralla de Tab-Tahúr, la ciudad perdida que buscábais.

Cerca del anochecer la alcanzáis, finalmente. Frente a vosotros se yergue una desgastada muralla de tres metros, algún derrumbe aquí y allá y una zona a través de la cual se puede pasar a pie pues ha sido deshecha; quizá fue un intento abandonado de desmantelar la muralla para reutilizar las piedras, un bien preciado y escaso en el Imperio.

El portón está echado abajo, con una mitad en el suelo y la otra abierta medio suelta colgando de sus desgastados goznes. Más allá de la gran entrada se ven casas en ruinas, calles totalmente descuidadas, y algún cadáver aquí y allá. A lo lejos aún acertáis a ver cómo se yergue la parte alta del zigurat por encima del resto de edificios... con lo que van siendo los últimos rayos de luz.

Finalmente veo las ruinas y no puedo evitar respirar tranquilo por dentro. Y sin embargo tengo la sensación que solo hemos pasado por lo más fácil de nuestro viaje. Ya no tienes por qué preocuparte Bakra, aquí están las ruinas de Tab-Tahúr, y en ellas lo que buscamos. Tras ver las opciones decido proponer un plan para el grupo. Que os parece si Bakra y yo exploramos los alrededores entrando por aquella brecha en la muralla. Arhuna, Kulla y Hanila podéis introducir el carro por aquel portalón y comenzar a montar el campamento. Sin duda era trabajo para un explorador y las facultades de cazador de Bakra le hacían el compañero perfecto, pero en este grupo la sensatez algunas veces no estaba a la orden del día y el tacto se hacía necesario por el bien de la misión.

Asiento ante la idea de Abdul y hago que los caballos avancen lentamente hacia la puerta medio derruida. El carromato pasaba a duras penas por el hueco que había dejado la parte de la puerta caída, pero no quitaba ojo a la otra parte de la puerta, ya que tenía aspecto de caerse en cualquier momento.

Esperaba atenta a cualquier indicación de Abdul y Bakra para detener el carro si fuera necesario. A pesar de los cuerpos que había tirados por el suelo, nada hacía suponer que la ciudad estuviera desierta. Podríamos ser atacados por cualquier cosa en cualquier momento. Mejor estar alerta.

Un esbozo de sonrisa socarrona apenas perceptible apareció en la faz del cimerio ante el comentario del uridimmu. Cierto es que, a pesar de su despiste, nos ha guiado hasta Tab-Tahúr. Quizá se merezca otra oportunidad. Viendo una buena idea explorar la grieta en la muralla, comenzó a caminar hacia ella, diciendo simplemente:

-Vamos.
 

En un principio no iba a responder a las palabras de Braka, a fin de cuentas, dejaba bien clara su intransigencia, pero luego me dije que me estaba juzgando sin conocerme, sólo por haber intentado que uno de nuestros compañeros no se sintiera mal por haberse equivocado.

- Pues sin mis esclavos, sería la persona que se lo está jugando todo a que esta misión sea un éxito. Si termina siendo un fracaso seguramente tú puedas seguir con tu vida como si nada, simplemente habiendo perdido un poco de tiempo, pero a los de mi raza, no se nos permite ni improvisar, ni hacer exploraciones de este tipo sin el permiso de la familia y por si no lo sabes, el castigo para este tipo de comportamiento es la muerte. Así que resumiendo, lo que creo que soy es una ingenua por pensar que con gente como tú cerca voy a conseguir alguna cosa que no sea una sentencia de muerte.

Al menos me desahogué a gusto. Por mi parte, podía cavar un agujero en el suelo y meterse dentro, que aunque me salieran callos en las manos, ya me encargaría yo de que quedara bien cubierto de tierra.

Fue al tercer día cuando llegamos a la muralla, que sin duda, había visto tiempos mejores. Había algunos cadáveres en el suelo, lo cual llamó mi atención, pero vamos, tampoco me acerqué a ninguno de ellos.

Asentí a las palabras de Abdul sin decir nada, pues se podría decir que apenas había dicho un par de palabras en todo aquel día de viaje y luego, tras desmontarme del caballo, cosa no demasiado sencilla cuando mides un metro cincuenta, me dispuse a montar el campamento como me habían enseñado, aunque eso de los cadáveres me había puesto un poco nerviosa y miraba alrededor, como esperando que en cualquier momento fuera a aparecer algo poco amistoso.

Luego de caminar un tiempo, logramos llegar a nuestro destino. Frente a nosotros una ciudad antigua y maltrecha visiblemente.

Mientras ayudaba a pasar el carromato por la entrada, me invadía un sentimiento de preocupación. Hasta el momento, no nos habíamos encontrado con ningún enemigo y eso me parecía extraño. De seguro este viaje iba acompañado de peligros sin igual y no hay sentimiento más engañoso que el de sentirse seguro y tranquilo porque nada ha pasado. La experiencia me decía que un buen guardia estaba preparado para enfrentar al enemigo en cualquier lugar y no se concentraba en otra cosa que no fuera el cuidado de su amo. Mas últimamente me había concentrado en problemas domésticos y parte de mis pensamientos giraban en torno a las molestias que mis compañeros me habían ocasionado en lo que llevábamos de viaje. Por tanto, era menester que volviera mis pensamientos a mi primordial misión, mantener a mi señora con vida.

Ninguna sorpresa desagradable os aguarda ni por un lado ni por el otro. Con la ayuda de Kulla una rueda del carro sube a la mitad tumbada de la puerta, empujáis y el carro acaba pasando. La madera cruje sonoramente bajo el peso del carro. Pequeñas casas en ruinas, calles y callejones desiertos, una leve brisa que cada vez es más fría...

Bakra y Abdul entran por la grieta y todos veis más o menos lo mismo: en la entrada tras el portón hay una pequeña explanada, un pozo en un lado, los edificios, las calles... y un cadaver en la entrada de una calle que va en dirección aproximada al zigurat. Por la parte de la grieta lo que veis además de eso simplemente es otra calle, con otro cadáver.

En la explanada de la entrada empezáis a montar el campamento. Entonces algunos veis algunas sombras moverse por el rabillo del ojo, detrás vuestra o en alguna esquina. Cuando os fijáis bien no veis nada, quizá solo son imaginaciones fruto de la sugestión y el juego de luces y sombras. Aunque también os parece oír algún susurro lejano, en algún momento parece que alguno de vosotros ha dicho algo, pero al atenderle resulta que no... y os sentís bastante inquietos en general.

Podéis levantar campamento como ya habéis empezado a hacer y explorar la ciudad mañana con la protección de Shamash, o aprovechar las últimas luces para dirigiros al zigurat. Probablemente se os haga de noche bien poco antes de llegar, pero es de suponer que tenéis maderos en el carro y pedernal para encender algunas antorchas. En caso de levantar campamento podéis hacerlo en medio de la explanada, bajo la mirada nocturna de los horribles Igigu, o hacerlo bajo algún techo de alguna casa que aún resista aunque sea a medias.

La noche se cernía sobre nosotros y era hora de hacer un alto. Los movimientos por los edificios me hacían estar alerta. Algo había sobrevivido a lo que fuera que había pasado allí o los carroñeros habían empezado a hacer de aquella ciudad su fuente de alimentación. En cualquiera caso, establecer un campamento al aire libre era lo mejor por ahora. Refugiarse en algún edificio, junto con la posibilidad de que se nos derrumbe encima, lo que fuera que corría por allí podría acecharnos y, francamente, prefería estar fuera que dentro.

Yo montaría el campamento aquí. - dije saltando del carro. - Aquí tenemos buena visibilidad de todo el terreno y podremos defenderlo mejor si fuera el caso.

Tras reunirme con el resto del grupo junto a Bakra habiendo finalizado nuestra pequeña expedición de los alrededores escuche la sugerencia de Arhuna. Estoy deacuerdo Arhuna, este es un buen lugar, ya mañana con más luz podremos ver donde montar un buen campamento desde el que dirigir la busqueda al interior de las ruinas. Sin más ayudo a realizar los preparativos para montar el campamento.

Un mal presentimiento acaparó los pensamientos de Bakra cuando pasó junto con Abdul a través de la grieta y pudo ver los cadáveres que adornaban las entradas de dos de las maltrechas calles que componían aquel pueblo abandonado. Muy pronto, dicho sentimiento se vio enfatizado al comenzar a percibir las inexplicables y fugaces sombras y los susurros que de vez en cuando hacían compañía a los aventureros. El bárbaro no sabía descifrar el aura que envolvía aquel lugar, pero su intuición le sugería que allí se derrochaba maldad y negatividad.

Escuchó la propuesta que hizo Arhuna para levantar campamento y él también contestó:

-Arhuna, tienes razón. Deberíamos levantar el campamento aquí.

Y acto seguido puso todo su empeño en ayudar a sus compañeros.

Aquel lugar tenía que poner nervioso a cualquiera. Era como si todo el mundo hubiera alguien observándote y la situación era de lo más incómoda.

- ¿Por qué habrá tanto cadáver aquí y allá?

Era como si lo que hubiera matado a aquellas personas estuviera esperando para matarnos a nosotros también. En más de una ocasión, desvié la mirada hacia alguna de las esquinas de algún edificio en la que me había parecido percibir algún movimiento por el rabillo del ojo, pero todas las veces me lo había imaginado.

- Este sitio es espeluznante.

Me limité a asentir cuando a todo el mundo le pareció bien la ubicación para el campamento y comencé con los preparativos para tenerlo todo preparado. De todas maneras, para mí que me iba a costar muchísimo descansar en un lugar como este.

El lugar no me daba buena espina, había muchos puntos donde podría aguardarnos el peligro. -Quizás se una buena idea armar una avanzada y explorar con más detenimiento el terreno. Algo me dice que no estamos solos.- dije al aire, con la esperanza de encontrar la aprobación de mis compañeros. -Quizás sea buena idea investigar los cadáveres. No sería un buen indicio que sean muertos recientes.- me dije internamente.

Mientras aguardaba alguna respuesta, me enfrasqué en ayudar a mis camaradas (con mucha más dedicación a mi ama que a los otros) en las labores necesarias para armar el campamento.

Montáis adecuadamente el campamento en medio de la explanada de recibimiento a la entrada de la ciudad. Poco a poco la brisa va aumentando, lo que antes era solo algo de aire moviéndose ahora ya es algo de viento, que no siendo tampoco un vendaval ya va moviendo los cabellos... y silbando con su paso entre las casas, aumentando vuestras sensaciones de inquietud. También va refrescando más, como si dentro de esta ciudad hiciera algo más de frío que fuera... o quizá es que simplemente han bajado las temperaturas de forma natural, quién sabe.

Kulla le echa un ojo por encima a los dos cadáveres que habéis visto, sin alejarse mucho del campamento, y ve que un cadáver está en los huesos y el otro está reseco. Kulla espera a ver qué responden a su propuesta.

Una vez preparado el campamento, y desconcertado por el viento y la bajada de temperatura, el cimerio se giró hacia Kulla:

-Yo iré contigo.

Apruebo su marcha con un ademan de cabeza,  son los guerreros de nuestro grupo y los alrededores parecían amenazantes, añadí hacia Bakra mientras lo veía alejarse: Traed lo que encontréis para quemar, esta noche sería buena idea montar una gran fogata. El frio era normal en la caída del sol, pero algo no parecía estar del todo bien.

Intento recordar si mi pueblo o los saberes que he acumulado en mis viajes me pueden ayudar a discernir el motivo o la naturaleza de lo que parece estar acechándonos. Estas arenas me dan escalofrios.

No me parecía ninguna mala idea el que fueran a explorar, pues a mí aquel lugar me ponía los pelos de punta y esa sensación de que había algo más, no me abandonaba.

- Tened cuidado. - Dije mirando claramente a Kulla, a la que asentí cuando me miró tras aquellas palabras.

Por lo demás, el viento empezaba a ser bastante molesto, aunque donde habíamos montado el campamento, habíamos quedado bastante resguardados. Esto me lo apunté pues si en algún otro momento de mi vida necesitaba saber aquellas cosas, estaría bien acordarse de cosas como las inclemencias del tiempo.

Mi cabeza se pudo a darle vueltas a ciertas cosas, no podía evitar pensar e imaginar y pensé en que tampoco estaba demasiado segura de que aquel aire fuera algo natural. No después de la pila de cadáveres que había por las calles.

Eso sí, viendo lo que habían supuesto mis palabras anteriormente y siendo sólo una idea, pues no tenía prueba alguna de lo que pensaba, decidí seguir mis tareas sin decir nada. Eso sí, seguí rumiando mi idea.

No convenía dejar el campamento sin guerreros, así que me quedé viendo partir a Bakra y Kulla mientras ayudaba a los demás a montar algo mínimamente decente para poder descansar.

El lugar no era en absoluto acogerdor, y los cadáveres que se apilaban por las calles no ofrecían el mejor de los ambientes. Un fuerte olor flotaba por toda la zona aunque no sabría decir si solo venía de los cadáveres o provenía de aquello que se movía por la oscuridad. No debíamos olvidar que había algo, ya fuera humano o no, corriendo por esas calles y quizás en aquel momento acechándonos esperando el momento oportuno para atacar.

No dejé mis espadas guardadas, aunque no las blandía, estaban al alcance de la mano.

Mi idea para este grupo de exploración, era que fuera conformado por otras personas, pero no yo. No estaba en mis planes separarme del lado de mi señora y que existiera la posibilidad de que algo o alguien intentara hacerle daño en el tiempo que yo estuviera ausente. El plan había sido mío y no tuve otra opción que hacerme cargo de mis palabras.

-Quizás sea buena idea que revisara sus armas y las tuviera a mano, Hanila. Volveremos en una o dos danna.- le dije a mi señora, esperando que ella no se sintiera ofendida o desvalorada.

 Reconozco las habilidades de mi ama y no dudo de que tenga lo necesario para poder responder ante la dificultad. Mas, saben los dioses que no me perdonaría si algo le llegara a pasar y yo no estuviera a su lado para defenderla.

Alisté mi equipo y  me preparé para la empresa que estaba por comenzar. –Mi cuerpo es un escudo- me dije una vez más, buscando el valor y la determinación necesaria para llevar a cabo esta exploración.

Salí con paso seguro y completamente lista para enfrentarme a cualquier enemigo que nos quisiera oponer resistencia.

Bakra y Kulla se alejan con cautela y no menos inquietud que vosotros, haciendo acopio de valor. Os lleva un tiempo levantar el campamento, pero al ir cogiendo soltura Arhuna y Hanila no os cuesta demasiado. Por primera vez Hanila se encuentra ante la adversidad sin la cobertura de su fiel guardaespaldas, enfrentando el peligro más allá de la civilización sin la protección de la bien entrenada wardu. Arhuna no logra calmar sus ánimos en este siniestro lugar, pero con el campamento al menos no se siente tanto en medio de la nada. Abdul, único varón restante en la escena, empieza a sentirse como el actual protector de las dos hembras más aparentemente indefensas del grupo. Cada vez resta menos luz, cada vez las sombras son más largas, y el viento silba entre brechas y recovecos... pareciendo a veces extraños sususrros... ¿o confundiéndose con ellos? Y la cuestión es... ¿cuánto tardarán en regresar? ¿Y si les ocurriese algo?

- Claro, las tendré a mano. - Respondía  Kulla cuando dijo aquello sobre las armas, aunque teniendo en cuenta que tenía una honda y dos cuchillos, era un poco ridículo esperar que pudiera sobrevivir mucho tiempo teniendo que defenderme yo misma.

- Espero no necesitar usarlas. - Intenté que no se notara mi inquietud.

Seguimos montando el campamento, aunque se veía claramente que a ninguno nos gustaba tener que estar allí.

- Deberíamos haber acampado fuera de aquí. Al menos esta noche podríamos pegar ojo.

Poco a poco se iba haciendo de noche y los dos que se habían ido aún no regresaban. En realidad, a mí la que me preocupaba era Kulla, pero ir a buscarla sería la mayor insensatez que podía hacer, por lo que me limité a esperar como los demás. En realidad, de no ser porque a Bakra lo necesitábamos para la misión, por mi parte se lo podían comer las ratas.