Partida Rol por web

La Casa en los Confines

La inquietud de Everett Andrilowski

Cargando editor
08/11/2016, 14:47
Serpiente de Plata
Sólo para el director

¿Pero qué? ¿Qué hace? Observé a Don de Carne resistirse a Everett. ¿Por qué llamaba a Everett así? ¿Por qué no traidor? No sabía por qué tenía esos pensamientos ahora. Me preocupaba que Don de Carne muriera. Aunque ya no recordaba por qué...

- Tiradas (1)
Cargando editor
08/11/2016, 16:33
Guardián de los Arcanos
Cargando pj

Don eres tú...

Cargando editor
08/11/2016, 18:57
Serpiente de Plata
Sólo para el director

Me quedé paralizada al darme cuenta de todo. Paralizado, me obligué a repetir. Observé a Don, a mí, desesperado en la nieve. Buscándome. Buscándola. A la Serpiente de Plata. Tirité en cuerpo ajeno al ver sus pies, mis pies, cuasi morados, dentro de poco muertos. Si ella, si YO no hago algo.

Me retorcí almacenando en mi memoria la sinuosidad plateada en la que me había convertido. Y miré hacia la llamada del Abismo. Es uno de esos sueños.

Iré, le contesté al Abismo. Más no será con este cuerpo.

Y salté a sus manos.

Cargando editor
08/11/2016, 20:30
El bosque oscuro.
Cargando pj

Y, sin embargo, aun en sus manos, cuando te aferró con ansia, seguías siendo la serpiente de plata.

Cargando editor
08/11/2016, 20:31
El bosque oscuro.

La silueta de Everett se pierde en las sombras cuando, con un destello, la serpiente de plata se acerca a ti. Parece tranquila, dispuesta a dejarse coger.
 

Cargando editor
08/11/2016, 20:32
El bosque oscuro.

Los remordimientos te acompañan durante todo el camino de vuelta a la cabaña. Don no puede sobrevivir a una noche como esta. No puede ser. ¿Cómo vas a mirar a la cara a los demás después de esto? Debe estar completamente loco. Deberías... oh, qué hacer.

La cabaña, a tu vuelta, sigue ahí. Congelada, ya que la puerta se quedó abierta. Todavía hay algo de brasa en la chimenea.

Cargando editor
09/11/2016, 08:50
Everett
Sólo para el director

- Maldito imbécil, tarado de los cojones...

Murmurando maldiciones, Everett, entra en la cabaña, pone una buena cantidad de leños en la chimenea y deja un cubo de agua cerca, para que se vaya calentando pero sin llegar a hervir. También saca algunas prendas de ropa y las pone en una silla junto a la chimenea, para que se calienten, con sumo cuidado de no provocar un incendio.

Hecho esto, coge la ropa de Don (abrigo y botas incluidas), se asegura de que sea adecuada para el frío exterior, completándola con ropa suya si acaso faltase algo, y, tras una última revisión de su propia ropa, sale en busca de Don.

Esta vez deja la puerta bien cerrada.

 

Notas de juego

No se si tengo algún tipo de carretilla o trineo que pueda servirme para transportar cosas por la nieve, supongo que dado mi trabajo algo tendré. Si así fuere y me pudiese servir para transportar un cadáver, me lo llevo.

Cargando editor
09/11/2016, 16:00
Guardián de los Arcanos

Notas de juego

Una carretilla es muy aceptable, dado que cortas leña y te calientas con ella, y supongo que la llevarás a la leñera en tu carretilla :)

Cargando editor
09/11/2016, 17:07
Don Poppins

Don puso la mano, agachado, mientras veía alejarse al guardabosques. ¿Se subiría a ella? Probó a ver si lo hacía. 

Cargando editor
09/11/2016, 19:02
El bosque oscuro.

Un Don ya tiritando y con piel azulada bajó lentamente la mano gélida hacia el suelo, para ver si la serpiente de plata se subía a ella.

Del fondo del bosque oscuro llegaron los sonidos que hacía Everett al regresar con una carretilla en la que parecía haber cargado a toda prisa algún tipo de bulto de tela.

Notas de juego

Haz otra tirada contra el frío, Don. Esta vez con el porcentaje a la mitad de tu constitución x5.

Cargando editor
09/11/2016, 19:03
El bosque oscuro.

Everett tras hacer acopio de todo lo que pensaba que podía ayudarle a sacar a aquel loco del bosque, emprendió camino a la carrera con la carretilla, en la que había puesto mantas, una botellita de licor y las ropas de Don. Ahora, quizá por el miedo, quizá por tanto movimiento, seguro que por estar vestido de manera correcta, sudaba a mares a pesar de la helada.

Tras diez o doce minutos de camino, que le parecieron una verdadera eternidad, vislumbró en un claro de luna a Don, aterido de frío, tal y como lo había dejado, pero aun consciente, arrodillado, extendiendo la mano hacia el suelo con la palma hacia arriba como si pensara que algún tipo de alimaña (¿un gatito? ¿un conejito?) se le subiera encima. Distinguió vagamente un brillo plateado entre las hojas cubiertas de escarcha.

Cargando editor
09/11/2016, 21:18
Everett

Everett se acerca tranquilamente con la carretilla, como si estuviese recogiendo lechugas en una huerta, le echa el abrigo por encima a Don y le pregunta, con aire resignado:

- ¿Bueno qué? ¿Podemos irnos ya?

Empieza a estar harto de tanta tontería, hasta el brillo de la nieve le molesta ya...

Cargando editor
12/11/2016, 23:37
Serpiente de Plata
Sólo para el director

Ver su mano esperándome me hizo recuperar mi identidad. Yo era él, y si él moría, yo moría. Retiro lo de traidor, pensé al ver a Everett volver.

Subí a la mano de mi verdadero yo. Una vez allí me retorcí hasta abrazar con mi cuerpo de plata uno de sus dedos. No presioné, sólo lo abracé intentando que comprendiese que estaba vivo. ¡Al fin se da cuenta!

Cargando editor
12/11/2016, 23:46
El bosque oscuro.

Don casi ni tiritaba del frío que estaba pasando. La serpiente de plata se subió poco a poco a su mano. Suave, sin movimientos bruscos: como si fuera un río de plata fluída.

Una vez en la palma de su mano, eligió un dedo, parecía que casi con cariño, y se abrazó a él hasta casi cubrirlo hasta la punta.

El abrigo que Everett había echado encima a Don hizo que su cuerpo consiguiera reaccionar, provocando temblores que eran casi espasmos, en un intento por recuperar calor. No sentía los pies, las orejas, las manos... Everett le ayudó a subir a la carretilla, le tapó con una manta que también traía, le obligó a beber un trago de licor y se lo llevó, junto a la serpiente de plata, hacia la cabaña.

Cargando editor
12/11/2016, 23:50
Guardián de los Arcanos
Cargando pj

En Don había una mirada que te resultaba familiar. Habías conseguido escuchar su voz. Era una voz conocida, te parecía que sabías quién hablaba tras tu cuerpo.

Notas de juego

Vuelve a tirar por idea: al 60%

Cargando editor
13/11/2016, 11:03
Everett

Una vez en la cabaña, le pone la ropa que estaba calentándose al fuego, haciéndole meter los pies y las manos en el cubo con agua caliente que había dejado junto a la chimenea, con cuidado de no escaldarle.

Le frota las extremidades para tratar de reactivar la circulación y le pone un trapo mojado con agua caliente atado a la cabeza para tapar las orejas y la nariz.

- Podrías haber muerto ahí fuera, maldito estúpido ¿No podrías haber esperado 10 segundos para calzarte y vestirte?

Cargando editor
14/11/2016, 18:50
Serpiente de Plata
Sólo para el director

Hasta ese momento había supuesto que en el interior de Don se escondía la antigua Serpiente de Plata. Pero entonces le miré a los ojos al calor de la chimenea y en un destello del fuego reflejado en su pupila sentí una conexión especial. ¿Quién eres? Pensé soltando el extremo superior de mi cuerpo, liberando la punta de su dedo, y suspendiendo el extremo en el aire para mirarle a los ojos.

- Tiradas (1)
Cargando editor
14/11/2016, 19:09
Guardián de los Arcanos
Cargando pj

Y era la antigua serpiente de plata. Claro que era la misma. Tocaste la serpiente de plata y la sensación resultaba parecida. Pero ahora tenías la ocasión de ver cómo los rasgos humanos daban expresión al yo interior de aquella entidad. ¡Aeryn! Tenía su forma de fruncir los labios. Era inquietante notar cómo aquella expresión transformaba el rostro de Don. Y la voz. Era el órgano fonador de Don, por supuesto. Pero la cadencia, el ritmo, la manera de chillar, el lenguaje...

Cargando editor
15/11/2016, 11:13
Serpiente de Plata
Sólo para el director

Me quedé anonadado. Si conservara mi boca la dejaría caer hasta el suelo. Aeryn, pensé con tristeza al recordar su cuerpo sin vida y su posterior ataque al despertar.

Agité mi extremo libre de un lado a otro para llamar su atención. Quería comunicarme. Empezaba a pensar que estaba atrapado en mi nuevo cuerpo, pues cuando subí a sus manos esperaba despertar, como cuando tenía una pesadilla con mi padre y la única manera de escapar del recuerdo era lanzarme desde el campanario de una iglesia o la cima de un risco. Así solía despertarme. Más no en esta ocasión. No en esta clase de sueños.

Aeryn, volví a pensar. Y comprendí, de repente, que este sueño era importante. Mucho más de lo que pensaba. Más que la pulsión que me empujaba a llegar al Abismo sin saber el motivo. Ahora creía saberlo. ¿No dijo William que nos prohibía volver allí por culpa de nuestro accidente e intentar cruzar sin su supervisión? Y de repente yo estaba dentro de la Serpiente de Plata. Serpiente que había aparecido de la nada... ¿Estaba William convidándonos? ¿Nos llamaba? ¿Era él, o quizá un ente maligno había conseguido llegar a nosotros? Y si se trataba de William... ¿Significaba la urgencia que sentía en mi interior que estaba en peligro? ¿Que necesitaba nuestra ayuda?

Giré mi extremo libre hacia Everett y después hacia Don de Aeryn de nuevo.

El cuerpo onírico de Aeryn había desaparecido. Ya no estaba. Eso es lo que ocurrió aunque Everett no lo crea. Entonces, si ella no tenía cuerpo que habitar en los sueños, tenía sentido que habitara otro, en este caso el mío. ¿Por qué el mío? ¿Y por qué he acabado siendo la Serpiente de Plata? ¿Cómo? ¿Nos había buscado? ¿La había mandado William? Teníamos que llegar al Abismo y descubrir lo que estaba pasando...

Agité de nuevo el extremo de mi cuerpo que no abrazaba su dedo. Lo contorsioné arriba y abajo, preparándome para transmitir un mensaje. Sólo necesitaba su atención completa. Aeryn, de niña era tan dulce... Me retorcí una vez, y luego otra, curvando mi extremo libre hasta formar un pequeño corazón que surgía del abrazo plateado y quedaba suspendido en el aire. Esperé encontrar esa dulzura en ella, en su interior, tal vez enterrada bajo el sufrimiento de lo acontecido.

Cargando editor
15/11/2016, 20:33
La tormenta

Se acercaba una tormenta. Menos mal que acababais de regresar a la cabaña los tres. Si. Los tres, porque teníais el pálpito de que ahí, en esta habitación, había tres personas, y no dos.

Fuera, súbito, se levantó un ventarrón que hizo que las rendijas entre las tablas de las contra ventanas exhalaran cuchillos de verdadero frío.

La chimenea rebufó, y una humareda entró en el habitáculo, que ahora semejaba apenas una cajita de cerillas en medio de una playa donde subía la marea. Toses. Más vale humo que escarcha, decía el refrán. Y venía a cuento. Antes de volver con la carretilla, Everett había petado la chimenea de leños, que ardían ahora animados por el oxígeno puro y fresco llegado de la atmósfera revuelta de fuera.

Don estaba tan cerca del fuego que uno se preguntaba si no se rizarían las pestañas. Todavía temblaba, y tenía moradas las puntas de los dedos. En su dedo corazón, la serpiente de plata hacía curiosos movimientos. Primero se agitó, como hacen las lombrices cuando se les sorprende al sacarlas de la tierra donde cavan y cavan. Frenética parecía.

Luego la culebrilla brillante movió el extremo de su cuerpo que no estaba enlazado al dedo corazón de Don y apuntó con él a Everett. Tras hacer ese gesto inequívoco, apuntó a Don, con cierta insolencia.

Por último volvió a retorcerse, pero esta vez parecía tener algún tipo de objetivo. Cuando se paró, su objetivo quedó claro. Diáfano. Había desenrollado parte de su cuerpo, ya que le faltaba material con el que tomar la forma, en la palma de la mano de Don, de un ingenuo corazón, como esos que dibujan las niñas y los enamorados.