Partida Rol por web

Goffi os guía hasta El Cangrejo de Arena. Se trata de un edificio alargado, de una única planta, que estaba construido al final del embarcadero. 

El mendigo se detiene en el extremo sudoeste del edificio. Se asoma junto a una de las paredes para que, tal y como le habéis pedido, os enseñe por qué ventana subió El Estornino. 

-Esa es la ventana por la que subió, si no me equivoco -dice señalándola con el dedo.

Goffi se rasca la cabeza bajo el gorro de tela.

-¿Me puedo ir ya? Mis piernas están grises, mis oídos están nublados y mis ojos están temblorosos. Digo...

-Ya, ya... -dijo Jinrozo cortando el discurso ensayado de Goffi. Luego, hizo un gesto con la garra dando a entender que por él se podía marchar.

A continuación examinó la zona, interesándose, sobre todo, en la ventana que les había indicado el mendigo. Quería intentar asomarse a ella discretamente.

Durante el camino haca el Cangrejo de Arena Clausius estuvo atento por si alguien les seguía, una cosa eran las miradas indiscretas al pintoresco grupo y otra que les siguieran por las calles.

- Gracias por el paseo. le contestó asintiendo para que marchara. Lo primero que hizo Clausius fue asomarse en busca de los pilones descritos por el mendigo para localizar el bote. Quizá en el pudieran encontrar alguna pista o usarlo para tenderle una trampa.

Que Pelor guíe tus pasos- Aghelas despidió al mendigo mientras el grupo se preparaba para inspeccionar el lugar -Grrrr, no me gusta, hay mucha agua, seguro que alguien se cae. No esperéis que me zambulla a sacar ninguno de vuestros culos- Con pies de plomo el fornido enano se fue acercando al edificio, no parecía gustarle el Embarcadero. Se movía con pasos demasiado largos y en lugar de darlos rectos, se balanceaba mientras gesticulaba con cada crujido de las maderas al ser pisadas.
Os observó desde aquí- Comento al situarse en una de las esquinas del edifico.

Adióssss, entrañable dessssconocido. Te fallan lasss fuerzasss porque necessssitassss jalar mássss. Lo mejor ssssserá que vayassss a alguna taberna-sugirió el kóbold a Goffi.

Rayo Blanco dió saltitos delante de la ventana de la derecha, en la pared occidental del establecimiento, para que sus ojos sobrepasasen la altura del alféizar. Era la más cercana a aquella por la que Jinrozo trataba de ver, así que tal vez se tratase de la misma habitación. Y si no lo era, y veía una pared que dejaba intuír el grosor de otra habitación desde fuera, se fijaría en la posición de las puertas y pasillos para luego orientarse dentro del Cangrejo de Arena.

Ya. Creo que lo tengo. ¿Entramossss por la puerta principal?

Goffi se despide de vosotros con un gesto de su mano y se marcha, arrastrando los pies mientras comienza a recitar su retahíla.

No es nada fácil echarle un vistazo a la ventana desde la esquina. Al final, el kóbold albino tiene que hacer colgar medio cuerpo fuera ayudado por Jinrozo, y está apunto de caer al agua. Vuestros intentos por echar un vistazo a la habitación se ven recompensados con la visión de unas bonitas cortinas amarillentas que, en su día, tal vez, fueran blancas. No. Lo cierto es que no son nada bonitas. El caso es que no podíais ver el interior porque las dichosas cortinas estaban en medio. Claro que, por otro lado, era la precaución mínima que un criminal en busca y captura podía tomar.

Mientras tanto, Clausius encuentra el bote del que habló Goffi. Está bien oculto y es prácticamente invisible desde el muelle, pero nada escapa a su perspicacia. 

Aghelas comprobó que nadie entró o salió de la posada en aquellos breves instantes.

Clausius se asomó para buscar bajo el puente el barco que había comentado Goffi y allí estaba confirmando su historia. Clausius estaba contento y al volver junto a sus amigos comprobó que había una cortina en la ventana y no había podido ver nada. Con la sospecha de que el su presa pudiera estar en ese cuerto y pudiera oirles, bajó la voz y les dijo:

- Goffi lo que es, es un fiera. La barca ta allá abajo. To bien condida. les comentó y tras deliberar unos segundo en brillante cabeza les comentó. - La tendrá que usar. Tonces le plastamos y acabamos el curro. To fácil, solo esperar condidos. cuando comentó que le aplastarían usó su puño contra su palma a modo de ejemplo, todo era fácil para él no veía la complicación para el trabajo. - Dos nos condemos en la barca y dos enel muelle. Pan comio.

¿Y ssssi hussssmeamosss dentro del Cangrejo de Arena? No digo que Goffi nossss haya mentido, para mí essss una perssssona de total confianza, pero pudo confundirssse de persssona. Ssssi nossss ponemossss a essssperar a quién no essss, perderemosss todo un día de invesssstigación.

A Rayo Blanco no le gustaba la idea de trepar hasta el bote. Alguien podría resbalarse y hacerse daño. Tampoco le acababa de convencer lo de esperar en el muelle. Jinrozo y él eran tipos que pasaban desapercibidos, pero Clausius y Aghelas llamaban demasiado la atención. Pero entrar por la puerta principal y caer sobre su enemigo como una marabunta exaltada... ah, esa sí es una táctica propia de un paladín.

Jinrozo musitó un ligero graznido de frustración cuando sólo alcanzó a ver unas sucias cortinas, después de casi caer al agua en el intento.

Escuchó a sus compañeros mientras se colocaba bien el chaleco.

-Mmmm quizás podríamos dividirnos. Al fin y al cabo, todos metidos en la barca haríamos mucho bulto, lo que sería contraproducente para una emboscado. Por otro lado, dividir las fuerzas suele ser el primer paso para la derrota. Lo dejo en vuestras manos. Si queréis que entremos, adelante. Si queréis emboscarlo, entonces yo propongo que uno o dos como mucho lo esperen dentro de la barca, y el resto escondidos en el muelle.

- Si tos tramos dentro sescapa por el ventano. les razonó Clausius continuando con los susurros. Entrar dentro a preguntar por él todos juntos podía llevarles a perder el rastro.

- Yo me pongo allá, si sale por ventanuco, lestrello una afila. dijo Clausius.

Cómo se notaba que Clausius era un tipo culto que sabía utilizar la palabra. Daba gusto oírle argumentar. Rayo Blanco tenía que dar su brazo a torcer, pero se hizo el orgulloso porque el deber de un paladín es servir de líder, de faro para los hombres, enanos y cuervos que se arremolinen en su alrededor. Ceder implicaba fallarles.

Esssstá bien, humano. Tú ganassss. Pero ssssi en tressss horassss no sssssale del essssstablecimiento para darle capúm, entro en el Cangrejo de Arena a comer algo.

Rayo Blanco se escondió entre unas cajas del muelle, a esperar a que el Estornino hiciese aparición.

Grrrr, esto no va a salir bien, se nos va a escapar y hay mucha agua a nuestro alrededor- Pesimista como siempre, el enano se encontraba observando los planes que sus compañeros iban trazando -Tendré que entrar con vosotros para vigilar que no os rompan la cabeza- Lentaments fue embrazando el escudo y la maza mientras realizaba gestos de desaprobación -¿Ya os habéis decidido? ¿Entramos ya?

Algo insólito interrumpe vuestra conversación: ¡el grito agudo de una mujer! ¡Y parece que proviene del interior de la habitación del Estornino!

El inesperado grito aceleró los planes del grupo.

-Rápido, no hay tiempo que perder. Clasius, está bien, quédate aquí por si alguien sale por la ventana. El resto, vamos a la habitación.

Rayo Blanco se hizo un lío. Por un lado, una mujer necesitaba ayuda. Por otro, es importante ser fiel a uno mismo y ceñirse a los planes trazados con anterioridad. ¿Qué haría Georghe Roman en una situación así? A la mente se le vinieron numerosos y didácticos... ¡flashbacks!

¿Oyes eso, Rayo Blanco? ¡Es el grito de una doncella en apuros! ¡Corramos en su ayuda!

...

¡¿Una doncella grita?! Sube a mi caballo, Rayo Blanco. ¡La rescataremos!

...

¡Si está en peligro una doncella, un paladín siempre ha de ir por ella!

...

Doncella... doncella... doncella... doncella... doncella... doncella...

...

¡Que vayas a ayudarla, leñe!

¡DONCELLA! Donceeeeeellaaaaaa...-dijo corriendo hacia el interior del Cangrejo de Arena, tras abandonar su escondite.

- Una muchacha en peligro. dijo Clausius casi olvidando lo que había comentado de que vigilaría la ventana. Por suerte Jironzo se lo recordó y se posicionó para disparar a lo que saliera de la ventana. El arco lo sujetó con la mano sin tensarlo ni sacar un flecha, se puso de forma casual con él, como con disimulo sin perder ojo de la ventana. - Si se sale pa fuera lo meto de un flechao. pensó para si mismo. Esperaba que el grupo no corriera peligro.

El duro enano entrecerró los ojos -Lo sabía, problemas siempre problemas. Grrrr os cubriré las espaldas, como siempre- Gruñon como era habitual en el, Aghelas se encontraba en las situaciones que aunque le diría que no, le encantaban. Entraría el último para cubrir la retaguardia y además protegería a todo el grupo ayudándoles en todo lo que le fuera posible. - Vamos adentro, una dama nos necesita, Pelor está con nosotros y velará por nuestros actos

Los más bien poco distinguidos clientes del Cangrejo de Arena disfrutan de una agradable velada: tomando sus bebidas, apostando, jugando a las cartas con una moza en las rodillas o jugando borrachos a los dardos. Un tipo, botella en mano, se columpiaba haciendo girar rueda de la lámpara del techo. El grito de una mujer rompe la tranquilidad durante apenas unos instantes, porque lo cierto es que gritos como ese, y otros peores, se escuchan día sí, día también, en aquel refugio de truhanes y bucaneros. Como la cosa no va a más, vuelven a lo suyo como si tal cosa.

Es entonces cuando entran en acción nuestros valientes héroes, irrumpiendo por la puerta delantera como una exhalación. Les siguen con la mirada mientras se precipitan hacia la zona de habitaciones como si hubieran sido arrojados desde una catapulta. Poco después se encojen de hombros y siguen a los suyos. En sus oídos resuena el "¡Eh, eh!" del posadero mientras ellos buscan la habitación del Estornino... y la doncella en apuros a la que pertenece ese grito perfora tímpanos.

No obstante, cuando llegan a la habitación de marras se encontraron con una nueva dificultad: estaba cerrada con llave. "¡Deteneos malandrines!" resuena la voz del posadero, mientras escuchan el sonido de su pata de palo golpear rítmicamente contra el suelo de madera "¡No se puede pasar aquí si no habéis pagado una habitación!"

Pero...-Rayo Blanco señaló frenéticamente la puerta cerrada con el dedo, mientras seguía corriendo en el sitio para no perder velocidad-El grito... La doncella...

Rayo Blanco tenía un papel donde decía que actuaba bajo la autoridad del Magistrado Aurus, que a todas luces no era necesario sacar en aquella situación. El patadepalo había expuesto unas condiciones muy razonables: tienen que pagar una habitación.

Esssa. Essssa. Esssaesssa...

Seguía señalando la habitación cerrada con llave, solo que su cola se había deslizado bajo el escudo-mochila y había sacado una bolsita de cuero en cuyo interior tintineaban monedas a cada saltito del acelerado kóbold. ¿Quién necesita una orden de registro cuando puedes solucionar tus problemas con un sutil soborno?

Abre la puerta... ¿cuánto?

Lógicamente, para un paladín hecho y derecho como Rayo Blanco, recto y de espíritu noble, no se trataba de un soborno. Tan solo del alquiler de la habitación.