Partida Rol por web

Me dedico a recoger las armas  que había lanzado a los goblins y rebusco  en los cadáveres para ver si consigo más  dagas   mientras los demás descansan.No veo interés en discutir lo que debemos de hacer ..para mi está claro que debemos destruir esa presa   y acabar con los goblins para que no vuelvan a  intentarlo nunca más .

Limpio las dagas en la hierba  y les hago un gesto hacia la presa ..si estáis dispuestos  no deberíamos de perder más tiempo

Turno 22

Pal´to echa un vistazo a las posesiones de los goblin derrotados, y puede apuntarse las que considere oportunas, (listado en "notas").

Tras descansar unos minutos después del combate, los compañeros se dirigen hacia el sonido del río entre los árboles. Dado que no me habéis comunicado ninguna formación especial vais a bulto, todos juntos, caminando sobre la hierba y los helechos anegados en agua. Afortunadamente el sonido del río mitiga cualquier ruido que pudierais hacer, y no sois detectados.

Os asomáis a un claro alrededor del río, que se encuentra totalmente bloqueado por una presa penosamente construida con barro, ramas, piedras y tres troncos caídos. La porquería está apelmazada formando un tapón en el último salto de agua de una pequeña cascada, y entre sus pequeñas grietas surgen hilillos de agua a presión que riegan el fondo embarrado. Un pequeño lago se ha formado al otro lado de la represa, atrapado por ella. El agua estancada allí es suficiente como para arrasar la aldea si llegara a liberarse.

Hay dos goblin vigilando la presa, sin prestar mucha atención a los alrededores. Se encuentran de espaldas a vosotros, y podéis actuar primero con posibilidad de sorprenderlos. Vigiláis bien en busca de otra emboscada, pero lo cierto es que no encontráis indicios de alguna. Uno de los goblin está lanzando piedras a la represa riendo de forma aguda, aparentemente intentando provocar su colapso y la liberación de la riada.

Necesitáis acercaros más para inspeccionar la presa y conseguir información sobre qué hacer con ella, aparentemente podríais reforzarla, o intentar abrir en ella un canal seguro por el que el agua pudiera pasar sin producir inundaciones. Será una tarea complicada, que necesitará una tirada de Inteligencia para determinar dónde abrir el agujero, (secreta, porque pifiar con un "20" supondrá una conclusión equivocada y desastrosa), y después una operación arriesgada en la que uno o varios de vosotros tendrán que bajar al lecho del río y tirar por Destreza para practicar el boquete sin que la presa colapse. Si ésto llega a suceder, podéis imaginar que quienes se encuentren en el lecho del río cuando la presa y el agua lo arrasen correrán peligro de muerte.

Los goblin sólo son dos; ¿intentaréis hablar con ellos?. ¿Los emboscaréis?. ¡Os toca!.

Y por fin llegaron a su objetivo y, aunque Adric no se caracterizaba por ser un estudioso ni un experto en lo que a labores de ingeniería se refería, aquella presa le parecía una auténtica chapuza. Sólo los Dioses sabían por qué aún no había colapsado – o precisamente gracias a ellos – pero ya poco importaba. Era hora de deshacerse de los guardias, rápida y efectivamente, y ponerse manos a la obra para desmantelar esa presa.

–Pal´to, Zaius –llamó a sus compañeros bajando la voz y señaló a ambos. Sus compañeros eran los apropiados para atacar a distancia –Como antes. Atacad y el resto vamos a por ellos.

No quería dar pie a que los pielesverdes tuvieran oportunidad alguna de reventar la presa, así que si no morían por los ataques de sus compañeros, Máximo, Malrick, el sabueso y él mismo acabarían el trabajo.

El camino a la represa fue sorpresivamente silencioso y eso me agradó. Nada más llegar al sitio se, pudimos ver que es lo que habían hecho estos pieles verdes y no era bueno. El tiempo apremiaba y ver sólo dos custodiando me hizo pensar que me había equivocado. El tema era que haber matado al guardián del túnel quizás los había puesto en sobre aviso. Era hora de actuar, esperé que los tiradores actuaran primero y después iría con mi espada.

La presa estaba relativamente cerca de donde estábamos. Nada más llegar vi el peligro de desborde o de colapso de la penosa construcción. Había que actuar rápido y al parecer los demás también pensaban igual. Adric me indicó, al igual que a Pal'to, que siguiéramos el mismo plan de antes. Era lo más sensato para proceder. Cada vez estábamos más compenetrados y eso que nos conocíamos de hace poco... hacíamos un buen grupo...

Me parapeté detrás de un arbusto y me puse a apuntar a uno de los goblins. Cuando mi respiración se relajó y mi pulso fue tranquilo y sereno, apreté el gatillo y el virote salió zumbando con ese sonido característico. Como siempre, alcanzó a su víctima. Tendría que pensar en ponerle un nombre chulo a la ballesta, quizá siempreacierta o nuncayerra.

No hubo que esperarlo tanto esta vez al chispitas, se sintió el click de la ballesta y ya había salido corriendo tras la espalda del piel verde que estaba intentando romper la represa. Levanté mi arma y la hice descender buscando cortarlo en diagonal.

A pesar de que invierto un tiempo precioso en  apuntar  la daga sale desviada del objetivo. Quizás sea  por la mala calidad el arma de los goblin  y es que aparte de oler mal parece que tampoco está demasiado equilibrada lo que  nota a la hora de atacar.Por suerte el mago  parece tener mas  tino y el virote impacta en  uno de los goblins .

Turno 23

Los trasgos no os duran ni un asalto, a pesar de que la daga de Pal´to da vueltas por el aire y termina enganchándose en unas ramas bajas sin acertar su blanco. Tras un ballestazo de Zaius en el hombro (1), Adric remata la faena con un corte oblicuo y ascendente (2) que lanza al goblin desprevenido muerto al río. A su lado, Malric da una ligera carrera hasta el otro y lo descabeza con un espadazo horizontal (4). El malherido Máximo y vuestro amigo Perro, que estaban preparados para actuar, se relajan viendo que no es necesario hacerlo.

El ataque ha durado apenas unos segundos, y os quedáis en pie esperando cualquier otra cosa que pudiera pasar. No sucede nada; el río sigue fluyendo desde las cascadas, y sus aguas siguen aumentando el ya enorme lago que encharca toda la zona. Aparentemente habéis acabado con toda la resistencia que había en este lugar, y lo único que escucháis son los pájaros y el ruido del agua caer.

Caminando hasta la cercana presa, podéis ver que la argamasa de barro, hojas, ramas, piedras y vaya usted a saber qué más porquerías está a punto de colapsar, combándose hacia el lecho seco del río debido a la poderosa presión del agua al otro lado.

Zaius tiene una inteligencia privilegiada, y de un simple vistazo cree encontrar un lugar en el que practicar un agujero capaz de drenar el río sin provocar la riada. De hecho localiza una gran roca que podría ser retirada primero, y que haría efecto tapón. Con esas instrucciones cualquiera que baje tendrá un +2 a su tirada de Destreza. (Si tiene Destreza 12, por ejemplo, pasaría la tirada con 14 o menos).

El problema es quién baja, y cómo lo hace. El lecho del río está a cuatro metros de profundidad desde vuestra posición. Para llegar hasta allí será necesario recorrer la orilla descendente, que ahora es un barrizal, así que podéis estar seguros de que quien lo haga terminará embarrado, (no es necesario tirar). Cuando llegue al fondo del río, el escogido tendrá que retirar la piedra y apartarse para dejar que el agua salga, para lo cual tendrá que tirar, como he comentado, Destreza.

Si la tirada tiene éxito la presa se desaguará y vuestra misión estará cumplida. Si no lo tiene, la presa colapsará y se llevará por delante la aldea... y al personaje, a menos que le enterréis los pies en un bloque de cemento o ideéis otra forma menos absurda de que termine un kilómetro más abajo.  

Os queda decidir quién baja. ¡Os toca!.

Esto era eficacia. En un santiamén, nos deshicimos de los dos guardias que quedaban. ¡Podíamos con todo! Ahora tocaba solucionar el problema de la presa. Me acerqué al goblin al que había acertado y recogí mi virote. Chapoteando por la zona, me dirigí hasta llegar a un punto desde el que divisaba bien la estructura que habían hecho los goblins. Enseguida vi el peligro de colapso, ¡habíamos llegado justo a tiempo! Observé atentamente cada palmo y vi dónde podríamos hacer un boquete para aliviar la presión del agua. Quitando una gran piedra, el agua fluiría sin peligro para nadie. Pero era complicado hacerlo, había que bajar al cauce embarrado y retirarla. Si no se hacía con cuidado, cabía la posibilidad de que todo se viniera abajo y la fuerza del agua arrastrara al que allí se encontrara. Era un trabajo delicado. Informé de mis observaciones a los demás.

-"Bueno, como ya os he dicho, bajar y sacar la piedra es bastante peligroso. El que baje tiene que ser bastante hábil más que fuerte. Cuánto más pese más le costará llegar por culpa del barro. Se meterá hasta las rodillas y le costará avanzar. Yo soy muy habilidoso y peso poco. Si a ninguno le importa, creo que soy el más adecuado para hacerlo. De todas maneras, el que baje, sería aconsejable que se ate una cuerda a la cintura y el otro extremo se ate a un árbol. Sólo por prudencia."

Miré a los demás, esperando su opinión.

La intervención de Ishtar fue más que evidente a ojos de Adric, que sonrió aliviado al escuchar el murmullo del agua y el trinar de pájaros en vez de ensordecedores gritos de pielesverdes. A falta de explorar la cercana cueva, habían terminado. Aprovechó que Zaius inspeccionaba la presa para limpiarse el rostro y las manos de sangre – la armadura requeriría un tonel lleno de arena y algo de paciencia – y se unió a sus compañeros cuando el hechicero explicaba la situación.

–Tienes una inteligencia privilegiada, querido amigo –dijo, palmeando su hombro con una expresión de reverencia en sus ojos. Él seguramente habría optado por derribar la presa por completo, con catastróficas consecuencias. Y cuando Zaius se ofreció, miró a sus compañeros, sobre todo a Malrick –Tu ofrecimiento me hace sonrojar, porque demuestras una valentía encomiable. Pero tienes razón, eres el más apropiado. Quizás Chernoye, no sé quién sería más diestro.

No quiso añadir que, en su opinión, Zaius había demostrado tener mejor destreza en los ataques a distancia así que estaba de acuerdo en que fuera quien se encargara de retirar la piedra. 

–Mi única cuerda quedó en el bosque. ¿Alguno tiene otra? –dijo, mirando por encima de su hombro algún árbol cercano en el que atar a Zaius para no rodar río abajo si las cosas no salían bien.

Los pieles verdes cayeron fulminados por nuestros ataques y con ellos, la amenaza de que el plan colapsara como una represa. Rápidamente se pusieron a hablar más que a hacer, entonces decidí apartarme levemente del lado donde se había acumulado agua para poder limpiarme mientras el resto definía que querían hacer mediante largas charlas.

Turno 24

El grupo se encuentra junto a la penosa represa a punto de estallar, y el mismo que ha descubierto el mejor lugar para abrir un paso de agua es el que se decide a bajar; Zaius. El gesto deja bastante perplejo a Máximo.

(Sigue...)

El joven lo intercepta antes de la bajada; "Es admirable que te atrevas a bajar ahí y a ponerte en peligro por una aldea que no te vio nacer... antes de que lo hagas quiero que sepas que me parece un acto de honor, no todos tienen ese valor. Ojalá pudiera darte una cuerda para asegurar a operación, pero... no he traído conmigo", termina antes de darle un formal apretón de manos.

(Sigue...)

Mientras el perro pulula por los alrededores oliendo el terreno, el intrépido mago baja hasta la cuenca embarrada con algo de dificultad. Dado que no habéis dicho nada sobre medidas de seguridad baja tal cual, sin sujeción ni cuerda que lo pueda sacar del agua en caso de que la estructura se derrumbe.

En la orilla, sus compañeros observan cómo se acerca al tapón de piedra, chapoteando con el barro hasta las rodillas, e intenta desprenderlo sin dañar el entramado de ramas y lodo que hay a su alrededor. Con cuidado, separa la gran roca, de un diámetro de unos cuarenta centímetros, de uno de los lados. Ésto hace que el agua empiece a filtrarse con fuerza desde el otro lado, con un chorro potente dirigido hacia el barro del suelo que pronto forma un riachuelo. Mientras el hilo de agua discurre por el fondo, Zaius separa la roca por el otro lado con la idea de destaponar el orificio.

Demasiado tarde se da cuenta de que la roca no es esférica. Tiene una prominencia bastante pronunciada en el lado que está intentando desencajar, y la presión del agua la aplasta con fuerza contra el resto de la estructura. Impotentes, todos podéis ver cómo una inmensa grieta se abre hacia arriba y hacia abajo en la presa en cuestión de un segundo, mientras todo comienza a resquebrajarse y a colapsar. Gracias a los dioses el mago se da cuenta, y se aparta de la gruesa masa de agua que se abalanza contra él rugiendo entre los temibles sonidos de rotura de la represa.

A pesar de su rápida reacción, no puede evitar ser zarandeado por el agua y golpeado por varios cascotes que caen de la presa. Tiene una gran suerte, ya que de nuevo logra esquivar con bastante tino la mayoría de ellos, y sólo recibe algunos cortes superficiales producidos por varias ramas afiladas (1). En el último momento se lanza hacia la orilla en la que os encontráis los demás compañeros, empapado, embarrado y sacudido por la corriente, y consigue alzarse sobre la rugiente riada a unos veinte metros de vuestra posición.

La descarga de agua se pierde río abajo en cuestión de un minuto, golpeando las orillas y haciendo un sonido clamoroso, así que en poco tiempo os encontráis frente al fluir normal del río. Sin embargo os podéis imaginar lo que van a pasar los vecinos de la aldea, que viven junto a un depósito aluvial de muy poco calado. Lo más probable es que todo el pueblo sea arrasado por el desbordamiento.

Máximo no puede articular palabra, y se sienta despacio en el suelo con la vista fija en el cauce del río, negando con la cabeza. El único que parece contento es perro, que sigue olisqueándolo todo alegremente.

¿Qué haréis ahora?. ¿Os dirigiréis a la aldea?. ¿Volveréis a la guarida de los trasgos?. ¿Haréis alguna otra cosa?. ¡Os toca!.

Todo parecía ir bien. Habían derrotado a sus oponentes, Zaius había analizado correctamente la situación y Máximo, el único lugareño del grupo, dio su visto bueno. El paladín estaba tan relajado y tranquilo respecto a la resolución de la misión, que cuando todo empezó a desbordarse y a estallar como si un hechizo hubiera salido mal, tardó unos largos segundos en comprender qué estaba sucediendo. No daba crédito. Nononono, ¡NO!

Pero no había nada que él pudiera hacer. Tan sorprendido como cualquiera de los presentes, Adric sólo vio cómo el agua corría ladera abajo. Casi agradeció no estar ahí cuando Caudal fuera arrasado –Esto... esto no... –pero las palabras no alcanzaban a salir. Descorazonado, se sentó junto a Máximo para confortarle, porque sabía que había veces que no hacía falta más que la compañía de alguien.

–Debemos asegurarnos que no queda nadie en la cueva. Evitar que esto vuelva a suceder –dijo, finalmente, mirando a sus compañeros.

Mientras me estaba limpiando el grupo seguía con su habitual charla pero antes de que terminara el mago bajó sin amarrarse a algo que le sirviera hasta la represa. No se si contuve o no el aire todo ese tiempo pero en mi cabeza así fue, no respiré esperando el resultado de lo que estaba haciendo.

Cuando finalmente el caos se desató mi boca cayó a plomo sin poder dar crédito de que habíamos asesinado a todas esas personas. El desastre se había desatado y no tuvimos ni la menor precaución de hacer alejar a la gente de las orillas antes de salir a ver que pasaba aguas arriba. A mi mente llegó el recuerdo de cuando había levantado la vasija para que ningún niño se lastimara y horas después el mago los había matado a todos.

Alguien había comenzado a hablar pero no me importaba un cuerno, retomé mis pasos hacia donde estaba la cueva con el arma en la mano y con ganas de cubrirla de sangre. Esto lo habían causado ellos, todo esto era culpa de esa basura verdosa.

 No creo que  podamos ser mas rápidos que el agua  ni siquiera aunque Máximo  conozca algún atajo .Digo meneando la cabeza mientras  clavo la vista en el río de apariencia tan calmada  pero que  kilometros mas abajo se va a convertir en la muerte  para  todo el pueblo . 

Algunos  desenvainan las armas  y se dirigen  hacia la cueva  clamando venganza   en  en voz alta  , otros simplemente se limitan a empuñar su espada  y avanzar  con  mirada asesina .Yo  me limito a seguirles con las dagas en la mano sin saber muy bien   si  acabar con todos los goblins  que  encontremos  nos hará sentir mejor  pero desde luego no nos hará sentir peor y si podemos  evitar que  esto se pueda repetir ya es algo .

Solo Adric contestó a mi comentario, así que pasado un rato, me dirigí hacia la presa. Iría 'a pelo', sin atarme ni nada. Al parecer, ninguno tenía una cuerda... ni una idea mejor. No voy a decir que no tenía miedo, porque lo tenía. Máximo me paró y me dio ánimos, que me tranquilizaron un poco. Seguí mi avance...

Después del desastre...

Me arrastré despacio, sin apenas fuerzas, hacia la orilla. Estaba exhausto y sin aliento. Totalmente empapado y con bastantes cortes por todo el cuerpo. Una vez que logré salir completamente del agua, me quedé tumbado, descansando. Todo había sucedido muy rápido y, para cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde. Pensé en toda esa gente de Caudal, que no sabían lo que les venía encima. Sólo esperaba que no hubiera muchos muertos. Había estado a punto de conseguirlo, pero el destino era caprichoso. Allí tumbado quedé un buen rato. Cuando levanté la vista del suelo y miré río arriba vi que no había rastro de mis compañeros. No habían venido en mi auxilio, ni siquiera para ver si estaba herido o muerto. Mi vida no les importaba, incluso después de combatir juntos.

Una gran tristeza me inundó. Además de cargar con la muerte y destrucción de Caudal, el único grupo al que me había abierto, me había dejado a mi suerte sin siquiera preocuparse por lo que me hubiera sucedido. Me levanté con decisión y coloqué mis numerosos bolsillos secretos. La ballesta, colgada de mi torso, parecía no haber sufrido daño. Tampoco el resto de mis cosas. Con paso trémulo, empecé a andar, despacio... hacia donde estaba la entrada a la cueva. Cargué la ballesta...

Mientras Zaius se recuperaba tumbado al sol, una sombra le cubrió de repente. Era Adric que, con semblante cansado, le extendió su mano –Los dioses son caprichosos, ¿verdad?

Tiró de su compañero y le ayudó a incorporarse con un gruñido. Parecía compungido – y es que la situación no pedía otra cosa – pero puso una mano en su pecho para intentar tranquilizarle –Pero también son sabios. Si las cosas han salido así, es porque así debía ser. Quizás ahora no lo veamos, pero el destino de esa presa era desbordarse. Vamos, el resto ya se ha marchado hacia la cueva.

Había cierto deje de molestia en sus palabras, como si estuviera algo cansado de la actitud de sus compañeros, pero Adric era demasiado amable para expresarlo en voz alta.

Turno 25

Máximo, taciturno y abatido, asiente ante la perspectiva de la venganza sobre los trasgos responsables. Sin embargo, cuando llegáis a la cueva, la encontráis precipitadamente desierta. Las criaturas estaban sobre aviso; el trasgo huido de la primera emboscada les avisó de vuestra llegada, y enviaron un segundo grupo para emboscaros en la presa, al que también disteis muerte. No antes de apiolar también al huargo que tenían apostado en la entrada.

Aunque el plan de los trasgos salió bien, (la aldea probablemente ha sido arrasada), habéis acabado con la mitad de la banda y con la bestia que la protegía, y que ellos sepan, (han visto al huargo muerto y han enviado al más rápido a todo correr al lugar de la segunda emboscada), ninguno de vosotros ha caído. En consecuencia os consideran perfectamente capaces de acabar con lo que queda del maltrecho grupo, y se han marchado corriendo.

En el sucio y maloliente agujero que llamaban guarida encontráis una pequeña red de túneles naturales excavados en la roca, unas cuantas pieles mal curtidas que usaban como camas, algunos útiles de cocina humanos, (robados con toda seguridad), marcas de hogueras y tres barriles, (también robados). Los tres están abiertos; uno contiene agua, el otro vino, y el otro pescado en salazón. No hay nada más; todo lo que pudiera tener valor se lo han llevado con ellos.

Máximo niega con la cabeza;

(Sigue...)