Partida Rol por web

Geoff o miró apesadumbrado, tomó de nuevo su bota de vino y pegó un buen trago antes de responderos, con brasas calentando cada una de sus palabras.

- Estoy dispuesto a hacer lo que sea. LO QUE SEA.- El hombre parecía tratar de contener sus emociones (Y lágrimas) tras aquel furor momentáneo, pero estaba claro que el recuerdo de su hijo presidía sus reflexiones. - No quiero que... Que ninguna otra familia tenga que pasar por lo que la familia de Zorn - El cantinero que os daba posada.- y la mía están viviendo.

Volvió a dejar su odre colgado, cerró sus párpados, escondiéndolos bajo sus pobladas cejas canas y al volver a abrirlos descubrió unos iris grisáceos, casi transparentes, más calmados.

- Diría que si hace falta atara a los niños, se haga, pero sin saber a ciencia cierta cuándo volverá a acontecer esto, puede que lo único que logremos sea asustarlos, cuando tratamos forzosamente de mostrar una normalidad para no apesadumbrarlos más de lo que ya están. Tal vez podamos tomar una medida intermedia... ¿Hacerlos dormir a todos en un mismo lugar con vuestra vigilancia? Puede que en algún edificio público con las dimensiones apropiadas. Selma, la esposa de Zorn, lo propuso cuando fue capaz de contener sus llantos, tratando de buscar alguna medida para controlar mejor los movimientos de los pequeños, pero eso parecía algo plausible para tratar de paliar un peligro natural, y sabemos que este no lo es.

El silencio volvió a llenar la estancia.

- En Niom no hay solo dos familias rotas, toda la comunidad está destrozada, y tenemos que esperar a las noches, a las horas en las que creemos que nuestros hijos ya están dormidos para poder llorar quedamente por la desgracia que se ha cernido sobre nuestras tierras, llorar por nuestros hijos desaparecidos, vigilando el sueño de sus hermanos desde el vano de sus puertas, rezando para que esa niebla no los arranque también de entre nuestros envejecidos dedos.

La población de Niom ciertamente era bastante mayor, y solo unos pocos infantes, una docena, correteaban por sus calles, como únicos posibles herederos de las tradiciones de la región. El temor y dolor de aquellas gentes se acentuaba al pensar en que, si desparecía alguien más, las familias partirían a un lugar más seguro, lejos de aquella endemoniada ciénaga, dejando a su espalda un pueblo fantasma que había sido el floreciente orgullo de la región por un tiempo.

- Más de una decena de familias ha partido ya. No los culpo, pero suplico cada día a los vecinos que quedan para que se queden un día más. Puede... Puede que mi Galen y la Piria de los posaderos vuelvan...- En su voz se apreciaba claramente que no guardaba aquella esperanza en absoluto, que daba a los niños por muertos, pero tenía que mentirse para seguir. - O puede que al menos encontremos algo... Algo que enterrar, algo a lo que poder rezar donde habrían descansado nuestros hijos si hubiesen tenido algún otro destino.

Geoff os miró de uno en uno antes de que la voz del alcalde volviese a poseer su garganta, hundiendo esófago abajo, la voz del padre roto. - Cualquier cosa.
 

Esa voz, ese dolor. Alek lo había visto en sus padres cuando desapareció su hermano. No lo escuchó, por supuesto, porque como dijo Geoff, los padres se quiebran lejos de la vista de sus hijos. 

Y sabía que pasaría lo mismo que con su gente. El dolor y la desgracia los desbandarían, y terminarían tan perdidos como sus hijos. No tenía que pasar otra vez.

- Habíamos acordado ir a la ciénaga a investigar, hagamos eso mientras dure el día. Y cuando caiga la noche volveremos a hacer guardia -

No le dijo que todo estaría bien, ni pensó en consolarlo. Alek no era bueno para eso. Sus padres no le habían mostrado cómo.

Y nos da permiso... este viejo está bien desesperado.
—Oiga, Geoff, ¿aún queda al menos un puñado de gente joven capaz de pelear? Podríamos formar un grupo, por pequeño que sea, para que nos ayude. Confío en que Sam y tú, Alek, no tardarán demasiado en encontrar una guarida, una cueva, yo qué sé, algo, y donde tengamos la primer pista la seguiremos entre todos.

Cambio de planes, supongo, lo de reunir a todos a dormir en un mismo sitio me parece algo más sano y práctico, es una mejor forma de tenerlos vigilados, pero ¿quién los vigilará?
—Taddy, ¿me acompañas? Necesitaré tu ayuda para motivar a esta gente a hacer algo por sus vidas y este pueblito, que peleen por sus tradiciones en vez de huir de ellas o algo así, necesitaremos todas las manos que nos puedan prestar. Al menos reunir una milicia para cuidar a los niños.

Tras dejarle más o menos curada la pierna al alcalde pienso en probar una de las melodías arcanas que he aprendido, que lo ayudará a recuperarse más prontamente, pero estamos conversando ahora, no es momento de ponerme a cantar. Al menos ahora podrá caminar un poco mejor.

- Estoy de acuerdo. Sam y yo exploraremos la zona y volveremos cuando caiga la noche -

Sin más, Alek se levantó y se retiró.

Alimaña observaba a la distancia aquel edificio, parecía el mas nuevo del lugar... ¿Hace cuanto había empezado a aparecer aquella tenebrosa bruma que hacía desaparecer a los niños? Ahora que lo pensaba, ¿Porque los niños siguen jugueteando en la calle cuando se supone que deben estar aterrados por lo que pasa? ¿Están intentando suponer que nada pasa para no asustar a los pequeños? Eran muchas las dudas que tenía, pero había algo claro: Hasta ahora sólo había un suceso reciente en Niom a parte de las desapariciones y eso era aquel edificio a medio construir. Sólo había una forma de salir de dudas.

En su forma de ardilla saltó del tejado mientras su pelaje empezaba a transformarse en plumas oscuras, sus extremidades superiores se estiraron hasta convertirse en alas y su hocico se endureció para adoptar la forma de un pico igual de oscuro que su plumaje.

-Aaaak! Aaaak!- Con un graznido, el ahora transformado cuervo, aleteó sobrevolando las casas hasta llegar al techumbre de la nueva construcción. Primero dio un par de vueltas a este antes de aterrizar en la torre que sobresalía para luego dando pequeños saltitos empezar a investigar que estaban construyendo en ese lugar.

Taddeus asintió a Stella. Al final se hacía lo que había propuesto, al menos en parte, y también se exploraría. Era una forma de tirar varias redes para ver si alguna pescaba algo. Lo de tener a todos los niños juntos lo seguía convenciendo. En última instancia dependería de ellos si aparecían secuestradores, en la forma que fueran. Y también tendrían información valiosa si por el contrario obraban artes misteriosas, era una forma de hacerlas salir a la luz.

Iría con Stella y luego encontraría un lugar para rezar. No sabía si la niebla llegaría esa misma noche, o a la siguiente, o a la siguiente de esa, pero todos los indicios apuntaban a que no faltaba mucho para ello, y había que estar lo mejor preparados posible.

Stella, consigues calmar en parte el dolor del buen Geoff, pero también descubres que hay ocasiones en las que la realidad limita tus capacidades, pues el buen hombre luce una curiosa pierna protésica de madera que pasaría por real vista desde lejos, pero por ahora no dispones de capacidades como para regenerar miembros perdidos. Tal vez un día encuentres una canción con cuyos versos puedas trenzar músculos, nervios y piel una vez perdida, y ese día recordarás a Geoff, quien habría agradecido estas capacidades. Con suerte tal vez puedas volver a visitarlo. Aun así te estuvo agradecido por ayudarle con su inflamado muñón.

- Tenemos a gentes de bien más que dispuestas a ayudaros, cada día parte una remesa de voluntarios a peinar la ciénaga, pero esta es enorme y peligrosa. Aparte de eso comentan haber visto algunos prodigios y gentes nunca antes vistos, pero aseguran que ni en la choza del trampero más humilde ni cerca de sus habitantes desconocidos hay ni rastro de nuestros pequeños. Aquellos voluntarios que estén en el pueblo aceptarán vuestras órdenes sin pensarlo, peor recordar que, cazadores a un lado, este no es un asentamiento de gentes de acción. Siempre hemos huido de la violencia y los enfrentamientos. Alguna de esa gente estará hoy trabajando en la nueva escuela, con toda seguridad, en la plaza mayor.

Os comentó Geoff, con una mezcla de orgullo por sus voluntariosos conciudadanos y un miedo propio de quien teme por el dolor ajeno o por la posible pérdida de sus seres queridos si la cosa degenerase.

Al salir de los cuarteles de Geoff (Por llamar a aquel humilde estudio de laguna manera, ya que no existía una alcaldía propiamente dicha) eres consciente de que no saber con precisión dónde puede estar Sam, pero para partir hacia el pantano has de pasar por la plaza mayor del pueblo, donde ves a una decena de trabajadores ayudando a levantar a gran velocidad un edificio que destaca frente al resto por parecer más moderno y funcional que una simple vivienda. Tampoco se trata de una iglesia o templo, aparentemente, peor un par de campanas medianas descansan en un palé cercano.

Una joven mujer, ataviada con ropajes que desentonan un poco con la austeridad descolorida de los habitantes de Niom, parecía discutir con los trabajadores, pero en tono alegre, como si bromease mientras observa, orgullosa, cómo se avanza en la construcción.

Pero de golpe tus aguzados sentidos te advierten del serio peligro que se cierne sobre su cabeza, cuando la cuerda de una polea se resquebraja, quemada, no muy lejos del lugar desde el que observabas la escena, dejando caer tres gruesos troncos desde una altura más que considerable mientras el par de operarios que manipulaban la simple máquina se ponían pálidos como el papel sin conseguir gritar, para advertir a quienes por allí pululaban de la tragedia en potencia.

No conocías esta tipología arquitectónica, raro era el edificio que se levanta más de dos metros del suelo en el, ahora distante, Bajovalle, y aquella torre en la que ahora trabajaban debía de medir... Como doce medianos sentados unos sobre otros... Por lo menos, peor eso, que medir a ojo, y más viendo aquello desde las alturas, con los peculiares ojos de un ave, todo parecía abombado, enorme.

Los niños jugaban poco más allá del edificio y parecían mirarlo con curiosidad, como si de alguna manera estuviese relacionado con ellos. Los adultos les señalaban y luego dirigían sus dedos a la obra, todos sonriendo, aun pudiendo reconocer el temor y la tensión en unos adultos tratando de ocultar sus oscuros pesares.

Una joven mujer, ataviada con ropajes que desentonan un poco con la austeridad descolorida de los habitantes de Niom, parecía discutir con los trabajadores, pero en tono alegre, como si bromease mientras observa, orgullosa, cómo se avanza en la construcción.

Pero de golpe tus aguzados sentidos te advierten del serio peligro que se cierne sobre su cabeza, cuando la cuerda de una polea se resquebraja, quemada, no muy lejos del lugar desde el que observabas la escena, dejando caer tres gruesos troncos desde una altura más que considerable mientras el par de operarios que manipulaban la simple máquina se ponían pálidos como el papel sin conseguir gritar, para advertir a quienes por allí pululaban de la tragedia en potencia.

"El mundo no se detiene por un par de desgracias" pensó Alek mientras observaba las obras del nuevo edificio. Le pareció curioso, pero no estaba tan al tanto de los asuntos civilizados como para adivinar qué clase de edificio era. 

El crujido de las tablas y la cuerda rompiéndose despertó todos sus instintos. Alcanzó a lanzar un grito de "¡Cuidado!", advirtiendo a los que estaban en peligro, para después correr como demonio y abalanzarse contra los que estaban debajo.

La reacción del explorador fue veloz y precisa. 

Taddeus estuvo silencioso en el regreso, cavilando sobre los prodigios que había mencionado Geoff, pero no quería seguir presionando al pobre hombre, se lo veía bastante afectado.

Una vez que llegaron al pueblo, consultó a Stella cómo quería hacer para reunir a la gente y plantearles su plan de acción. Era optimista en ese sentido, creía -y así lo diría- que era mejor para todos, que estarían más seguros cubriendo sus propias espaldas, y que si bien sabía que no eran guerreros, él si lo era y los protegería, como Ashur lo había mandado.

Buscaría también un lugar donde diera el sol, y rezaría por consejo a Ashur, necesitaba una señal sobre dónde estaban los niños perdidos.

Sin siquiera darse cuenta, el ave se precipitaba en picado hacia la mujer que iba a ser aplastada por los troncos. No sabía porque lo hacía, solo actuaba por puro instinto. 

-Aaaaak! Aaaaggkkkkkrrrr!!.... Gwrooooaaarrr!- Los graznidos fueron reemplazados por un rugido a la vez que el pequeño cuervo crecía de súbito dejando caer una lluvia de plumas negras y adquiria una forma felina mucho más grande. Un pelaje naranja a rayas negras y un hocico con colmillos amenazantes revelaron finalmente la forma de un Gran Tigre de las Praderas que se abalanzaba sobre la mujer. Dicen que los gatos siempre caen de pie y Alimaña esperaba que un gato mucho más grande también pudiera hacerlo, fue así que el enorme gato hizo un giro imposible en el aire e impactó de lleno sus 4 patas contra uno de los troncos buscando cambiar su trayectoria para salvar a la mujer e intentó hacer una cabriola valiéndose del impulso recién adquirido para dar un nuevo giro y caer en 4 patas. ¿Lo conseguirá?

Todo ocurre muy rápido, en un momento estás cayendo desde las alturas hacia la mujer, al siguiente tratas de maniobrar y asumir que tus alas y pequeñas patas, tras liberarse de la lluvia de plumas, son ahora las poderosas patas de un gran felino de las praderas, pero algo se abalanza sobre ti, llevándote por delante con la mujer rubia que parecía hablar con unos obreros y otro pobre desafortunado. Ese algo que os ha salvado de aquel peligro encarnado en y tablones, ahora un amasijo de madera y astillas es Alek, al que no habías visto entrar en escena antes de descender desde tu punto de observación.

Al disiparse la adrenalina producida por el salto te diste cuenta de que algo no estaba del todo bien, habías apoyado mal tu pata derecha y esta estaba retorcida en un ángulo singular. Tuviste que retomar tu forma humana para comprobar que estabas entero, en el suelo, junto a los otros caídos. Puede que el explorador con el que habías llegado a la ciudad te hubiese empujado tratando de ayudarte, pero tú, a su vez, habías salvado el pescuezo a un niño que correteaba por la zona y salía completamente alucinado de debajo de ti, más orgulloso que aterrado, a pesar de haber visto a aquel tigre saltar hacia él.

- Me... Me ha salvado usted... Lo ¿Lo han visto todos? Era un tigre... Un fabuloso tigre.- Reía el niño, ligeramente magullado.

Te abalanzabas hacia delante, tomando impulso y con los brazos abiertos, fuiste capaz de empujar fuera de la trayectoria de los tablones, que cayeron sonoramente a vuestra espalda, a la joven que hablaba con los trabajadores medio segundo antes y a otra forma que había salido de la nada... Viste una explosión de plumas oscuras y una figura felina saltando desde debajo de ti hacia un lado, apartando a un niño de rizados cabellos rubios que también estaba en la trayectoria de uno de los tablones.

La acción había sido tan drástica y desesperada que podías notar en tu cuerpo un cierto dolor, en nada comparable a lo que habrías sentido si aquello te hubiese alcanzado en su punto de impacto. Rodaste hacia un lado liberando a la joven mientras veías, curioso, como a tu lado el gran felino se convertía en Sam, parecía haberse torcido una pierna realizando aquella proeza.

- Diablos. Eso... Eso era un tigre de las praderas... - Comentó la joven de cabellos dorados mientras arreglaba sus ropas y se ponía en pie antes de mirar curiosa a Sam, peor volvió a dirigir su atención a Sam. - Eso... Eso ha estado muy cerca, gracias, heroico desconocido. 

La joven tranquilizó a un crío que salió de debajo de Sam, siendo casi de su misma estatura y le echó un ojo a la pierna dolorida del mediano. - Sois un cambiaformas mediano, ¿No es así? Una vez vi a uno de los tuyos ofrecer una demostración en mi escuela. Gracias por haber salvado a Moris.- Dijo refiriéndose al infante rubio.

Cuando todos os pusisteis en pie tuvo a bien presentarse, mientras la madre del crío acudía para llevárselo en brazos y una turba de personas enfurezidas parecían encaminarse hacia los dos operarios de la polea que había causado el accidente.

- Yo soy Trevina, Molla Trevina. Seré la nueva profesora de Niom... Si no me matan antes de que terminemos las obras.- Se presentó la joven de ojos avellanados. - Las tensiones en este pueblo están a flor de piel.- Masculló dándose la vuelta para tratar de dirigirse hacia la gente enfurecida para poner orden.

No había terminado su charla con vosotros, pero la situación parecía haberse desmadrado. La falsa apariencia de normalidad que las gentes de Niom trataban de mantener solía desaparecer tan pronto como algo rompía la tranquilidad del lugar, y en esta ocasión había sido aquel accidente aparentemente fortuito, pero que ciertamente podría haber tenido consecuencias letales.

Alek se levantó. Ya había pasado el peligro inminente y poco a poco sus sentidos volvían a enfocarse. Fue entonces que pudo ver bien a la mujer que había salvado.

El explorador era un hombre de los bosques, un hombre salvaje y sencillo. La belleza, para él, era diferente que para otros hombres. Era bella una mujer que sabía moverse sin llamar la atención de su presa. Era bella una mujer que podía leer los senderos del bosque y que sabía aprovechar todas las partes de la caza. La que podía hacer abrigos con las pieles, la que sabía reconocer setas comestibles, la que podía curar con hierbas.

Esa mujer rubia frente a él no parecía tener ninguna de esas cualidades. Sin embargo, Alek no pudo dejar de mirarla.

- Sí, son malos tiempos - alcanzó a responder Alek - al menos no tuvimos que lamentar más desgracias. Mi nombre es Alek -

Claramente incómodo, el explorador desvió su atención a Sam.

- Excelente destreza Sam - le dijo - ¿cómo está esa pierna? tenemos un día largo por delante -

Fue fácil decirlo, pero no tengo ni idea de cómo ponerlo en práctica, no soy nada buena para dar discursos y no me imagino reuniendo a esta gente para hablarles a todos a la vez.
—No lo sé, pensaba hablar con uno o dos y que luego corrieran la voz —le respondo a Taddeus—. Al final termino pensando en que sólo estaremos nosotros cuatro para lidiar con esto, aunque si alguno se suma, lo más probable es que lo hagamos quedarse a vigilar el pueblo por si algo pasa.

Sin saber muy bien qué mas hacer, voy hasta la taberna donde quedamos en encontrarnos con los demás, mientras los espero veré si puedo pensar en algo.