Partida Rol por web

Para sorpresa de algunos, Dragomir fuerza la marcha hacia el bosque, no el que vivía Farah, sino para el otro lado, cruzando el río. El legendario guerrero no quería perder tiempo, según les dijo.

Pasada una hora de caminar, y cuando la oscuridad no dejaba ya ver el estrecho sendero por el que andaban, acamparon en un pequeño claro del camino e hicieron una fogata. 

Por la noche durmieron por turnos pero todo aquel que despertaba veía a Dragomir despierto y atento.

Finalmente todos fueron levantados por él cuando los primeros rayos del alba comenzaban a aparecer en el horizonte.

Luego de andar un par de horas llegan a un pequeño refugio en el medio del bosque. Parece estar habitado, pero en este momento está vacío.

- Es aquí -dice Dragomir.

Era un nuevo día en el bosque. La brisa matutina llenaba los pulmones de Zoriak, que se había levantado temprano. 

Estaba pensando en aquellos lobos que merodeaban hace unos días. El suyo no era un bosque que estuviera infestado de lobos, pero de vez en cuando aparecían. Mejor así, pensaba Zoriak, así su instinto y sus habilidades no se deterioraban. Bien lo iba a pasar echando a esos lobos. Este era su territorio, y cuidar de los animales que vivían en él era en parte su responsabilidad. Olak, la vieja osa que vivía en la caverna que estaba hacia el norte, no soportaría un ataque de lobos, y Zoriak le había tomado cariño. Además estaban las liebres de la pradera Oeste, que recién habían tenido cría. Zoriak a veces se alimentaba de carne, sobre todo de la que cazaba Igrith, pero nunca la dejaba cazar animales recién nacidos.

Había ido a refrescarse al río, y cuando volvía vio a lo lejos 5 figuras humanas. Al acercarse un poco vio que eran conocidos, al menos sus nombres y algunas de sus características. El que parecía liderar la marcha era el legendario guerrero, Dragomir Espadabrillante, heroe de Léomen, compañero de aventuras de su padre, que había partido hacía ya 6 meses y aún no había regresado. Zoriak conocía a aquel hombre alto y fibroso, con aquella espada que brillaba, a la cual debía su apodo. Sabía que era un soberbio guerrero, y que su padre confiaba en él. 

Los otros eran los hijos de los compañeros de sus padres, los había visto a todos, a algunos muy pocas veces y de pequeño, a los otros algunas veces mas. Eran Farah, la hija de Alma, Lothar, el hijo de Rolón el clérigo y Mirith la alquimista, Crixor, el hijo de Excelsior el guerrero, y Kalahad, el hijo de Indra la hechicera. ¿Que querrían allí, en sus dominios? ¿Por qué Ekroth no había vuelto con Dragomir?

Vale,genial. Debería empezar ya a rolear o sólo es la muestra del inicio? xD

Tras pasar la noche en el bosque con escasas horas de sueña se lamenta el haber dicho que iba con ellos. No verbaliza sus pensamientos sobre ese tipo de cosas... no está acostumbrada a pasar la noche en pleno bosque haciendo guardias y esas cosas así que comienza a dudar de si está preparada para algo así, pero ahora no puede echarse atrás... tiene que ir a salvar a su madre, si es que no perece antes de llegar, claro.

Estira un poco sus músculos entumecidos mientras se ponen en marcha para llegar a su nuevo destino.

-Nadie dijo que tendríamos que dormir en el bosque... de forma tan inmediata y menos hacer guardias... no estaba mentalmente preparada para eso...

Y tras un par de horas más de camino, llegan a su destino: una pequeña cabaña en medio del bosque. Esa gente vive incluso más alejada que su madre y ella.

-Es un lugar bonito.

Crixor no tenia inconvenientes en dormir al raso, ni temia los sonidos de la naturela por la noche. Tampoco los tenia en hacer guardias, pues le gustaba la sensación de estar protegiendo de alguna manera a sus compañeros.

Vaya, que sitio tan pintoresco. Sólo espero que quien more en este refugio no tarde en regresar. Una idea estaba fija en la merte del soldado, llegar a su destino lo antes posible para ayudar a su padre y al resto.

Mientras esperaba en la morada del bosque, vigilaba que la mascota del nigromante no se le acercase demasiado. Si asi fuera Crixor no responderia de sus actos. 

Lothar caminó junto a Kalahad todo el trayecto, casi sin mediar palabra, hasta que los jóvenes aventureros y el guerrero acamparon.

Lothar fue el primero en tomar guardia, no estaba cansado y estaba muy acostumbrado a estar despierto de noche... los experimentos del joven nigromante ilusoriamente parecían funcionar mejor cuando caía la noche.

No tardó mucho en darse cuenta que Dragomir se encontraba despierto, atento y afinando sus sentidos. Esto preocupó un poco a Lothar, era sabido que éste bosque no era de los más peligrosos, pero ningún bosque esta totalmente libre de peligros.

La noche pasó y por suerte no hubo ningún problema.

Luego de un par de horas más de caminata encontraron una pequeña cabaña en medio del bosque, parecía no haber nadie en ella, pero era claro que alguien vivía allí.

"¿Quién vive aquí?" Preguntó el nigromante a Dragomir mientras sacaba un libro de su bolsa y se sentaba a leer.

Zoriak se acerca poco a poco al grupo de cinco personas, seguido por Igrith, su fiel compañero. 

-Estoy ocupado, tengo muchas cosas que hacer, esto no es un pueblo y tengo que hacerlo todo yo, así que iré al grano. Te conozco, Dragomir, aunque a los demás no. Así que dime ¿dónde está mi padre? ¿Qué sabes de él?

-Parece el hogar de un ermitaño - dice mientras observa alrededor y justo cuando se está acercando la persona que parece vivir en ese lugar. 

Se gira para mirar al chico que se acerca, un tanto quisquilloso, pero si tiene tanto que hacer es comprensible que les trate de esa forma, pero quizá un poco más de cortesía estuviese bien. Al igual que Lothar, parece de los mayores, aunque el nigromante se lleva la palma por sus malas artes.

-Pues verás... - no espera a que Dragomir hable - parece ser que nuestros padres están en peligro. Fueron de misión a las Montañas del Trueno y quedaron atrapados. Dragomir, tras serle denegada la ayuda que pedía, ha venido a por nosotros porque cree que podríamos ser capaces de ayudar a nuestros padres. Yo soy Farah, la hija de Alma.

Dragomir asiente tras las palabras de Farah y sonrie.

- Pues lo ha dicho todo la señorita -dice, cruzando los brazos, esperando la respuesta del muchacho.

Al parecer Zoriak no era muy paciente, algo inusual para alguien que vivia en pequeño refugio perdido del mundo. Crixor observa diverido como Farah se antepone a las palabras del legendario guerrero y toma la iniciativa. ¿Qué habrá desayunado?

Me adelanto al grupo y me presento al joven ermitaño. Me llano Crixor, soy hijo de Excelsior. Mi padre también está en peligro junto al tuyo. Espero que podamos ayudarles. 

Zoriak frunce el ceño, pero poco a poco va cambiando la expresión a una más tranquila. No está acostumbrado a tratar con humanos, y cada vez que vienen son cazadores furtivos, y está cansado de espantarlos.

-Siento haberos hablado así, no estoy pasando por un buen momento ahora mismo. Yo soy Zoriak, hijo de Ekroth y espero llegar a ser un buen Druida, como mi padre. Éste es mi compañero, Igrith. ¡Saluda, Igrith!

De golpe, Igrith sale de detrás de Zoriak, aún recitente de relacionarse con ellos (más que para que le alimenten con su carne), y hace un gruñido con desgana.

-Aún estando ocupado, me gustaría ayudar en todo lo que pueda, ya que lo que tiene prioridad es saber el paradero de mi padre... y de los vuestros, imagino.

Mientras Zoriak termina de hablar, Igrith, un gran tigre blanco que venía tras él, repara en la presencia de Súkubo, el lobo acompañante de Lothar que contra todas las leyes de la naturaleza parece seguir andando. 

El tigre muestra sus colmillos y se eriza su pelaje. Comienza a emitir un gruñido bajo pero que hace poner los pelos de punta a todos los presentes, Zoriak muy pocas veces lo había visto así, y en ninguna de ellas la cosa había terminado en paz. El tigre comienza a agazaparse y da pasos lentos pero decididos hacia el otro animal.

Súkubo observa la amenaza y también muestra los pocos dientes que le quedan, y también se agazapa, emitiendo su propio gruñido.

La cosa parece ponerse tensa entre los dos animales.

Este muchacho primero nos habla como si fuese el rey del bosque y ahora su maldito tigre amenaza a sukubo... ¿pero quien se cree? Piensa Lothar mientras observa la situación en su totalidad.

Oye muchacho, será mejor que controles a tu bestia o tendré que controlarla yo... Dice el Nigromante mientras mete su mano derecha dentro del morral que trae colgando y con su mano izquierda toca el lomo de Sukubo para tranquilizarlo.

Tranquilo, pequeño, ya tendrás tu oportunidad... le dice al can.

-Pues si todos estamos de acuerdo será mejor... - pero no acaba la frase porque las dos mascotas presentes se ponen a gruñir y a amenazarse mutuamente y no le inspira mucha confianza el hecho de que ese tigre blanco ronronee de forma tan amenazadora... y el lobo no se queda atrás, aunque también da un poquito de asco eso de que las carnes se le caigan a trozos con cada paso.

Se esconde detrás de Crixor, que al saber usar la espada, seguro que puede defenderle si esas dos bestias se enzarzan en un combate a muerte por ver quien manda. O quizá sea que al tigre no le gusta mucho su "amigo" putrefacto.

-Me parece que... no se gustan demasiado - dice mirando desde detrás de Crixor.

-Igrith, tranquilo! Aunque eso sea una abominación... Algo que odio... ¡No le hagas nada! Quieto, chico.

Zoriak se acerca a Igrith por detrás, lo agarra con cariño pero con firmeza, y lo acaricia. Poco a poco, Igrith se va tranquilizando, pero sin quitarle ojo a Súkubo.

-Aleja esa cosa de nosotros... y de este bosque. No me gusta nada. No es bienvenida.

Los animales se van calmando, aunque el tigre sigue emitiendo un ronroneo molesto mientras permanece echado al lado del druida. El lobo se sienta al lado de Lothar y espanta con la pata algunas de las múltiples moscas que revolotean permanentemente a su alrededor.