Partida Rol por web

Lentamente despertáis.

Sorprendentemente estáis vivos, sin un solo rasguño. Al abrir los ojos comprobáis que en un desierto de arena blan­ca, bajo un sol cegador y vuestras ropas y armas vuelven a estar con vosotros, en el mismo estado que estaban antes de entrar en el templo. Junto a vosotros se encuen­tra Tawil, el joven adolescente, está llorando, temblando, abrazado a Abraham. Es evidente que esta aterrorizado.

Ante vosotros aparece, materializándose de la nada, la figura de un an­ciano de larga barba gris, vestido con una túnica blanca, con un largo cayado dorado en la mano derecha.

El hombre señala al niño y dice con tono autoritario. -¡Entregadme a la Bestia, mor­tales, para que pueda ser destruida!

Como respuesta a esta pregunta el joven Tawil llo­ra aún con más fuerza.

La presión del abrazo de Tawil aumenta por momentos. sabes que el chiquillo cada vez tiene más miedo.

Matt levantó el fusil y, aunque no apuntó directamente a aquel ser, parecía dispuesto a pelear si era necesario. Aquel muchacho era su hijo. Lo había visto en sus ojos, que eran fríos como los de su esposa, en la nariz, que era idéntica a la de su tío. Lo había sentido y no estaba dispuesto a entregarle a nadie.

—No. Ahora vete.

Ab despertó de nuevo. Estaba vivo tras el derrumbe del templo. Aferrado a él con un abrazo, aterrado, estaba el adolescente en el que vivía su hijo y los demás niños. Pero entonces un ser de barba blanca apareció y pidió que le entregáramos al joven. Éste se aferró aun más al cabo, quien le devolvió el abrazo tranquilizándolo.

A su lado Matt levantó el fusil, amenazando a aquel ser todopoderoso. Como Matt, Ab sabía que dentro de aquel joven estaba su hijo y no podía consentir que lo destruyera. Ab se adelantó hacia el viejo, poniendo Tawil a su espalda y apartando el arma de su amigo. Sabía que éste ser era tan poderoso como el de dentro del templo derruido. No podrían hacerle nada con esas armas. 

-Señor, soy Abraham Colt, el padre de Ben, uno de los niños que usaron en el ritual que creó a este joven -comenzó su explicación-. Sabemos que éste  joven ha sido utilizado para crear algo poderoso y maligno. Pero en él está todo lo que amamos: nuestros hijos.

-Hemos investigado, viajado, luchado para encontrarles y en el último momento todo se ha esfumado concentrándose en éste joven -siguió Ab con su explicación-. Él es todos los niños, sin ellos no sería ese ser maligno que quieres destruir. ¿No hay una forma de revertir lo que se ha hecho? El mal que querían para este joven no se albergaría en él y nuestros hijos volverían a la vida, con nosotros. ¿No podría arreglarse de otra forma? -preguntó el cabo intentando ser lo más explicito que podía.

-Estoy dispuesto a renunciar a mi propia vida con tal de que mi hijo vuelva a la vida-dijo dando otro paso hacia adelante, hacia aquel ser todopoderoso. Hincándose de rodillas levantó las manos en señal de rezo y siguió hablando-. Si has podido sacarnos del templo destruido sin un rasguño sé que eres capaz de eso y de mucho más. Por favor, devuélvenos a nuestro hijos, deshaz aquello que se pervirtió. ¡Toma mi vida si es necesario! Pero, por favor, devuelve a nuestros hijos a la vida.

Tras decir esto Ab, en su posición de rodillas, se echó hacia adelante y estiró los brazos hacia aquel ser, en posición de sumisión y adoración, esperando que éste acabara con él o que hiciera todo lo que quisiera.

Sonny no entendía nada de lo que estaba pasando, sólo que al mirar a aquel adolescente se le revolvía algo en su interior. ¡Cómo podía ser su hijo? Era algo que escapaba a su raciocinio. El amor es la fuerza que mueve el mundo, pero también uno de los sentimientos más egoístas que hay.  Sabían que algo maligno había sido creado con las almas de sus hijo y aún así no iban a sacrificarlo. Puede que estuvieran trayendo el fin del mundo, pero les daba igual. Se puso en guardia, delante del chico.

Roderick no entendía nada de lo que acababa de ocurrir sólo que aquel chico parecía ser los niños y que en el fondo había conseguido identificar a sus padres... Pero entonces apareció un anciano... Sólo que Roderick tuvo la impresión de que era algo más, solo que no tenía idea de que y que probablemente se le escapara a su comprensión, lo único que sabía es que el chico que se aferraba a Abraham debía ser protegido y las palabras de su compañero constataron sus sospechas por lo que el cobarde de Craven se colocó al lado del muchas para protegerlo y tratar de calmarlo al tiempo que también se dirigía al anciano con resolución aunque con la voz temblorosa... Morir asustaba.

- Como ha dicho mi compañero debe haber otra manera, hemos sufrido mucho para encontrar a los niños, no merecen ser destruidos... ellos son inocentes, si  debealguien debe morir nos ofrecemos nosotros a cambio de que ellos puedan vivir... Seguro que el mal puede ser revertido... Por favor

¿En serio Roderick había dicho eso? ¿Pero que mierda se había fumado? 

Con un simple chasquido de los dedos, el anciano convoca de la nada más de quinientas criaturas monstruosas.

Flacas, de cuerpos negros, con colas espinosas, cuernos y correosas alas de murciélago os tienen completamente rodeados.

Bonitos y emotivos discursos, pero no lo volveré a repetir mortales.- Dice sin perder ni un ápice de su tono autoritario.- ¡Entregarme a la Bestia para que pueda ser destruida!

Abraham se levantó y se puso de nuevo delante del adolescente que era todos sus hijos y miró a Nodens tranquilo.

-He venido hasta aquí para llevarme a mi hijo a casa. Nos han intentado matar varias veces, de hecho hemos perdido a varios de nuestros compañeros en el trayecto. No me importará morir si lucho por lo que he venido a buscar. Es algo que me da igual, la vida no es vida sin mi hijo.

El semblante de Ab cada vez estaba más relajado y sereno. Sabía que ese podía ser el final, pero eso lo sabía desde que puso el primer pie fuera de su casa cuando empezó esta búsqueda. Ahora morir era lo de menos. Lo importante era que había encontrado a su hijo y lo había visto por última vez.

-Si tan poderoso eres que con solo un chasquido creas sirvientes para acabar con nosotros, ¿por qué no con otro chasquido deshaces lo que hizo el ritual y traes a la vida a nuestros hijos? -preguntó el cabo mirando al Dios a los ojos, para que en ellos viera que no temía y que hablaba con el corazón.

—A no ser que tengas algún poder desconocido, Tawil hijo, quédate detrás. No dejaremos que te alcancen. No estás solo y esas criaturas no te pueden hacer nada... Si atacan, huye. Lo entretendremos lo suficiente. Si alguno de estos dioses es piadoso, estaremos en el mismo desierto... Busca una ciudad, Aden, seguramente mi mujer esté allí. La reconocerás enseguida, estoy seguro y ella a tí. Te cuidará  — Matt apoyó la mano en el hombro del joven y le susurró al oído antes de ponerse ante él, en ademán protector, dispuesto a combatir a aquellos seres. Esperaba que aquellas no fuesen las últimas instrucciones que el muchacho escuchase antes de enfrentarse al terrible ser que tenían ante él. Era evidente que los monstruos flotantes no le dañarían, puesto que si eran capaces de hacerlo, el viejo no se andaría con remilgos... aunque por desgracia, mostrar respetos no era el fuerte del piloto— ¡Tú! Estás loco si crees que vamos a entregártelo. Dices que es una bestia, pero es un crío. Un muchacho que aún no distingue el bien y el mal, y que necesita guía, no castigo. La Bestia eres tú, asesino. No dejaré que te acerques al muchacho.

Manteniendo la posición, al cabo de unos segundos añadió.

—Nosotros nos encargaremos de que siga el buen camino. Déjanos ir.

Sonny no tenía más que decir que lo que expresaba Matt en voz alta.  No veía solución alguna. Iban a morir y lo peor es que su hijo también. Le inundaba una mezcla de rabia y tristeza. Todo aquel camino para acabar así. 

Roderick temblaba de pies a cabeza, las rodillas parecían que no lo iban a sostener mucho más tiempo, los dientes comenzaron a castañearle mientras que perladas gotas de sudor frío le brotaron en la frente, no sabía ni que hacer ni que decir, tan solo se mantuvo firme... Que ya era todo un logro, tratando de servir de escudo al muchacho y de paso no hacer de vientre allí mismo ante la visión de aquellos monstruos que se les acababan de aparecer y los tenían rodeados. 

El viejo que tenéis ante vosotros sonríe por primera vez desde que apareció y comienza a caminar lentamente hacía vosotros.

Intentáis interponeros entre él y vuestro hijo, pero vuestras armas y esfuerzos son en vano, nada puede detener su avance.

Al llegar junto al joven Tawil se detiene, susurra.- El amor ha vencido.- y toca con el dedo índice la frente del chiquillo.

En ese momento vuestro mundo se vuelve negro.

Despertáis completamente desorientados, tumbados en una cama metálica, en mitad de una habitación de frías paredes blancas. Tardáis varios minutos en comprender que estáis en un hospital y varios más en daros cuenta que no estáis solos.

Muchos de vuestros compañeros de armas se encuentran tumbados en otras camas, junto a vosotros.

Veis a Derek Claypole, el escritor con tan malas pulgas que había escrito una novela con lo que os había ocurrido en Francia bajo un seudónimo.

A su lado está Samid Ahmed Jhonson, el soldado de ascendientes argelinos que malvivía como taxista en Nueva York, a los pies de su cama se encuentra su hermosa mujer Shara.

Un poco más alla descansa Francis "Keeper" Campos, el abogado y a Joey Altimore el profesor de la universidad de Boston.

Y al fondo de la habitación veis a el teniente Harry Speirs y en la cama de enfrente Steffan Wood, el francés que resultó herido en España y dejasteis allí recuperándose de sus heridas.

Todo el mundo parece encontrarse bien. Cuando llegan los médicos os informa que todos sufristeis un violento ataque de convulsiones más o menos a las cuatro de la tarde en el Apotheke, el famoso club, y que perdisteis el conocimiento. Recordáis la reunión*, y las visiones que os asaltaron en ella que terminaron con vuestros hijos secuestrados, pero solo habían durado cinco minutos.

Con estupor escucháis de boca de una enfermera que son solo las siete de la tarde. Keeper trata de hablar, de contar que han pasado más de cuatro meses desde ese maldito día, cuatro interminables meses en los que habéis buscado a vuestros hijos día y noche, pero lo único que escucha es un "tranquilo señor, son efectos de la pérdida de conciencia. En breve se encontrará bien"

Quienes no se encontrarán bien son los sargentos Thomas Highway y Joe King, quienes según los médicos fallecieron durante las convulsiones, aunque vosotros tenéis guardadas sus muertes en la cabeza. Highway sobre el mostrador de un hotel en San Mateo, fulminado por los perdigones de una escopeta disparada a pocos centímetros y King en aquel páramo infernal, tumbado en el suelo, con los órganos internos reventados por una brutal paliza, abrazando a su hijo mientras no dejaba de repetir que el amor es el arma más poderos.

Lo cierto es que no hay rastro del secuestro, vuestros hijos pequeños están en casa, nadie les ha tocado ni uno de esos maravillosos pelos de la cabeza. Y no solo eso, el tatuaje que os grabaron en Francia a mutado, transformándose en una estrella de cinco puntas con un ojo en medio.

Al fin y al cabo, tal vez Nodens sí que pudo hacer algo por vosotros.