Partida Rol por web

Todos los bushi fueron hacia el lugar de reunión a la hora indicada.

Mientras salían de palacio con los enseres que ellos creían necesarios, se enteraron de ciertas noticias...no demasiado halagüeñas. Estaba siendo una semana trágica para el clan de la grulla.

Por una parte, el recuento de muertos de la enfermería, y los relatos descriptivos de la misma fueron en algunos casos...imposibles de escuchar, excepto para corazones de acero y voluntad inquebrantable.

De las 20 personas de la enfermería, habían muerto casi todos, entre terribles e inimaginables sufrimientos. Hasta Doji Kuroda, la médico, había fallecido. Unicamente se habían salvado unos pocos, aunque sus nombres no se habían revelado.

En otro orden de cosas, supieron que Daidoji Kato, y 15 guardias de palacio cometerían sepukku por su ineptitud, cuando los primeros rayos de amateratsu surcaran el cielo, por lo tanto, ya estarían muertos.

Bayushi Sanosuke estaba ya en el lugar de la reunión, bajo un espeso árbol que le protegía de la claridad incipiente, estaba sentado mirando un alargado pergamino, recostado sobre el tronco del árbol. Las altas hierbas en forma de muros, aparte de frescura matutina, daban una buena ocultación para el grupo.

El bushi no levantó la mirada a medida que iban llegando, si no que les hacía gestos indicándoles que se sentaran a su alrededor.

Kôkatsu se levantó bañado en sudor. Había tenido una pesadilla. Volvía a estar en aquel salón grulla. Al igual que la noche anterior, hacían a Rinji beber sake y sochu pero, en el sueño, era espesa sangre lo que el ronin bebía. El líquido rojo rebosaba por los cortes de su garganta con cada trago que daba. Nadie pareció notarlo. Los observó uno a uno. En la otra mesa, Hida Giichi sangraba profusamente por infinidad de agujeros practicados por todo su cuerpo. La unicornio intentaba sin éxito reunir su brazo cercenado y su hombro, maldiciendo con cada intento fallido. De repente todos se levantaban y comenzaban a correr como locos hacia las puertas. Daidoji Kato atrancaba una de las puertas para que nadie pudiera escapar. Murasama gritaba a los cortesanos con cara de maníaco sin parar de reír. Hiruma Kôkatsu supo qué tenía que hacer. Giichi estaba a punto de morir y él debía evitarlo o morir a su lado. Corrió intentando llegar a el otro cangrejo pero la muchedumbre enfurecida lo tiró al suelo. Comenzaron a pisotearle y no tenía posibilidad de escapar. Entonces vio un rostro, el de la chica Isawa. Pensó que venía a rescatarlo pero la Fénix lo miró con asco y se marchó a reunirse con Bayushi Jotaro que la abrazó de forma harto indecorosa. Iba a morir. Miró hacia arriba y, en una viga del techo, una sombra lo miraba de forma burlona. La sombra tenía ojos verdes y una máscara roja con cuernos negros y afilados dientes. Cuando estaba a punto de gritar, sintió un tirón del tobillo. Miró hacia sus pies y vio a Doji Hirachi. El pequeño cortesano estaba intentando salvarlo pero no tenía la suficiente fuerza para sacar al cangrejo de allí. Una rodilla descendió de golpe contra el rostro de Kôkatsu que se despertó sobresaltado.

Aún no había amanecido. Se lavó con esmero y se afeitó los incipientes pelos que comenzaban a salir de su cabeza, sabiendo que quizá no podría hacerlo tan cuidadosamente de ahí en adelante. Se enfundó su armadura pesada y colocó su daisho en su obi. Metió su enseres en el furoshiki, agarró su tetsubo y salió hacia el lugar indicado. Por el camino hubo de dar un rodeo. Unos guardias le informaron de que, con el alba, el general Daidoji Kato y 15 guardias iban a cometer sepukku y no se podía acceder a aquella parte de la edificación. Llegó al árbol donde Bayushi Sanosuke-sama se encontraba leyendo un largo pergamino. Cuando iba a saludarle y presentarle sus respetos, el escorpión le hizo una seña para que se sentara a esperar. Hiruma Kôkatsu obedeció evitando mirar la máscara de su señor.

Cuando Hirachi dejó a Jotaro en la puerta de su habitación volvió a la suya para intentar dormir lo que quedaba de la noche… pero fue complicado. Tumbado en el futón escrutaba el techo de la estancia con los ojos muy abiertos a pesar del sueño. No quería cerrarlos, temía que alguno de los horrores que habían presenciado esa noche le aguardara agazapado en sus sueños. Aunque más que lo que había visto, ahora le preocupaba lo que no había podido ver. Más incluso que lo que estaba por venir. La muerte podía ser dolorosa y terrible pero la incertidumbre… le corroía por dentro. Al final terminó cayendo rendido.

A la mañana siguiente se despertó con la sensación de no haber podido descansar en absoluto y el ritual habitual para quedar presentable cambió notablemente. Si bien el baño o el largo cepillado de su cabello para terminar recogiéndolo parcialmente no variaron demasiado, la elección del kimono que vestir fue todo un desafío. Tuvo que dejar de lado el agradable tacto de la seda o los pensamientos sobre la ocasión de que se trataba para seleccionar uno de los kimonos de algodón que había traído por si el tiempo no acompañaba y volvía el frío repentinamente. Si tenían que viajar, pasarían mucho tiempo al aire libre y las mañanas y las noches eran todavía muy frías. Como obi eligió uno de tela resistente, sin ningún tipo de floritura que lo decorara más allá de todo lo que significaba para él: aquel pedazo de tela que Daidoji Kato le diera y que se había esforzado en adecentar cortando los hilos que habían quedado sueltos. Con un poco de tiempo para doblarlo de forma adecuada nadie podría sospechar que no hubiera sido confeccionado de propio para cumplir esa función. Pasó algo de tiempo sopesando si aquella era una buena decisión. Seguramente no lo sería pero había decidido llevarlo.

Una vez arreglado se puso a hacer el equipaje. Iba a ser una experiencia extraña. La primera vez en mucho tiempo que no tendría montones de ojos puestos en él a cada paso y no sabía si eso era bueno o malo. Esperaba llevar todo lo que pudiera necesitar y también poder transportarlo sin acabar hecho polvo. Sería duro… pero debía hacerlo. Después se dirigió a una pequeña mesita donde había dos hojas de papel dobladas a modo de carta. La primera de ellas tenía escrito el nombre de sus padres, a los que no había conseguido ver y a los que les recordaba que les quería. También les hablaba brevemente sobre el afecto que tenía a su sensei y pedía que le disculparan ante su primo por no haber podido intercambiar ni una sola palabra con él. La segunda de las hojas tenía el nombre de Hidetora y una sola palabra hermosamente escrita en el centro: mejórate. Las había escrito después de la cena para pedir a algún criado que las entregara por la mañana… pero ya no estaba seguro de que fuera un encargo que se pudiera realizar en ambos casos. Terminó dejándolas en la misma mesa, procurando que su disposición llamara la atención y cruzando los dedos para que quien entrase a reacomodar la habitación decidiera hacerse cargo de sus mensajes. Tenían que quedar personas generosas en el mundo.

Tras algunas oraciones solicitando la protección de la Dama Doji, se dirigió a desayunar pero a mitad de camino cambió de idea. Necesitaba información. No podía irse sin conseguirla. Por más vueltas que dio intentando buscar a alguien que pudiera convertir la duda en una certeza, sólo descubrió cosas a medias y cruentas historias sobre cadáveres que hicieron que no lamentara haberse perdido la primera comida del día. Eso y la determinación del general Daidoji y sus hombres. Al final se quedó sin tiempo y tuvo que acudir al punto de reunión con un inmenso nudo en el estómago.

Y allí estaba… Sanosuke, el escorpión estupendo capaz de cazar a esa criatura pero al parecer no mientras estuviera en el palacio y hubiera gente en peligro, tranquilamente con un pergamino y casi sin prestarles atención. Se acercó con una leve inclinación como saludo y sin mirar demasiado a nadie también tomó asiento a la espera de órdenes.

  Tras alejarse del grupo aquella noche el ronin entro a su cuarto presa de la rabia que lo carcomía por haberlo hecho a un lado en aquella noche, igualmente también se sentía furioso por su impotencia en controlar mejor la situación durante la cena y trato de calmarse siguiendo el mismo ritual que había comenzado antes de salir en plena madrugada para dar explicaciones a los altos cargos. Sentándose sobre el futón y apoyando la espalda sobre la pared volvió a tomar su lanza entre las manos y trató de centrarse en ella para alejar su mente y cambiar a una perspectiva que le permitiera al menos relajarse mínimamente.

  Las pocas horas de noche que quedaban por delante se le hicieron eternas, apenas logró dormir de manera continuada durante la noche, en verdad se había logrado calmar en parte pero su cuerpo no estaba en el mejor estado posible. En cuanto los primeros rayos de sol comenzaron a asomar Murasama se lavo la cara, recogió sus armas, se puso su armadura y recogió las pocas pertenencias restantes que tenía para llevarlas consigo a donde fuera que se dirigieran. Sin darse cuenta se había levantado antes que la mayor parte de los habitantes del palacio, pero antes de perder más tiempo descansando decidió salir fuera, el estomago aún estaba revuelto y decidió saltarse esa comida, en su lugar fue a un sitio alejado a practicar con su lanza hasta que llegase la hora convenida para la reunión con sus nuevos camaradas, al parecer la pareja iba a ganarse un puñado de nuevos acompañantes.

  Al llegar al punto de reunión se percató de que aún tenía su lanza en mano y trató de guardarla a su espalda mientras se juntaba a los que habían ido llegando, el Hiruma había vuelto a adelantarle junto con el pequeño Hirachi y una samurái de la noche anterior, al encontrarse de nuevo frente a Sanosuke-sama sintió despertar de nuevo ciertos remordimientos del día pasado pero hizo su mejor esfuerzo para reprimirlos tras una sonrisa mientras se dirigía a zancadas al lugar que su patrón le había señalado que ocupara. No tenía ganas de sentarse, pero tras mirar un par de veces a sus compañeros tomo asiento tratando que su lanza no me molestase.

Jotaro no había pasado una buena noche. A pesar de que había intentado dormir con todas sus fuerzas, el dolor de su tórax unido a todo lo que le estaba pasando por la cabeza, hizo que le costara coger el sueño. Una vez dormido, horribles pesadillas que combinaban recuerdos de la horrible cena con eventos del gempukku y algún recuerdo de su infancia le asaltaron. Y en todas ellas aparecía aquella horrible criatura, con su piel hecha de trozos de carne humana en descomposición y con aquella cara colgando encima de la suya propia.

Cuando por fin amaneció, Jotaro no se sentía especialmente bien, pero al menos las costillas habían dejado de dolerle continuamente. Se levantó despacio y sin ganas. Sabía que tenía que prepararse para salir en una misión que les llevaría lejos del palacio Doji durante bastante tiempo y sólo la perspectiva de Bayushi Sanosuke dándole caza a él por huir de sus deberes como samurái escorpión era lo que le estaba empujando a prepararse para el viaje.

Tras acicalarse y vestirse con ropa resistente, el bushi metió las cosas que juzgó más necesarias para el viaje en un saco furoshiki. Sólo cuando lo tuvo todo listo, se puso su armadura y se ató el daisho al cinto. Cogiendo su equipaje y un gorro de paja para proteger sus ojos de los rayos de sol primaveral, Bayushi Jotaro salió de su habitación con la sensación de que era la última vez que dormía en un futón.

No tardó demasiado en encontrar el punto de reunión. Sanosuke-sama destacaba lo suficiente como para que perderle de vista fuera casi imposible. Ya habían llegado varios de sus compañeros también y el joven bushi se sorprendió de ver al frágil cortesano grulla entre ellos. ¿Acaso no iban a salir a una misión de guerreros? ¿Qué hacía un hombre de la corte allí? Porque además no es que hubiera quedado el primero en el gempukku sino todo lo contrario, fue el segundo peor de todos los participantes. Se mordió la lengua para no hacer audibles estos pensamientos y se sentó cuando Bayushi Sanosuke le indicó que lo hiciera.

Una vez reunidos, Sanosuke les mostró el pergamino

Había algo parecido a un mapa hecho a mano. Lo depositó en el suelo y lo sujetó para que el viento no se lo llevase volando, con cuatro piedras.

Sanosuke habló primero, mirándoles uno por uno.

-A partir de ahora, consideraos en misión oficial de la magistratura esmeralda- fue sacando pequeños sellos personales, con la marca del crisántemo imperial, y se los fue entregando a cada uno

-Esto os servirá para hacer valer la ley imperial en el peor de los casos, pero usadla con cuidado, ya que abusar malamente de ello, solo os traerá consecuencias negativas para vuestra persona-

Una vez dicho esto, y repartidos los sellos imperiales, volvió a hablar

-He pasado toda la noche rebuscando por cada rincón de Kyuden Doji, intentando encontrar evidencias de aquel ser que Jotaro-san vió, y el cual urdió toda la trama de la cena-

-Aparte de los cadáveres, solo hemos sacado en claro que tenía ayudantes, y por otra parte, que ha abandonado el palacio, con una nueva forma, ya que ese es la habilidad especial de las brujas del pantano- *

-Como he dicho, la bruja tenía ayudantes, dentro de la casta Heimin, los cuales por supuesto han sido identificados y ejecutados,aunque apenas se les ha podido sacar información-

-Se usó un ritual de maho en la gran sala, para crear un pánico más atroz de lo normal, y provocar aquel caos, para favorecer los planes del monstruo-

-En este caso especial, tras hablar intensamente con asahina Tamako-sama, y el shugenja fénix, isawa Tanrou, un experto en tierras sombrías, hemos llegado a la conclusion de que nos enfrentamos a una poderosísima onibaba, la cual parece ser que ha montado un culto alrededor de su persona, incluso, si nos atenemos a especulaciones, puede contar con la ayuda de más criaturas sombrías por toda la región grulla, así como en el cangrejo, debido a las últimas incidencias ocurridas tanto en tierras yasuki como en el bosque de Shinomen-**

-Nuestro cometido es fácil, encontrar y destruir, sin piedad, sin dilación, sin temor, ahora mismo somos la espada del emperador en el asunto, y no debemos vacilar, ante nada-

Estas últimas palabras estaban cargadas de una gran determinación seria.

-Tendreis muchas preguntas, antes de que explique nuestro primer plan de acción, pero os contestaré a ahora mismo a unas cuantas-

-Habeis sido seleccionados por varios motivos-

-Kôkatsu y Murasama-san, por ser mis ayudantes personales, Katsue por su dominio del arco y el caballo, así como por sus demostradas capacidades físicas-

-Hirachi-san, te escogí por que a pesar de contar con el beneplácito imperial, tu nos ayudarás a conseguir nuestros objetivos en otros campos, porque, muy a mi pesar, los asuntos de la corte no pueden olvidarse, y pueden convertir rápidamente nuestros éxitos en desgracias-

-Y tú, Jotaro-san, ya sabes porque estás aquí- Dijo cambiando su tono a uno más oscuro

-A partir de ahora seré vuestro señor, hasta que terminemos la misión, toda condición anterior queda revocada temporalmente, especialmente la tuya como rehén de mi clan, Hirachi-san-

-Así que, os advierto-

-No tolero el fallo, ni la sublevación- dijo mirando a Murasama

-No tolero las búsquedas personales- dijo mirando a Kôkatsu

-Ni la rebeldía ni el mal compañerismo- miró a la unicornio

-Tampoco tolero a débiles y con falta de confianza- Se refirió a Hirachi

-Y tampoco tolero, finalmente, a los cobardes y malhechores que prefieren sus causas personales a las grupales- La mirada hacia Jotaro fué algo más amenazadora.

-Pero, tened en cuenta, que una vez haya terminado con éxito la misión, sereis recompensados por vuestros servicios, me encargaré yo personalmente de ello, cueste lo que cueste-

-Ya que, mis felicitaciones son igual de rápidas y expeditivas como el castigo que inflingiré al que no ponga todo su empeño en esta tarea-

-Antes de que empiece con el plan, si teneis preguntas, podeis hacerlas, pero que sean rápidas, no tenemos más tiempo que perder-

Hirachi observó el pergamino pero sin la explicación de qué tendrían que hacer, no le resultaba especialmente informativo. Aceptó el sello con humildad y después fijó la mirada en los ojos del samurái. Escuchó atentamente, peleando contra sí mismo para evitar crearse imágenes, hasta que llamó su atención en particular justo antes de comenzar con sus advertencias personalizadas. Para cuando le llegó el turno miraba al escorpión con una determinación inusual en él, casi desafiante… de no ser por el dulce aspecto infantil que todavía le rodeaba.

[…]me encargaré yo personalmente de ello, cueste lo que cueste.

No sólo iba a poder tener aquello que había deseado por tanto tiempo… sino que la forma de conseguirlo era asegurarse de que se exterminara a la criatura que había asesinado a sus compañeros. Esa misión debía concluir con éxito a cualquier precio.

Su única pregunta era si podían salir ya.

Kôkatsu aceptó el selló que su señor le ofrecía, sabiendo que no era digno de tal honor. Pensaba en el voto de confianza tan grande que acababan de entregarle físicamente cuando la advertencia que iba especialmente dedicada a él se pronunció. El Hiruma estaba deseoso de servir al héroe Escorpión pero, había cosas más importantes en su vida. Cosas que habían hecho mella en su ser y no dejaban de atormentarle. Cosas que debía resolver antes de poder seguir con su vida. Promesas que cumplir antes de volver a dejarse crecer el pelo al estilo salvaje de sus hermanos de escuela.

Reprimió el fuerte impulso de pasar su índice derecho por el pañuelo negro con estrías irregulares de color verde jade que usaba a modo de badana. Apretó con fuerza el mango de su tetsubo hasta que la mano le dolió. Quizá pudiera encontrar un modo de unir sus propósitos. Tendría éxito y pediría permiso y ayuda a su superior para perseguir su venganza.

Katsue se encontraba apartada del resto de los presentes, sobre un enorme corcel blanco, bajo la sombra de un árbol mientras escuchaba a los demás hablar.

Su caballo parecía listo para cualquier viaje, perfectamente ensillado y con varias bolsas y cintas colgando de la misma.

Ella, mientras tanto, dejaba que el viento azuzase su enorme melena mientras acariciaba la crin de aquel enorme equino. Portaba una armadura de monta de color purpura, muy simple en diseño. La armadura a medio atar, por el calor quiza.

Al observar como Sanosuke colocaba sobre la hierba aquel mapa agito ligeramente las riendas para que el caballo echase a andar para acercarse y observarlo por encima de los demás, sin decir una sola palabra.

  Murasama atendió a las palabras de Sanosuke, en verdad no le hizo ninguna gracia la parte que fue dirigida a él directamente pero debía de recordar como aceptar los tratos de su patrón al igual que en tiempo en que se dedicaba a ser una mera espada de alquiler y a la par aprender que ahora tenía un cargo de responsabilidad como emisario de la magistratura imperial. Tomó el sello con mano firme y observó el mapa. La verdad es que no sabía muy bien qué preguntar en ese momento, prefería escuchar las ordenes y empezar de una vez la misión, la primera toma de contacto con la vida de cortesano había sido nefasta y si tuviese decidir en aquel momento seguramente diría que jamás la volvería a repetir y por ello cualquier posibilidad de alejarse de todo aquel lio era preferible, incluso aunque fuera jugándose la vida en ello pues al menos podría hacerlo con una lanza en mano.

El joven bushi escorpión recibió el sello imperial con una sonrisa hasta que Sanosuke les advirtió severamente lo que les podía pasar por un mal uso. Adiós a sus planes de entrar gratis en las mejores casas de té de Rokugán.

Acto seguido Bayushi Sanosuke empezó a explicarles la misión que iban a llevar a cabo. Así que iba en serio. Iban a salir a cazar a aquella monstruosa criatura. La mente de Jotaro regresó al momento en el que vio por primera vez a aquella abominación, con su rostro pútrido y su voz venenosa cuando Sanosuke le miró y le dijo en tono de amenaza que él ya sabía por qué estaba allí. ¿Es que esa misión era algún tipo de castigo? ¿Por qué? La respuesta no tardó en llegarle cuando el guerrero escorpión le llamó cobarde y egoísta a la cara. Así que era por eso… Por haber elegido los intereses del clan en lugar de a unos sirvientes anónimos… Egoísta y cobarde habría sido salir huyendo de allí como hizo la mayoría de la gente. Él había salvado vidas. No era un cobarde. Y se lo demostraría a Sanosuke al precio que fuera.

Viendo que nadie tenía ganas de hablar en aquel momento, sanosuke les hizo un gesto para que observaran "el mapa"

-El triangulo es Kyuden Doji, y las líneas marrones son caminos principales-

-El primer círculo es una ciudad importante para el clan grulla, ya que es allí, y no en ningún Kyuden, donde  se entrenan a los cortesanos de tu clan, Hirachi-san, debido a que sus habilidades no están pulidas del todo, y para no provocar una gran catástrofe en la corte Doji. Básicamente es una ciudad enfocada a las artes cortesanas, y se pueden ver en cada calle a grupos de jóvenes cortesanos entrenando sus dones con la palabra-

Despues, el Bushi recorrió con su dedo el camino en el mapa que llevaba a la ciudad más al norte

-Este es el pueblo del estómago lleno, es una zona mayoritariamente eta y Heimin, con poca presencia samurai, se dedican al cultivo del arroz grulla, específicamente el que va destinado a todo el territorio propio, también fabrican sake y sochu, por último, tienen una gpequeña comunidad eta, dedicados a curtir pieles y cuero, así como el propio servicio fúnebre y demás tareas ignominiosas-

Tras esto, puso su dedo en el último círculo.

-Este es el pueblo de las mil fortunas, donde los monasterios y templos se cuentan en grandes cantidades, un sitio de gran peregrinación y manejado básicamente por los abades de las distintas fortunas, hay presencia samurai, pero más que nada es testimonial-

Una vez finalizada la explicación sobre el mapa, Sanosuke continuó

-Hirachi-san, formarás pareja con Otaku Katsue-san, y os dirigireis a la ciudad donde entrenan a los cortesanos, una vez allí, vuestra misión será infiltraros entre los distintos círculos de dicha ciudad, y averiguar todo lo posible, mis informadores aseguran que hay una alta posibilidad de que haya agentes de la bruja ocultos en la ciudad, y que sería una fuente casi inagotable de nuevos "disfraces" y alimento para el montruo-

-Tu liderarás la partida, y Katsue-san hará funciones de Yojimbo, por último, indicarte que nada más llegar te dirijas a la casa de té conocida como "palabras doradas", una vez allí, contacta con Shie, una ronin glamurosa que regenta el local, ella te dará los siguientes pasos a seguir-

Luego se dirigió a los bushis restantes

-A vosotros os toca el pueblo del estómago lleno-

-Jotaro-san liderará vuestra partida, y la misión será diferente a la de Hirachi-san y Katsue-san-

-Mandamos varios informadores al pueblo, y no han vuelto ninguno, son expertos en su trabajo, y creemos que han sido capturados, a estas alturas seguramente estén muertos-

-Esto nos da que pensar lo siguiente: el culto a la bruja puede estar arraigado en el pueblo, incluso puede ser que los samurais allí presentes estén corrompidos o hayan sido seducidos o comprados por los esbirros del maligno-

-Vuestra misión allí será llegar al pueblo como un grupo de samurais cansados, e investigar todo lo que podais en un máximo de tres días, tened un cuidado extremo, ya que no sabemos que podemos encontrarnos, y recordad, sois agentes del emperador, vuestra palabra es la ley por encima de todos los allí presentes, si vuestra vida peligra, teneis mi permiso para matar a cuantos os confronten,y, en último lugar, encontrar a los informadores o lo que quede de ellos-

Finalizado el reparto de órdenes, el escorpión enrolló el mapa y se levantó

-En 3 dias, y esto es para todos, nos encontraremos en el pueblo de las mil fortunas, ya que yo personalmente me dirigiré allí cuando partamos dentro de poco, expondremos nuestras conclusiones y seguiremos avanzando en contra del ser que a osado insultar a todo el imperio, recordad, se trata de atacar, no de defender-

-Si alguien tiene alguna duda sobre la misión, es el momento de preguntar antes de marchar-

Al parecer, la misión estaba a punto de comenzar. Cuando les dijeron que se iban a separar, se sintió aliviado. Aquel pequeño cortesano en medio de un poblado heimin no sería de utilidad alguna y correría demasiado peligro si las cosas se torcían. La tranquilidad pasó cuando pusieron al escorpión al mando. Hiruma Kôkatsu era el principal ayudante de Bayushi Sanosuke-sama. El otro se había derrumbado cuando el tumulto acabó, había blasfemado delante del Campeón Esmeralda y había perdido el tiempo con cortesías mientras la bruja escapaba. Acataría sus órdenes porque así se lo había ordenado su actual señor - Tomaré la palabra Sanosuke-sama. - empezó su exposición - Comenzamos la caza de un ser que se viste con pieles ajenas. Según nos acaba de decir que podría ser cualquiera. - Hizo un ademán hacia sus compañeros. - Es un hecho que vamos a separarnos. - contactó ocularmente con Hirachi-san durante medio segundo. - ¿Cómo sabremos que la bruja no ha ocupado alguna de nuestras pieles y está mancillando nuestros cuerpos y nombres para seguir matando? ¿Alguna contraseña? - Finalizó dirigiéndose directamente a Bayushi Jotaro.

Hirachi escuchó atento las instrucciones. Recordaba vagamente la existencia de los lugares que el escorpión mencionaba, sobre todo de la ciudad más próxima, pero eran recuerdos demasiado alejados en el tiempo. Le sorprendió cuando se dirigió directamente a él al empezar a explicar el plan. No sólo se trataba de un trabajo de infiltración, además debía… liderar el grupo, si dos podía considerarse un grupo. La infiltración era un trabajo mucho más adecuado para un escorpión. Eso era lo que hacían, ¿no?, fingir y sacar provecho.

Miró de reojo a Katsue, subida en aquel enorme animal, preguntándose qué opinaría ella pero pronto volvió a centrarse en las explicaciones. Aunque su función estaba decidida, quería escuchar el resto.

Quería mandar a esos tres chicos a un lugar seguramente terrible mientras esperaba cómodamente las noticias de todos en un retiro espiritual entre monasterios… Fantástico.

Cuando supo que partían había imaginado largas caminatas a pie por caminos llenos de barro, noches a la intemperie… pero la parte que les había tocado parecía hasta agradable. Tampoco tenía por qué hacer las cosas como un escorpión, sólo había que preguntar un poco. Lo único que le preocupaba era la limitación de tiempo que tenían. Le habían enseñado a trabajar despacio, asegurando el terreno antes de poner el pie en él. Ya que se había abierto la puerta de las preguntas y no tenía respuesta para su compañero, decidió lanzar también la suya.

-¿Qué distancia nos separará del pueblo de las mil fortunas?

Porque serían tres días menos lo que tardaran en llegar y localizar la casa de té y el tiempo que tuvieran de camino hasta el punto de encuentro.

-Imagino que no debemos desvelar nuestra misión a no ser que sea de extrema necesidad.

Lo que incluía no utilizar el sello imperial si había alguna otra opción. Si algún siervo de la criatura era testigo de la revelación estarían en problemas y extremarían las precauciones.

Por otro lado… sentía curiosidad por el lugar. Deseaba verlo con sus propios ojos. Era posible que varios de sus amigos de la infancia vivieran ahora allí. Aunque podía ser incapaz de reconocerlos después de tanto tiempo. De no haber sido por aquella noche, estaría incluso emocionado.

Sanosuke asintió ante la pregunta de Kôkatsu

-Las brujas de las ciénagas, aparte de robar la piel ajena, tienen la capacidad de tomar parte de la mente de la víctima, así como su tono de voz, y en el caso este, el cual nos enfrentamos a una muy poderosa, una contraseña sería contraproducente, el caso es, que si en 3 dias no estais aquí, se emitirá una orden de ejecución hacia vuestras personas, por el contrario, si venis todos al punto indicado en tres dias, yo os revelaré como poder evitar una infiltración-

Luego se dirigió a Hirachi

-Un dia a pie, medio a caballo, tu última pregunta es una evidencia es si misma, nadie debe saber que haceis o que sois, salvo caso de necesidad, algunos magistrados prefieren ir con el sello y el rango por delante, pero, la experiencia me dice que al final acaban con varias puñaladas en la espalda-

Asintió levemente. Eso les dejaba con menos de dos días… y había que contar con la posibilidad de contratiempos. Iba a ser realmente complicado conseguir algo útil. No quería saber cómo se las apañaría el otro grupo que tenía tanto camino por delante. Además lo de las órdenes de ejecución contra ellos era como para estar un poco nervioso, aunque entendía la necesidad.

  El ronin empezó a dar forma al plan que parecía haber armado Sanosuke, aunque tenía ganas de empezar ya la acción en verdad le inquietaban algunos puntos con respecto a lo que hacer ahora mismo. En sus andanzas en tierras del cangrejo había combatido a trasgos y hasta un ogro pero aquello escapaba de sus conocimientos. Tenía entendido que existían criaturas sombrías con capacidades especiales únicas y aquel ser parecía una de ellas, por lo que en cuanto sus compañeros terminaron trató de insistir en un par de apartados.

-En primer lugar, Sanosuke-sama, siento mi respuesta impulsiva de la noche anterior, mentiría si os dijera que no era algo que no sentía pero en verdad se que no debí de haber entrado a discutir una orden directo de ese modo por mucho que me frustrase.- Dicho aquello continuo con lo que ahora tenían entre manos. -Perdonad mi ignorancia con respecto a las criaturas sombrías pero quisiera saber si realmente existe alguna manera de saber cuando alguien ha sido suplantado por esta clase de brujas y por otro lado me inquieta otro punto, si se diera el caso de que tuviésemos éxito en nuestras averiguaciones y llegáramos a dar con el paradero de la bruja ¿Cómo se supone que deberíamos actuar? Quizás para cuando fuéramos a buscaros ella aprovecharía a escapar o en el peor de los casos, si ella nos descubriera, deberíamos seguir alguna pauta para combatirla.-

Katsue se mantuvo en silencio durante toda la charla. Miraba a los demas mientras hablaban pero no intervenía en lo mas mínimo.

''No me gusta la idea de meternos en una madriguera llena de cortesanos con una bruja que puede cambiar de apariencia tan facilmente. No podemos fiarnos de nadie.''

Miró por un segundo a Hirachi ''Quizá el tenga mas artimañas a la hora de hablar, pero si nos atacan que salgamos con vida va a depender de lo rápido que salgamos de alli o de lo rápido que clave una flecha entre los ojos de dicha amenaza.''

Finalmente dejó escapar unas palabras -Manteneos juntos, os intentará cazar cuando esteis solos. Sed discretos y no llameis la atención, es mucho mas fácil disparar a un conejo que alza la mirada por encima de la hierba que a uno que mantiene la cabeza agachada.-

Sanosuke respondió primero a Murasama

-La piel de las brujas no dura eternamente, y poco a poco, esta se va ajando y cuarteando, hasta que revelan su verdadera imagen y necesitan cazar de nuevo. si encontrais a la bruja, matadla, a toda costa, que sean vuestras vidas o la suya, y usad todo lo que tengais para detenerla, esto debe de acabar lo antes posible-

-Haced caso a Katsue-san, es una idea muy buena, y si no hay nada más, pongámonos en camino-