Partida Rol por web

Con el equipaje imprescindible y acompañados por los hermanos Cabo, el profesor Olive y su inseparable aunque callado cilindro metálico dejáis el hotel Cristina para ir a la estación de tren y embarcaros en un viaje de más de ocho horas por la meseta española hasta una ciudad llamada Valladolid.

Nada más apearos del tren, en la misma puerta de la estación, Jordi Cabo alquila los servicios de un coche de caballos para recorrer los pocos más de diez kilómetros que separan la estación de la impresionante fortaleza medieval donde trabaja y tiene su despacho Luis Redentor.

Tras presentaros no tardáis en ser guiados por un amable celador a través de impresionantes salas de suelos de piedra y estanterías de madera hasta el despacho de Redentor.

Una vez dentro os recibe un hombre de unos cincuenta y pocos años, moreno y con bigote que afortunadamente parece hablar un inglés bastante entendible, que aunque tampoco se libra del endiablado acento de los Cabo no deja de ser un enorme placer encontrarse con alguien que sepa hablar vuestro idioma en este país.

Buenos días. Tomen asiento, por favor.-  Saluda nada más entrar, para luego escuchar las presentaciones de Jordi Cabo.

Jordi me ha comentado su problema por teléfono. De todos modos me gustaría escucharlo de primera persona. ¿Qué es lo que vieron en Tartessos.

Roderick agradeció profundamente el cambio de aires... habían pasado de un pueblucho maloliente a una fortaleza decorada con muy buen gusto... de manera que se sintió lo suficientemente animado para tomar la palabra.

- Es un placer conocerlo señor Redentor, yo me llamo Roderick Craven... - se presentó para después tomar asiento y añadir cómodamente sentado- la verdad es que lo ocurrido en Tartessos ha sido algo... peculiar- comenzó a decir mientras le relataba con todo lujo de detalles lo acaecido en al ciudad perdida

El viaje en aquel tren había sido largo y ciertamente desagradable. - A este páis aún le queda mucho que evolucionar. - Pensaba, mientras veía pasar el paisaje por la ventanilla del tren. Al menos el cilindro iba en silencio... aunque esta gente no parecía que se fuese a enterar de que un cilindro con un cerebro detro era capaz de emitir sonidos... Si incluso llevavan una cabra en el departamento de al lado, como si fuese normal.

Toda aquella sensación de pobreza se desvaneció al llegar a nuestro destino. Una increible fortaleza en la que nos esperaba el tal don Luis.

Tomé asiento y escuché, asintiendo de cuando en cuando, el relato que el reverendo Craven le hizo a nuestro anfitrión. - Oh, si.- Corroboré cuando Roderick terminó.

Matt había saludado pero no había tomado asiento. Tenía la sensación de que se le iba a aplanar el trasero de tanto estar sentado. Horas sentado en el tren, horas sentado en el barco, horas sentado en las reuniones...y ahora de nuevo pretendían que se quedase sentado mientras Craven contaba toda la historia. En lugar de aquello dio pequeños paseos por la habitación observándola con curiosidad. Cuando Craven llegó al final, Matt interrumpió, sin quitarse el cigarrillo apagado de la boca, para completar la historia con su conversación con el malogrado Urdish. La pistola alienígena le quemaba en la chaqueta. Finalmente la sacó.

-Y bueno...si necesita una prueba...

En Simancas, trasel viaje en tren y en carro, llegaron hasta donde estaba Luis Redentor.

El cabo tomó asiento y escuchó como Craven tomaba la palabra y, enuna escueta frase le contó como había sido su experiencia en Tartessos. Pero las miradas se fijaron en Matt cuando sacó el arma alienígena quehabían sacado de esa misma ciudad.

Colt no habló, sencillamente escuchó a sus compañeros y lo que decía Redentor. Esperaba quela charla no se alargara y que les dijera una posible ubicación de esos seres, que según sabíanestaba en un desierto.

El señor Redentor os escuchó con atención. A veces mostraba alegría y murmuraba en castellano cosas, que luego os tradujeron los hermanos Cabo, tales como, y decían que estaba loco, o yo tenía razón. Otras veces, como cuando le explicabais como había desaparecido la ciudad de Tarsis, ponía mala cara, evidenciando que lamentaba que las pruebas de sus investigaciones se hubieran evaporado. Era evidente que jefe del archivo daba toda la credibilidad del mundo a vuestras palabras.

-¿De dónde lo ha sacado? ¿Qué es lo que hace?¿Funciona?- Le preguntó entre otras muchas preguntas a Greywood interesándose por el arma alienígena que este le mostraba.

Pero lo más sorprendente es la frase que os dijo cuando uno de vosotros le repitió las palabras del cilindro que almacenaba la mente del profesor Zamarrenov¹- Creo que la respuesta esa enigmática frase podemos encontrarla en el Necronomicon.

Roderick se echó hacia atrás en el asiento cuando Greywood mostró aquella extraña arma... no recordaba haberla visto antes... o lo mismo es que no le había prestado atención, el caso es que efectivamente con aquello el relato que acababa de contar se hacía más creíble de lo que sonaba... para su desgracia, si todo quedara en una mera anécdota, pero no... el viaje continuaba.

- Necronomicon... ¿de qué me suena?- aquel nombre le resultaba familiar aunque no estaba seguro... ¿lo había escuchado antes?- Id a la ciudad del desierto, siguiendo los pasos del viejo loco...- sus dotes como detective eran nulas... no conseguía verle ningún significado- supongo que se referirá a una ciudad desértica o con desierto... ¿hay alguna que reuna esas carcaterícticas en España? que poco me gustan los acertijos- confesó sacándo el paquete de cigarillos y encendiéndose uno.

Creo que está rota–dijo golpeando suavemente el arma contra la mesa– Se la arrebaté a uno de aquellos monstruos.

Muy a su pesar, Greywood estaba sorprendido de que el cerebro parlante no hubiese provocado ninguna reacción en su interlocutor. Quizás era por que "Zammy" estaba muy silencioso. ¿Y ahora qué?¿Hay algún puñetero desierto en este puñetero país? Y perdone por la expresión, pero entenderá que lo que hemos visto de aquí no es muy agradable.

- Sí- coincidió Colt con Matt-. No es muy agradable y el tiempo nos apremia...y mucho- dijo mirando al señor Redentor.

- Así que le agradecería aque nos indicara dónde podemos encontrar un desierto, que esté realacionado con un viejo loco y donde haya una puerta o portal...o ... ¡¡yo que sé!!- terminó diciendo algo nervioso

¿No funciona?- Pregunta desilusionado Luis al escuchar que el arma está estropeada para luego continuar escuchándoos.

En España hay algunas zonas desérticas pequeñas, pero no creo que se refiera a ninguno de ellos.- Os cuenta.- Según creo, la clave de todo está en la referencia al viejo loco. En mi opinión es una clara referencia a Abdula Hazred, un poeta árabe loco que vivió alrededor del 700 de nuestra era que escribió el AlAzif. Traducido por los filósofos griegos como el Necronomicón. Aquí en el archivo tenemos una copia, traducido en León alrededor de 1300. Tal vez allí podamos encontrar la clave.

El capellán escuchó con atención todo lo que allí se habló, especialmente al señor Redentor que parecía poseer información privilegiada.

- ¿Tienen una copia de ese volumen aquí? vaya... pues entonces parece que se nos facilitan un poco las cosas- sonrió- Sería muy conveniente leer esa libro... supongo que al estar traducido en 1300, estará en latín ¿verdad?- indago esperanzado

¿Sabe usted latín?- Pregunta Redentor sorprendido al sacerdote para luego añadir.- La verdad es que no, el libro no está escrito en latín, sino en castellano antiguo. Un idioma a medio camino entre el castellano actual y el latín clásico.- Os explica.- Tan difícilmente entendible para un hablante de un idioma en exclusiva como del otro.

No recuerdo exactamente en que parte del libro se hacen menciones a ciudades en el desierto, pero no será extremadamente difícil encontrarlas. Señor Craven, si lo desea, puede tratar de ayudarme, cuatro ojos ven más que dos.- Dice el hombre.

- Claro que se latín señor Redentor- dijo con cierto orgullo- es lo primero que enseñan en Teología, soy un hombre de Dios...- ladeó la cara abriendo más los ojos para después entrecerrarlos en un intento de justificar su presencia en aquella aventura- aunque envuelto en extrañas circunstancias muy a mi pesar... Castellano antiguo...- se rascó la perilla- desconozco el castellano moderno...- comenzó a desilusionarse hasta que Redentor se ofreció a ayudarlo- Será un honor ayudarlo en la traducción del libro, estoy completamente a su disposición señor Redentor.

Ab, viendo que Craven se quedaba en el archivo y quepoco o nada podría allí ayudar en algo, miró a los restantes y les propuso algo.

- Si bien yo no sé ningún idioma exceptuando el mío nativo,no creo que pueda ser de ayuda. Pero recordadndo lo bien que se abatían los seres de Tartessos, quizás podríamos comprar varias escopetas y munición...y tal vez un lanzallamas y algo de explosivo- sugirió el cabo-. Ya me entienden, en previsión de encontrarnos otra vez con esos seres o algún primo suyo.

Asentí a la idea de Colt. Si nos volvíamos a encontrar con aquéllas cosas seria mejor estar armados. 

- Yo tampoco voy a ser de ayuda en eso de leer un libro en esa lengua de la que habláis. Voy contigo a buscar algo de armamento. 

La verdad era que no tenia ni remota idea de dónde íbamos a encontrar una simple escopeta... y mucho menos un lanzallamas. 

Al menos no iría uno de nosotros solo por una ciudad desconocida. 

–Ehhhh no creo que tengamos mucho éxito. Acordaos en Sevilla.–dijo el hombre con las manos en los bolsillos.–Pero bien podemos dar un paseo a ver la ciudad. Creo que a este par les vendrá bien tomar el aire.Y mientras podemos ver que hacemos o algo.

La referencia a Olive y el cerebro no era casual. QUizás algo de aire recuperase la cordura de ese hombre...o estimulase a aquel cerebro a decir algo más. Greywood se giró hacía los Cabo. ¿Sabéis de un sitio tranquilo? Me gustaria echar un vistazo a este arma a ver si se puede desmontar, arreglar o algo.

Me acabas de chafar.