Partida Rol por web

Deno alcanza el manantial cuya agua es gélida, o al menos lo parece en contraste al calor del sol.

En ese tiempo la muchacha se pega un pequeña carrera y vuelve con dos piezas de madera lisas y curvadas con el peso y forma de los sables típicos de un protector.

-Mi tío los fabrica para la escuela de guerra. Por su edad es posible que incluso se instruyera con uno de ellos.-aclara la madre a Gaaru.

En efecto al coger el arma notas una sensación familiar, incluso puedes volver a sentir alguna magulladura causada en entrenamientos pasados. 

La joven te saluda y levanta la guardia. -Cuando su honorable esté listo.

-Listo

Vamos a ver que me enseña este espíritu joven.

Sin dejar de mirar a la mujer y con un carraspeo antes de responder , sin por ello mirar al hombre: Deno Saru, 22 anos y no, por desgracia no tengo mi documentacion de ciudadano encima mia.-Volviendo la vista al hombre, haciendo una pequena pasua, sigue diciendo- Desde hace algunos dias, con la llegada de tanta gente me siento un tanto raro... no sabia describir. Creo que es esa maldita plaga de la que todo el mundo habla. -termina de decir, bajando la mirada, dando a entender un poco la vergüenza que siente- No se si podran ayudarme, me han hablado muy bien de ustedes.

-Bien, pase usted. -te hace un gesto para que entres a la habitación que había abandonado la mujer. -No tiene de que preocuparse, la gente no tiene consideración de la salud ajena, y la buena voluntad de muchos juega en contra.

Te examina el cuello y los ojos, luego te hace un gesto para que te tumbes boca abajo. -Voy a comprobar los músculos de la espalda -dice mientras presiona con suavidad la espalda.

-Puedes sentarte, no tienes nada grave, te voy a dar un fármaco suave, tomátelo en dos veces, una ahora, y otra antes de dormir. -te da una pequeña botella de cerámica sellada con cera. -Son sesenta ciclos.

Asiento con la cabeza las palabras del hombre.

Nunca se sabe. Le agradeceré que me indique cómo puedo contactar con su conocido.

Espero a que me dé los datos de contacto o una solución válida para interrogarle antes de continuar. Hay algo que necesito aclarar poque no termina de encajar, pero no puedo arriesgarme a plantearlo antes de haber obtenido el fruto de ese contacto.

Solo cuando ya me ha respondido y no antes, añado lo siguiente.

¿Sabe? Llevo un rato preguntándome algo. Dice que cuando abría la boca, parecía por un momento que aún la tenía cerrada. Y yo me pregunto, alguien que sólo está viendo la escena desde lejos, si ve una boca que parece estar cerrada, concluye que la boca estaba cerrada. Sin embargo, usted supo que la boca estaba abierta a pesar de que a simple vista parecía cerrada. Señor, ¿es posible que esto se deba a que escuchó alguna palabra o voz? ¿Cómo si no iba a saber que la boca estaba en realidad abierta y no cerrada tal y como parecía?... - Hago una muy breve pausa para luego intentar tranquilizar al hombre en su respuesta - Soy conocedor de la discreción que exige un local como el suyo. Y en su caso esta discreción es máxima, pero conocer si se pronunció alguna palabra puede ser clave para cerrar este asunto y recuperar por completo la normalidad. Además... usted mismo dijo que el suceso ocurrió fuera de su local, por lo que la discreción no aplica al asesino que ni siquiera llegó a consumir. No era cliente

Realizo un ataque directo, procurando mantener las formas en caso de que se despiste. Pero el ataque es demasiado ráìdo y directo para que una inexperta pueda siquiera reaccionar. Por suerte consigo detener el arma a unos dedos de su joven rostro, pero nota el aire que desplaza el palo cerca de su cara. La expresión de la chica desvela ese detalle al abrir mucho los ojos.

-Su honorable persona es muy hábil, no estoy preparada... ni siquiera he podido entorpecer el golpe. - el sonido de la voz de la joven es mezcla de admiración y tristeza. Enseguida suelta la espada y se queda contemplando al frente, como si todo su esfuerzo se hubiera desvanecido.

-Hija no seas tan dura, este honorable es un hombre entrenado, y antes de eso fue un chico brillante que destacó, pretender medirse con él no debería ser tu meta. Muchas gracias honorable por dedicar su tiempo a estos entretenimientos. -dice la mujer con un ligero tono de reproche.

-No su ilustre. No oculto nada, le debo mucho a su innegable dedicación. Lo que quiero decir es que parecía esos trucos que usan algunos estudiosos para que las cosas sean diferentes, yo no soy versado en el tema pero conozco a quien si. Mire, como muestra de voluntad voy a acompañarle, aunque con ello pierda algún cliente. 

Dicho esto se pone en marcha y a cinco calles, donde el ambiente se vuelve de nuevo residencial, llegáis a una tienda de artículos de alquimia. 

-Buenas tardes amigo Kodua.

-Bien hallado, ¿Qué te trae por aquí a estas horas?

-Te presento al ilustre magistrado Nara, viene a solicitar tu ayuda. Verás, como imagino que sabrás hace dos días ocurrieron una serie de eventos que me afectaron. Pues su ilustre necesita tu opinión. Yo le dije que el agresor se movía raro, ya sabes como cuando uno de vosotros hace esas cosas que engañan a los ojos.

-Una ilusión... puede ser, no sería extraño que un atacante lo use para ocultar su identidad, pero si tu lo notaste sin sospecharlo significa que era una ilusión mal efectuada o débil, lo cual es muy impropio de alguien que va a utilizar una destreza tan compleja.

Tras una breve conversación donde se explican los relatos el dependiente te dice- Sin lugar a dudas la víctima tenía una guarda, eso debilitó la ilusión que de otra forma habría sido indetectable. Espero haber sido de ayuda su ilustre, si alguna vez necesita algo espero que piense en esta tienda. 

Asiento a las palabras del propietario y me tomo su muestra de voluntad como algo positivo. No pretendía hacerle creer que dudaba de su palabra, si no entender cómo pudo notarlo.

Me llevo esa duda hasta el local del tal Kodua. No obstante, allì mis dudas se disipan.

Ya veo. Ha sido de ayuda, señor Kodua, pero voy a estirar un poco más mi suerte y hacerle una pregunta.

[B]¿Cómo funciona exactamente una guarda? ¿Cuánto tiempo puede permanecer activa? Y aún más importante si cabe, ¿quién en esta ciudad tiene conocimientos para proporcionar una?

Hokelsa, enderezandose de golpe, como si un rayo le hubiese pegado de lleno.... en su bolsa! -Muchas gracias Doctor, de verdad se lo agradezco, pero me siento muchisimo mejor. 

-Poniendose de pie, Hokelsa se desata el pantalon mientras lo agarra con la mano y se dirige hacia la puerta, mirando al doctor con una gran sonrisa- Estoy seguro de que me encuentro mucho mejor y que no tendre ninguna recaida. -Justo antes de abrir la puerta, Hokelsa cambia brutalmente su rictus el gesto, la voz, a una expresion mucho mas ofendida, gestos casi naturales para este maestro de la comedia, la lirica y el amor por su dinero- INTOLERABLE! NUNCA MAS PONDRE UN PIE EN ESTE CABINETE! LE DIGO QUE ME DUELE LA ESPALDA Y ME TOCA LOS GENITALES!!!! SERA POSIBLE!!!!! A LOS PROTECTORES VOY! - Dice Hokelsa saliendo por la puerta, mientras se vuelve a atar los pantalones y sale de alli como una Furia sin dejar que nada ni nadie le detenga.

- No estabas preparada, pero ahora tienes un objetivo. Entrenar para ser capaz de reaccionar y no sólo entorpecerme sino vencerme pequeña.

- Creo que es suficiente lección sobre la cual meditar y me honra mucho haber compartido este aprendizaje contigo

Busco a Deno con la mirada

Me temo que ahora, tendré que poner en práctica otro tipo de arte, por el bien de la ciudad

Me despido amablemente.

- Tu sabia madre tiene razón en su aprececión sobre las dotes del honorable Gaaru, has cruzado sables con uno de los mejores espadachines de la ciudad y nuestras dotes nos vuelven recelosos tan pronto como levantamos nuestras armas, que eso no te haga desesperar o abandonar, joven Mosnani.- Comento apoyando una mano en el hombro de mi compañero mientras divido mi atención visual entre Gaaru y la madre de la joven, a la que trato de transmitir una disculpa con un jesto de cabeza. - Tengo el privilegio de ser monitor de esgrima en la ciudad, suelo atudar a jóvenes prometedores en jornadas de lance los sábados por la mañana en el pabellón de gimnasia. No sé si tus obligaciones cotidianas te permitirán tomarte unas horas de práctica con nosotros, pero en caso de poder hacerlo, consideraría un honor que te unieses a nuestras prácticas.- Le comenté, tratando de animarla tras aquel jarro de agua fría.

-Eso depende ilustre. Habrá por lo menos cien personas capaces de realizar guardias en la ciudad, yo entre ellas, pero que se dediquen a hacer negocio de ello ni la cuarta parte. Aunque claro, con la venida de gente esos números aumentan de forma desconocida. En cuanto a la duración y funcionamiento... es, verá hay varios tipos, y con lo que sé solo puedo suponer que había una guardia, ni asegurarlo, ni mucho menos saber el tipo. Pero puestos a aventurar, sería una runa de bloqueo, probablemente una interferencia a la actividad, lo suficientemente fuerte para dañar las artes más complejas sin necesidad de esfuerzos por el poseedor. Pero insisto que imposible saberlo, solo suposiciones. 

Te comenta la situación con mucha soltura, dando gala de que entiende de lo que habla.

Impresionado por la templanza del hombre, trato de memorizar su nombre y le respondo:

-Le agradezco el gesto, Kodai. Mi intención no era ofrecerle caridad sino tratar de compensarle por las molestias causadas por este ser deshonorable y sin escrúpulos le ha causado. Ningún hombre debería pagar dos veces su cena. Ni menos aun acostarse sin nada en el estómago, ya que estamos.-y, bajando la voz para que el posadero no lo escuche añado- Si desea que nuestro próximo encuentro sea mas temprano que tardío, acostumbro a entrenar hacia el mediodía siempre que mis deberes me lo permiten en el jardín de la serenidad.

La familia se despide indicando cuál es la casa que buscáis. Al entrar al edificio llegáis a un salón amplio con seis mesas, todas ocupadas, aunque muchas con espacio. Los parroquianos están terminando el descanso antes de volver a la faena.

-Buenas tardes honorables, cómo puedo servirles. -dice el que parece el dueño.- Aún me queda guiso de perdiz 

Durante un breve tiempo, la conmoción de la situación los domina, pero enseguida reaccionan. Y antes de que puedas alcanzar la calle escuchas

-Detenedle. Al ladrón.

Observas como el muchacho que había hecho de recepción, se abalanza sobre ti.