Partida Rol por web

- Si me lo permites yo puedo ayudarte- se ofreció Ab a Matt-. No sé mucho de estos aparatos, pero tampoco de mecánica y acabamos montando un lanzallamas...algo rudimientario, pero funcionaba- recordó el cabo a su amigo.

- Y acordándome del lanzallamas quizás lo Cabo nos puedan ayudar a conseguir las piezas para motar otro. No nos vino nada mal en Tartessos- dijo Abraham.

Con esto se acercó a los Cabo y les contó que habían montado un lanzallamas rudimentario. Les dijo las piezas que habían usado y lo que necesitarían para montar otro.

Después de que Colt discutiese el tema de los materiales con los hermanos Cabo, Matt les acompañó al taller. Aquello iba a ser pan comido. El piloto apagó el cigarro antes de entrar, pisándolo con fuerza contra el suelo. Unas horas sin un cigarrillo no harían daño a nadie, y mejor no hacer volar aquel taller por los aires. Matt vio como su compañero comenzaba a juntar piezas «Déjame a mí, hermano. No puedes poner el percutor ahí, en cuanto arpiets el gatillo ¡¡PUM!! Volaríamos por los aires.» Minutos después, un satisfecho Greywood agitó la mochila mecánica. 

–Esta vez le he puesto una tira de cuero, para que no destroce el cuello ni los hombros. Aún puedo sentir los golpes de la carrera. Pero bueno, ¿Qué tenemos por aquí?

Matt comenzó a estudiarla junto a Abe, maldiciendo a ratos, gruñendo a otros hasta que finalmente soltó una exclamación de alegría...que fue en vano. Por un momento había creído dar con la solución, pero resultó ser una falsa alarma.

Quizás en otro momento. El viaje será largo...sea a donde sea

Ab le cede a Matt el intento de lanzallamas que ha fabricado sin mucho éxito. Su compñaero en cambio, tras cambiar alguna cosa y poner alguna otra en su sitio consigue hacer una versión del lanzallamas con alguna mejora sobre todo hergonómiga para ajustarse mejor a la espalda y que las cinchas no molestaran en los hombros.

- ¡¡Muy bien, crack!!- felicitó Ab a su compañero-. A ver si tenemos la misma fortuna con el trato ese alienígena.

Pero por mucho que lo miraran y trastearan, los compañeros no conseguían activar el arma alienígena.

La siguiente semana pasó rápidamente, ocupados como estabais en el taller alquilado por los cabo unos y en el archivo de Simancas otro.

Fue una semana productiva pues aunque los progresos de Craven y del señor Redentor eran lentos no dejaban de ser constantes, con claras referencias al-Hazred y su libro. Estabais seguros que cada día estabais más cerca, según encontrásteis, el Al-Azif fue escrito una sola noche, guiado por un preceptor sobrenatural que lo inició en los secretos de lo arcano, muriendo al terminar su obra.

Por otro lado, los otros conseguisteis construir dos de esos rudimentarios lanzallamas y aunque solo fuera durante unos segundos, volvisteis a energizar el aparato alienígena, aunque de momento conseguir que funcionara quedaba aún muy lejos.

Matt se pasó la semana dando vueltas a aquel extrañó arma junto a su colega Abe. El joven gruñía mirándola por todas partes e intentando entender como podía funcionar aquella cosa. Sin embargo, aquel maldito cachivache parecía escapar a toda lógica, o al menos a todo lo que Matt entendía de electricidad.

Parecía que las cosas rodaban, excepto por ese maldito aparato alienígena que se negaba a funcionar. Cada poco tiempo el cabo se acercaba al aparato y lo volvía a mirar una y otra vez a ver si daba con la clave para que funcionara. Pero se le resistía una y otra vez, aun así no cejaba en su empeño.

El tiempo invertido en el archivo no se podía dar por perdido pero tampoco era para lanzar cohetes, quizás su conocimiento sobre idiomas no era el que debiera o quizás continuaba demasiado alterado por el peso de la responsabilidad, y lo que había visto... fuere como fuere, la investigación iba lenta pero Craven aún disponía de cierto tiempo y decidió aprovecharlo encerrado en la biblioteca con varios paquetes de cigarrillos y un botella de wiskey, era lo único que le tensaba los nervios y le ayudaba a centrarse.

​Matt no podía menos que gruñir disgustado ante lo que le parecía un imposible. Por un momento se sentó tentado de agarrar un martillo que tenía cerca y comenzar a machacar aquella maldita maquinaria hasta hacerla pedacitos. El piloto parecía un perro delante de un hueso que estuviese metido en una urna de cristal.
Cuando ya iba a mandarlo todo al infierno (o quizás a un sitio peor) se quedó de piedra ante el artefacto, mirándolo con la mandíbula desencaja. ¿Podría ser? No...¿O quizás?
– ¡Lo tengo, hermano!– dijo tras lanzar un alarido de alegría –Creo que ya se como funciona este trasto.

Y conforme lo activo 10.000 voltios recorieron el cuerpo de Greywood quien cayó al suelo inconsciente de inmediato.

Ab se quedó atónito cuando el artilugio produjo una descarga que iluminó todo como si estuvieran dentro del mismo sol. Al momento todo volvió a la normalidad. Pero algo había ocurrido, Matt se encontraba tirado en el suelo, con varias quemaduras producidas por la electricidad.

Con lo poco que sabía de primeros auxilios, Abraham se abalanzó spbre su amigo e intentó reanimarlo como pudo.

- ¡¡Maldito cacharro!!, ¡¡Matt, respira, vuelve en ti!!

Roderick había salido de la biblioteca con el cigarrillo en los labios, las manos en los bolsillos y pinta de cansancio. Sus pasos lo habían conducido hacia donde se encontraban sus compañeros, entonces vio el accidente que sufrió Greywood y como Colt trataba de reanimarlo... en otro momento habría seguido su camino puesto que sus conocimientos médicos tampoco eran para tanto, pero aquel hombre se había arriesgado por él y lo mínimo era intentar hacer algo, de manera que tras apagar su cigarro con el pie se agachó al lado de Abraham.

- Déjeme a mí- le dijo mientras trataba de pillarle el pulso, le desabrochó la camisa y trató de hacerle un masaje respiratorio... con respiración en boca incluida... lo que había que ver, se dijo a sí mismo mientras se afanaba en devolverlo a la vida.

Me había quedado paralizado por la fuerte descarga que sufrió Matt. Cuando quise reaccionar ya había llegado Roderick y comenzaba a hacerle técnicas reanimatorias. Me coloque a la cabeza de Matt y puse mi chaqueta debajo de su cuello para ayudar a que pasara el aire que Roderick insuflaba a Matt rítmicamente.

- ¿Como ha pasado esto?¿Como puede ser que eso tenga tanta energia?

Poco a poco, el pecho de Matt comenzó a subir y bajar lentamente y su cuerpo comenzó a moverse como si estuviese en medio de una pesadilla. Lo primero que sintió el vigoroso joven fue un intensó sabor a tabaco, pero cuando abrió se encontró con algo que le lanzar un alarido de terror. Desde su punto de vista solo alcanzaba a ver la nariz de Craven. El bigote de Craven. Los labios de Craven..moviendose... El sabor a tabaco... 

Y no era una visión agradable. Una cosa estaba clara. No volvería a fumar.

Como un resorte se levantó, dando un accidental cabezazo a su compañero de equipo. Sin embargo, lejos de disculparse, se alejó unos metros con los ojos desorbitados por el terror.

–¡¡ESTABAN AHÍ!! – exclamó–  ¡Decenas de ellos! 

- Tranquilízate amigo mío- dijo Colt acercándose a Matt mientras le intentaba tranquilizar.

- Siéntate y dinos que es eso de lo que hablas- preguntó el cabo a su compañero.

Un relampago de alivio atravesó mi pecho al ver como el pecho de Matt comenzo a moverse. Parecía que por fin algo salía bien. Pero ese alivio se volvió a oscurecer al escuchar los gritos aterrorizados del joven. - ¿Quienes estaban allí? ¿Donde?  - Le pregunté con inquietud y casi con miedo a lo que me pudiese responder.

Finalmente habían sido los briosos labios de Craven los que habían devuelto el hálito de la vida a Matt, quien se apresuró a quitarse de en medio a Roderick haciendo que este cayese de nalgas. El capellán se levantó y miró de manera hosca al resucitado mientras pensaba "La próxima vez me doy media vuelta y me voy a tomar un "carajillo", desagradecido... mi aliento es valioso, ¡Cazurro!... voy a tener que lavarme la boca con jabón, maldita sea" murmuraba para sí adecentándose la ropa.

- Yo también me alegro de que se encuentre mejor, señor Greywood- dijo finalmente odbiando lo de las visiones y los comentarios de los otros hombres, estaba demasiado cabreado y herido en su orgullo.

Oh, Dios misericordioso...El sabor a tabaco... no es mi marca...Creo que voy a vomitar...

No...no sé.. Fue...tan solo unos segundos. Había fuego, y costaba respirar, como si no hubiese aire. Olía a quemado. A carne quemada y había bichos como esos de San Mateo. Algunos iban vestidos, uno llevaba una especie de túnica o vestido rojo

Tras unos momentos inconsciente Matt recuperó la consciencia, al principio se sintió desubicado, perdido, había tenido una visión quien sabía si premonitoria o no, pero poco importaba, pues en esos momentos tenías cosas más urgentes entre manos.

Craven volvió al archivo a acompañar al señor Redentor en su busca de información sobre al-Hazred y su libro mientras los demás volvíais a trabajar en el aparato alienígena donde poco a poco ibais obteniendo nuevos resultados.

La mayoría de las veces, ya erais capaces de conectar y desconectar el aparato sin electrocutaros vosotros mismos, un gran avance sin lugar a dudas tratándose de una tecnología alienígena totalmente desconocida.

En esas estabais cuando recibistéis un enigmatico a la vez que preocupante telegrama desde Nueva York.

Destinatario: Mattew Greywood.

Remitente: Daphne  Greywood.

Ric se ha ido a Heaven_¹ -Stop.- Estaba de muy buen humor -Stop.- Creo que quiere llevarse a los niños con él -Stop.-

Casi a la vez que el cartero se marchaba el botones del hotel os informó de que teníais una llamada de Don Luis Redentor en recepción.

Caballeros. Creo que he encontrado lo que andaba buscando.- Os informa.- Pásense por mi despacho cuando quieran, estaré encantado de comunicárselo.